EI enterramiento de la Huaca Loro es un buen ejemplo de una tumba en forma de pozo, con cámaras laterales o nichos (figs. 2930 A, B). Fue cavada en un terreno compuesto de una serie de finos depósitos estratificados de arena-cienoarcilla, que probablemente fueron consecuencia de varias importantes inundaciones causadas por El Niño, durante el holoceno. Afortunadamente para nosotros, el terreno en su conjunto estaba bastante compactado y sólido, de tal manera que durante los seis largos meses de excavación (octubre de 1991 — marzo de 1992) no hubo amenazas serias de derrumbe. Las paredes del foso funerario, desde la cima hasta el fondo, conservaban unas marcas algo regulares y poco profundas en forma de surcos —de unos 2,5 a 3.0 cms. de ancho y 15-20 cms. de largo—, que probablemente fueron hechas por los instrumentos de cobre arsenical usados para cavar este foso hace 1000 años (figs. 30 A, B – 31). Al parecer, las superficies de las paredes también fueron alisadas a través del raspado. Dado el tamaño y profundidad de la tumba, así como la naturaleza compacta del suelo, la excavación original debe haber tomado al menos un par de semanas —asumiendo que trabajaron de 8 a 10 personas en el foso—.
La Tumba de la Huaca Loro: Contenido y Organización
CULTURA SICÁN : DIOS, RIQUEZA Y PODER EN LA COSTA NORTE DEL PERU
Autor: IZUMI SHIMADA
Por seguridad y para facilitar el trabajo, nuestra excavación se llevó a cabo a través de una serie de escaIones cavados en la pared este de la tumba. En ese proceso, observamos antiguos rastros de trabajos estratigráficos en dicha pared, lo que sugiere que los primitivos obreros Sicán excavaron el foso de manera similar. Es decir, que ellos excavaron las paredes norte, sur y oeste de manera vertical, y usaron el lado escalonado del este para el acceso y remoción de la tierra. El relleno original recuperado de la cámara funeraria no indica preparación especial alguna; sólo se trataba de arena mezclada, cieno y arcilla, probablemente originadas de la misma excavación del foso.
Nuestro trabajo dejó al descubierto una profunda tumba del período Sicán Medio, perteneciente a un adulto masculino de un nivel social alto. Era un foso vertical de 12 ms. de profundidad —65 m.s.n.m. aproximadamente— y de forma cuadrangular de 3 ms. por lado, en donde el cuerpo fue colocado al centro del piso. El personaje fue rodeado por aproximadamente 1.2 tns. de diversos bienes funerarios, lo que incluye también cuatro cuerpos de personajes secundarios. La tumba se salvó de los saqueadores por una distancia que oscilaba sólo entre 30 cms. y 1 m. Aquí, nos referiremos al fondo de la tumba —entre los 11.0 y 12.7 ms. bajo la superficie— como la «cámara funeraria».
La cámara funeraria tiene siete nichos de diferentes tamaños, han sido cavados en los cuatro lados de la tumba. Estos están distribuidos simétricamente a lo largo del eje Este-Oeste (fig. 32). El nicho #1, el más grande y profundo, ocupó gran parte de la pared este, mientras que otros dos más pequeños y poco profundos se encontraban en la pared oeste. De hecho, el nicho #7 fue delineado con una incisión poco profunda. También encontramos dos nichos de tamaño mediano y cavados simétricamente y opuestos entre sí, en las paredes norte y sur. A excepción de los nichos #1 y # 7, los otros tienen forma de medio cono y miden entre 50 y 80 cms. de profundidad, teniendo además un ancho y una altura de 1 y 1.2 ms., respectivamente. Todos fueron completamente rellenados con la misma mezcla de arcilla-cieno-arena y las entradas cuidadosamente selladas para ocultar su presencia. Sin embargo, los sellos se rajaron lo que nos fácilitó su identificación.
Es bastante evidente que la colocación de los objetos en la tumba fue cuidadosamente planeada, lo que es de esperarse de cualquiera que contenga una gran cantidad y variedad de bienes funerarios y múltiples cuerpos. De manera general, la distribución de los objetos fue concéntrica y con varias superposiciones en relación al cuerpo del personaje principal, ubicado cerca al centro de la cámara funeraria. Se encontró objetos personales de oro y plata —con excepción de los hallados en los depósitos de oro 1 y 2—, ya sobre su cuerpo como alrededor de él; mientras que los objetos de tumbaga, cobre arsenical, concha y cerámica fueron colocados hacia los bordes de la cámara funeraria y en niveles más altos. La reconstrucción de la organización de aquella (fig. 31) se hizo muy compleja por la fuerte compactación originada por el peso del relleno, y la descomposición y corrosión debida al cambiante nivel de las aguas subterráneas.
En la descripción que sioue, nos referimos a seis niveles superpuestos de bienes funerarios definidos durante la excavación, empezando con el más profundo ya que fue colocado primero al iniciarse el ritual funerario. Estos niveles no son necesariamente tajantes y rígidos ya que muchos objetos se movieron de sus posiciones originales, y algunos —los objetos altos y largos— atravesaron varios niveles. No obstante, no podemos estar seguros que estos niveles correspondan a la división u orden de su colocación original, pero nos ayuda bastante en la descripción de los contenidos de la cámara. Sin embargo, es evidente que los objetos fueron agrupados por categorías y con frecuencia fueron envueltos o forrados con esteras de fibras orgánicas o por láminas de tumbaga, obtenidas por eliminacion de cobre (p.e. del color del oro; ver Griffin y Shimada para explicación), quizá con la finalidad de protegerlos o facilitar su colocación. El piso de la cámara funeraria fue revestido con esteras similares, mientras que los pisos de la mayoría de los nichos estaban parcialmente forrados con láminas de tumbaga. Sospechamos que la colocación de estos bienes dentro de la cámara funeraria no tomó más de unos cuantos días.
