Una Estatua de Piedra en la Plataforma UHLE

En el curso de las excavaciones en la “Plataforma Uhle” (sitio F de M. Uhle) al pie de la Huaca de la Luna en Moche, Perú, fue descubierto un fragmento de estatua lítica antropomorfa rota por choques térmicos y desfigurada por golpes violentos. Este hallazgo excepcional indica una de las funciones de dicha plataforma, particularmente durante un primer periodo hasta el inicio de la fase Moche III de la secuencia de R. Larco Hoyle. Su estado físico y varios indicios materiales en la plataforma Uhle sugieren la ocurrencia de disturbios sociales al final de la ocupación del sitio de Moche.

UNA ESTATUA DE PIEDRA EN LA PLATAFORMA UHLE, HUACAS DE MOCHE, PERÚ
Claude Chauchat y Belkys Gutierrez

English Abstract

During excavations of the “Uhle platform” (M. Uhle site F), at the foot of Huaca de la Luna, Moche, Peru, a fragment of an anthropomorphic stone statue was discovered. This fragment showed traces of thermic shocks and had been defaced by several violent blows. This exceptional find points to one of the main functions of the Uhle platform, especially during the first period until the beginning of the R. Larco Hoyle Moche III phase. Its actual state, as well as various material evidence, suggest social unrest at the end of the occupation of the Moche site.

De 1999 a 2009, bajo la dirección administrativa de los directores del Proyecto Huaca de la Luna,profesores Santiago Uceda y Ricardo Morales, hemosemprendido la exploración de una parte del extensositio arqueológico de Las Huacas de Moche, escogida en coordinación con ellos. Se trata de una plataforma baja, ubicada al pie de la fachada occidental de la Huaca de la Luna y al nivel aproximado de la planicieentre esta última y la Huaca del Sol. Fue en este lugar exacto donde Max Uhle, entre 1899–1900, excavó 37 tumbas que contenían un rico ajuar funerario, consti-tuyendo así la primera muestra de materiales de loque, más tarde, fuera llamada cultura Moche o Mochica (Uhle 1913).Exploraciones preliminares del equipo del Proyecto Huaca de la Luna (Esquerre et al. 2000; Pimentel y Álvarez 2000; Tello 1998) mostraron la presencia deuna plataforma baja con relieves polícromos en

varias partes. Excavaron en ella una tumba, razón por la cual se pensó que era una plataforma dedicada a colocar tumbas de personas de la elite Moche, de acuerdo con la interpretación de Max Uhle, quien consideraba su “sitio F” como una necrópolis. A raíz de estas exploraciones, nombraron este sector del sitio de Moche “la Plataforma Uhle.”

Nuestros trabajos se dedicaron a explorar en detalle la arquitectura de la plataforma y sus anexos, sus relaciones con la Huaca de la Luna y, secundariamente, intentar descubrir las huellas de las excavaciones de Uhle. Este último objetivo fue alcanzado parcialmente, quedando varias incógnitas que, probablemente, nunca podrán ser resueltas (Chauchat y Gutierrez 2010). En el curso de nuestras excavaciones, 57 tumbas fueron registradas en todo el espacio intervenido, tumbas que pueden sumarse a las 37 de Max Uhle. Por supuesto, descartamos un sinnúmero de otras que han sido saqueadas por los huaqueros durante los largos períodos de abandono del sitio y de los cuales queda como testigo la enorme cantidad de cerámica decorada, tejidos y otros materiales en las capas superficiales.

El objetivo del presente artículo es presentar un objeto excepcional descubierto durante estas excavaciones, y las consecuencias de su naturaleza, estado físico y contexto sobre la comprensión de la Plataforma Uhle y el sitio de las Huacas de Moche en general. Un artículo de breve síntesis sobre los resultados de las excavaciones en la Plataforma Uhle ha sido publicado en la Revista del Museo de Arqueología de la Universidad Nacional de Trujillo, en espera de una publicación detallada que está en preparación (Chauchat et al. 2009).

La Plataforma Uhle

Como se menciona en líneas anteriores, la plataforma Uhle se ubica al nivel de la zona urbana pero muy cerca de la fachada oeste de la Huaca de la Luna (Figura 1). El complejo arquitectónico que comprende la Plataforma Uhle consta de varias partes que se organizan alrededor de la misma (Figura 2). Aquella es un cuadrilátero de 57 m de largo en dirección este-oeste, 25 m de ancho y tiene una altura de 1 a 2 m según el relieve del suelo circundante, ya que se ubica al pie de la falda del Cerro Blanco y su superficie no es horizontal. Actualmente se encuentra erosionada en su mitad oeste, sobrepasando el metro de altura hasta el nivel de la planicie, por el trayecto de un camino colonial que une el pueblo de Moche con Conache y Laredo y que ya Max Uhle (1913: 97 [Figura 1]) señaló como “Road to haciendas and Santa Catalina Valley.” La plataforma tiene en su parte central un edificio alargado en sentido este-oeste, de muros monumentales de un metro de espesor y con tres ambientes distintos. Este edificio se encuentra destruido hasta una altura que varía entre 40 cm en la extremidad este a 5 cm en la extremidad oeste; razón por la cual, al principio, no estábamos seguros de que terminara en dicho extremo. En efecto, en esta hipótesis, el edificio no se ubica en el centro de la plataforma sino desplazado hacia el Este y no tiene ahora alguna entrada visible. El cuarto central es más estrecho que los dos laterales. Se pasa al cuarto central desde el cuarto oeste mediante una corta rampa y desde el cuarto este mediante un umbral alto señalado por una parte más delgada del muro. El piso del cuarto central estaba cubierto por una gruesa capa de cenizas con pedazos de carbón duros y de gran dimensión.

