El Ministerio de Cultura del Perú ha dispuesto habilitar nuevos circuitos que permiten una experiencia inolvidable en la ciudad inka de Machupicchu. Si compraste tu boleto con anticipación con los circuitos anteriores, aquí te explicamos la equivalencia de las nuevas rutas que podrás recorrer en nuestro Patrimonio Mundial.
Así, en el marco de la temporada alta, que se inició este sábado 1 de junio, se han implementado tres nuevos circuitos, que cuentan con 10 rutas, para visitar la ciudad inka. Cabe destacar que todos estos circuitos y rutas, permiten la foto clásica, con Machupicchu de fondo.
De esta manera, si tienes tu entrada para el Circuito 1 o 2: llaqta de Machupicchu o Circuito 1 o 2: llaqta de Machupicchu y Puente Inka, podrás elegir entre la ruta 2 – A, 2 – B o 3 – B.
La ruta 2-A es parte del Circuito 2 (Machupicchu Clásico). Este recorrido incluye la visita a las qolqas, sistema de andenes, recintos con elementos ceremoniales, de vivienda, plataformas de andén, canal de agua, plazas, phaqcha (fuentes de agua) y waka, entre otros. En esta ruta diseñada accederán al sector agrícola, Llaqta Punku, Caos granítico, la Plaza sagrada (formada por el Templo Principal y el Templo de las Tres Ventanas); así como la Roca sagrada y la Sala de los espejos.
La ruta 2-B: ruta Terraza Inferior, también es parte del Circuito 2. El recorrido va por una parte de la zona agrícola, además, la mayor parte de la zona urbana de Machupicchu que incluye las canteras (lugar donde extraían material de construcción), recintos ceremoniales y de vivienda, la plaza principal, la Roca Sagrada, los espejos de agua, entre otros.
Mientras que la ruta 3-B es parte del Circuito 3 (Machupicchu Realeza). Incluye los lugares más sagrados y ocupados por la realeza inka. Muestra la mejor arquitectura de alta jerarquía. En su recorrido se visita las qolqas, sistema de andenes agrícolas, recintos ceremoniales, Templo del Cóndor, entre otros.
Para los que compraron para el Circuito 3: Llaqta de Machupicchu y Montaña Machupicchu, podrán elegir entre la ruta 1-A o la 3-B.
La ruta 1-A Montaña Machupicchu es parte del Circuito 1 (Panorámico). Se caracteriza por ofrecer las impresionantes vistas panorámicas del paisaje cultural que representa la ciudad inka de Machupicchu, rodeado de las principales montañas o apus tutelares a los que se rendía culto por su naturaleza telúrica y cosmológica. También destacan las mejores terrazas agrícolas y la montaña Machupicchu.
Para los que adquirieron para el Circuito 4: Llaqta de Machupicchu y Waynapicchu, podrán elegir la ruta 3-A.
La ruta 3-A: ruta Montaña Waynapicchu forma parte del Circuito 3 (Machupicchu Realeza). El camino hacia la cima de la montaña Waynapicchu es una de las experiencias más emocionantes y con cierto grado de dificultad, ya que se trata de recorrer 2.4 km. Esta montaña representa otro importante sitio sagrado y astronómico ya que desde su cima es posible observar los nevados o Apus principales de la región Cusco.
En tanto, para los que tienen boletos para el Circuito 4: Llaqta de Machupicchu y Huchuypichu, podrán elegir entre la ruta 3-B o 3-D.
La ruta 3-D: ruta Huchuypicchu es parte del Circuito 3 (Machupicchu Realeza). Conduce directamente a la montaña Huchuypicchu, que forma parte de la montaña Waynapicchu. Es una nueva opción para los que desean experimentar una caminata corta, pero llegando a un mirador elevado a casi 100 metros de altura. La vista desde este punto, es impresionante ya que te muestra otro ángulo y perspectiva de la ciudad inka de Machupicchu.
DATOS
• Desde el 1 de junio, pueden ingresar hasta 5600 visitantes por día, hasta el 15 de octubre de 2024; así como el 30 y 31 de diciembre del 2024. Así, ingresan 1100 visitantes a través del circuito 1; además, 3050 a través del circuito 2 y 1450 por el circuito 3, haciendo un total de 5600. Las entradas se venden en tuboleto.cultura.pe.
• Los nuevos circuitos y rutas, buscan diversificar las visitas y son una medida de mitigación, con el objetivo de permitir la conservación de la ciudad inka para futuras generaciones.
Lima, 6 de junio de 2024
Fuente: Oficina de Comunicación e Imagen Institucional del Ministerio de Cultura del Perú
Por segundo año consecutivo, Perú se alza como el Mejor Destino Internacional en los Readers’ Choice Awards 2024 de National Geographic Travel, superando a 75 destacados finalistas. Este reconocimiento internacional no es una sorpresa, ya que el país sudamericano atesora una diversidad cultural, histórica y natural sin igual, cautivando a los viajeros con una oferta turística que va más allá del icónico Machu Picchu.
Machu Picchu, la enigmática «ciudad perdida de los incas», se presenta como uno de los lugares más emblemáticos del planeta. Esta ciudadela inca, ubicada entre los Andes peruanos y la selva amazónica, combina majestuosidad arquitectónica con un entorno natural impresionante. No en vano, fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1983 y se ha convertido en uno de los destinos más visitados del mundo.
Sin embargo, Perú ofrece un abanico de experiencias que van más allá de Machu Picchu. Aventúrate en las enigmáticas Líneas de Nazca, explora las ruinas de Chan Chan, la ciudadela de barro más grande de América, o sumérgete en la vibrante cultura de Cusco, la antigua capital del Imperio Inca. Perú también te invita a recorrer el Valle Sagrado, un oasis de fertilidad rodeado de montañas nevadas, o a navegar por las aguas del río Amazonas, descubriendo la exuberante flora y fauna de la selva.