NIVEL 6: OFRENDAS EN EL NICHO 1
Obviamente, los siete nichos fueron cavados antes que se colocara objeto alguno dentro de la cámara funeraria. Así, el último nivel de la tumba —el sexto—, fue el foso rectangular —de aproximadamente 1.8 x 1.5 ms. de lado y 0.7 x 0.8 ms. de profundidad—, cavado dentro del piso del nicho # 1 ubicado en la pared este (fig. 32). El lado oeste del foso estaba formado por el suave declive del piso de la cámara funeraria, revestido con al menos dos capas de grandes esteras de fibra orgánica. En otras palabras, el foso de este nicho es una extensión del piso de la cámara funeraria. El lado posterior y los dos costados son casi totalmente verticales.
En primer lugar, en la mitad posterior del foso se apiló un aproximado de 300 kgs. de pequeños desechos de tumbaga. Bajo este amontonamiento, encontramos dos cuchillos de aleación de plata, en forma de tumi, y una botella de cerámica negra. Casi al centro del foso se colocó, al menos, seis máscaras de tumbaga, las cuales habían sido puestas verticalmente, de cabeza, bajo los desechos de tumbaga. Cerca a las máscaras hallamos una concentración, de forma oblonga, de ordenadas hileras de pequeñas láminas cuadrangulares de tumbaga —quizá miles de ellas—así como dos agrupaciones de cuentas —una pequeña y otra grande—. La agrupación más grande —de 22.5 kgs. de peso— se distinguía por la pintura de cinabrio esparcida en la cima, y por la presencia de varias cuentas grandes de amatistas y cristales de cuarzo transparente, algunas de los cuales alcanzan a tener el tamaño de un huevo de gallina (fig. 33).
En la esquina suroeste de este foso, había una agrupación de hileras ordenadamente sobrepuestas de aproximadamente 1,500 atados de naipes, hechos de láminas de cobre arsenical. Aunque es difícil asegurarlo debido a la corrosión, parece que cada atado tenía de 12 a 13 naipes aproximadamente —midiendo en total cerca de 5 x 3 cms.—, cuidadosamente amarrados con cordones de fibra vegetal. Probablemente, todo este gran agrupamiento contiene cerca de 20,000 naipes, teniendo un peso total de 25 kgs. Sobre la pila de naipes pusieron dos ornamentos para la cabeza en forma de tumi —uno de tumbaga y otro de oro—, así como un dardo de madera.
En la esquina noroeste había dos grandes agrupaciones de cuentas, una predominantemente de Spondylus —de 10 kgs. aproximadamente. La otra —con 23 kgs. de peso— mayormente con cuentas de sodalita —piedra azul—,(fig, 34A, B) y de ambar, separadas por dos vasijas de cerámica negra: una de un solo gollete, y la otra con doble gollete. Encima de la primera agrupación, se había depositado un puñado de semillas de calabaza — Cucurbita— y lo que, tentativamente, identificamos como hojas de coca —pobremente conservadas; Erythroxylum spp (ver Plowman 1984).
Entre este material encontramos grandes objetos planos, hechos en láminas de tumbaga, entre los cuales había máscaras, tocados en forma de tumiy discos grandes, que fueron agrupados muy próximos en posición vertical e invertida. Debido a la corrosión. ahora se encuentran muy quebradizos y, aún, no sabemos la composición o el número de piezas que conforman este conjunto. Sin embargo, es más que evidente que al menos hubo dos docenas de ellos.
Como para reforzar nuestra impresión de que los bienes agrupados en el nicho #1 constituyen una ofrenda, hay que decir que se dejó abierta una área circular al centro del foso, el cual fue cuidadosamente pintado primero con cinabrio —de un rojo intenso—, luego con limonita de color anaranjado —óxido de hierro— y, finalmente, con otra capa de cinabrio. Sobre la capa superficial de cinabrio se colocaron cinco pezuñas de venado (Odocoileus virginianus; M. Shimada 1994) y cinco pequeños cristales de cuarzo transparente, bastante similares a los usados en los rituales que los curanderos y brujos practican, actualmente, en la región de Batán Grande. Dos áreas adyacentes más pequeñas también fueron pintadas con cinabrio y limonita. Ya que la boca del nicho fue rápidamente ubicada durante la excavación de la cámara funeraria, pudimos identificar lo que parece ser un sello colocado ya hacia el final del rito funerario.
NIVELES 4 Y5: EL PERSONAJE PRINCIPAL, LAS MUJERES SACRIFICADAS, Y SUS OFRENDAS
El cuarto nivel pertenece al cuerpo del personaje principal, colocado en posición invertida, y, a una parte de sus bienes materiales. El quinto nivel subyacente, corresponde a una cantidad adicional de sus bienes muchos de los cuales fueron colocados sobre el piso de la cámara funeraria y mirando hacia abajo—, y a las mujeres sacrificadas. La organización de esta tumba es más fácil de entender, si empezamos por describir la disposición del cuerpo del personaje principal.
El cuerpo, se ve claramente, es el punto central de esta tumba. Fue colocado al medio de un manto grande de forma rectangular —tela no conservada por los años; de 155 x 130 cms. aproximadamente—, que fue extendido al centro de la cámara funeraria (figs. 35-37). El manto tenía casi 2,000 pequeñas láminas cuadrangulares de oro —de 1.5 x 1.5 cms.—, cosidas en ordenadas hileras. Ahora bien, el cuerpo, recubierto con cinabrio probablemente después de la momificación, no conservó mayores vestigios de cabellos o piel. El cráneo se mantuvo relativamente bien conservado (fig. 38) pero el resto del esqueleto fue malamente deformado o fragmetado por la presión del material de relleno —tierra— de la tumba. Sin embargo, la identificación de su sexo es totalmente segura, ya que se basa en las características del cráneo y la pelvis, así como en la robustez general del esqueleto. Tenía una mandíbula prominente y una protuberancia occipital —parte posterior del cráneo donde se inserta el músculo del cuello—. El ángulo sub-púbico, en la porción anterior de la pelvis, y el ancho de la misma eran, además, relativamente estrechas.