Figura 1.  La plataforma Uhle vista desde la cumbre de la Huaca de la Luna en el curso de las excavaciones. Desde abajo hacia arriba: el sector del pie de la Huaca, el sector oriental de la plataforma completamente explorado y cubierto de arena, uno de los canales intrusivos, los cimientos del edificio central, la zona erosionada por el camino colonial y, arriba bajo el techo de calamina, el Conjunto Arquitectonico n.° 8. A la derecha, el corredor norte, cuya cara decorada de serpientes está cubierta por el desmonte al igual que la plaza norte, parcialmente fuera de la foto, a la extrema derecha.

En la parte delantera de la plataforma existen dos ambientes rectangulares alineados a una distancia aproximada de 1 m del borde y enterrados profundamente en la masa de adobes de aquella, con paredes cuidadosamente enlucidas (Figura 2). En su estado primitivo, estos cuartos semisubterráneos debieron tener un techo grueso de 60 cm que afloraba en el piso superficial de la plataforma, quedando ahora las cabeceras de sus paredes a esta profundidad. El cuarto este, de 5.80 m de largo por 2.50 m de ancho, tiene una entrada por un vano que se abre en el corredor norte (ver más adelante) y dos peldaños que conducen al piso interior. El cuarto oeste tiene 6 m de largo por 2.5 m de ancho y su entrada no es visible. Se puede suponer que se entraba por el techo desde el piso de la plataforma. En determinado momento, el vano del cuarto este fue cerrado con un muro delgado de adobes y el espacio interior rellenado con un cascote compacto. Fue en este relleno que se construyeron tres cámaras funerarias. En el ambiente oeste, cuatro cámaras funerarias fueron también edificadas en su espacio interior.

El Pie de la Huaca

Un espacio de 10 a 12 m de ancho separa la plataforma de la fachada occidental de la Huaca de la Luna. El acceso a este espacio se encuentra al exterior del complejo, cerca de su muro delimitador norte (Figura 2). Este espacio, que hemos llamado “el pie de la Huaca” fue rellenado en varias oportunidades y por varios fenómenos: aportes eólicos de arena, sedimentos laminares o compactos productos del lavado de la arquitectura circundante por las lluvias durante varios eventos “El Niño,” rellenos intencionales de arena, cascote o fragmentos de adobes, etc. Varias tumbas han sido colocadas en este depósito a partir de las superficies sucesivas y también restos humanos procedentes de sacrificios se encuentran en varias capas de esta estratigrafía.

El Acceso y la Plaza Norte

Se ingresa al complejo de la plataforma por el Norte mediante una plaza amplia de 48 m en sentido esteoeste, por 19 m en el sentido norte-sur (Figura 2). Enfrente, hacia el Sur, se extiende de Este a Oeste un muro decorado de relieves en paneles cuadrados, repetitivos, de serpientes, debajo de los cuales se alinean pozos circulares de 1 m de diámetro por 1 m de profundidad (Pimentel y Álvarez 2000; Tello 1998). Ocho pozos han sido definidos en total pero deben existir más en las partes no excavadas de la plaza norte. Bordeando cualquiera de las extremidades de este muro, se pasa a un corredor de 3 m de ancho que se extiende a lo largo del talud norte de la plataforma. Se sube por su esquina noroeste mediante una rampa actualmente erosionada por el camino colonial y de la cual subsiste la parte baja.

No se exploró el total de la superficie de la plaza norte. Se excavó una trinchera en sentido norte-sur, de 7 m de ancho aproximadamente, en el centro y orientada a la entrada norte del complejo hasta llegar al piso de la plaza, mientras el muro delimitador norte, muy deteriorado, fue seguido por una trinchera este-oeste más estrecha.

Figura 2. El complejo de la plataforma Uhle (Conjunto Arquitectónico n.° 18) y sus alrededores. Cuadricula general de veinte metros. En amarillo la plataforma en sí, en gris oscuro el frontis occidental de La Huaca de la Luna, en gris claro dos excavaciones antiguas anteriores a las de Max Uhle y en celeste los canales intrusivos; abajo, el Conjunto Arquitectónico n.° 8; en ocre la zona erosionada por el camino colonial.