La gastronomía peruana, reconocida como una de las mejores del mundo, te deleitará con su explosión de sabores y aromas. Disfruta de un ceviche fresco, un lomo saltado o un suculento cuy, y no olvides probar la bebida nacional, el pisco sour.
Perú es un destino que te atrapará con su riqueza cultural, su cautivadora historia y su impresionante belleza natural. Ven a descubrirlo y vive una experiencia inolvidable.
Un viaje al corazón del Imperio Inca
Más allá de Machu Picchu, la región de Cuzco alberga un tesoro de lugares fascinantes que te sumergirán en la rica historia y cultura del Imperio Inca.
Cuzco, la antigua capital inca y una de las ciudades habitadas continuamente más antiguas del hemisferio occidental, te cautivará con su arquitectura colonial, sus calles empedradas y su vibrante atmósfera. Recorre la Plaza de Armas, admira la Catedral del Cusco y explora las ruinas incas de Sacsayhuamán, una imponente fortaleza que domina la ciudad.
Adéntrate en el Valle Sagrado, un oasis de fertilidad rodeado de montañas nevadas. Explora las ruinas de Pisac, Ollantaytambo y Chinchero, cada una con su propia historia y belleza. Visita los mercados locales, donde podrás encontrar coloridos textiles, cerámica tradicional y productos frescos.
Emprende un viaje en tren a Machu Picchu, la ciudadela inca más famosa del mundo. Maravíllate ante su arquitectura perfecta, sus terrazas agrícolas y sus impresionantes vistas. Descubre los secretos de esta ciudadela mística y siente la energía que emana de sus piedras antiguas.
Pero la región de Cuzco ofrece mucho más que Machu Picchu. Descubre sitios arqueológicos menos conocidos como Moray, un laboratorio agrícola inca con andenes circulares, o Pikillacta, una antigua ciudad preincaica. Recorre el Camino Inca, una red de senderos que conectaba diferentes partes del imperio, o aventúrate en la selva amazónica, donde podrás observar una gran variedad de flora y fauna.
Deleita tu paladar con la exquisita gastronomía peruana. Disfruta de un ceviche fresco, un lomo saltado o un suculento cuy, y no olvides probar el pisco sour, la bebida nacional.
Cuzco es un destino que te cautivará con su riqueza cultural, su cautivadora historia y su impresionante belleza natural. Ven a descubrirlo y vive una experiencia inolvidable.
National Geographic Brasil se adentró en el corazón de Cuzco, una ciudad única en Sudamérica, para revelarte sus tesoros más preciados. Acompáñanos en este viaje fascinante y descubre tres lugares imperdibles que te cautivarán con su historia, cultura, exuberante naturaleza y deliciosos sabores.
1. Ver las huellas dejadas por los incas en Cuzco y sus alrededores
Cuzco (también llamada Qosqo en quechua, la antigua lengua de los incas) fue la capital religiosa y administrativa del Imperio Inca, que floreció en el antiguo Perú entre 1400 y 1534 d.C. aproximadamente, y que posteriormente fue dominado por los colonizadores españoles.
Según la Enciclopedia de Historia Mundial, los incas controlaban el territorio comprendido entre lo que hoy es Quito (capital de Ecuador) y Santiago (capital de Chile), lo que los convertía en el mayor imperio jamás visto en América y el mayor del mundo en aquella época. Cuzco llegó a tener una población de 150 000 habitantes en su apogeo.
La ciudad, declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, sigue siendo importante en Latinoamérica y en el mundo, y merece la pena viajar a Perú solo para conocerla. A 3400 metros de altitud, Cuzco aún conserva gran parte de su primitiva arquitectura de piedra trabajada por los incas y que ahora forma parte de los cimientos de las estructuras coloniales españolas que pueden verse en las casas, iglesias y museos.
La presencia del Imperio Inca está por todas partes en la ciudad, en los cimientos de las casas, pero también en los yacimientos arqueológicos cercanos al centro histórico, como el Coricancha (o Qorikancha), que es uno de los principales complejos arqueológicos sagrados de los incas, ya que era el Templo del Sol, llamado Inti, como explica la enciclopedia.
No quedan vestigios de la época en que este templo tenía oro y esmeraldas por todas partes, pero gran parte de la estructura de piedra bellamente tallada sigue en pie y puede visitarse. Los españoles, que ocuparon la región de Cuzco a partir de 1533, construyeron el Monasterio de Santo Domingo sobre el templo, que ahora es también un museo y acoge a los viajeros que quieren ver esta gran obra de los incas.
Cerca del centro de Cuzco, se pueden visitar otros importantes yacimientos arqueológicos para conocer de cerca el genio de esta antigua civilización.
Merece la pena visitar el complejo de templos y fortalezas de Saqsaywaman, que protegía el norte de la ciudad. Construido más o menos entre 1438 y 1471, según explica la Enciclopedia Británica (una plataforma de conocimiento y educación), cuenta con enormes muros de piedra tan bien construidos que son un testimonio de las habilidades de los arquitectos incas, en un lugar que mezcla una estructura monumental y un bello paisaje natural.
Más cerca del centro de Cuzco también se pueden visitar otros yacimientos arqueológicos como Tambomachay, un lugar donde los gobernantes realizaban rituales sagrados con agua, con varias fuentes y conocido como el “baño del Inca”; la fortaleza de Puca Pucara y también Q’enqo, que es un antiguo anfiteatro donde también se realizaban rituales, como el culto a los dioses y la momificación.
