Arqueología y etnografía de la cerámica paleteada en el Perú

En la arqueología, la cerámica paleteada es considerada característica de la costa norte del Perú, donde se la encuentra en ocupaciones comprendidas cronológicamente entre el Horizonte Medio y la época colonial. Se la reconoce por diseños impresos muy típicos, ybastante estudiados de forma tipológica. Es, por lo general, de un material relativamente burdo, relacionado con usos culinarios, el cual no ha recibido tanta atención como los ceramios finos correspondientes a esa época en esta región. Por otra parte, desde un punto de vista etnográfico, es comúnmente reconocido que la técnica del paleteado es tradicional de varios pueblos actuales del norte del Perú con alfareros en actividad.1

Autor: Catherine Lara

A primera vista, estos datos no evocan nada particular. Sin embargo, la mirada de la antropología de las técnicas revela que estas simples observaciones bien podrían ocultar pistas fascinantes sobre episodios menos conocidos de la historia del norte del Perú. El siguiente trabajo tiene como objetivo dar a conocer estas perspectivas, empezando con una presentación de la técnica del paleteado y de su relevancia desde la perspectiva de la antropología de las técnicas y el enfoque tecnológico. Se presenta luego un breve recuento de lo que sabe actualmente la arqueología y la etnografía sobre el paleteado en el Perú, a la vez que se formulan algunas preguntas levantadas por este panorama. Finalmente, se dan a conocer los avances obtenidos por quien suscribe en relación a estos interrogantes.

Figura 1. Material paleteado excavado por Bracamonte y sus colegas en Santa Rosa de Pucalá (valle de Lambayeque). A: Recipiente completo. B: Concavidades de percusión visibles en la pared interna (fotos: Catherine Lara).

Tecnología del paleteado
El proceso de fabricación de un ceramio, o cadena operativa, consta de seis acciones: captación y preparación de la materia prima, manufactura, acabado,
tratamiento de superficie, decorado y quema. El paleteado está asociado a la manufactura y, en ocasiones, también al decorado. La manufactura se divide en dos etapas. En la primera se forma el esbozo (equivalente al «borrador» del recipiente). A esta se la conoce también como manufactura primaria. Luego, se pasa al conformado, llamado manufactura secundaria, donde se le da al ceramio su forma geométrica final (Roux, 2019, p. 66).

Esta segunda etapa puede ser llevada a cabo a través de técnicas por presión o por percusión. El golpeado se encuentra entre las segundas. Como su nombre lo indica, permite formar las paredes de un recipiente al golpear simultáneamente su interior y exterior con la ayuda de percutores que pueden ser de diferentes tipos (Gosselain, 2010, p. 677). Se puede realizar cuando la pasta está húmeda todavía o también en estado de cuero, es decir, en un estado entre húmedo y seco. El paleteado es una variante del golpeado, que debe su nombre al tipo de percutor externo que se utiliza: una paleta, por lo general de madera.

¿Qué interés tiene enfocarse en una técnica como esta? Existen muchas técnicas y combinaciones de estas para fabricar cerámica. A primera vista se podría pensar que los alfareros escogen cualquiera de ellas de manera aleatoria y que aquello no es muy significativo. Sin embargo, los estudios de la antropología de las técnicas llevados a cabo en varias partes del mundo evidencian una realidad distinta. Dichas investigaciones han sacado a relucir que los alfareros tienden a unirse en grupos sociales (Lemonnier, 1993, p. 7) —también conocidos como comunidades de práctica (Lave y Wenger, 1991, p. 98)—. Estos se forman en torno a criterios de identificación social compartidos, definidos por ejemplo a partir del género, la etnia, el idioma, la categoría socio-política, religiosa y/o económica, etc. (Roux, 2019, p. 5). Dentro de estos grupos así definidos y autoidentificados, los ceramistas tienden asimismo a compartir las mismas combinaciones de técnicas para fabricar recipientes.