En la trinchera central de la plaza norte se encontraron varias vasijas enterradas hasta el cuello que revelaron ser marcadores de tumbas pues se excavaron dos tumbas por debajo. A lo largo del muro norte, se encontraron varias agrupaciones de objetos que son posiblemente ofrendas pero cuyo contexto general no fue posible percibir claramente, debido a la poca extensión de la excavación.

El Conjunto Arquitectonico n.° 8

En la esquina suroeste del complejo pero al interior del cuadrilátero (mal definido en su totalidad hasta ahora) que encierra la plataforma, se extiende un grupo de estructuras arquitectónicas de muros delgados y ambientes aglutinados que se asemeja mucho a los conjuntos habitacionales y de artesanos de la zona urbana. Es el conjunto arquitectónico n.° 8 (C.A. 8 [Figura 2]). Este conjunto fue excavado por R. Tello en las primeras exploraciones sobre la zona urbana de Moche, en un momento en que no se conocía precisamente la extensión de la plataforma Uhle (Tello 1998). Se interpretó entonces como parte de la zona urbana propia. En realidad, está separado de la zona urbana por la gran avenida norte-sur que había sido descubierta y al mismo tiempo es un anexo del complejo de la plataforma Uhle. Las excavaciones de R. Tello expusieron en detalle la arquitectura de este sector, que comprende en algunos lugares dos estados superpuestos, pero el análisis del material arqueológico recuperado no ha sido publicado, a excepción de cráneos humanos modificados encontrados en una hilera de hornacinas (Verano et al. 1999), y por consiguiente no se puede dar con certeza una interpretación de la función o las funciones de aquella arquitectura. Tentativamente, podemos comparar este grupo arquitectónico con los conjuntos habitacionales y artesanales de la zona urbana propia e interpretarlo también como un lugar de vivienda de la gente que ocupaba la plataforma Uhle. Pero esta interpretación se basa únicamente en esta semejanza, es decir que es muy frágil.

Materiales Culturales Encontrados

Los testigos culturales encontrados en la estratigrafía y las tumbas en el complejo arquitectónico de la plataforma Uhle van de la fase I a la fase IV de la secuencia de la cerámica Moche expuesta por R. Larco Hoyle (1948). La secuencia ceramográfica de Larco fue criticada varias veces por la ausencia de argumentos científicos expuestos por su autor. No es válida para la región norte, pasando el valle de Chicama, como lo prueban, por ejemplo, los resultados de San José de Moro (Castillo y Donnan 1994; Castillo et al. 2008). En el sitio de Moche, y particularmente en el caso de las 57 tumbas de la plataforma Uhle, la secuencia de Larco tiene plena vigencia. No solamente hemos podido asignar cada tumba a una sola fase de la secuencia (cuando el material es suficiente en cantidad y calidad), sino que también se puede tentativamente discernir transiciones entre las fases, a excepción de las fases I y II que, a veces, resultan difíciles de separar. Mucho tiempo antes de nuestros trabajos, John H. Rowe, al cotejar la secuencia de Larco con los materiales de la colección Max Uhle conservados en el Phoebe A. Hearst Museum of Anthropology en Berkeley, y que proceden del lugar mismo de nuestra excavación, encontró que la secuencia de Larco Hoyle era básicamente conforme con los lotes de cerámica de las 33 tumbas que podían ser individualizadas (Rowe 1962: 135).

Según esta secuencia, las tumbas más antiguas sobre la plataforma son las que se encuentran en los rellenos de los dos cuartos semisubterráneos: se pueden asignar a la transición Moche II/III de la secuencia de R. Larco Hoyle (1948). Las demás tumbas colocadas en otros sectores de la plataforma son todas de las fases III y IV con algunas asignables a una transición Moche IV/V y que son las últimas. En el relleno estratificado al pie de la Huaca, las tumbas más antiguas son de la fase I de la secuencia de Larco y varias otras están presentes, en pleno acuerdo con la estratificación, hasta la fase IV.

Un hecho importante que se desprende del conjunto de cerámica y objetos metálicos encontrados en las tumbas en la plataforma Uhle es que este material, al igual que el encontrado por Max Uhle, no es de calidad y cantidad inferiores al que ha sido encontrado en las tumbas sobre la Huaca de la Luna en la fase actual de investigaciones en Moche. Pero queda la incógnita de los resultados de las búsquedas de tesoros durante la Colonia.

Síntesis e Interpretaciones

De esta descripción se desprende que el complejo de la Plataforma Uhle tiene una estructura homóloga a la Huaca de la Luna. Está orientada en dirección norte-sur, con una entrada al Norte y una gran plaza que se debe atravesar hacia el Sur para ingresar, por una rampa, a la plataforma. Al Este, se encuentra un espacio colindante con la Huaca (la cual jugaría para la plataforma Uhle el mismo papel que Cerro Blanco para la Huaca de la Luna), en el cual se encuentran numerosos restos de sacrificios humanos. También llama la atención que, en ambos casos, se asocian representaciones de serpientes en el acceso hacia la parte central: en la parte alta de la rampa de acceso, en el caso de la Huaca de la Luna, y delante del talud norte de la plataforma, en el nuestro.