El cráneo es realmente bastante informativo acerca de este hombre. Aunque torcido y fragmentado la cara fue exitosamente reconstruida por Yoichi Yazawa bajo la supervisión de Bin Yamaguchi, jefe del Departamento de Antropología Física del Museo Nacional de la Ciencia, de Tokio (figs. 39-44). Ellos comenzaron un largo proceso de reconstrucción del cráneo a partir de una réplica acrílca. Para ello se usó cera para representar los músculos y piel perdidos, esto en concordancia con los detalles anatómicos conocidos y usando como patrones de referencia la fisonomía de los actuales habitantes de la costa norte, así como los «huacos retratos» mochica. El personaje principal de esta tumba tenía una nariz relativamente grande, una mandíbula cuadrada y una barbilla prominente; sus rasgos masculinos son, pues, obvios (fig.45).
El examen del cráneo por Yamaguchi (1994) también reveló que sus dientes frontales tenían un «overbite» —los de arriba cubrían parcialmente los de abajo—, mientras que, por otro lado, presentaban desgaste de casi todo el esmalte, probablemente en gran medida debido a la presencia de arena fina en sus alimentos. Tenía una caries grande en uno de los molares izquierdos inferiores.
La región occipital parece haber sido aplanada artificialmente, mientras que la porción frontal muestra su natural redondez de modo que, visto desde arriba, el cráneo tiene aproximadamente forma de D. Este tipo de deformación craneana es, probablemente, el resultado de haber sido atado a una tablilla plana y dura —cuna— durante su infancia, como se representa en algunas vasijas chimú (ver Weiss 1961). La fusión de sus epífisis —por un avanzado grado de osificación— y el desgaste general de los dientes sugieren que este hombre tenía entre 40 y 45 años en el momento de su muerte. En base a las medidas tomadas de sus fémures estimamos que midió cerca de 160 cms.
El estudio de Yamaguchi de los huesos postcraneales —demás huesos aparte del cráneo—, nos revelan mucho acerca del cuerpo y del estilo de vida del personaje. El cuerpo fue en general robusto, particularmente los húmeros —parte superior de los brazos— y las tibias —parte inferior de las piernas—. La porción superior del húmero derecho estaba sobredesarrollada; como también la superficie articular del omoplato derecho mostró un extraordinario crecimiento del hueso —mientras que el omoplato izquierdo era normal—. En general, parece que este hombre fue diestro y que tuvo un brazo derecho muy fuerte; sus piernas también eran fuertes. El extremo distal de su radio derecho —en el área de la muñeca— mostró una vieja fractura que soldó mal y que, muy probablemente, limitó la rotación de esa muñeca. Yamaguchi (1994) cree que a pesar de su alto rango social, este hombre probablemente tuvo una vida físicamente activa, incluso esforzada.
Quizá, el aspecto más notable de su cuerpo fue la postura particular en la que fue enterrado. Estaba sentado con sus piernas cruzadas mirando el oeste, el cuerpo invertido, y ila cabeza tocando el piso de la cámara funeraria y colocada en posición casi hacia arriba!. Su rostro estaba cubierto con una gran máscara de oro. Además, dos orejeras de oro y dos pares de ornamentos colgantes fueron colocados sobre y cerca a las orejas, igualmente, mirando hacia arriba (fig. 38).
A pesar que la forma de la columna vertebral, bas- principal. Foto, I. Shimada. tante sinuosa y en forma de «S», se podría interpretar como una deformación causada por la presión del relleno de tierra que cubrió el cuerpo, es difícil de explicar la posición de su cabeza, máscara y adornos para las orejas. Además, encontramos un cuchillo de plata y oro en forma de tumi bien conservado (fig. 46), el cual se hallaba aún en posición casi vertical y cerca a su mano izquierda. Toda la zona del tórax estaba adornada con, al menos, cuatro capas —más de 10 cms. de espesor— de pequeñas cuentas que mantuvieron, a pesar de los años, su ordenamiento regular original. Estas cuentas eran de todo tipo de colores y estaban hechas de turquesa, sodalita, amatista, cristal de cuarzo transparente, calcita —de color rosado—, fluorita —blanco y verde claro—, ágata—marrón rojizo—, ámbar, y concha de Spondylus. Su cue110 tenía collares trabajados, principalmente, con cuentas grandes de sodalita, amatista y ámbar. Alrededor de la cintura encontramos un faldellín de oro para la parte de la pelvis (fig. 47), junto con una hilera de adornos de oro en forma de conos, lo que sugiere que este personaje vestía originalmente una túnica no preservada debido al paso de los años. Inferimos esto último porque existen túnicas prehispánicas bien conservadas, y las hallamos decoradas con estos colgantes en forma de conos colocados a lo largo de su orillo.
A pesar de la posición invertida del enterramiento, estos ornamentos aún estaban en su lugar. ¿Por qué no se cayeron cuando el cuerpo fue invertido?. Obviamente, este personaje murió mucho antes del día del entierro propiamente dicho. Creo que al menos pudo ser antes de las dos o tres semanas necesarias para cavar el foso de la tumba e incluso, quizá, mucho antes. Es muy probable que su cuerpo haya sido momificado previamente. Consideramos que poco tiempo antes del entierro, la cabeza fue intencionalmente separada del cuerpo y colocada en un giro de casi 1800 , y luego cubierta con la máscara y ornamentos para las orejas. Es igualmente factible, pues, que la cabeza fuera separada del cuerpo para conseguir esta posición. Quizás esa separación puede explicar por qué se encontró el atlas —la primera vértebra cervical— parcialmente dañado e inmediatamente después del cráneo (Bin Yamaguchi, comunicación personal, 1994). Tanto la máscara como la totalidad del cuerpo fueron pintadas con cinabrio; luego el cuerpo sería cuidadosamente envuelto en un fardo. Esto explicaría el hecho que los ornamentos hayan conservado su posición original. Veo todo el proceso de este entierro como una operación coreográfica perfectamente montada que tomó bastante tiempo.