Si bien es cierto que para cada acción de la cadena operativa existe una cantidad limitada de técnicas, las combinaciones que se pueden hacer entre ellas, junto con el tipo de herramientas empleadas, la diversidad de materias primas y, desde luego, las formas y los diseños fabricados, hacen que cada cadena operativa sea única de cada grupo social. En el ámbito de las técnicas tradicionales, este fenómeno se debería al papel jugado por el aprendizaje (Roux, 2019, p. 4).
De hecho, de acuerdo a las observaciones realizadas en el campo de la antropología de las técnicas, el aprendizaje tiende a realizarse dentro de los grupos sociales, lo cual permite al tutor transmitir la técnica del grupo al aprendiz, lo cual contribuye a perpetuar la tradición colectiva de generación en generación. Desde luego, la cadena operativa puede cambiar con el tiempo, debido a préstamos, innovaciones o restricciones ligadas a materias primas, fenómenos históricos, etc. No obstante, la parte del proceso que con mayor dificultad cambiará con el tiempo es la manufactura, debido a los mecanismos cognitivos complejos que esta moviliza en el momento del aprendizaje. Este fenómeno se contrapone al aprendizaje de otras fases de la cadena operativa, como la preparación de la materia prima, la quema o el decorado, acciones que pueden variar con mayor facilidad, tal como lo demuestran numerosos ejemplos etnográficos en el mundo. Aquello explica que, en varias partes del planeta, se conozcan tradiciones de manufactura que han sobrevivido por siglos e inclusive milenios. En definitiva, las cadenas operativas, y en especial la manufactura, son diagnósticas de cada grupo de producción alfarera.

¿Qué implica aquello para el caso del paleteado peruano? El paleteado es una técnica de manufactura, es decir, forma parte de lo que se podría llamar el núcleo de la cadena operativa. Aquello implica que su amplia presencia a nivel espacial y cronológico no es aleatoria, sino que refleja la existencia de una tradición ligada, al menos, a un grupo social.

El paleteado en el Perú: estado de la cuestión
Arqueología

El primer fragmento paleteado encontrado en un contexto arqueológico y fechado por radiocarbono proviene del desierto de Sechura, más exactamente del sitio de Huaca Grande, excavado por Goepfert y colegas (comunicación personal). El fechado en cuestión evidencia una datación correspondiente al siglo VII d. C. Fuera de estos sitios, se ha encontrado abundante cerámica paleteada en diversos yacimientos del desierto de Sechura, en la península de Illescas y en el bajo Piura. De esta última zona proviene en su mayoría el material empleado en la definición de las primeras tipologías del paleteado propuestas por Christensen (1956), Lanning (1963), Richardson et al. (1990) y, en menor medida, Ravines (2008). Estas consideran básicamente dos fases divididas de distintas maneras dependiendo del autor: Sechura (Horizonte Medio) y Piura (de Intermedio Tardío a la época colonial). La cerámica que sustenta estas clasificaciones corresponde a material sin contexto o excavado en sitios domésticos o funerarios, y fechado de manera relativa.

No obstante, es comúnmente reconocido que el «alma mater» del paleteado se encuentra más al este, en el valle de Piura (Christensen, 1956, pp. 95, 105; Lanning, 1963, p. 177), y al norte, en los valles del Pariñas y Chira (en especial en los sectores de Sullana y Amotape; ver también Lothrop, 1948, p. 59). En ese sector se encuentra el sitio de Colán, en donde se halló bastante material paleteado de la fase Piura, es decir, la más tardía (Lanning, 1963, p. 177).
Saliendo del extremo norte hacia el sur y siguiendo un orden cronológico, está la zona de Batán Grande, en donde el paleteado apareció entre 750 y 800 d. C. La técnica se considera firmemente establecida en el área de Lambayeque hacia 900 d. C. (Bankes, 1988, p. 546; Cleland y Shimada, 1994, p. 323). A partir de un análisis iconográfico detallado de material paleteado excavado en Huaca del Pueblo, Huaca Las Ventanas, Huaca La Botija y Tambo Real, Cleland y Shimada (1994, p. 327) establecieron una tipología estilística cronológica en tres fases. El trabajo de Matsumoto et al. (2012) en la Gran Plaza de la capital de Sicán Medio, en el valle de la Leche, propone un complemento analítico a esta propuesta.

