Nuevas Investigaciones Y Descubrimientos En Estudios De Arte Rupestre Peruano

NUEVAS INVESTIGACIONES Y DESCUBRIMIENTOS EN ESTUDIOS DE ARTE RUPESTRE PERUANO
Estudios de Arte Rupestre
Noticias del mundo 2
Editado por
Paul G. Bahn y Angelo Fossati
2003
Dr.Jean Guffroy

Investigaciones en el pasado Diseños Geometricos
Con la excepción de algunos sitios famosos (Toquepala, Toro Muerto…), los cuáles son frecuentemente mencionados en libros sobre arqueología Sudamericana, el arte rupestre que existe en el Perú permanece pobremente conocido para los poco especialistas. Y todavía ambos: el número de sitios ya descubiertos (varios centenares), y su distribución en las tres grandes zonas ecológicas (La costa, Andes, bosque tropical) y sobre una línea de tiempo (probablemente más de 6000 años) indica su importancia en el contexto cultural andino.

La tradición más temprana conocida al presente, donde el estilo es figurativo, solo han sido identificados en los departamentos del sur del país (Moquegua, Tacna, Puno y Arequipa). En el sitio de Toquepala (Muelle 1969, Ravines 1986), el mejor estudiado hasta ahora, estas imágenes en la roca parecen estar asociadas con ocupaciones que datan entre 4500 a.C. y 3500 A.C. Las pinturas, generalmente hechas con pigmentos de rojo oscuro, representan escenas de cacería con camélidos en movimiento, los animales están reclinados o heridos por proyectiles, y diseños antropomorfos cogiendo armas en sus manos. El estilo de estas pinturas y el tema descrito los asocia claramente a una tradición andina cuya distribución cubre los territorios actuales de Bolivia y Argentina tan lejos como La Patagonia. Una de las principales peculiaridades de las tradiciones y manifestaciones norteñas es la ausencia de manos pintadas en negativo que son muy abundantes en el sur.

El vínculo que existe entre las pinturas de Perú sureño y los de Patagonia, apartados por centenares de kilómetros, es confirmado por la similitud de las evoluciones que tuvieron lugar en las dos regiones, posiblemente durante el 4º milenio A.C. La mayoría de las escenas pintadas representan animales estáticos, a menudo preñados, algunas veces acompañado por seres antropomorfos pequeños. Los sitios contienen figuras de este estilo extendido en el centro del Perú. Donde uno encuentra los sitios más representativos conocidos al presente (Cuchimachay, Chuquichaca…). La naturaleza exacta de las relaciones mencionadas, sobre un período de varios milenios, por los grupos de cazadores recolectores que se establecieron en diferentes partes de los Andes sureños, permanece en una de las fundamentales preguntas por resolverse.

En el mismo Período, en una región vecina de los Andes centrales (departamentos de Huanuco, Pasco y Junín), desarrollo una tradición algo diferente, con más descripciones esquemáticas (estilo semi naturalista). El tema de cacería permanece predominante (con la apariencia de diseños de cérvidos), pero la frecuencia de signos y figuras geométricas es claramente superior en las tradiciones precedentes. Las figuras continuaron pintándose, dentro de refugios o en paredes, durante los siguientes períodos prehispánicos y hasta la conquista española. Las pinturas ahora representan seres sobrenaturales; diseños antropomorfos llevando a cabo diversas actividades, así como también una gran variedad de animales y signos geométricos. Estos temas están próximos a esos dibujados en el período de las piedras grabadas, pero también algunas veces sobre otras superficies (pinturas al fresco, cerámica, textiles.), La distribución de las dos formas de representación en el arte rupestre parece corresponder a tradiciones culturales específicas que se expresó en un predominio de grabados en la zona costera y una presencia más notable de pinturas en los altos Andinos y en el lado amazónico.