A pesar de la peculiar posición de la cabeza, la apariencia general creada por la máscara y los ornamentos de las orejas era esencialmente idéntica al rostro del «Dios Sicán», la deidad principal de la religión del Sicán Medio. La máscara encontrada fue magistralmente hecha a partir de una sola lámina de oro — 52% Au; 31 Ag; y 17 %Cu, lo que se aproxima al Au de 14k. usado hoy en día— que mide 46 x 29 cms. con cerca de 0.6 mm. de grosor (Shimada y Griffin 1994; figs. 48-50). El mercurio de la gruesa capa de cinabrio —de aproximadamente 1 mm.—, afectó algunas áreas de la máscara, dándoles un color aparentemente plateado. El admirable efecto de los ojos fue creado por la yuxtaposición de las esmeraldas translúcidas —pupilas— y las cuentas grandes de ámbar —iris—, sobre el fondo de una aleación plateada —parte blanca de los ojos o esclerótica—.
Antes que el cuerpo del personaje principal fuera acomodado en su ubicación final, en el piso de la cámara funeraria se colocaron los adornos y dos cuerpos de mujeres jóvenes. Inmediatamente debajo del gran manto sobre el que se había depositado el cuerpo, había un estandarte con una vara de madera —de 1.70 ms. de largo— envuelto en láminas de tumbaga (figs. 36, 51—52). Puede ser que este objeto se llevara al frente del cortejo que, en vida, presidía este personaje (fig. 53). Sobre el extremo superior de la vara de madera había un cuchi110 en forma de tumi con adornos finamente elaborados. La hoja en forma de media luna estaba decorada con una banda de oro con diseños calados. Al centro, el propio tumi tenía una hilera de colgantes grandes en forma de discos. Estos estaban ubicados en medio de dos pares de hileras de colgantes, similares pero más pequeños, que flanqueaban al tumi. A su vez, estas hileras de discos estaban igualmente flanqueadas por un par de sartas —una a cada lado— de cinco cabezas de «felinos míticos» hechas de una lámina de oro recortada. En estas piezas se han conservado improntas de pequeñas plumas de ave. La vara de madera también estaba decorada por un adorno bicóncavo compuesto por una figurina calada con la representación del Señor Sicán, al centro (fig. 54).
El estandarte fue colocado sobre un par de guantes de tumbaga que apuntaban hacia el oeste. Los guantes estaban compuestos de cinco partes: las manos, pulseras de pequeñas cuentas de turquesa y concha, antebrazos, brazos, y soportes hechos con gruesas varillas de aleación de cobre (fig. 55). Las primeras cuatro partes suman un total de 90 cms. de largo, mientras que las varillas se extienden unos 25 a 30 cms. más allá del extremo del brazo. Si los guantes hubieran sido usados como tales, la estructura de metal y las varillas habrían restringido el movimiento del brazo y su posición totalmente extendida. Las varillas pueden haber sido usadas para sujetar los guantes a los costados del cuerpo. Es importante el hecho de que la mano izquierda —el guante sur— sostuviera un vaso de oro con una base-sonaja de plata (de aproximadamente 13 cms. de altura por 10 cms. de diámetro) en actitud de ofrecer un brindis a alguien o algo, que se encuentra situado hacia el oste (figs. 55, 56). Esto es importante, considerando el hecho que el rostro enmascarado del personaje fue cuidadosamente colocado «mirando» hacia el oeste. La palma abierta y hacia arriba de la mano derecha —guante norte—, (fig. 55) pintada con una línea de cinabrio, cubría la punta en forma de diamante de un cetro de 2 ms. de largo, adornado con tres grandes discos. La punta y la vara del cetro estaban hechas de madera dura y envueltas en láminas de tumbaga.
Al oeste del cuerpo, sobre el gran manto, se encontró dos pantorrilleras de oro. Hacia el sur del guante izquierdo, y fuera ya del manto, encontramos seis magníficos pares de orejeras de oro hechos con láminas de oro de alta ley —casi 18K; cerca de 60%—70% Au, 300/0— 40% Ag y 1%—3% Cu— (figs. 57-59). En su conjunto, estos objetos muestran diseños complejos e innovadores, así como el dominio de varias técnicas difíciles como el forjado a mano de los alambres, las granulaciones y la unión mediante el «protcybrazing» (Shimada y Griffin 1994; Griffin y Shimada 1994). Igualmente, exhiben una clara unidad estilística y técnica junto con las orejeras de oro halladas sobre la máscara y la cabeza del personaje principal. Estos ocho pares de orejeras; al igual que la máscara, representan uno de los mejores trabajos en oro del mundo prehispánico. Es probable que todas hayan sido hechas en el mismo taller y, aún más, por los mismos maestros orfebres.
Al este de los guantes se halló una vasija de cerámica negra decorada con un par de monos modelados (fig. 60), así como una serie de objetos de oro y tumbaga. Esto último incluye una cinta para la cabeza, una nariguera (fig. 61), un conjunto de 20 campanitas de oro (fig. 62), cuatro delgadísimas láminas de oro con un diseño recortado en forma de J —¿ornamentos de la túnica o de la litera?—, así como un conjunto de lo que creemos son adornos de túnica hechos en láminas de oro — uno para el pecho, otro para la parte superior del brazo, y otro para la espalda, entre los omóplatos—, los mismos que llevan como decoración colgantes circulares perforados (figs. 63-64).
