Un recurso de acceso fácil para la creación es la tierra, la cual mezclada con el agua se convierte en barro, una pasta plástica, modelable para la creación de una nueva forma, que al secar se convierte en un elemento compacto y durable; más aún si es sometida a la cocción del fuego. El mismo Dios recurrió a este medio para crear al hombre y luego insuflarle la vida. Sin embargo, este proceso de transformación de la materia, aparentemente muy sencilla, reviste para la humanidad un largo proceso de realización, en el que a su vez se impuso también una complejidad progresiva en su composición material y en sus técnicas de manejo.
Usos urbanos
En la medida que se dio este proceso se fueron distinguiendo los usos del barro con implicancias estéticas cada vez mayores, sea en la arquitectura civil y religiosa, en el menaje, en la representación de objetos para los ritos religiosos y en los objetos ligados a la vida cotidiana.
En el Perú antiguo, desde el periodo precerámico (4000-2000 a. C.), se conocen ya construcciones monumentales públicas de carácter sagrado como Caral y Kotosh. En Caral se usó arcilla como argamasa y muchas paredes presentan tramados reticulares de carrizo y postes de huarango, unidos con argamasa gris, y cubiertas por un revoque de arcilla amarillenta pintado de blanco, rojo y amarillo claro. Técnica que pasado el tiempo sería conocida como quincha. En Kotosh se muestran edificaciones similares con arcilla amarilla como revoque y destaca el ícono de los brazos cruzados en relieve. En esta época la arquitectura adquiere gran desarrollo.
En Sechín, Ancash, aparecen los adobes cónicos de barro crudo secados al sol, los cuales eran asentados con barro; los mismos que también van a caracterizar áreas culturales chavinoides.
Posteriormente, con los moche se empieza a utilizar el adobe rectangular, tal como se observa en la Huaca del Sol y Huaca de la Luna.
En la costa central, en Chancay, se dieron unos adobes hemisféricos; en los valles de Rímac y Lurín se usaron adobitos semejantes modelados a mano para paramentos que contenían tierra o rellenos, así como lo muestran las huacas Juliana, Aramburú, Catalina Huanca, entre otras. En Pachacamac hay también evidencias de ello en una primera fase, pero son usuales también los adobitos cúbicos.
Técnicas pre his pánicas En la era de las formaciones urbanas, propias de la cultura Wari como en Cajamarquilla, en Lima, se muestra el uso del adobón, el cual se elabora apisonando el barro en largas gaveras y luego es secado al sol. Hoy es conocido como tapia.
Más tarde, predominó el adobe hecho a molde con tablas en el reino Chimor, aunque también apareció el adobito trapezoide, y en el valle de Casma se dio el adobito cilíndrico. Sin embargo, es el adobón o la tapia la forma de barro que está asociado a la arquitectura de los incas, especialmente en la costa, aunque en Lima y Chincha su uso viene con anterioridad. Mientras que el adobe se hace uno a uno y demora en secar, necesita tendal y alinearse sobre mortero de barro fresco; la tapia se coloca directamente en la cajonería sobre la cimentación, ganando así en rapidez. Procedimiento constructivo a tono con la expansión del imperio.
El Centro Ceremonial de Pachacamac, en el valle de Lurín, con un desarrollo entre los 200 a.C y el periodo Inca es un claro ejemplo de las diversas técnicas constructivas precolombinas con barro.
Actualmente, esta técnica tiene aportes españoles, pues también fue conocida en el Viejo Mundo. Los romanos la denominaron como rusticus paries y la palabra tapia es de origen árabe. En quechua parece no haber existido término específico para tapia, en cambio la pared se denomina pirca y al tabique de caña y barro se llama quincha. Tanto en quechua como en aymara se empleaba: tica-pirca como equivalente a pared de adobes. Se dice, asimismo, allpa-pirca.
Allpa es tierra de labrar. Por lo general la tierra empleada es grumosa y compacta, en ocasiones sin paja, aunque el empleo de la paja en el antiguo Perú estuvo muy extendido. Se usaba el ichu en el barro de los abobes. Asimismo, en el enlucido de paredes es común la paja en el barro.
Enlucido que también podía contener arcilla, yeso y cal. Todas estas prácticas constructivas siguen vigentes en muchos pueblos de la costa y la sierra.
Durante el periodo del Formativo Inferior apareció la cerámica, es decir, el barro con características especiales para el modelado de objetos sometidos luego a cocción, para uso doméstico y religioso con diversos grados de decoración según sus funciones sociales. En toda la época prehispánica las arcillas mayormente se obtenían de las terrazas de los ríos. Mitú o mito es el barro preparado para la alfarería, ladrillos y tejas, aunque estos dos últimos no fueron usados en el Perú antiguo. La tecnología cerámica implica no solamente el uso de las arcillas sino también la inclusión de un material aplástico, temperante o desgrasante, que se añade intencionalmente a la arcilla para evitar la excesiva plasticidad y dar más cuerpo a la masa, éste puede ser con más frecuencia arena, conchas o rocas molidas, y diversos materiales orgánicos. Existe diversidad de clases de arcilla, según las regiones donde se elaboraba la cerámica; se encuentran arcillas rojas de alto contenido de hierro, de colores marrones con contenido de manganeso, amarillentas con contenido de calcio y blancas con caolín.
Las técnicas cerámicas prehispánicas que sobreviven son el enrollado y el uso del plato molde, tilla o muyupuchaca; el modelado se da en el área andina, sobre todo en la sierra central y sur; mientras que el paleteado sobre una horma, el uso de una base plana para modelar y el uso de moldes son exclusivos de la costa norte y de Cajamarca. La selva se caracteriza por la técnica del enrollado y el barnizado con resinas vegetales.
La decoración va desde incisiones o marcas y el empleo de capas de engobe para lo cual es necesario emplear una arcilla de granos sumamente finos para lograr una superficie lisa y brillante. Si bien es cierto que la cerámica del Perú antiguo fue en algunos casos decorada con colores naturales de la arcilla y también con los minerales como los óxidos de hierro (rojos y ocres), cobre (verde), manganeso (negro), cobalto (azul), entre otros, con una cocción de unos 800 a 1000 grados centígrados para fijarlos; hoy gran parte de la cerámica andina utiliza solamente los engobes de arcilla.
El advenimiento de la conquista española permitió el conocimiento del vidriado a base de sílice y plomo para el recubrimiento de los objetos, y la técnica de la mayólica que consiste en bañar al objeto con una capa de blanco de estaño sobre la cual se aplican los colores de óxidos minerales combinados con el vidriado.
Puno y ciertas localidades de Cusco y Cajamarca mantienen todavía talleres que producen objetos con estas técnicas, pero cuyas formas, contenidos y funciones corresponden en gran parte a una cultura mestiza de carácter rural.
Soledad Mujica Bayly