Ciertas figuras grabadas, como los petroglifos en el sitio de Jaqui Withy en el valle de Salcedo (Puno), estudiado por Bustinza Chipana (ninguna fecha) pudieron haber sido hechas durante el pre ceramico (¿alrededor de 5000 A.C.?). Sin embargo, estas figuras, las cuáles son comparables en algunos aspectos a las pinturas de los Andes sureños. Permanecen aislados, en nuestro estado presente de conocimiento. La tradición más antigua identificada claramente, la cual esta presenta en varias docenas de sitios, aparece algunos milenios más tarde, en otra región: Los valles de costa de norte de Perú. Estos petroglifos están actualmente atribuidos para el período Formativo (2 º milenio A.C.), Las figuras de este grupo A, frecuentemente de gran tamaño, son encontradas en un sector relativamente restringido de la costa norte que es propia del área cultural Cupisnique. Una primera difusión de las tradiciones hacia el norte (al menos hasta la provincia Ecuatoriana de Loja) y hacia el sur (Costa central peruana), posiblemente ocurrió al final del período Formativo (Siglo 3 y 2 A.C.). Esta difusión debió de ser acompañada por un cambio en el estatus, expresado, entre otras formas, por la aparición de algunos grandes sitios conteniendo varios centenares de piedras grabadas. Las figuras de este período (grupo B) (siglo 2 a.C.). En particular, uno ve una mayor diversidad de animales representados (insectos, peces, aves, serpientes, arañas, mamíferos, pequeños…) así como también símbolos y motivos geométricos. Las figuras, frecuentemente de tamaño pequeño, son a menudo asociadas cada uno con otro por medio de líneas grabadas con motivos complejos que son difíciles de descifrar. En los sitios más grandes, que están constituidos por templos al aire libre (Gruffoy 1980-1981), las piedras grabadas parecen ser distribuidas por el tema y son a menudo asociadas con rocas presentando grandes superficies planas cubiertas con cúpulas y surcos pulidos, los cuales pudieron haber sido usados en prácticas de sacrificio y adivinamiento. La distribución de los sitios más grandes, en su mayoría localizados en la zona ecológica de Chaupi Yunga (4000 – 1500 m.s.n.m.), sugiere una asociación cercana con rutas de comunicaciones, corrientes de agua y zonas de cultivos de coca (Gruffroy 1999). Estos sitios de arte rupestre están presentes en casi todos los valles costeros del norte y el centro del país, algunas veces en forma de algunas aisladas rocas grabadas, pero más a menudo acompañadas por un sitio predominante por sitios más pequeños en relativa proximidad.

La última fase de desarrollo de arte grabado pre colombino concierne a las regiones del sur del Perú, indudablemente después del 7º siglo D.C. Los sitios ahora comprenden generalmente un número relativamente grande de rocas grabadas, y pueden ser realmente gigantescos, como en Toro Muerto con sus más de 5000 bloques grabados y hasta 150 dibujos en la misma superficie. Las figuras de este estilo en su mayor parte representando animales (camélidos, serpientes de felinos, aves), signos y humanos en diversas posturas. El esquema, en la yuxtaposición y las superimposiciones, les da un aspecto pictográfico peculiar. Sin embargo los temas bosquejados todavía exhiben algunas similitudes principales con el de los estilos anteriores. Los sitios de este período son a menudo utilizados – al menos parcialmente – como cementerios. Aunque la conquista fue la responsable de la virtual desaparición de tradiciones culturales locales, ambos la frecuentación conocida de ciertos sitios y la presencia de glifos en fachadas de las iglesias presencian una supervivencia de estas prácticas – quizá con objetivos particulares – durante el Período colonial.