La presencia de los dos cuartos semisubterráneos rellenados para acondicionar tumbas y la existencia del edificio central sobre la plataforma, se debe interpretar como un indicio seguro de dos períodos de uso de la plataforma. El segundo período, a partir del inicio de la fase Moche III, es plenamente funerario: empieza cuando se rellenan ambos cuartos semisubterráneos y se reexcavan en parte para acondicionar tumbas que tienen ofrendas de cerámica en las cuales se mezclan los caracteres de las fases Moche II y III y que, por lo tanto, atribuimos a la transición entre estas dos fases. El primer período era de uso público o semipúblico difícil de definir exactamente, pero en el cual los cuartos semisubterráneos, al igual, sin duda, que el edifico central, jugaban un papel importante. Por ejemplo, considerando las dos entradas a dichos cuartos, una por debajo y otra por encima, se puede proponer una hipótesis de función de estos cuartos como almacenes de tributos para gente de dos mitades o “parcialidades” de la “ciudad” de Moche o del valle, y cuyos miembros venían, individualmente o en grupos, a visitar la plataforma (Day 1978).

Las relaciones que unen la plataforma Uhle con la Huaca de la Luna, que la domina inmediatamente al Este, no son muy claras. Lo que parece cierto es que la plataforma Uhle está en una posición de subordinación a la Huaca, por estar netamente más baja, como bien lo sugiere Quilter (2001: 22–23) citando a Moseley (1992: 110). Al mismo tiempo, la similitud de estructura implica cierta similitud de función, pero no necesariamente identidad.

Por el momento, la plataforma Uhle es el único lugar al nivel de la zona urbana entre las dos Huacas de la Luna y el Sol, donde han sido encontrado relieves polícromos, lo que indica su importancia. Empero es prácticamente imposible, hasta la fecha, tener una idea clara de cómo el complejo de la plataforma Uhle se integra en el sitio de Moche, es decir cuál fue su función y para quiénes. Tal es así que S. Uceda, el mejor conocedor del sitio de Moche, al describir en varias oportunidades aspectos importantes del sitio, la cultura y la sociedad de Moche, si menciona a veces brevemente la plataforma Uhle, nunca llega a integrarla a sus descripciones e síntesis sobre el sitio (Uceda 2008a, 2008b, 2008c, 2009, 2010; Uceda et al. 2010).

Para entender las relaciones exactas entre la plataforma Uhle y el resto del sitio, se necesita un conocimiento más completo en su totalidad que el que tenemos ahora. En la zona urbana, aparte de la plataforma Uhle, existen por lo menos dos plataformas más, una de las cuales ha proporcionado varias otras tumbas con ofrendas en cantidad y calidad comparables a las que proporciona la plataforma Uhle (Donnan y Mackey 1978). Aunque, hasta el momento, se hayan explorado conjuntos habitacionales y talleres de artesanos, no se puede adelantar que toda la zona urbana haya sido íntegramente compuesta de barrios de artesanos. ¿Quién era la gente enterrada en las plataformas secundarias, dónde vivía y cuáles eran sus funciones en la sociedad Moche? En el primer período de uso de la plataforma Uhle, ¿quiénes eran las personas que entraban y tenían acceso a la plataforma y qué actividades se llevaban a cabo en ella? Interrogantes similares se plantean sobre los gobernantes que actuaban en la cumbre de la Huaca de la Luna y tampoco tienen respuesta actualmente, aparte de la evidencia de los sacrificios humanos.

La Estatua de Piedra

Durante la penúltima temporada de excavación (2008), en la exploración de los linderos norte del complejo de la Plataforma Uhle, se encontró sobre el suelo de la plaza norte (Figura 3), a poca distancia de la entrada del complejo y a 1.20 m de la cara interna del muro perimétrico norte, un objeto de

Figura 3. La Plataforma Uhle y los restos supuestamente asociados al final de la ocupación Moche. 1: excavación del lado sur. 2: zona de las cerámicas en miniatura. 3: excavación del lado oeste. 4: excavación del lado norte. 5: zona de osamentas humanas con esqueleto de perro. 6: excavación del lado este. La estrella, a la izquierda, señala el lugar donde yacía el fragmento de estatua en piedra. La cuadricula es de veinte metros.