2. Aprovechar los senderos para ver la naturaleza cerca de la cordillera de los Andes
Además de tesoros históricos, la región de Cuzco cuenta con joyas naturales de singular belleza que, por su ubicación, son perfectas para los amantes del senderismo. Tal y como cuenta la web oficial de turismo del gobierno peruano, Vinicunca (o Montaña de los 7 Colores, como se la conoce más comúnmente) se encuentra cerca de los Andes peruanos y también junto a Valle Rojo, ambos al suroeste de Cuzco.
Estos destinos pertenecen a un impresionante complejo de montañas con colores únicos gracias a su antiquísima formación geológica, con tonalidades variables gracias a rocas que contienen hierro, aluminio, caliza e incluso oro.
Los geólogos y expertos afirman que estos lugares fueron descubiertos recientemente debido al deshielo de los glaciares como consecuencia del calentamiento global, ya que antes la nieve cubría las montañas constantemente. Para llegar al Valle Rojo y a la Montaña de los 7 Colores, que se encuentran a alturas de hasta 5200 metros sobre el nivel del mar, es importante estar en buena forma física y aclimatado, ya que los senderos son agotadores debido al desnivel (que puede dificultar la respiración, provocar fatiga y dolores de cabeza).
Existen varias excursiones para conocer estos bellos parajes, con tramos que se realizan en quads (que acortan el trayecto de casi 5 horas), pero se requiere cuidado, preparación física y exposición previa a la gran altitud, por lo que es un destino más adecuado para personas con formación en trekking y montañismo, como también indica la web oficial de turismo del país.
Otro lugar de increíble belleza natural es la Laguna Humantay, que forma parte de la Cordillera de Vilcabamba y se encuentra en medio de grandes montañas con picos nevados. Se considera un “oasis” de aguas turquesas, aunque es de difícil acceso. Es un buen destino para viajeros aventureros preparados para largas caminatas en altitud.
La caminata a la Laguna es hermosa y se puede llegar en auto hasta la comunidad de Soraypampa, donde comienza el sendero, que lleva por una empinada subida de 3 kilómetros. Debido a la altitud, no es fácil hacer esta caminata y algunas personas optan por hacerla a caballo.
3. Descubrir los museos y sabores de Cuzco
Más allá de su imponente historia y cautivadora belleza natural, Cuzco te ofrece una experiencia sensorial única que deleitará tus sentidos.
a. Un viaje al corazón de la ciudad:
Adéntrate en el Mercado de San Pedro, un torbellino de colores, aromas y sabores donde podrás encontrar desde productos frescos y especias exóticas hasta textiles tradicionales y souvenirs únicos.
Recorre la Plaza de Armas, el corazón de la ciudad, y admira la Catedral de Cuzco, una impresionante obra de arquitectura colonial que alberga una rica colección de arte religioso.
Piérdete en las callejuelas del centro histórico, donde se mezcla la arquitectura inca y española, y descubre rincones llenos de encanto y autenticidad.
b. Un recorrido por la historia y el arte:
Sumérgete en la historia del Imperio Inca en el Museo Inka, donde podrás apreciar una colección excepcional de piezas arqueológicas y conocer a fondo la cultura y las tradiciones de esta fascinante civilización.
Explora el Museo Histórico Regional de Cuzco y descubre la historia de la ciudad desde sus orígenes preincaicos hasta la actualidad.
Admira la belleza del arte precolombino en el Museo de Arte Precolombino, que alberga una colección de piezas únicas de diferentes culturas andinas.
c. Un deleite para el paladar:
Descubre la tradición chocolatera de Cuzco en el Museo del Chocolate, donde podrás aprender sobre la elaboración artesanal de este manjar, degustar deliciosos bombones y comprar souvenirs irresistibles.
Brinda por la cultura peruana en el Museo del Pisco, donde conocerás los orígenes de esta bebida tradicional y disfrutarás de deliciosos cócteles, como el clásico pisco sour.
Saborea la exquisita gastronomía andina en los restaurantes del centro de Cuzco. Prueba platos típicos como la papa a la huancaína, la carne de alpaca, el cuy y la trucha, elaborados con ingredientes frescos y recetas ancestrales.
Cuzco te espera con los brazos abiertos para que descubras sus tesoros invaluables. Ven a vivir una experiencia inolvidable en esta ciudad mágica, donde la historia, la cultura, la naturaleza y la gastronomía se unen en una armonía perfecta.
En las entrañas de los Andes peruanos, se esconde un tesoro invaluable que va más allá de las famosas Machu Picchu y Cajamarca: el Coricancha. Este majestuoso complejo, conocido como el «Templo del Sol», alguna vez revestido de oro y venerado como el lugar más sagrado del Imperio Inca, ofrece una ventana fascinante a la cosmovisión, la arquitectura y la historia de esta civilización milenaria.
Un viaje al pasado para descubrir el corazón del Tahuantinsuyo:
El auge del Coricancha: Bajo el mandato del Inca Pachacútec, el Coricancha experimentó una transformación monumental, convirtiéndose en un símbolo de la opulencia y el poderío del Imperio Inca. Se dice que sus paredes estaban recubiertas de oro macizo y que sus puertas y portadas brillaban con tal intensidad que podían verse desde kilómetros de distancia.
Arquitectura incaica: una obra maestra de ingeniería: La construcción del Coricancha se caracterizó por una técnica única: el traslado de piedras parcialmente trabajadas desde las canteras hasta el sitio de construcción. Allí, los incas ajustaban cada piedra con precisión milimétrica, creando un encaje perfecto que desafía el paso del tiempo. Las «piedras cuña», talladas con maestría, no solo cumplían una función estructural, sino que también añadían un elemento de belleza intrincada a la construcción.