Estas imágenes en la roca han sido el tema, desde el siglo 16, de referencias y númerosas menciones , entre los cuales las más notables de estas hechas por viajeros y científicos del último siglo como P. Desjardins, T. Huchinnson, E. Middenforff, A. Raimondi, G. Squier o C. Wiener. En el siglo 20, más de cincuenta artículos fueron asignados al tema. Entre el más reciente y el más notable, se puede mencionar el trabajo de Bonavia en Cuchimachay (1968,1972 en cooperación con Ravines); De Bueno en las pinturas y tallas del río Chinchipe (1982, en colaboraciones con Lozano); De Cardich (1962, 1964) en la zona de Lauricocha; De Linares Malaga (1960, 1973, 1978) en Toro Muerto; De Pimentel (1986) en los petroglifos del río Jequetepeque; Ravines en Las Pinturas de Toquepala, Caru y Diablomachay (1986 en cooperación con Muelle) (1967) (1969);Así como también mi trabajo de los petroglifos del sitio de Checta (Gruffoy 1979, 1987).

Sin embargo, la mayor parte de esta investigación ha sido limitada más o menos por las descripciones detalladas de un sitio o la colección de sitios, sin consideración de más preguntas generales que el del significado y función de estas descripciones. Las contribuciones más interesantes, de este punto de vista, son los de Cardich (1964), Muelle (1969) y Ravines (1967,1969) de lo que concierne a pinturas. Y los de Krickeberg (1949), Linares Malaga (1966) y yo (1980-81, 1987) en sitios de petroglifos. Una mención muy especial debe estar hecha del considerable trabajo ejecutado por Núñez Jiménez (1986) que hizo una visita detallada de más de setenta sitios de petroglifos distribuidos sobre todo el territorio entero, y registrado miles de petroglifos a través del esbozo y la fotografía. A través de la abundancia y la calidad de sus ilustraciones, este estudio es una fuente indispensable para cualquier investigador interesado en el tema. Recientemente (1999), y con base en una recopilación de anteriores trabajos, he publicado el primer libro que trata de establecer una síntesis de todo el arte rupestre presente en el actual territorio Peruano.

Nuevas investigaciones y descubrimientos
La información presentada aquí compromete a algunos de los recientes descubrimientos casuales, y algunos programas de investigación de temas y sitios específicos, o algunos ejemplos de valorizaciones y publicación. Estos datos tienen una distribución muy irregular, en términos de geografía (el predominio de investigación en la costa del norte), y cronología (ningún nuevo dato concerniente al arte primario de pintura del sur del país). Sin embargo, porque actualmente no vivo en Perú, es posible que algunos descubrimientos recientes, los cuáles no están a menudo ampliamente difundidos, no sean conocidos por mí, las disculpas pertinentes anticipadas para los lectores y los investigadores.

La Costa Norte
Es en esta región, y mejor dicho en los valles de los ríos Chicama y Moche, ya rico arte rupestre, que han sido anunciados el máximo número de recientes descubrimientos (Fig. 1).

La Quebrada «El Higueron» Diseños Geometricos
Uno de los conjuntos de grabados y pintura rupestre más importantes registrado en los últimos cinco años, fueron descubiertas por un grupo de cazadores en un lugar llamado la Quebrada «El Higuerón», ubicado en el valle del río Chicama, a 15 Km. del pueblo de Pampas de Mocan (provincia de Ascope). Este sitio es actualmente estudiado por Daniel Castillo Benites (Universidad Nacional de Trujillo) quien ha publicado una breve descripción del sitio (2000). Mientras la presencia de petroglifos no es sorprendente en esta región, donde ya varios sitios se han registrado (La Laguna, San Bartolo, Chuquillanqui, Pampas de Jaguay), la existencia de pinturas rupestres, con una iconografía muy peculiar, constituye algunos nuevos datos de gran interés.