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También hallamos un ornamento craneal: una admirable representación de la cabeza de un murciélago (figs. 65-66; M. Shimada 1994; Shimada y Griffin 1994), colocada sobre una larga plancha rectangular que lleva varios colgantes circulares. La pequeña cabeza muestra un hocico corto, fosas nasales plegadas, afilados colmillos y una lengua larga y estrecha (M. Shimada 1994). Murciélagos de esta familia —los Phyllostomidae— se pueden encontrar actualmente en Batán Grande, incluyendo a vampiros. Aunque es raro, el murciélago está representado en el arte mochica y es un componente principal del «Ser Fabuloso»: un complejo ser mítico, que caracteriza el arte Calima (fase llama; entre los años 500 y 1 a.C. aproximadamente) de la costa sur de Colombia (Cardale de Schrimpff 1992: 62—63). Este tocado es, técnicamente, único, en tanto que es innovador. El orfebre, literalmente, «alforzó, plegó, recortó y cosió con una cinta angosta de oro» las láminas —de oro— para crear un alto relieve preciso de los detalles faciales de un murciélago (Griffin y Shimada 1994). Los ojos, representados por las cuentas esféricas de ámbar y rematadas por cuentas planas de turquesa, han sido atados con un hilo para permitir su rotación. Incluso la lengua, larga y estrecha, fue instalada de tal modo que, igualmente, tiene movimiento lateral.
Los adornos de la túnica y el tocado, rematado en la figura del murciélago, muestran las mismas técnicas de manufactura, iguales componentes e idénticos rasgos estilísticos, sugiriendo que pueden haber sido hechos en el mismo taller.
Cerca a la esquina noreste del piso de la cámara funeraria, encontramos un depósito de 2.7 kgs. de pintura de cinabrio colocado en una suave depresión cónica junto con otras cinco pezuñas de venado. Es evidente que el uso del cinabrio estaba restringido, por lo que este hallazgo bien puede representar lo que sobró de la pintura preparada para este funeral. Cerca al cinabrio también se colocó una docena de largos y delgados palillos de madera —¿agujas para coser?.
La esquina noroeste de la cámara presentó una escena totalmente diferente. Aquí hallamos los cuerpos de dos mujeres jóvenes, de aproximadamente 20 años de edad (figs. 32, 67). Ambas presentan determinadas características en común así como ciertas diferencias. Una de ellas se encontraba en posición sentada, con las piernas cruzadas, y apoyaba su espalda contra la pared norte de la cámara funeraria. Sus manos estaban sobre al pecho. Su frente estaba pintada con cinabrio y, al parecer, vestía una túnica —no preservada— con cientos de pequeñas láminas rectangulares de tumbaga —de aproximadamente 1.4 cms. por lado— cosidas muy juntas entre sí y formando un reticulado muy regular. Además, en el piso y cerca a ella, había un cuchillo en forma de tumi muy corroído y dos «puñales» de aleación de plata. Los restos de las empuñaduras nos indican que, éstas, eran de madera.
El examen del esqueleto de esta mujer, por Yamaguchi, (1994) nos provee de algunos valiosos datos. Su cuerpo estaba bien conservado y sin ninguna aparente anormalidad o evidencias de heridas. En base a las medidas tomadas de sus fémures se estima que su altura era de aproximadamente 1.53 cms. Su cráneo presenta el mismo tipo de deformación occipital encontrado en el cráneo del personaje principal. Sin embargo, a diferencia del cuerpo de éste, su cuerpo era notablemente grácil, incluso en comparación con las mujeres de hoy en día de la zona. De hecho, Yamaguchi (ibid) sospecha que ella tuvo un estilo de vida que no involucró actividad física alguna; quizá la confortable vida de una mujer noble. Al mismo tiempo, su pelvis presentaba evidencias de partos, mientras que ambos astrágalos —hueso del tobillo— presentan una superficie articular anormal lo que sugiere que ella estuvo mucho tiempo en una posición de cuclillas —agachada.
La otra mujer presentaba igualmente la frente pintada con cinabrio. Vestía una túnica —textil desintegrado por el tiempo quedando sólo improntas de los hilos— cubierta con pequeñas y numerosas láminas cuadrangulares de tumbaga, y tenía cerca un cuchillo en forma de tumi trabajado con el mismo metal, y un «puñal» de aleación de plata. Lo anterior, en cuanto a caracteristicas similares; en lo que se refiere a las diferencias, éstas son notorias e importantes. El cuerpo de esta segunda mujer estaba en una posición poco natural. Su espalda descansaba totalmente sobre el piso, tenía las piernas abiertas con las rodillas recogidas hacia atrás, los brazos estirados, las manos abiertas y los dedos totalmente extendidos. Su actitud parece representar la del parto. Obviamente, al momento de su muerte, el cuerpo fue arreglado para tomar esta posición. Su esqueleto aún no ha sido estudiado a fondo. Quizás debido a su localización sobre el piso, no se conservó bien.
Bajo la túnica con láminas cuadrangulares de tumbaga, esta mujer también llevaba un collar de cuentas de concha, y quizá otra túnica que tenía una hilera de grandes láminas cuadrangulares de oro —3.2 cms. por lado—, cosidas cerca al orillo superior. Además, hubo un conjunto de cuatro figuras caladas de oro, representadas de perfil, dos mirando a la derecha y dos a la izquierda, así como cuatro cintas con diseños geométricos calados cosidas alrededor del orrillo de la manga derecha (figs. 68-69). Debajo de su brazo izquierdo había un lanzador «ceremonial» de dardos: una vara de madera recubierta con una lámina de oro, adherida gracias a pequeños y filudos clavos forjados a mano (figs. 7071). En la parte superior, remataba en una punta hecha de aleación de plata lo que le da forma de lanza. Cerca del otro extremo estaba el gancho para el dardo, trabajado en oro por medio de la técnica de vaciado conocida como «cera perdida» (fig. 72; Griffin y Shimada 1994). Hacia el sur de la cabeza descansaba otro puñal de aleación de plata y otro lanzador «ceremonial» de dardos. Este último estaba compuesto de cinco partes separadas hechas en láminas de oro, las cuales habían sido clavadas a la vara de madera que constituia su núcleo. Este instrumento, lleva una decoración repujada en donde se representa lo que parece ser la figura desplegada del «Monstruo de la Tierra» del estilo manteño, ubicado en la costa sur del Ecuador (Cordy-Collins 1982; Wilbert 1974; figs. 73-74). Los elementos anteriores nos hacen pensar que esta mujer bien pudo haber tenido una posición social más alta que la de su otra acompañante.