El material paleteado de La Leche y Lambayeque del periodo sicán-lambayeque fue principalmente encontrado en áreas colectivas de preparación y consumo de alimentos, así como en tumbas. Vasijas paleteadas fueron halladas también en sitios como Chornancap (Wester, 2016, p. 419), Sipán (Chero, 2015, p. 213), y en Huaca Santa Rosa de Pucalá, aunque en este último caso, al parecer, en su mayoría en contextos chimú (como veremos más adelante), al igual que en el taller investigado por Tschauner en el sitio Pampa de los Burros (Tschauner, 2009, p. 277).

San José de Moro, más adelante hacia el sur, cuenta asimismo con cerámica paleteada contemporánea a los periodos sicán-lambayeque y chimú (Prieto, 2008, p. 124). En la Huaca de la Luna, algunos contextos chimú poseían especímenes de cerámica paleteada
(ver Habetler, 1998, p. 40; Seoane et al., 2010, p. 305), aunque era relativamente escasa en comparación con
la elaborada mediante la técnica del moldeado. Hayashida (1999, p. 344), por su parte, encontró talleres en el valle de la Leche (en los sitios Tambo Real y La Viña) en los cuales para la época inca se fabricaba cerámica paleteada.

Más al norte, hacia Tumbes, existen también referencias de hallazgos de cerámica paleteada en al menos seis sitios (Christensen, 1956, pp. 61-63; Pajuelo, 2006, pp. 39, 42; Taylor, 2011, p. 21), coetáneos principalmente a los periodos sicán-lambayeque y chimú. No obstante, de forma global, se observa que la cerámica paleteada en Tumbes es limitada y localizada, (Pajuelo, 2006, p. 51).

Respecto a la tipología y la variabilidad tipológica, por lo general (es decir, tanto en las tipologías del extremo norte como en la de Lambayeque) las formas que se encuentran en el paleteado corresponden a ollas para cocinar (redondas con bordes incurvados), cántaros/ tinajas y urnas (Matsumoto et al., 2012). Por otra parte, las tipologías morfoestilísticas de Christensen (1956), Lanning (1963) y Richardson et al. (1990) parecen encontrarse en todo el extremo norte, mientras que los diseños reportados por Cleland y Shimada (1994, 1998) en sicán-lambayeque se encuentran también en Sechura, al menos en Huaca Grande y Huaca Amarilla, aunque quizás con una menor presencia de los diseños que estos autores llaman logográficos, simbólicos de la hegemonía sicán-lambayeque.

En San José de Moro, Prieto (2008, p. 124) nota cambios diacrónicos entre el paleteado del periodo sicán-lambayeque, caracterizado por diseños diversos y complejos, y el de la época chimú, mucho más sencillo en su repertorio decorativo. Esta simplicidad en los dise-
ños es señalada también por Hayashida (1999, p. 344) en Tambo Real y La Viña del valle de La Leche. Sería necesario averiguar si la tendencia se halla también en otros sitios. Otro hecho relevante es la aparición de cerámicas negras (ahumadas) paleteadas en el periodo chimú, reportadas, por ejemplo, en Sechura
(Ravines, 2008, p. 66) y en Huaca de la Luna (Meneses et al., 2010, p. 78). Este fenómeno demuestra una adaptación de la producción paleteada a los cánones estéticos dominantes en la alfarería chimú.

Como se observa, la aparición y expansión del paleteado en el Perú es bastante repentina. Cleland y Shimada (1998, p. 135) proponen una explicación a este fenómeno en lo referente al periodo sicán-lambayeque. De acuerdo a ellos, la obtención de concha Spondylus, principalmente proveniente del Ecuador, estaba al centro de la estrategia de expansión política y económica de Sicán (Cleland y Shimada, 1994, p. 336). Por este motivo, la producción metalúrgica y agrícola habría llegado a acaparar la mayoría de las fuerzas productivas de este grupo (Cleland y Shimada, 1998, pp. 113, 135), en perjuicio de otros sectores como la alfarería. Consiguientemente, los sicán-lambayeque habrían apelado a ceramistas procedentes de Piura asociados a un grupo conocido en las fuentes etnohistóricas bajo el nombre de Tallán. Este se caracterizaba por el uso de la técnica paleteada (ver Christensen, 1956, p. 385), lo cual explicaría la expansión de este tipo cerámico en ese momento (Cleland y Shimada, 1998, p. 113).