De acuerdo con la descripción dada por Castillo Benites (Ibíd.), las pinturas están distribuidas en áreas rocosas que están relativamente distantes una de cada otra. La densa vegetación es de tipo estepario espinoso. En un promontorio hay dibujos de dos seres antropomorfos con atributos sobrenaturales, de diferentes tamaños, con un contorno muy peculiar: La cabeza cuadrangular con rasgos aparentemente felinicos coronado por una cresta, brazos levantados, abdomen distendido, pene y testículos colgando, rodilla abultadas en las articulaciones, pies dibujados de perfil (Fig.2) Sus contornos son muy similares, pero no obstante los dos personajes son realmente diferentes en el tratamiento del dibujo. En uno de los personajes antropomorfos, aquel de 75 cm. de altura, los contornos así como también algunos elementos de la cara están pintados en negro mientras que el cuerpo esta cubierto en rojo oscuro. Su torso está cubierto en círculos punteados que parecen bosquejar un felino. Estos mismos motivos, pero más pequeños, acentuado sus hombros y el contorno de su extremidad superior asimétrica, que parece el tentáculo de un pulpo. El contorno y las características de la cara del segundo personaje, mas pequeño están pintados en rojo claro, mientras que el interior del cuerpo no parece haber sido pintado. Diversos signos, los cuáles son indescifrables en la foto publicada (Ibíd.), fueron pintados en rojo sobre el torso.

El segundo sitio es un gran abrigo rocoso en el cual los motivos geométrico estan pintados en negro y rojo, arriba en el cielo raso. De acuerdo con la descripción de Castillo Benites (Ibíd.). El panel principal esta hecho por cuatro círculos concéntricos enlazados por una doble línea tangencial. Hay también otros motivos como líneas en zig zag pintadas en negro y rojo. Así como también algunos rastros de ocupación cercana que datan de varias fases del Período Formativo (primer milenio A.C.) Han sido también descubiertos. Según Castillo Benites, algunos de estos vestigios proporcionan evidencia de la llegada de tradiciones culturales de los alto Andinas.

En mi opinión, ambos la iconografía y el contexto de estas pinturas los vincula muy claramente al arte rupestre del sitio de Monte Calvario, localizados en el valle alto del río Zaña, uno de los sitios que hasta ahora había constituido el único ejemplo claramente identificado de arte rupestre del Período Formativo (Gruffroy 199:55-58). En las paredes de este sitio esta bosquejado un conjunto de personajes con estilo del Chavin Clásico, asociado con personajes zoomorfos (Felinos y probables batracios) en un estilo cercano al tardío de la Cultura Recuay (Mejia Xesspe 1972). Algunos petroglifos de estilo Chavín, así como también un importante centro ceremonial ocupado para una larga parte del período Formativo, han sido también descubiertos cercanamente. Aunque los personajes bosquejados en los dos sitios son algo diferentes, en ambos casos nos encontramos con bosquejos policromados de personajes sobrenaturales con características felinicas. Las figuras de la quebrada El Higuerón que, de acuerdo con la cronología relativa, podría ser más reciente, se muestra muy lejano respecto a los cánones clásicos del estilo Chavin, especialmente en el tratamiento del contorno, pero los rasgos faciales y el dibujo de los pies permanecen comparables. También pienso que es significante los motivos de ocelotes que aparecen sobre el torso del personaje principal, en el valle de Chicama son similares a aquellos dibujados sobre los pequeños felinos del Valle de Zaña. Estos dos sitios están localizados en sectores que, durante parte del Período Formativo, pertenecieron a la misma zona de influencia cultural Cupisnique, y experimentaron una similar historia de desarrollo. Sin embargo, sus peculiares características iconográficas parecen dar soporte a la atribución que estas pinturas para la fase final de este Período fue marcado por la transición de la cultura del Horizonte Temprano (Siglo 5-3 a.C.). Este comienzo, del Intermedio Temprano (Siglo 3 – 1 a.C.). Esta atribución, que nos sugiere Monte Calvario por la yuxtaposición de pinturas de los dos estilos (Cupisnique/Chavín y Recuay), parece justificada, en el valle de Chicama, por la naturaleza compuesta en las figuras antropomorfas. Este período (Siglo 3- 2 A.C.) corresponde a todo lo largo del territorio para el momento de rompimiento y evolución, asociado con principales movimientos de personas. Fue en este mismo contexto cultural que el arte grabado en las rocas -el cual se levanta el área cultural Cupisnique-experimento su principal difusión, fuera de la Costa Norte. Teniendo en consideración la cronología de las ocupaciones humanas en el valle Chicama, estas pinturas podrían ser conectadas específicamente con la llegada de los portadores de la tradición cerámica Salinar, la cual reemplaza la tradición tardía Cupisnique, al conservar algunos temas iconográficos. Las relaciones de esta región con los Andes en el departamento vecino de Cajamarca (Tradición Layson) son importantes en este Período.