La concentración más grande de vasijas de cerámica, utilitarias y rituales, fue encontrada en la esquina suroeste de la cámara funeraria. Esta comprende tres platos, tres botellas negras: una llana, una en forma de ave (fig. 75) y una de doble cámara; una olla pequeña y otra grande, y un cántaro modelado de color negro representando un personaje mítico con colmillos, escudo y porra (fig. 76). Este último es claramente una evocación del estilo Mochica, el cual es más temprano. Estas vasijas estaban acompañadas por un conjunto de palillos delgados de madera (¿agujas para coser?), un cristal de cuarzo transparente, pequeñas cantidades de cinabrio, pinturas de limonita de color anaranjado y hematita rojiza, así como lo que parece haber sido partes de adornos para las orejas.
Algo separada de la concentración. y bajo una estera, se encontró una botella de doble gollete y asa puente (fig. 77), cubierta con láminas de tumbaga que ocultaban sus elaboradas decoraciones. A su lado hallamos una agrupación grande de cuentas —de aproximadamente 22 kas. de peso—: siendo turquesas la mayoría de ellas (fig. 78). Las cuentas, bien formadas y pulidas, cubren las piezas más grandes y amorfas, las cuales pueden haber sido material no trabajado, o dejado asi delibera damente. Una área de la superficie estaba ocupada por «campanitas» de tumbaga, y lo que parecen haber sido los dedos de un guante desarmado.
NIVEL 3: ABUNDANCIA DE METAL Y CONCHAS
Una vez ubicados cuidadosamente los cuerpos de los personajes principales, se colocó una gran cantidad de ofrendas alrededor y sobre ellos, lo que contrasta con los adornos personales hallados en los niveles 4 y 5. Es así que se se encontró dos tipos de ofrendas de diferente naturaleza: la riqueza «natural» del mar en la forma de exóticas conchas llamadas Spondylus y Conus. Y, riqueza «hecha por el hombre», es decir implementos hechos de cobre arsenical vaciado y los desechos de la producción de objetos de metal precioso (fig. 37). En este nivel no encontramos objetos de oro o plata.
Catorce atados de pesados implementos de cobre arsenical vaciado —489 piezas pesando casi 200 kgs. en total— fueron colocados a lo largo de los márgenes de la cámara funeraria (Vetter 1993; fig. 79-80), junto a amontonamientos de pequeños desechos de láminas de metal, principalmente de tumbaga. Cada atado estaba compuesto de unos 30 implementos que comparten forma, dimensiones y peso —en promedio 35 cms. de largo y 0.4 kgs. de peso— similares, los que fuerón amarrados con cuerdas de fibra vegetal. Estos implementos se enterraron sin haber sido forjada su forma final, ya sea como puntas de lanza o como puntas de palos para cavar.
Los desechos encontrados en esta tumba fueron, esencialmente, pequeñas piezas, resultado del cortado, limado, y otras etapas del trabajo con láminas de metal precioso, incluyéndose objetos rechazados por errores en la manufactura. Es normal que por cada objeto perfectamente acabado, se genere una cantidad considerable de material inservible. Así, encontramos láminas cuadrangulares de oro con hoyos perforados en lugares incorrectos, lingotes parcialmente usados; y, lo que parecen ser, herramientas dobladas y rotas (fig. 81). Sin embargo, la mayor parte de los desechos eran pequeños fragmentos procedentes de delgadas láminas de tumbaga, con un espesor promedio de 0.1 mm. aproximadamente. La presencia de tierra, espinas y hojas de algarrobo, y de tiestos en estas pilas, sugiere que este material fue recogido no sólo de las mesas de trabajo sino también del suelo de los talleres. Incluso, quizá debido a su alto contenido de plata y oro, puede haber sido visto como un recurso valioso que merecía ser guardado. Los orfebres de hoy en día lo conservan para volver a fundirlo agregándole oro para hacer nuevos lingotes. Una pila de estos desechos, cercana al centro de la cámara funeraria, tenía en su parte superior dos botellas de cerámica negra y un «dardo» de madera de 0.7 m. de largo.
Ubicamos igualmente dos grandes agrupaciones de conchas apiladas, una de las cuales era de Spondylus princeps y la otra de Conus fergusoni. Estas conchas ocupaban gran parte del cuadrante noroeste de la cámara funeraria (fig. 82). Contamos 179 Spondylus y 141 Conus, lo que representa el más grande depósito de conchas importadas jamás antes documentado en el Perú. En comparación con otras conchas enteras de Conus y Spondylus, halladas en otros contextos Sicán y pre—Sicán, los especímenes de la Huaca Loro son desproporcionadamente más grandes, alcanzando a pesar 1 kg. y de 16 a 17 cms. cada una. De este modo, parece que el personaje principal de la tumba de la Huaca Loro tuvo acceso no sólo a abundantes cantidades de estas conchas importadas, sino también a los especímenes más grandes.