Por otra parte, tanto en el periodo sicán-lambayeque (Cleland y Shimada, 1998, p. 141) como durante el Chimú en el valle medio de Lambayeque (Tschauner, 2009, p. 277), la producción de cerámica paleteada habría sido independiente, es decir, habría estado apartada del control de las élites. Dicho de otra manera, de acuerdo a Prieto (2008, p. 129), la población seguía abasteciéndose con los mismos alfareros productores de cerámica paleteada de forma autónoma a lo que estuviera pasando en el entorno político. Prieto (2008, p. 127) sugiere que en San José de Moro se podría haber desarrollado la modalidad adicional de los alfareros itinerantes. Para la época inca, la situación cambia un poco, al menos de acuerdo a las investigaciones de Hayashida (1999, p. 347) en los sitios de Tambo Real y La Viña (valle de La Leche). Estos son interpretados como centros administrativos para alfareros especialistas movilizados por los incas en el marco de su política de manufactura de bienes estatales.

Acerca de los sitios de producción, vale la pena recalcar que se han encontrado talleres sicán-lambayeque (Fernández y Sánchez, 2014, p. 322), chimú (Tschauner, 2009, p. 269) e incas (Hayashida, 1999, p. 334) con huellas de fabricación de cerámica paleteada. Llama la atención el que, en la época sicán-lambayeque, pero sobre todo en las chimú e inca, estos talleres evidencien la producción conjunta de cerámica moldeada. Este fenómeno ha sido interpretado como correspondiente a diversos niveles de especialización, aunque se podría pensar en otros motivos, por ejemplo, la diversificación de técnicas de acuerdo a criterios de género (Ramón, comunicación personal). Etnografía

El sobrevuelo de la literatura etnográfica sobre el norte del Perú permite observar que actualmente existen al menos cuatro variantes de paleteado en el país, obtenidas por la combinación entre variaciones en la manufactura y el uso de diferentes herramientas.

En la primera, practicada en Áncash (Ramón, 2008, p. 413), la base únicamente es formada mediante la técnica del modelado, es decir, se la crea a partir de una sola bola de arcilla que se ahueca con el puño y se estira luego con los dedos y las manos. Para elaborar el cuerpo y el borde, se emplea la técnica del rollo, que consiste en formar cordeles o rodetes de arcilla. Luego de un periodo de secado, se procede a paletear el conjunto. Este paleteado se realiza con una paleta de madera para las paredes externas y, para la parte interna, con un percutor de cerámica conformado por un disco sujetado a un mango, llamado broquel, contendor o tucllu. En el Perú, este objeto se lo encuentra solo en la zona de Áncash.

La segunda variante, usada en Áncash también, consiste en formar la base y el cuerpo de manera conjunta con la técnica del modelado (sin el enrollado). Una vez que esta primera forma o esbozo se deja secar un poco, se procede al paleteado, aplicado con una paleta de madera en la pared externa y con un canto rodado a manera de yunque en la interna. Estas herramientas se usan también para las dos últimas variantes.
En la tercera se empieza por la elaboración de una tortilla modelada, que se paletea enseguida (es decir, en estado húmedo) para formar la base y el cuerpo del recipiente. Para elaborar el cuello y el borde se acude a la técnica del enrollado. Luego se deja secar el recipiente en formación de nuevo para volver a paletearlo. Esta combinación de técnicas se practica en Áncash, Cajamarca y Simbilá (así como en otros lugares de la Costa) (Bankes, 1988, p. 549; Camino, 1982, p. 45).
Finalmente, en la cuarta variante, practicada en Mórrope (Shimada, 1994, p. 304) y Cajamarca (Ravines, 1989, p. 93), el esbozo conjunto de la base y el cuerpo es formado con moldes convexos (es decir, mediante la técnica del moldeado). Por su parte, el cuello o borde es fabricado por enrollado y el paleteado se realiza al último.