Un lugar sagrado y un símbolo del poder inca: El Coricancha era más que un templo, era un centro del cosmos incaico. Allí se celebraban rituales sagrados para honrar a Inti, el dios Sol, y se realizaban ofrendas para asegurar la prosperidad y la estabilidad del imperio. El Coricancha era un símbolo del poder divino de los incas y un recordatorio de su conexión con los dioses.
El saqueo y la superposición cultural:
La llegada de los conquistadores españoles: En 1533, la llegada de Francisco Pizarro y sus hombres marcó un punto de inflexión en la historia del Coricancha. El templo fue saqueado sin piedad, despojándolo de sus tesoros de oro y plata. Los incas, abrumados y sin un liderazgo claro, no pudieron defender su lugar más sagrado.
Santo Domingo: un símbolo de la conquista española: Sobre las ruinas del Coricancha, los conquistadores españoles erigieron la Iglesia de Santo Domingo. Esta construcción, que aún hoy se yergue en Cusco, es un recordatorio tangible de la superposición cultural y religiosa que caracterizó la conquista española en América.
El Coricancha hoy: un legado que perdura:
Un sitio arqueológico de gran valor: A pesar de las transformaciones sufridas a lo largo de los siglos, el Coricancha sigue siendo un sitio arqueológico de gran valor. Sus imponentes muros, sus plazas ceremoniales y sus cámaras subterráneas aún conservan la esencia de lo que fue el corazón espiritual del Imperio Inca.
Un destino turístico y espiritual: El Coricancha es uno de los principales destinos turísticos de Cusco. Miles de visitantes de todo el mundo llegan cada año para admirar su arquitectura, conocer su historia y conectar con la energía espiritual que aún emana de este lugar sagrado.
Con una pasacalle que congregó a más de 20 organizaciones animalistas, veterinarias, albergues, escuelas caninas y a la Policía Canina, más de 1000 mascotas saludaron al Cusco en su Mes Jubilar, quienes ataviados con trajes típicos de la región se robaron los aplausos de los asistentes a la Plaza Mayor.
Videos cortos:
Fotos: Municipalidad del Cusco , Arqueología del Perú
En estos centros arqueológicos en Perú yacen antiguos asentamientos de civilizaciones andinas, desde la más antigua de América hasta el imperio más poderoso del sur del continente.
Coronado por Machu Picchu, el espectacular centro arqueológico situado en las inmediaciones de Cuzco, el territorio peruano está repleto de antiguos asentamientos milenarios que guardan un rico patrimonio histórico y cultural. Aunque menos conocidos que la capital inca, Caral, Huacas del Sol y la Luna, El Brujo, Chan Chan, Pachacámac y Sipán proponen un viaje a antiguas civilizaciones donde hoy sus cimientos revelan algunos de los secretos de su existencia.
Fuente: National Geographic
Escribe: Laura Fernández
Con más de 5.000 años de antigüedad, Caral- Supe está considerada por los arqueólogos como la civilización más antigua del continente americano. Fue contemporánea a otros pueblos de Egipto, India y Mesopotamia, y fue nombrada ciudad sagrada debido a los restos religiosos hallados en ella. Su asentamiento, localizado en el valle de Supe, al norte de Lima, se compone de seis pirámides, diferentes plazas circulares, los restos de un anfiteatro y varias viviendas que podrían ser utilizados también como talleres. Entre las ruinas también se han hallado varios instrumentos relacionados con la pesca y la agricultura, además del quipu más antiguo del mundo – un artilugio elaborado con cuerdas de lana y utilizado para la contabilidad del censo, cosechas, etc. – y 32 flautas realizadas con huesos de cóndores y pelícanos. Está declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
Localizado al sur de la ciudad de Trujillo, en la costa norte del país, el santuario de Huacas del Sol y de la Luna fue la antigua capital de la cultura mochica desde el siglo I a.C hasta el IX. En él se ubica la pirámide escalonada de 43 metros de altura que corresponde a Huacas del Sol y que se cree que contaba con fines administrativos; y Huaca de la Luna, que consta de varios templos superpuestos y que datan de diferentes épocas. Este último sirvió como importante centro religioso, pues en él se encontraron un altar ceremonial con varios cuerpos de guerreros sacrificados, patios y plazas ceremoniales y murales donde se representaron algunas divinidades como Aiapaec, el dios castigador de la cultura mochica. Entre ambos templos se localizaba el centro urbano con grandes avenidas, comercios y viviendas.
Consagrado a Pachacámac, el dios del fuego e hijo del sol, el lugar fue el oráculo más importante de la costa peruana durante la época preínca. El complejo estaba compuesto de majestuosas pirámides, palacios, templos y plazas dirigidas a la vida política, cultural y religiosa. Los primeros centros en construirse fueron el de Urpiwachak y Adobitos, caracterizados por su compleja arquitectura. Formaban parte de la cultura Ichma, quienes levantaron un gran centro ceremonial antes de la llegada de los incas. Con estos últimos, se construyó el templo del Sol, el Acllahuasi y algunos palacios. Actualmente, Pachacámac cuenta con un museo donde se puede conocer la historia del lugar y las épocas dominadas por las distintas culturas, así como contemplar las diferentes piezas y colecciones de cerámica, madera o textil.
Conocido como Huaca Rajada, aquí es donde se encontró en 1987 la tumba del Señor de Sipán, uno de los gobernantes mochica más importantes del Antiguo Perú cuya civilización dominó la costa norte del país entre los años 100 y 800 d.C. Con él se hallaron piezas de oro y plata, así como restos de mujeres, niños y animales que fueron sacrificados para que viajasen con él a la otra dimensión. Actualmente, este importante descubrimiento se encuentra expuesto en el museo del Centro Arqueológico de Sipán, uno de los más importantes de su época por su valor a nivel mundial. En la ciudad de Lambayeque, además, se ubica el museo Tumbas Reales de Sipán, donde se encuentran algunas de las joyas localizadas en la zona.
