Hace ocho años, durante una labor cotidiana de pastoreo, Francisco Ventura Ascencio llegó hasta la parte más alta del cerro El Tigre, en la provincia de Bongará, Amazonas, donde tiene su parcela de 20 hectáreas. Cuando se abría paso entre la maleza para acceder a donde creía que había un ojo de agua, sintió que imperturbables ojos observaban todos sus movimientos.
Avanzó unos metros más entre la espesa vegetación que crece casi al borde del abismo y se dio cuenta de que las miradas eran parte de impresionantes rostros y que integraban un grupo de sarcófagos de la cultura Chachapoyas, los que, según los expertos, tendrían mil años de antigüedad.
Creyó que lo ocurrido era algo normal. No se le ocurrió informar a la comunidad campesina San Gerónimo de la que forma parte, hasta que hace un mes el presidente de esta agrupación, Francisco Ventura Ascencio, se enteró de ello.
Ventura se contactó con la Dirección Regional de Cultura de Amazonas y su director, José Trauco, dispuso que el arqueólogo Manuel Malaver investigara este hallazgo que aportará información sobre la cultura Chachapoyas. Por las características de los tamaños y las decoraciones multicolores, los 23 sarcófagos descubiertos en el cerro El Tigre pertenecerían a un cementerio de élite que habría sido dedicado exclusivamente a niños de la cultura Chachapoyas.
En los últimos días, un equipo de El Comercio participó en una expedición a través del bosque de neblina del distrito de Jazán, en Bongará, hasta donde es difícil acceder por lo complicado de la geografía, las lluvias y el terreno pantanoso.
AVENTURA MILENARIA
El punto de partida para llegar hasta el conjunto de sarcófagos se inicia en la localidad de Pedro Ruiz Gallo, capital de Jazán, a través de una trocha carrozable que conduce al anexo de San Gerónimo, habitado por unas mil personas.
El reto consiste en escalar unos ocho kilómetros por un camino serpenteante, que se hace cada vez más angosto hasta llegar al farallón donde hace unos mil años fue colocado un grupo de sarcófagos a unos 2.900 m.s.n.m.
Los vestigios dan la bienvenida con miradas amigables y coloridos rostros, como si se tratase de un grupo humano que quedó plasmado en este tipo de patrones funerarios.
La hipótesis de que sería un cementerio de niños es manejada por expertos de la Dirección Regional de Cultura de Amazonas, quienes afirmaron que el grupo de sarcófagos mide un máximo de 1,5 metros a diferencia de otros que han sido descubiertos, como los de Karajía, que miden 2 metros de alto y albergan momias de adultos.
También se encontraron pequeñas figuras de barro semejantes a sarcófagos en miniatura, que fueron colocadas junto a los sarcófagos principales. Podría tratarse de algún juguete de los niños enterrados en el lugar u ofrendas. El uso de varios colores, entre ellos rojo, amarillo, negro y blanco, es un detalle particular de los restos.
INTACTOS
Un primer registro revela que diez de los 23 sarcófagos están intactos y en buen estado de en la parte externa, mientras que los otros 13 se encuentran deteriorados por los efectos del clima.
Una decena de sarcófagos se halla totalmente sellada y se presume que guardan momias. Según dirigentes de la comunidad campesina San Gerónimo, en los alrededores de El Tigre existen otros sarcófagos y mausoleos que han sido completamente destruidos.
“Estaríamos frente a los restos de un grupo que se manejaba como confederaciones independientes en los aspectos territorial, social y político, pero que compartía una misma identidad”, sostuvo Malaver, quien recomendó no retirar los sarcófagos del lugar e instalar una cubierta.
Además, dijo que elabora un expediente con el que se pretende pedir que se declare lo hallado Patrimonio Cultural de la Nación.
Fuente: El Comercio