Quebrada de Cupisnique
Un descubrimiento ligeramente anterior (Chauchat et.al 1998), hecho en la parte baja del valle de Chicama, podría posiblemente formar parte de la misma tradición. Es un refugio rocoso considerablemente grande (10 m x 6m x 3.5 m), localizado en la parte alta de la quebrada de Cupisnique, cerca del lugar llamado Quebrada Honda (PV22 – 164). Las pinturas en rojo y gris/negro representan motivos geométricos, y especialmente paralelos, líneas en zig zag y ondulantes. La presencia de algunas piezas líticas sobre el piso del refugio y pequeñas muescas de molino, así como también la ausencia de material cerámico, permitió a los autores (Ibíd.:159) asociar- hipotéticamente- estas pinturas a la cultura del Paijanense Pre ceramico. Este conjunto, sobre un estudio inicial, me parece (Guffroy 1999:64) muy cerca a los estilos de pinturas y grabados tardíos, los cuales son particulares en los de Andes de Cajamarca (Algodonal, Callapuma, Cumbemayo). El parecido de estas figuras con el motivo geométrico de La Quebrada de El Higueron, así como también su relativa proximidad geográfica, sugiere aún más algunas filiaciones culturales precisas, y parecen posiblemente de origen andino, datando para el primer comienzo del Intermedio Temprano.

Quebrada de Alto de las Guitarras Kaulique, Fernández-Davila Lopez, McKay Fulle y Santa Cruz Gamarra (2000) recientemente han anunciado el comienzo de algunas investigaciones muy interesante en el sitio de petroglifos de Alto de las Guitarras, ubicado en la misma región como los sitios precedentes, entre el valle de los ríos Moche y Virú. La metodología de trabajo que ellos propone para aplicar, basado en los conceptos de «arqueología del paisaje», parece suficientemente exhaustiva y rigurosa para proveer provechosa información acerca de este sitio, el cual es uno de los sitios mas importantes de petroglifos en el Perú. En particular, uno podría esperanzarse en tener un mejor entendimiento de la utilización del sitio, y el destacamento del agrupamiento temático. Este acercamiento, comparable para el que utilizamos en el sitio de Checta, debería poder especificar las características de los «templos al aire libre».

Uno de los puntos centrales de interés en el sitio de «Alto de Las Guitarras» consistió en la aparente longevidad de su utilización, el único ejemplo correctamente documentado de este tipo. Además que estas figuras que representan el Período Formativo, ejecutadas durante el primer milenio AC, uno puede reconocer petrología de un posterior Período: Moche, Chimú y aún quizás Inca – Chimú. Este es también el más antiguo de los grandes sitios de petroglifos (más de 100 piedras grabadas) registrados en Perú, y su estudio adecuado puede traer nueva información acerca de los usos y funciones de tales sitios. Otro punto interesante es su ubicación geográfica y ecológica, la proximidad de algunas antiguas rutas de comunicación, y la existencia de otros sitios de petroglifos en relativa proximidad.