Esta zona arqueológica situada a 5 kilómetros de Trujillo está considerada como la construcción de adobe más grande de América. En total, Chan Chan consta de diez ciudadelas amuralladas donde se pueden contemplar algunos grabados con formas geométricas, figuras de animales como aves o peces, o algunos otros símbolos. El lugar, que está declarado Patrimonio de la Humanidad, fue la antigua capital del reino Chimor entre los siglos XII y XV y pertenecía a la antigua cultura Chimu.
Situado en un promontorio rocoso que une las montañas de Machu Picchu y Huayna Picchu, este antiguo santuario inca está declarado Patrimonio de la Humanidad y es una de las Nuevas 7 Maravillas del Mundo Moderno. Fue la capital del Imperio inca, quienes construyeron en este valle sagrado un conjunto de templos a mediados del siglo XV, durante el reinado de Pachacuti Yupanqui. Está dividida en dos sectores: el agrícola, conformado por andenes; y el urbano, con funciones administrativas. Machu Picchu estuvo conectado con el resto de asentamientos a través de Qhapaq Ñan, la ruta de los caminos incas.
Ubicado en el valle del río Chicama, El Brujo está considerado como uno de los complejos arqueológicos más importantes del norte de Perú. Compuesto por tres huacas: Prieta, Cao Viejo y Cortada, el lugar fue un importante centro religioso y político de la cultura moche. En él fue hallada la tumba y la momia de la Señora de Cao, una antigua gobernanta de la cultura mochica considerada casi divina y cuya historia se cuenta en el homónimo museo, en Cao Viejo. El complejo El Brujo se trata de un antiguo centro ceremonial cuyos restos datan de diferentes épocas y culturas como, además del moche, cupisnique, Lambayeque, chimú e inca, entre otras.
Un lugar ideal para el relajamiento y donde los poderes medicinales se hacen realidad gracias a sus cálidas aguas, las cuales provenen del río Apurímac. En sus alrededores hay algarrobos, carrizales y cactus.
La provincia de Huarmey se encuentra en la parte extrema sur de la costa norte del Perú, a unos 300 km de la capital del Perú, Lima. La actual ciudad de Huarmey fue doctrina desde la época colonial y siendo primero Villa, luego pueblo perteneciente a la provincia del Santa, se convirtió en capital de la provincia de Huarmey el 20 de diciembre de 1984, cuando esta provincia asume el nombre y su ciudad se convierte en la capital (Ley N° 24034, 1984).
Actualmente, la provincia de Huarmey está conformada por cinco distritos: Huarmey, Culebras, Cochapetí, Huayán y Malvas, siendo los últimos tres distritos disgregados de Aija para formar la provincia de Huarmey. Dicha provincia –perteneciente a la Región Ancash– limita al norte con la provincia de Casma, al este con las provincias de Huaraz, Aija, Recuay y Bolognesi, al Sur con el departamento de Lima y al oeste con el océano Pacífico. La provincia de Huarmey reporta diversificadas zonas de vida, las cuales se encuentran distribuidas en dos regiones naturales de los Andes: la región Chala y la Yunga Marítima (Pulgar Vidal 1996). Esta parte de la costa, como otras regiones, presenta extensos terrenos desérticos, de cuando en cuando interrumpidos por valles formados por los ríos que bajan de los Andes, siendo los valles del río Culebras y del río Huarmey, los dos más fértiles de la zona. El valle de Huarmey nace en la unión de dos quebradas que cargan aguas de los ríos Aija y Malvas (Bonavia 1982: 8).
Sin embargo, la cuenca de Huarmey tiene una extensión mucho más amplia, cubriendo unos 2245 km2 y alcanzando la altura de 4445 msnm en la parte alta de la Quebrada Tuctu (Instituto Nacional de Recursos Naturales 2007a: 53, 63). El valle de Culebras, por su parte, es uno de los más pequeños de la costa peruana, pues apenas supera los 40 kilómetros de largo. El valle nace a la altura de la localidad de Quián, en la unión de dos quebradas mayores, Huanchay y Cotapuquio (Prządka y Giersz 2003: 15-16). Como en el caso de la cuenca de Huarmey, la cuenca de Culebras tiene un área mucho más extensa, cubriendo unos 671 km2 y alcanzando la altura de 4483 msnm en sus nacientes en la laguna Saccho (Instituto Nacional de Recursos Naturales 2007b: 127).
Ambos valles son estrechos, en varias partes bastante encajonados, con laderas abruptas e inestables. Sólo en algunos tramos se ensanchan, haciendo posible la agricultura en las tierras ribereñas y en las terrazas de las laderas. Las partes más abiertas y de mayor área cultivable son sus deltas, encajonados por cerros discontinuos, pampas y superficies de erosión eólica. Las colinas y montañas corresponden de manera general a las estribaciones occidentales finales de la Cordillera Negra, y conjuntamente con las planicies, conforman los grandes conjuntos morfológicos fisiográficos de la costa. En la franja inmediata a la línea de costa se acumulan dunas y médanos resultantes de los procesos eólicos que acarrean materiales desde las playas y ensenadas.
Los valles de Huarmey y Culebras y sus características geográfico-ecológicas
El área de los valles de Culebras y Huarmey, así como las vecinas quebradas Las Zorras y Gramadal y las pampas colindantes, está formada principalmente por el Batolito de la Costa y una secuencia sedimentaria-volcánica del Cretáceo que constituye la envoltura regional. Además, cuenta con rocas volcánicas del Paleógeno y la cobertura cuaternaria con sus depósitos aluviales, fluvio-aluviales, fluviales y eólicos, que dominan el paisaje actual de la Provincia de Huarmey (Oficina Nacional de Evaluación de Recursos Naturales 1972).