piedra que, al levantarlo, resultó ser un pedazo de estatua antropomorfa de piedra (Figuras 4 y 5). Este fragmento de granito tiene 26 cm de alto por 11.5 cm de ancho y 10 cm de espesor. Ha sido trabajado y pulido hasta ostentar en alto relieve una cara humana con el torso, siendo visible la mitad izquierda de la cabeza y el brazo del mismo lado. La cabeza ha sido esculpida y pulida con facciones un tanto esquemáticas: el ojo de la estatua es casi redondo y en relieve, sin ningún otro detalle salvo una zona central ligeramente menos pulida que el resto, donde se podría pegar una pupila central de otro material que ha desaparecido; la oreja es también de forma aproximadamente circular con la huella bien clara de un agujero en la parte inferior;

Figura 4. El fragmento de estatua de piedra in situ antes de su levantamiento. Vista tomada hacia el noreste. La pared a la derecha es el límite de la trinchera que sigue el muro perimétrico norte de la plaza, no visible a la izquierda.

la boca está formada por una incisión larga, sin labios marcados ni dientes visibles. Aunque la nariz ha casi completamente desaparecido, se puede percibir parte de su contorno, que apunta a una forma relativamente realista y ancha. Aparece en la base de la nariz la huella clara de otro agujero que atravesaba la parte central, de una aleta a la otra. Una banda saliente en forma de collar atraviesa la parte superior del torso, a partir del hombro izquierdo, pero podría representar también un elemento de vestido. El torso parece trabajado con menos cuidado; el brazo, doblado sobre el pecho, y la mano izquierda son visibles pero netamente más esquemáticos y toscos que el resto de la figura. Los agujeros de la nariz y la parte inferior de la oreja permiten suponer que la estatua tenía originalmente una nariguera y arete suspendidas. Con menos probabilidad, también se puede suponer que esta figura tenía algún tocado, a pesar de no tener ninguna forma de sujetarlo, dado que casi todas las figuras humanas Moche (salvo las de los prisioneros) lo tienen. No hemos observado restos de colorante.

Figura 5.  Tres vistas principales del fragmento de estatua de piedra.

Tan solo subsiste un pedazo de la estatua y las dos roturas ortogonales en su lado derecho y en la parte inferior tienen los rasgos de ser por choques térmicos. Una exposición a un calor intenso se observa también en la cara dorsal con huellas de exfoliación en forma de escamas. Además sufrió varios golpes violentos: uno hizo saltar la nariz y varios otros desfiguraron el contorno de la cara. Hemos contado más de diez sobre la cara y posiblemente uno más en la oreja. No hay duda que estos golpes fueron intencionales, por la fuerza y el peso del percutor que son necesarios y el carácter sistemático de los impactos alrededor de la cara. Este fragmento de estatua en alto relieve es un objeto excepcional, pues la escultura de piedra se encontraba ausente hasta ahora en la cultura Moche, pero es el tercer objeto grande de piedra trabajada encontrado en nuestras excavaciones, siendo los primeros dos morteros imponentes colocados al pie de la Huaca.

Hemos intentado una reconstrucción conjetural esquemática a partir de este fragmento, tomando como principio que, si representa una cabeza humana, la cara debería tener cierta simetría (Figura 6). Para esto, hemos trazado los rasgos principales con líneas e intentado encontrar dónde se podría poner un eje de simetría. El único punto relativamente preciso se ubica en la base de la nariz. A partir de aquel punto, hay varias posibilidades sobre la ubicación del centro de la boca y de la parte más alta de la frente. Ninguna de ellas es completamente satisfactoria, pues si aplicamos una simetría en espejo y queremos ensamblar las dos partes, resulta que la curva de la parte alta de la cabeza no debe ser igual en ambos lados. Por lo tanto, se deduce que la cabeza era ligeramente asimétrica, de una manera difícil de evaluar. Además, en esta reconstrucción, la vuelta dada al dibujo según la simetría en espejo nos proporciona un brazo derecho que en realidad no sabemos si estuvo en esta posición. La forma exacta de la nariz es también difícil de precisar pero parece relativamente ancha. Con todos estos puntos dudosos, hemos llegado al dibujo de la Figura 6 que nos parece el mejor que se pueda proponer.

Por supuesto, es posible que, en el futuro, se encuentren otros pedazos de esta estatua que podrían eliminar dichas dudas. Un interrogante importante que se plantea es si el estilo de esta escultura es verdaderamente Moche, lo que resulta difícil de apreciar pues no se conoce otra escultura de piedra asociada a esta cultura, sea en el Sur o en el Norte, y es muy probable que los cánones estilísticos sean diferentes según el tipo de material trabajado.

Figura 6. Un intento de reconstitución conjetural de la cabeza de la estatua de piedra.

Con los descubrimientos de numerosos murales y relieves que han ocurrido desde el principio de los trabajos en Moche, son obvias las diferencias entre los temas expuestos, así como el tratamiento estilístico de estos temas en los murales y en la cerámica. Comparando este fragmento con la cara antropomorfa del “Degollador” en el mural del patio principal de la plataforma 1 de la Huaca de la Luna (por ejemplo, Uceda 2000: 96), llama la atención la ausencia de colmillo. Al contrario, en la medida que nuestra reconstitución de la nariz es exacta, la del Degollador tiene aproximadamente la misma forma.