NIVEL 2: LA LITERA Y LOS DEPÓSITOS DE ORO
Evidencias halladas en este nivel, fueron una litera desarticulada y una caja que contuvo una impresionante cantidad de objetos de oro y tumbaga (figs. 83-84). Quizá la pesada litera, de cuatro largas varas de madera, fue desarmada para facilitar el enterramiento. Las dos varas más cortas tenían sus extremos tallados con la representación de cabezas del «felino mítico» o «serpiente mítica» idénticas a las de las literas que aparecen en los
diseños de la cerámica Sicán Medio. No obstante que estas cuatro varas estaban arregladas para formar un rectángulo, las dos varas con los extremos tallados se cruzaban y no eran paralelas entre sí. Aún no es claro a qué se debe esta situación. Originalmente, las cuatro varas habían estado forradas con láminas de tumbaga.
Inmediatamente por encima de esta estructura de madera descansaba una «caja» en forma de «U» —de 1.5 ms. por lado (en la base) y unos 80 cms. de altura—. Caja que, por otro lado, presumiblemente, sirvió como un asiento semi-cerrado (fig. 84). Los lados eran inclinados y la caja, en su conjunto, se parece a la forma piramidal trunca del templo de la Huaca Loro; semejanza que, ob viamente, bien podría ser sólo una mera coincidencia. La cara norte de la caja era la que se encontraba abierta. Ahora bien, la estructura básica de aquella, era de madera con delgadas cañas colocadas horizontalmente para sostener las esteras y láminas de tumbaga que cubrían los lados exteriores. Dentro de la caja no se conservó nada, aunque creemos que el asiento debió estar formado por tablones.
El otro elemento notable del segundo nivel fue el «Depósito de oro 1» (fig. 85): un verdadero «cofre del tesoro» —1.2 ms. de largo x 0.60 cms. de ancho y cerca de 30 cms. de altura— confeccionado con esteras de fibra vegetal y láminas de tumbaga. En el se había guardado, cuando menos, 24 capas superpuestas de ornamentos y adornos rituales de oro, plata y tumbaga, llegando a contener más de 60 objetos principales. La caja estaba asentada sobre una gran pila de desechos de láminas y atados de implementos de bronce, ubicados en la esquina noroeste de la cámara funeraria. La mayoría de estos objetos fueron aplastados por el peso del material de relleno —tierra.
Los objetos dentro de la caja no fueron colocados al azar (fig. 86). Al fondo se pusieron los objetos más voluminosos de oro y tumbaga, principalmente los grandes tocados en forma de abanico —cerca de 1 m. de largo y unos 40 cms. de ancho (fig. 87-88). A estos, se les superpuso catorce discos de oro —de aproximadamente 30 cms. de diámetro— (fig. 89), cada uno con un borde de aleación de plata y una parte central cubierta con plumas de aves cuidadosamente pegadas (fig. 90). Estos estaban cubiertos, a su vez, por una docena de tocados en forma de tumi (figs. 91-94) y, al menos,
DEPOSITO DE ORO 1
Fig. 91. Dibujo detallado de las capas sol,repuestas de para la cabeza becbos de tumbagay los grandes discos encontrados en el Depósito de oro 1. Dibujo, C. Santillán.
ocho conjuntos de «plumas» de oro y tumbaga (figs. 9596). Alrededor de ellos fueron colocados cuatro sonajas de oro (figs. 97), dos dardos de madera, numerosos conjuntos de adornos de túnica en forma de colgantes cónicos, y cuatro bandas para la cabeza (fig. 98). Y, encima de todo, se había colocado cinco coronas cilíndricas —con los bordes inferiores y superiores algo acampanulados—: una en el centro y una en cada esquina de la caja (figs. 99-103); las coronas presentan intrincados adornos calados. Es bastante evidente que la mayoría de los objetos son ornamentos para la cabeza hechos de livianas láminas de metal, y usados junto con las coronas. Pensamos que esta caja contenía principalmente la parafernalia, perteneciente al personaje principal y a las dos mujeres jóvenes que lo acompañaban, que no fue encontrada en o alrededor de sus cuerpos. Las coronas y las cintas para la cabeza ostentan diferentes diámetros, reflejando las diferencias de tamaño de sus poseedores. La abundancia de coronas y otros adornos craneales no nos deben sorprender. Estos personajes de alto rango social, habrían sido los protagonistas en ceremonias varias, cada una de las cuales habría requerido del uso de adornos diferentes. Esta inferencia está claramente sustentada por la abundancia y variedad de ornamentos y la parafernalia ritual, que podemos estudiar en las 18 figurinas de pie, en miniatura, que están en la parte posterior de una litera bien conservada en el Museo de Oro del Perú (MOP—5720; fig. 22; Carcedo 1989, Carcedo y Shimada 1985).
No es de sorprender, pues, que haya verdaderamente una buena correlación entre los ornamentos para la cabeza representados en la cerámica, los textiles, los murales y los objetos de metal Sicán, por un lado (p.e„ Alva y Alva 1984; Carcedo 1989; Flores 1984; Florián 1951; Kauffmann—Doig 1989, 1992, 1993); y, lo que recuperamos en esta tumba, por el otro. Estas representaciones sugieren que en las ceremonias importantes el noble Sicán vistió un grande y complejo tocado parabólico adornado con plumas en todo el perímetro, una corona y un ornamento bicóncavo en la frente, y una máscara de oro (figs. 104-107). Aunque la máscara se presenta comúnmente sola, es probable que se usara con un elaborado ornamento para la cabeza.
Cada uno de los cuatro recargados tocados parabólicos, hallados en el fondo del depósito de oro
Fig. 105. Dibujo de cómo es rearnzado el gran tocado ceremonial. Printero, el ornamento parabólico con los 29 discos colgantes (1) es colocado dentro de la corona cilíndrica (2). Luego, se pone el ornaynento bicõllcavo alfrente de la corona (3). Finabnente, se coloca la lilãscara y las plumas. Y (4), se usa el orncnnento con cabeza de Ditirciélago en vez del ornanzento bicóncavo. Dibujo, C. Samillán.