Autor: Miłosz Giersz
Extracto de la Obra: Castillo de Huarmey – Un centro del Imperio Wari en la Costa Norte del Perú
El Sitio Arqueológico de Chanquillo se encuentra ubicado en el distrito de Casma, en la provincia del mismo nombre, dentro de la región de Anchash. Cuando hablamos de Chanquillo son dos en especial los lugares que no debemos dejar de tener en cuenta: La Fortaleza de Chanquillo y junto con esta, el observatorio solar que podemos encontrar en él y que recién fuera descubierto públicamente como tal en 2007.
La Fortaleza de Chanquillo, era el nombre y el tipo de construcción con el cual era conocido este sitio arqueológico hasta antes de 2007 con la publicación sobre el sitio hecha por la revista »Science». Los investigadores creían anteriormente que esta edificación estaba hecha con fines militares y lo relacionaban con la cultura Mochica asentada en el lugar durante los años 200 a 600 d.C. hoy en día se sabe que esta llamada fortaleza habría sido más bien parte de un santuario astronómico prehispánico, y de hecho el más antiguo y mejor conservado de América con una datación real de más de dos mil años de antigüedad (aproximadamente 2 300). Esta además habría sido escenario de diversos rituales astronómicos en honor al Astro Rey, y un antecedente directo con el culto al sol que realizaran los incas durante su reinado. Junto con lo anterior, la parte correspondiente a la fortaleza de Chanquillo también habría servido, secundariamente, para funciones de defensa, y actividades administrativas.
La Fortaleza o Castillo de Chanquillo es una construcción circular que presenta muros de piedra y se encuentra levantada encima de un cerro, en esta se reconocen al menos cinco tipos distintos de construcciones vigorizadas: murallas, fortalezas, plataformas montañosas, aldeas rodeadas de fortificaciones y torres de montaña. En la fortaleza se observa además el sistema de construcción de plataformas artificiales superpuestas a partir de las cuales se iban agregando murallas y torreones que servían para fines de vigilancia y defensa. En el centro de la fortaleza se mira también un espacio amurallado en el que se encuentran habitaciones rectangulares y circulares.
El otro lugar de este sitio arqueológico, y tal vez el más importante a causa del descubrimiento de 2007 es el observatorio solar. Este se encuentra conformado por trece torres alineadas desde el Norte hacia el Sur sobre una colina, ocupando un promedio de 300 yardas, estas torres abarcan los arcos de salida y puesta del sol. Las torres servían, e incluso hoy siguen funcionando, para poder determinar con demasiada exactitud el movimiento que realizara el sol durante el año. De esa manera tanto los antiguos pobladores del lugar como observadores actuales pueden seguir determinando las fechas de los solsticios y equinoccios. El observatorio habría sido utilizado por sus creadores con fines prácticos y también rituales y habría tenido un gran número de peregrinos; y más adelante, durante el periodo de dominación inca, hubiera sido utilizado por estos para demostraciones del poder de los mismos en relación con finalidades políticas.
Para poder llegar a este Sitio Arqueológico, al que se ha tratado de volver Patrimonio Cultural de la Humanidad – sin resultados hasta la fecha -, el viajero deberá tomar, vía motorizada, la ruta que va por el valle de Casma, teniendo como punto de referencia el pueblo de San Rafael.
Ubicación:
Región Ancash
Provincia Casma
Distrito Casma
Latitud -9.55673
Longitud -78.2359
Altitud 292 msnm
El glaciar tropical más extenso del mundo se ubica en Perú y corre la suerte de desaparecer en poco tiempo. Este gigante blanco, considerado un termómetro mundial para medir el calentamiento global y el derretimiento de los glaciares, integra la propuesta de Área de Conservación Regional – Ausangate la cual busca, desesperadamente preservar su acelerada agonía.
El glaciar Quelccaya, también llamado Capa de Hielo Quelccaya o Campo de Hielo Quelccaya, es un glaciar localizado en el sureste del Perú, en la cordillera de Vilcanota, Cusco, una prolongación de la cordillera Oriental de los Andes. Con una longitud que supera los 17 km, una superficie de 44 km² y una capa de hielo de más de 200 m de espesor, es el glaciar más extenso de toda la zona tropical del mundo. El lomo más alto del glaciar se encuentra a 5650 msnm y las lenguas terminales fluctúan entre los 4900 y 5100 msnm.
Chullo, poncho, descalzo y chacchando coca. Un hombre andino mira el espacio, la lejanía. Atrás suyo, el imponente nevado Sinakara con una atrevida lengua de nieve que llega hasta la base de la montaña. Estaba en un restaurante del Cusco mirando una reproducción de la foto “Descanso en el Q’Olloriti” de Martín Chambi tomada en 1935. El Sinakara es parte de la cordillera de Vilcanota, la misma que comprende también a Quelccaya. Solo que ahora esa lengua de nieve ha desaparecido por completo y solo la cumbre mantiene un manto blanco. Y la costumbre de los ‘ukukus’ y ‘pabluchas’ durante la festividad del Qoyllur Rit’i de bajar grandes trozos de hielo para purificar sus comunidades ha sido restringida para no desvestir al Apu, a la estrella de la nieve.
Otra foto, carátula del National Geographic de 2004, fue el génesis de mi viaje a Quelccaya. Primera vez que escuchaba sobre este glaciar del sureste andino. Se apreciaba una descomunal pared de hielo y abajo una laguna y un torrentoso riachuelo. Quelccaya se estaba derritiendo, decían. La idea ya se caía de madura, cuando a fines de 2015, Pedro Pablo Morales Costa nos recomendó la visita.