La representación en relieve, pero esta vez sobre madera, de un ser humano y no de una deidad encontrado en la plaza principal de la Huaca Cao Viejo, valle de Chicama (Galvez y Briceño 2001: 155), aunque muy deteriorada, no se asemeja a la estatua de la plataforma Uhle, por lo menos en el contorno de los ojos y los brazos apartados del torso, más realistas.

Si ahora buscamos ejemplos de esculturas líticas antropomorfas en regiones próximas, no podemos evitar examinar las diferencias con las estatuas Recuay del Callejón de Huaylas (Lau 2000: 178, 181, 184, 196; Makowski y Rucabado 2000: 206; Quilter 2001: 30). Un primer argumento concierne a la superficie. No sabemos en qué medida el aspecto rugoso de estas esculturas se debe a la erosión de la intemperie o es producto de la técnica: en todo caso el estado de la superficie es completamente diferente. Además, en general, la cabeza de las estatuas Recuay no se diferencia del resto del cuerpo, resultando en una estatua de forma ovoide, sin hombros. La nariz es muy esquemática, con una forma rectangular y poco relieve; la boca es rectangular, con dientes diseñados esquemáticamente. Sin embargo, en varios ejemplos conocidos, es frecuente la presencia de ojos circulares, lo que sería el único punto de semejanza con la estatua de la plataforma Uhle.

Extrañamente, hemos encontrado una figura humana en alto relieve que tiene algunos rasgos semejantes a la estatua de la plataforma Uhle, pero es una figurina muy pequeña, de cerámica y, desafortunadamente, es de procedencia desconocida. En 2009 se trata de la figurina impresa sobre la carátula del tomo 11 de la Revista del Museo de Arqueología, Antropología e Historia de la Universidad Nacional de Trujillo. Hemos podido obtener una fotografía más completa gracias al director de la Revista, Enrique Vergara (Figura 7) quien además indica que esta figurina, de 17,2 cm de alto, se atribuye al Formativo de la Costa Norte (E. Vergara, comunicación personal, 11 de enero de 2013). Tiene algunos rasgos similares a la estatua de la plataforma Uhle y otros que son diferentes: presencia de hombros, ojos circulares (pero la pupila está marcada por un hoyo), la nariz saliente y el brazo esquemático y delgado. Pero las orejas son diferentes y la boca tiene labios prominentes. La evidencia no es conclusiva pero es el objeto más cercano por su estilo que hayamos podido encontrar.

Contextos e Interpretaciones

¿Cómo se pueden interpretar estos hechos? Los rasgos de la cara parecen humanos y no de una divinidad, y entonces esta estatua o ídolo podría representar un ancestro; por ejemplo, ser el fundador de la ciudad a quien se le proporcionó aretes y nariguera como a los gobernantes mochicas. La semejanza (discutible por cierto) con la figurina de cerámica del Museo de Arqueología de Trujillo apuntaría, como una de las posibles hipótesis, que se trata de un ídolo muy antiguo, quizás del Período Inicial. Pero no se puede descartar en absoluto que sea propiamente Moche.

Figura 7.  La figurina del Museo de Trujillo. Foto cortesía del Museo de Arqueología de la Universidad Nacional de Trujillo.

Los golpes que desfiguran la cara de la estatua muestran una intención clara de destruirla. Recordemos que el edificio central tiene huellas de un gran fuego, que podría ser un incendio del techo. ¿Cuál sería el lugar más apropiado para un ídolo tan excepcional sino el cuarto del medio de este edificio? Sin embargo, la destrucción voluntaria de esta estatua apunta a un disturbio social de alguna clase, donde uno de los símbolos de la ciudad fue destruido. Aunque el incendio haya podido ser accidental, la destrucción de la cara no lo es.

Como este fragmento de estatua se encuentra directamente sobre el piso de la plaza norte, pensamos que ha sido tirado ahí al final de la ocupación plena del sitio de Moche, a una distancia aproximada de 40 m en línea recta del edificio central de la plataforma. Todo aquello, en su momento, se debe contextualizar con otros hechos que nuestras excavaciones en la plataforma han podido poner en evidencia.

En varias partes de la plataforma, alrededor del edificio central, han sido encontradas evidencias de excavaciones antiguas aparentemente hechas con el propósito de alcanzar las tumbas que allí se encontraban y saquear su contenido. Estas excavaciones parecen diferentes de las alteraciones de las tumbas que ocurren poco tiempo después del sepelio y que tienen generalmente como efecto quitar una parte o el total del cuerpo del difunto (Gutiérrez 2008).