El Norte – La Región Amazónica
La región de Jaén
Los sitios de Arte Rupestre existentes en las cuestas orientales de los Andes permanecen generalmente muy pobremente conocidos. Posturas y problemas específicos de interpretación. La existencia de conjuntos principales de arte rupestre en la provincia de San Ignacio (Dep. de Cajamarca), y particularmente más en la cuenca del río Chinchipe, ya han sido señalados por numerosos autores. Un nuevo descubrimiento parece haber sido hecho por Wilmer Mondragon (Universidad Nacional de Trujillo), cerca del pueblo de Jaén, en la rivera del río Marañon. A pesar de la ubicación imprecisa que se me ha sido reportada, las fotos que he visto muestran la existencia de varios paneles de pinturas hasta ahora desconocidas. Las figuras, pintadas en varias sombras de rojo, representan contornos humanos que generalmente tienen sus piernas y brazos extendidos; seres antropomorfos con características sobrenaturales; algunos animales, así como también signos geométricos. Este conjunto parece estilísticamente ser copiado en la región (Quebrada Gramalote, El Faical, Shipal) pero con algunas notables peculiaridades iconográficas (Bueno Mendoza y Lozano 1982), particularmente en el diseño de seres sobrenaturales (Fig.3)

La Región Central
El valle del río Lurín
En el transcurso de su investigación en el valle del río Lurín, Eeckhout (1997) reportó la presencia en dos sitios de piedras grabadas cubiertas con marcas de tacitas, ya conocido por el nombre de Antapucro (Núñez Jimenez 1986:2, 17-22), las piedras con cúpulas ocupan una posición ligeramente fuera del centro en relación a los petroglifos y son asociadas con algunas plataformas pequeñas. Algunos restos de cerámica, fechados para el Período Intermedio Temprano, están presentes sobre las piedras grabadas. Algunas rocas inscritas con tacitas han sido encontradas en la morada del sitio de Chaymayaca, ubicada en la margen opuesta. Este extenso asentamiento parece haber sido ocupado desde el Horizonte Medio hasta el Período Inca.

Estos petroglifos recuerdan aquellos grabados en el valle del río Chillón, en el sitio de Checta (Guffroy 1999:126-128), y probablemente perteneciendo al mismo conjunto estilístico (Grupo B).Uno de los elementos importantes reportados por Feckhout (Ibíd.:549) es la presencia, en el sitio de Chaymayaca, de plataformas que parecen haber estado dedicadas para la quema de hojas de coca, utilizadas como ofrendas para el dios Pariacaca. El también nos recuerda la existencia de un camino conectando los valles de los ríos Lurín y Rimac pasando por el sitio de Cocacharca (literalmente: campo de coca). En lo referente al texto de Francisco de Avila, el supone que la ofrenda de hojas de coca recientemente maduras proveídas en algunas ocasiones por personas de diferentes valles para encontrarse en Chaymarca, donde ceremonias importantes tomaban lugar. Aquí encontramos tres de los factores que son frecuentemente más asociados con los petroglifos de la región de la costa peruana: La proximidad (a) a un rio, (b) de una ruta de comunicacion, y (c) zonas de cultivo de coca. Estos datos también confirman la importancia de rocas con marcas de tacitas en prácticas rituales asociadas con el uso de estos sitios. También debemos mencionar la reciente publicación de un artículo por Rick (2000) acerca del arte rupestre de los Andes Peruanos, en el cual, entre otras cosas, él nos recuerda acerca de dos proposiciones concernientes a la ubicación de pinturas que parecen ser significantes en relación a su uso; la ubicación de una gran cantidad de sitios a una altitud cerca a los 4000 m. así como también su asidua asociación con refugios pocos profundos; la presencia de pinturas en cuevas profundas permanece muy raras.

La región sureña
La región de Arequipa

CIARQ (El Centro de Investigaciones Arqueológicas de Arequipa) ha anunciado el lanzamiento de un programa de investigación en la relación entre petroglifos y los antiguos caminos pre hispánicos. Esta asociación parece significante en ciertos sitios de la región, como Cullebrillas, La Caldera y Mollebaya. Este programa de investigación puede ser consultado en la Internet (http://angelfire.com/peCIARQ).

Para concluir este rápido panorama, nos gustaría expresar la esperanza que estos recientes descubrimientos y estos programas de investigación dirigidos a un tema o sitios específicos, anuncien un desarrollo absolutamente necesario y un renacimiento del campo de estudios concernientes al Arte Rupestre Peruano.

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Traducción : Víctor Corcuera C.

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