Apus y Dioses
Nuestros glaciares son, al parecer, nuestra última frontera. Sitios ignorados por la mayoría de los peruanos, a pesar de que se están convirtiendo en un tema candente. El guía cusqueño Domingo Atao, que hace expediciones a Quelccaya, fue a preguntar a los estudiantes de la universidad del Cusco, San Antonio de Abad por el glaciar y no sabían ni dónde quedaba. A pesar de que Lonnie Thompson, asesor de Al Gore en el documental “Una verdad incómoda”, tuvo al Cusco como base de operaciones para sus investigaciones de más de dos décadas en Quelccaya.
Salimos rumbo al sur hasta llegar al kilómetro 85, donde abandonamos el valle de Vilcanota, para tomar un desvío que nos llevó al pueblo de Checacupe y su puente colonial. A partir de ese momento transitamos por una trocha, que por momentos se torna infernal, siempre en dirección al este. A mitad de camino miramos embobados al Ausangate, Apu mayor del Cusco, rasgando el cielo. Muy cerca se empinaban los nevados Tres Puntas y Acero de forma cónica.
La carretera color ladrillo, las montañas verdes y el blanco y azul de los nevados producían un maravilloso contraste cromático. Finalmente, después de 7 horas, llegamos a Phinalla, el último pueblo en la ruta, donde el diablo perdió el poncho y algo más. No se ve un alma, en las calles crece el ichu. No es para menos pues estamos a 4725 m.s.n.m.
De pronto la aparente inamovilidad se rompe y asoman, más curiosos que tímidos, dos niños: Rolando y Beatriz. Con la idea de aclimatarnos, subimos con ellos a Sacsayhuamán, el cerro tutelar de Phinalla. En la cima se levantaba una cruz verde. Rolando me cuenta que el mes anterior vinieron ukukus del Qoyllur Rit’i a rezarle a la cruz pues hubo un matrimonio en Phinalla. En estas alturas Dios debe ceder espacio al espíritu de las montañas.
Fin de los tiempos
La primera noche estábamos tan cansados que dormimos como borrachos. El amanecer fue malva y frígido. Los charcos de agua se habían cristalizado. Al salir de Phinalla nos encontramos con un paisaje más bello de lo que uno hubiera podido considerar como posible.
Domingo nos contó que una vez un fotógrafo se sobó los ojos primero y luego lloró por estar en este escenario natural: un vasto altiplano con riachuelos, bofedales, pasturas, alpacas y de fondo los majestuosos nevados de Montura (tiene forma de asiento) y Ccascara con una laguna del mismo nombre a sus pies que alberga las truchas más grandes y codiciadas por los pescadores de Sicuani. Nos detuvimos en la casa de Baltazar Santos (79), un pastor de altura que posee 150 alpacas. Baltazar nos cuen ta que “la nieve se ha encogido, se ha retirado, y con menos nieve hay menos agua, menos pastos y menos alpacas”.
Sus padres tenían 1500 alpacas porque los pastos no se secaban como ahora. Y todavía hay gente que dice que el calentamiento global es un mito. Así como los antropólogos registraban tribus que iban a desaparecer, ahora los glaciólogos registran glaciares que también van a desaparecer. Lonnie Thompson de la Universidad de Ohio, recogió muestras del Quelccaya que permiten determinar las variaciones del clima desde la época de Cristo.
“Los glaciares tropicales son como los canarios en las minas de carbón para nuestro sistema climático global, pues combinan temperatura, precipitación, nubosidad, humedad y radiación”, dice Thompson apuntando a que los glaciares nos advierten los peligros que nos acechan como especie.
Finalmente abandonamos el carro y emprendimos el último tramo a pie mientras nos azotaba una granizada infernal. Una hora después estábamos al pie de una sólida pared de hielo de 100 metros de altura. Apenas podía escribir, pues el granizo humedecía mi libreta. Vi hielo azul, el más puro del mundo, vi estalactitas, vi cuevas de fondo cobalto, vi grietas que se ahondaban, vi el fin de los tiempos.
Trágica Belleza
De pronto, truenos, el cielo rugía, y entonces el granizo comenzó a pare cerme un chancay de a veinte frente a otras sombrías posibilidades climáticas.
Descargas eléctricas, rayos, alumbran la montaña a nuestras espaldas. Guardé mi libreta, me persigné, de pronto creía en todo, traté de armar una apacheta, no pude, me temblaban las manos. El glaciar parecía imperturbable, inmóvil, pero está en movimiento, se desliza, se contrae, se derrite. Resistí el temporal con un poncho de plástico de 10 lucas que compré en el Cusco. De improviso, el cielo se calmó y dejó pasar un poco de luz y hubo que ponerse los lentes oscuros a toda prisa para evitar que se dañen las córneas.
Cuando los rayos solares lamieron la pared de hielo, se escucharon otro tipo de truenos: eran los estertores del glaciar, el hielo se quebraba, el goteo se aceleró, el agua formaba arroyos, torrenteras que discurrían, se esfumaban hacia los valles bajos. La potente radiación solar que, a estas alturas, es más extrema aceleraba el proceso de extinción de estas otroras nieves perpetuas, gracias a la insania y egoísmo del hombre, a su afán de lucro que provocó el calentamiento global, del cual ya no hay salida por más cumbres internacionales y más papeles que se firmen y protocolos que se establezcan, que no son nada frente a la estupidez de nuestra especie, la única que destruye el medio natural que permite su supervivencia.
Estuvimos a 5300 m.s.n.m. pero ni los sentí de lo turbado que estaba ante tan improbable belleza. Su embrujo te hipnotiza y te olvidas del soroche y la falta de oxígeno. Tus piernas caminan solas llevadas por esa luz que se adueña de tus ojos. Lo triste es que, como en el registro de Chambi, de acá a pocos años, toda esa magnificencia natural solo será un páramo triste y pelado.