En el lado sur de la plataforma, tras el edificio central, hemos excavado una serie de siete tumbas, de las cuales seis están más o menos alineadas en el medio de este espacio, entre el muro sur del edificio central y el muro delimitador sur de la plataforma. En vez de encontrar el piso superficial y las cámaras de tumbas excavadas en el zócalo de adobes tramados de la plataforma, de 1.50 m de espesor, nuestros trabajos encontraron un relleno de cascote y fragmentos de adobes derretidos y soldados en una masa compacta y sin estratificación, a casi 2 m de profundidad, alcanzando el nivel de los esqueletos y ofrendas de las tumbas (Figura 3: 2). En este relleno compacto se encontraron huesos humanos y tiestos de cerámica, hasta partes importantes de vasijas procedentes obviamente de las tumbas. Además, durante la exploración de las tumbas encontradas en la base de este relleno, se observó que se encontraban restos de sedimento con láminas horizontales, arcillosas y arenosas alternantes, de grosor milimétrico y sobre varios centímetros de altura, pegados a los objetos o huesos dejados in situ, o a los adobes que quedaban al nivel de los esqueletos, como lo que deja un charco de agua lodosa al evaporarse. Interpretamos estos hechos como la presencia de una excavación u hoyo grande, abarcando las tres tumbas más occidentales de la hilera (tumbas n.° 17, 18, y 21) y quizás otras que no hemos explorado más al Oeste. Este hoyo fue cavado hasta alcanzar el nivel de las tumbas y sacar de ellas parte de los ceramios y huesos humanos que, al taparlo, quedaron dispersos en el relleno. Esta operación se efectuó durante un episodio “El Niño” y el agua de las lluvias se acumuló durante cierto tiempo en el hoyo, dejando las láminas arcillo-arenosas como testigos de la evaporación gradual de aquella. Asimismo, cuando el hoyo fue tapado, el sedimento compacto del relleno fue depositado en estado húmedo, soldándose entre sí los pedazos de barro. En la superficie, el piso de la plataforma está ausente; más bien la superficie de este cascote compacto es irregular, con los huecos superficiales llenados con arena eólica. Esta arena eólica está cubierta por la capa gruesa de tierra arcillosa procedente de la destrucción de la arquitectura, obra de los Chimús. Entonces, este evento se produjo entre la época de las tumbas, que son de estilo Moche III y IV, y la destrucción por los Chimús. Dado el carácter restringido de nuestra excavación, no se pudo determinar la extensión exacta de este hoyo sino que no toca el muro perimétrico sur de la plataforma y tampoco toca el edificio central. Hacia la extremidad oeste de este hoyo, se encuentran, cerca de la superficie desprovista de piso, huesos humanos esparcidos y ceramios en miniatura en número total de 29 (Figura 3: 3) que parecen ofrendas asociadas a los huesos humanos. Esta parte se excavó superficialmente, apenas 35 cm de profundidad y dejando el resto del relleno como testigo.

Otro hoyo, en la parte oeste erosionada por el camino, se asemeja a aquello que acabamos de describir (Figura 3: 4). A pesar de la erosión que hizo desaparecer más de 1 m de alto de la plataforma, se aprecia en el suelo un área sin adobes, alargada de Sur a Norte, de 13 m por 6 m, rellenada con cascote, en el centro de la zona oeste. Se puede suponer que, en la superficie original de la plataforma, este último hoyo tenía una extensión mayor que la que es visible ahora.

En el sector norte, donde hemos dejado un testigo amplio, el piso y el zócalo de adobes también están ausentes en una gran extensión que, sin embargo, no se puede definir con precisión (Figura 3: 5).

Inmediatamente al este de la cabecera de la pared este del cuarto semisubterráneo oriental y a 40 cm de profundidad, se extiende una concentración desordenada de huesos humanos desarticulados, con algunos tiestos de cerámica permitiendo una asignación cronológica a la fase Moche IV (Figura 3: 6). Esta concentración de huesos humanos se prolonga hacia el Este por una zona con huesos más dispersos. Entre estas dos partes se encuentra un esqueleto de perro en conexión anatómica perfecta y varios restos de murciélagos que interpretamos como sacrificios en ofrenda a estos restos. Aunque no haya sido explorada por nosotros, interpretamos esta zona como la misma clase de hoyo que aquel del lado sur, que no se extiende más al Oeste puesto que la pared del cuarto semisubterráneo no ha sido afectada.

El caso del sector este es más dudoso pero, de las tumbas ahí encontradas, por lo menos dos (tumbas n.° 5 y 7) han sido alteradas (Figura 3: 7). Los huesos humanos de varios individuos están reducidos a astillas y las ofrendas de cerámica se encuentran mayormente rotas y mezcladas en el relleno de la cámara de la tumba n.° 7 y en un hoyo poco profundo sobre la superficie de la plataforma inmediatamente al Oeste. Sin embargo, en este caso, no se han observado ofrendas de ningún tipo. Estos conjuntos de datos serán descritos más detalladamente en una publicación ulterior. La conclusión que se puede sacar es que hubo varias excavaciones hechas sin cuidado y en las cuales fueron destruidas parcial o totalmente las tumbas encontradas, tirando afuera los restos humanos y las ofrendas funerarias. Una de estas excavaciones fue hecha durante un evento de lluvias torrenciales, que dejó un charco importante de agua en el fondo del hueco y humedeció el relleno al momento de taparlo. Las ofrendas de cerámica o de animales, que parecen posteriores y asociadas a los huesos humanos encontrados en la superficie, son difíciles de entender pero todo parece como si alguien hubiera regresado para poner estas ofrendas, sean los mismos responsables de las excavaciones u otras personas.