¿Qué indica este panorama desde el enfoque tecnológico? En primer lugar, que estamos ante cuatro cadenas operativas diferentes, caracterizadas por cuatro combinaciones de manufactura distintas. Aquello señala potencialmente la presencia de cuatro comunidades de práctica o grupos sociales diversos.

En segundo lugar, respecto a la manufactura (y también a las herramientas), que algunas de estas variantes se encuentran a la vez en la costa y en la sierra, lo cual podría indicar un fenómeno de movilidad de los grupos de un espacio hacia otro. Al respecto, se conocen casos de alfareros itinerantes de épocas más actuales que decidieron establecerse en lugares distintos de las zonas de las que procedían, lo cual dio lugar a la aparición de las técnicas de su lugar de origen en sus nuevas zonas de residencia (Sabogal Wiesse, 1982, p. 48). Por otra parte, se sabe también que el norte del Perú fue el escenario de traslados de poblaciones mitmakuna en la época inca. Este fenómeno también podría explicar la presencia de una misma tradición en espacios geográficos alejados.

Si la situación se presenta de esta forma en la actualidad, es posible que fenómenos semejantes se hayan producido en épocas precolombinas, en torno a situaciones de cambio, o que se hayan propiciado posibles movimientos de poblaciones u objetos a lo largo de la existencia del paleteado en lo que hoy es el Perú. Como se vio, la tipología decorativa y morfológica de la cerámica paleteada ha sido bastante estudiada, al igual que las pastas y los tratamientos de superficie. Todo aquello, al igual que las herramientas, proporciona informaciones imprescindibles sobre factores políticos o históricos. El resto de la cadena operativa, incluso otros procesos vinculados a la manufactura, ha sido mucho menos estudiado, a pesar de que, como se vio, se trata de un aspecto capaz de aportar datos significativos desde el enfoque tecnológico.

El objetivo de quien suscribe es, en los próximos años, examinar distintos conjuntos de cerámica paleteada de la costa norte asociados a los periodos sicán-lambayeque, chimú e inca, así como a contextos variados, de manera que sea posible rastrear sus cadenas operativas (con especial interés en lo referente a la manufactura). Se comenzó ya con el análisis de dos conjuntos. A continuación, se presentan los avances de estos primeros estudios.

Figura 2. Material paleteado excavado por Goepfert y colegas (Programa Arqueológico Desierto de Sechura). A: Granos insertos. B: Microarrancamientos (fotos: Catherine Lara).

Avances en Sechura y Lambayeque
El primer conjunto de cerámica paleteada examinado proviene de las excavaciones de Goepfert y sus colegas en Sechura (de los sitios de Huaca Amarilla y Huaca Grande), y el segundo, de las cuencas media y baja del valle de Lambayeque (de Huaca Santa Rosa de Pucalá y Huaca El Chorro, espacios excavados por Bracamonte y su equipo).

Huaca Amarilla y Huaca Grande son esencialmente sitios habitacionales (con residencia para élites) y también funerarios. Su ocupación habría iniciado en el Intermedio Temprano, con un desarrollo más marcado en el Intermedio Tardío (Goepfert et al., 2018, pp. 25, 29). La muestra de cerámica paleteada está conformada por aproximadamente 4700 fragmentos y 20 vasijas completas. Debe recalcarse que el material paleteado representa aquí el 95 % de la cerámica encontrada en el lugar.