Por Álvaro Rocha Fuente: Revista Rumbos de Sol y Piedra
Una expedición al Quelccaya (Cusco), considerado el glaciar tropical más extenso del mundo, podría dar luces sobre cómo proteger esta fuente de agua poco explorada. Mientras el mundo mira aterrado la devastación de la Amazonía, es urgente estudiar el mapa de peligro en las cumbres peruanas.
En junio del 2019, Stéphane Vallin, montañista francés, guía de trekking y fotógrafo, lideró una expedición al Quelccaya, glaciar tropical ubicado al suroeste de la cordillera del Vilcanota, en el departamento de Cusco. Participaron también Dominique Riva (Francia), guía de trekking; Emanuel Rocha (Argentina), guía de alta montaña; Mathias Virili (Francia), periodista para Montagnes Magazine; y Sandro Arias (Perú), de la Universidad Nacional de San Antonio Abad del Cusco (UNSAAC). Especializado en glaciología, Arias apoyó desde la Ciudad Imperial a la preparación de la expedición como asesor científico.
El objetivo principal fue realizar una travesía completa del glaciar en su diagonal. Con sus 44 kilómetros de extensión –equivalentes a 9 mil campos de fútbol– y a 5.500 metros sobre el nivel del mar, nunca antes se cruzó de esta manera. Constituyó todo un desafío para los expedicionarios, cuyo objetivo fue recoger datos fotográficos para la UNSAAC, que observa e investiga el glaciar y la meteorología de la zona. La expedición respondió a la necesidad de estudiar desde la glaciología el retroceso de los glaciares. Estudios publicados en Scientific Reports subrayan que este glaciar peruano desaparecerá en los próximos 30 años, si no se reducen radicalmente las emisiones globales de gases de efecto invernadero.
La extensión del Quelccaya –a 5.500 metros sobre el nivel del mar– equivale a 9 mil campos de fútbol. (Foto: Stéphane Vallin)
“Quisimos hacer una lectura geográfica lo más completa posible del glaciar. Es un libro abierto sobre la historia glaciológica de los Andes. Además, es una fuente de agua potable única en la zona del Cusco, junto con la laguna Sibinacocha. La mayor parte del agua potable sale de esa zona aislada y poco explorada”, explica Vallin.
-HISTORIA SOBRE HIELO- Quelccaya es un sistema glaciar representativo para el almacenamiento natural de agua fresca, la cual es liberada por la radiación solar en época de seca (no lluvia), entre mayo y setiembre. “La disponibilidad hídrica de los pobladores alrededor de Quelccaya disminuirá considerablemente, más aún con el incremento de la población y las nuevas generaciones”, explicó a la revista peruana Somos Christian Yarlequé Gálvez, subdirector de Información y Análisis de la Dirección de Información y Gestión del Conocimiento del Instituto Nacional de Investigación en Glaciares y Ecosistemas de Montaña (INAIGEM), órgano adscrito al Ministerio del Ambiente del Perú.
Según Yarlequé, estudioso del Quelccaya, este glaciar almacena información climática y ambiental de los últimos cinco mil años; esto es año a año un porcentaje de la nieve acumulada en temporadas de precipitación y almacenada como capas (que luego se vuelven capas de hielo). “Por ejemplo, si en un año hubo una erupción volcánica, el aire y el ambiente son contaminados con los gases y las cenizas de las erupciones. Las capas de hielo con estos residuos de erupciones son guardadas en el cuerpo glaciar con alta cantidad de cenizas volcánicas”. Todo un mapa impresionante de la historia climática que los científicos pugnan por descifrar, pues puede dar luces sobre qué hacer para prevenir el retroceso del hielo.
Expedicionarios de Francia, Argentina y Perú realizaron un registro fotográfico para investigar el Quelccaya. (Foto: Stéphane Vallin)
El Perú posee sobre los picos de los Andes alrededor del 71% de los glaciares tropicales del mundo. Se estima que alrededor del 30% de su masa glaciar se ha perdido en las últimas décadas debido al calentamiento global causado por los aerosoles y contaminantes atmosféricos de origen fósil.
Similar desglaciación se presenta en Quelccaya, glaciar que ha reducido cerca del 31% de su tamaño entre 1980 y 2010, advierte Yarlequé Galvez.
Según Vallin, el expedicionario francés, las autoridades deberían armar un proyecto amplio de conservación y desarrollo económico vía el turismo sustentable, para proteger esa parte olvidada de la cordillera de Vilcanota e incluir en ese proyecto a la población rural del pueblo de Phinaya.
Actualmente, está en manos del Gobierno nacional declarar el Área de Conservación Regional Ausangate, lo que permitirá desarrollar estudios para plantear programas de inversión pública de manejo de agua. Esto reduciría la vulnerabilidad frente a eventos naturales y el cambio climático, ayudando así al Quelccaya. Además, el área conservará animales en peligro, como el cóndor o la vicuña, y permitirá regular el turismo en la zona, trayendo oportunidades de desarrollo para las comunidades aledañas.
Una expedición al Quelccaya (Cusco), considerado el glaciar tropical más extenso del mundo, podría dar luces sobre cómo proteger esta fuente de agua poco explorada.
“Todo el expediente técnico de creación del Área de Conservación Regional ACR Ausangate, se encuentra en la Presidencia del Consejo de Ministros del Perú (PCM), en la etapa de evaluación, que tiene indudablemente sus tiempos. Sin embargo, se puede adelantar que todo va por buen camino y se espera que esté aprobado antes de la finalización del año”, señaló Víctor Bustinza, especialista del INAIGEM.