Otros indicios son aun más problemáticos de asociar a lo que se acaba de describir pero podrían completar el cuadro. Se trata de la presencia, alrededor de la plataforma, de varios esqueletos humanos que parecen haber sido abandonados en el suelo.

Sugerimos que, durante un evento “El Niño,” se produjeron disturbios sociales y grupos de gente entraron a la plataforma e hicieron varias depredaciones. Se incendió el edificio central, lo que produjo la rotura del ídolo que se encontraba en él. Antes o después de este incendio, se desfiguró este ídolo, y una vez roto, se lo llevó o tiró hacia el norte, en la gran plaza, cerca de la entrada al complejo. Posiblemente, violencias interpersonales o riñas se produjeron al mismo tiempo, dejando varios muertos en el suelo. Quizás, más tarde, otra gente llegó a poner ofrendas cerca de los restos humanos, pero llama la atención el hecho de que ya no son objetos de la calidad de la cerámica Moche, ni ofrendas de camélidos sacrificados como en las tumbas, sino cerámica miniatura burda, un perro y murciélagos, animales que aún hoy en día son considerados como sicopompas (Goepfert 2011).

Nos parece que estos disturbios son las manifestaciones, sobre la plataforma Uhle, de los que condujeron al abandono del sitio de Moche o, por lo menos a la desaparición de la dinastía gobernante. Si se acepta la presencia original de una estatua de piedra antropomorfa sobre la plataforma, quizás en el edificio central, esta presencia resalta la importancia del complejo de la Plataforma Uhle en el sitio de las Huacas de Moche. Sugerimos que esta estatua representaba a un ancestro o fundador de la ciudad a quien se rendía culto. Se podrían asociar a este culto oráculos, curaciones chamánicas y peregrinaciones. Su destrucción, al mismo tiempo que la de las tumbas que rodeaban su aposento, significó el final de su protección sobre la ciudad y el fin de la ciudad misma como entidad sociopolítica y productora. Crisis climáticas de tipo “El Niño” han sido invocadas como causas para tales disrupciones del orden social y las evidencias sedimentológicas en el hoyo del lado este indica que fue cavado durante un episodio de lluvias intensas, aunque no se pueda indicar una fecha exacta para el evento aquí mencionado. No parece que fuera el o los mega-Niños invocados en concordancia con los testigos de sequía en la Sierra (Thompson 1980) pues, según las varias fechas radiocarbónicas que tenemos ahora, el lapso 600–650 d.C. al que se refieren, cae en el periodo auge de la fase Moche IV.

Somos perfectamente conscientes que esta reconstrucción es altamente especulativa. Entre varias dificultades, por ejemplo, no tenemos ninguna seguridad que estos eventos constituyen un solo conjunto simultáneo pero, por el momento, no hemos encontrado otra explicación que dé cuenta de todos los hechos. De todos modos, queda el testigo de este fragmento de estatua de piedra, de un estilo desconocido en relación con la iconografía Moche existente. Hemos presentado aquí una serie de hipótesis que no son las únicas posibles pero nos parecen en este momento las más probables o las más sencillas aunque no tengamos medios para ponerlas a prueba.

Agradecimientos

El “Programa Internacional Moche” ha sido financiado de 1999 a 2012 por el Ministerio de Asuntos Extranjeros del Gobierno Francés y el Centro Nacional de Investigaciones científicas (CNRS) de Francia. Agradecemos a los Profesores de la Universidad Nacional de Trujillo, Santiago Uceda y Ricardo Morales, titulares del permiso de excavación ante el entonces Instituto de Cultura del gobierno peruano por haber permitido la exploración de este importante complejo arquitectónico del sitio de Moche. Asimismo, agradecemos a los investigadores franceses y peruanos y numerosos jóvenes arqueólogos y estudiantes de esta universidad, y los auxiliares que participaron en estos trabajos. MarieAgnès Courty-Fedoroff, sedimentóloga, y Nicolas Goepfert, arqueólogo, quién analizó los restos de vertebrados, ambos del CNRS, merecen una mención especial en relación con este artículo. Enrique Vergara, del Museo de Arqueología de la Universidad Nacional de Trujillo nos mandó unas fotografías de la figurina mencionada en el texto. El texto castellano fue revisado por Vanessa Ponce de León, del Instituto Francés de Estudios Andinos. Dos revisores anónimos han proporcionado críticas y sugerencias que nos han llevado a mejorar sustancialmente el texto original.

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