Las investigaciones de Bracamonte y sus colegas en Lambayeque (Bracamonte, 2015, p. 146) atribuyen una función ceremonial y de cementerio de élite a Santa Rosa, mientras que El Chorro sería al parecer un sitio funerario. El corpus de ceramios paleteados encontrado aquí está compuesto por 46 vasijas en total, de las cuales la mayoría proviene de Santa Rosa (Figura 1). En lo que se refiere a la asociación cultural de estos contextos, se la desconoce en la mayoría de casos relativos a El Chorro. En cambio, en Santa Rosa, la mayoría de vasijas paleteadas se vincula a contextos chimú, con algunos recipientes representativos del periodo sicán-lambayeque también.

En lo que va del estudio, de manera preliminar, la cadena operativa de estos materiales de Sechura y Lambayeque parece ser bastante similar, al menos en lo relativo a las combinaciones ligadas a la manufactura. Se dio inicio a los análisis petrográficos del material de Sechura, para rastrear las operaciones técnicas ligadas a la recuperación y preparación de la materia prima. Este trabajo está siendo realizado por el equipo del doctor Ioannis Iliopoulos (University of Patras, Grecia).
Respecto a la manufactura, el material examinado evidencia el uso de dos técnicas distintas para el esbozo; primero de la base, y luego del cuerpo y borde o cuello. Para determinar si la técnica empleada para la base es el modelado o el moldeado, es necesario seguir revisando los materiales (también compararlos con referentes etnográficos). Se sabe, en cambio, que los cuerpos y los cuellos o bordes de los ceramios fueron esbozados mediante la técnica del enrollado. A escala macroscópica, esto es lo que indica el tipo de roturas horizontales alargadas características, así como la presencia de resaltes y fisuras. Microscópicamente, la porosidad presenta asimismo cierta sinuosidad (aunque limitada por la percusión del paleteado aplicado, como se verá más adelante).

En lo que se refiere al conformado o manufactura secundaria de las bases y el cuerpo, la identificación conjunta de cinco tipos de huellas confirma la aplicación del paleteado. Se insiste en lo de «presencia conjunta», pues tomada cada una de estas huellas de forma separada pueden referirse a técnicas diferentes. A escala macroscópica, tenemos en primer lugar la presencia de concavidades de percusión en las paredes internas y externas (Figura 1). Dentro de estas concavidades, se pueden ver también crestas, que indican que el percutor estaba húmedo en el momento del golpeado.

En segundo lugar, a escala microscópica, las paredes de las vasijas evidencian granos insertos (es decir, hundidos en la pasta) y microarrancamientos —un
tipo de pequeños agujeros causados por el desprendimiento de inclusiones bajo el efecto de la percusión (Figura 2)—. Otro rasgo indicador del paleteado es la disposición subparalela de los vacíos visibles en los perfiles de los fragmentos correspondientes. Adicionalmente, se pudo determinar que el paleteado fue realizado cuando la pasta estaba en estado de cuero, pues la microtopografía de las paredes (es decir, la topografía vista a escala microscópica) es compacta, lo cual es propio del trabajo en pastas coriáceas.

Este paleteado probablemente buscó darle su forma globular al recipiente y también decorar los cuerpos mediante el uso de paletas con diseños grabados. Efectivamente, la observación microscópica de los diseños revela un trazo nítido asociado a una microtopografía compacta, lo cual indica —como vimos— una acción realizada cuando la pasta estaba en estado de cuero. Un aspecto que falta por precisar aquí es la naturaleza de los percutores internos y externos empleados. A nivel etnográfico y arqueológico, hemos visto que hay varias posibilidades, pero no queda claro aún cuál o cuáles de estas corresponden al paleteado precolombino, y si hay alguna variación al respecto dependiendo de las zonas y/o épocas.

Con relación al acabado, que permite regularizar las paredes alisándolas, se pudo determinar que se realizó después del paleteado (las estrías de alisado aparecen encima de los diseños). Gracias a la microtopografía compacta nuevamente, se infiere que este alisado fue hecho en estado de cuero. Por otra parte, sus estrías son bastante gruesas, lo cual indica que el alisador estaba húmedo. En el tratamiento de la superficie se observa la aplicación de engobe; aquí un revestimiento de origen mineral, por lo general de color rojo, destinado también a impermeabilizar las paredes.