# 1, tiene cerca a su centro una cola larga y puntiaguda que fue, aparentemente, insertacla dentro de un receptáculo en el interior de una corona, que fue encontrada también en el depósito. Es de suponerse que el conjunto de 90 plumas pequeñas de oro decoró el tocado. El examen microscópico del lado posterior de estas pluma de oro reveló las iluprontas de lo que parecen ser los cañones de plumas reales cle ave así como los hilos con los que fueron ataclas. fig. 108). Así, el tocado reconstftliclo —visto en las figuras 1()4 y 106— se caracterizó por el resplandor clel oro, el movimiento y el sonido de los adornos colgantes y las flexibles plumas, así como por el gran colorido del conjunto en su totalidad Junto con la máscara de oro, el complejo ornamento craneal pudo haber mecliclo hasta más de un I m. altura, por 60 cms. cle ancho y haber pesaclo más cle 2 kgs. La impresión causada por un noble Sicán al usar esta feérica indumentaria, al mismo tiempo que era transportaclo en aclornada litera, debió ser no sólo impactante sino, cle hecho, deslumbrante.
Sin ennbargo, en la vicla cotidiana, creennos que el noble solamente usó una corona simple clecoracla con un par de ornamentos en forma de tujni o conjuntos de plunnas de oro ubicaclos simétricalllente —uno adelante y uno atrás—, y clos orejeras (figs. 109-110). Sólo clos de las cinco coronas recuperadas clel depósito cle oro están clecoradas, ya por cliseños calados o perforaciones. Las otras tres no presentan decoración alguna. No obstante, como ya lo anotamos, también recuperamos clel clepósito tres ornamentos exteriores para coronas. De hecho, se encontró otro tocaclo con ornanlentos similares cubriendo la parte exterior. También ubicamos trazas de tela y alambres que silvieron cle soporte para estos atavíos. En otras palabras, es posible que la corona llana tuviera diferentes adornos cle acuerclo al gusto clel personaje y al contexto cle uso. Además, como se ha descrito líneas arriba, l’a corona también sirvió conno soporte para los grancles tocaclos parabólicos y bicóncavos, ubicados arriba y clelante de ella. En este caso, la corona fue un connponente integral pero muy escondido, cle este ostentoso arreglo. Así, la apariencia y el Uso de la corona Sicán clifiere significativamente de las coronas europeas que fueron esencialmente estáticas y usadas sin ninoún otro ornamento.
El nivel 2 de la tumba contuvo otros objetos notables. Bajo la esquina Sureste del depósito de oro hubo
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Fig. 108. /Vlctrc•c1s preservclc/cls cle hilo en e/ cclñón de de oro. Estos cañones le c/ieron no sólo rigiclez estructurcll a/ conjunto de plunuts. sino tcnnbién el espctcio para colocar los cc1Ñ10/1es cle las plunzas de ave reales. Foto. I. Shijnacla.
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dos conjuntos, casi idénticos, de posibles adornos para ropa, trabajados en láminas de oro. Cada uno incluía dos figuras del Señor Sicán sosteniendo un báculo en cada mano; a su vez cada una asociada a una placa de OTO con bordes aserrados (fig. 111). Los báculos presentan puntas en forma de diamante y un gran disco como decoración frontal, tal como el báculo hallado en la tumba.
El nivel 2 tuvo otro depósito de oro —el #2— en el nicho 5. Guardaba las partes de varios objetos ya conocidos, como los adornos del cetro (fig. 112). Un conjunto de seis grandes plumas de oro y un intrincado accesorio con numerosas campanitas colgantes (figs. 113114), fueron colocados encima del báculo. Una de las copas de oro Sicán Medio, del Museo de Arte de Dallas, tiene como decoración repujada a un personaje con báculo con idéntica ornamentación. El depósito también contuvo otros objetos, incluyendo una sonaja (fig. 97). El cuerpo de un niño de 5 a 6 años de edad de sexo indeterminado, encontrado frente al nicho 4, también está asignado a este nivel. El infante descansaba sobre su espalda, con las piernas flexionadas y abiertas, y se le había enterrado sin ninguna ofrenda.
NIVEL 1: EL NIÑO SENTADO
El último elemento en ser colocado en la cámara funeraria fue el cuerpo sentado y reclinado de un niño de sexo indeterminado de 10 a 12 años de edad (fig. 83), con el rostro mirando hacia abajo y en dirección al nicho 1. El cuerpo fue colocado sobre la esquina noreste de la litera — descrita anteriormente. El pequeño cuerpo sólo llevaba puesto un collar de cuentas de concha y tenía el rostro pintado con cinabrio, sólo en su mitad superior, al igual que las dos mujeres acompañantes, No encontramos ningún otro atavío. Aunque no se conservó ningún resto de tela, la fuerte posición flexionada del cuerpo sugiere que, originalmente, fue envuelto en algún textil formando un fardo.
Antes que la tumba fuera rellenada por completo, la cámara funeraria debió ser protegida con algún tipo de material, al igual que los techos de madera encontrados en la tumba de élite Mochica, de Sipán (Alva y Donnan 1993). No obstante que nuestra excavación de la cámara funeraria —la encontramos intacta— no reveló una protección de este tipo, no se descarta la posibilidad que los saqueadores se hayan topado con ella más arriba, cuando retiraron el relleno del foso. De hecho, cerca de la esquina sureste de la boca de la tumba —a casi 1 m. bajo la superficie actual—, encontramos el entierro parcialmente depredado, de un adulto, que no tenía ninguna ofrenda funeraria acompañándolo. Igualmente, en la tierra removida de la esquina suroeste de la boca de la tumba, recuperamos una botella de cerámica de un solo gollete, totalmente negra. Estilísticamente, idéntica a una de las vasijas de cerámica encontradas en la cámara funeraria. Estas líneas de similitud sugieren que puede haber existido un entierro u ofrenda, colocados en cada una de las esquinas de la boca de la tumba antes que ésta fuera completamente sellada por las capas de adobes que formaban la terraza base del lado norte del montículo de la Huaca Loro.