En cuanto a la quema, el perfil de los fragmentos evidencia en gran mayoría núcleos gruesos de color gris y márgenes finos color naranja, lo cual indica que los recipientes fueron retirados poco tiempo después del inicio de la fase de oxidación. Sobre el material de Sechura más particularmente, los avances en los estudios petrográficos parecen señalar una quema a baja temperatura, posiblemente en estructuras de cocción al aire libre.

Las formas principales son las ollas y cántaros. En Sechura, las primeras presentan una gran diversidad en los tipos de bordes, que contrasta con los casos de Santa Rosa y El Chorro, en donde, desde luego, la muestra es menor. Se observa un fenómeno parecido respecto al repertorio decorativo. Finalmente, sobre el uso de estos ceramios, notamos que la mayoría presenta por lo general huellas de tizne y hollín, lo cual revela su paso por estructuras de quema. En el material de Santa Rosa y el Chorro, en uno de los recipientes, se han podido identificar huesos pequeños; en otros, huellas blancas en las paredes, todo lo cual coincide con las observaciones realizadas en campo sobre los contenidos alimenticios señalados en el caso de estas vasijas. En el material de Sechura, se pudo llevar a cabo análisis de almidones en algunas vasijas paleteadas, que revelaron huellas de maíz, fréjol, pimiento y yuca en las paredes de algunas ollas. Este conjunto de informaciones confirma sin lugar a dudas la función culinaria de estos recipientes.

A manera de conclusión
El objetivo de la presente investigación es terminar el análisis de estas muestras y replicar el estudio a conjuntos adicionales, principalmente de la costa norte,
con el fin de llegar a un mapeo arqueológico de técnicas. A nivel diacrónico, este trabajo permitiría evidenciar posibles vínculos entre la tradición precolombina y prácticas actuales, es decir, contribuir al conocimiento de la historia de los grupos potencialmente involucrados. A nivel sincrónico, la definición de este mapa tecnológico podría complementar los estudios ya realizados sobre el desarrollo y la difusión del paleteado. Una de las preguntas que sigue sin respuesta, por ejemplo, es aquella del contexto de la aparición del paleteado en lo que hoy es el Perú. Llama la atención que el boom, por así decirlo, de esta técnica ocurra justamente en un momento de intensificación de intercambios con el sur de Ecuador, especialmente en relación a la obtención de concha Spondylus. Y resulta sugerente que justamente en el sur de Ecuador el paleteado exista hoy en día, mientras que el golpeado (equivalente al paleteado, pero con otras herramientas) se practica desde al menos el primer siglo antes de Cristo. ¿Acaso existe algún vínculo entre las tradiciones cerámicas por percusión de estos espacios y las incesantes interacciones que han mantenido desde el periodo de los primeros poblamientos? De manera global, estas son las perspectivas que la presente investigación proyecta explorar, en continuidad con los trabajos ya existentes sobre estos temas, los cuales nos recuerdan siempre que las fronteras actuales no significan mucho en términos cronológicos. ¿Qué mejor año que el del Bicentenario para destacar este legado posiblemente plurimilenario y compartido que es la tradición paleteada?

Agradecimientos
Agradezco a las personas e instituciones siguientes por permitir la realización y difusión de la presente investigación: el Comité Organizador del VIII Congreso Nacional de Arqueología (en particular a la magíster
María Belén Gómez de la Torre, a Natalia Cisneros del Río y a Carla Márquez); la Dirección General de Patrimonio Arqueológico Inmueble del Ministerio de Cultura del Perú; N. Goepfert (CNRS); S. Vásquez (Universidad Nacional de Trujillo); B. Gutiérrez (Universidad Nacional de Trujillo/ BGL Consultores); I. Iliopoulos (University of Patras, Grecia); G. Ramón (PUCP); M. Bell (PUCP); E. Bracamonte (Museo Tumbas Reales, Lambayeque); T. Bray (Wayne State University); S. Robles (del taller de cerámica Santé); Red de Centros Culturales Europeos en el Perú —Eunic—; MSH Mondes (University Paris Nanterre).

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