En general, en la arqueología, las explicaciones acerca de los orígenes de las sociedades suelen presentarse como monocausales y/o deterministas. El materialismo histórico no ha escapado a este tipo de explicaciones, decantándose casi siempre por las explicaciones estrictamente económicas. Pese a esta tendencia, la economía tal como se entiende en los escritos de Marx es una economía siempre política, es decir que economía y política, en tanto practicas socioeconómicas y sociopolíticas, mantienen una dialéctica que es la que genera los fenómenos particulares de orden social, sobre todo los que llegan a estar institucionalizados. Condiciones materiales, formas de producción, propiedad y formas de control social son elementos interactuantes que conforman en un proceso irregular a las sociedades sobre todo de tipo estatal y es así como entendemos esta teoría que puede seguir siendo útil para explicar al fenómeno Wari, como muchos otros investigadores explícita o implícitamente han hecho.
Extracto del artículo: «Hacia una teoría arqueológica del estado en los andes
prehispánicos: los estados militaristas andinos»
Autor: Henry TANTALEÁN
De esta manera, a pesar que existe un gran problema en la investigación de las bases sociales del surgimiento de Wari, si asumimos que una base social como la Warpa podría ser el elemento básico para la creación de una formación económicopolítica Wari, es importante entender que los Warpa es una parte de esa cuestión o ecuación. Como muchos colegas han reconocido existe una gran influencia de la costa, concretamente de la zona de la Cuenca del rio Grande. De hecho, el rio Grande durante época Wari sigue teniendo gran importancia no solamente a nivel ideológico sino también económico-político estratégico. Así, la dialéctica costa-sierra, warpa-nasca explica en parte la aparición de lo Wari. Asimismo, es importante la decadencia de Nasca lo cual pone a uno de los “socios” en mejor ventaja. De esta manera, este primer acercamiento se asemeja en algo a los planteamientos asociados a lo conocido como teoría de “Peer-polity”, esbozada originalmente por Renfrew (1986) en la cual dos entidades políticas “compiten” por el poder dentro de un área geográfica en la que ambos conviven. Para ello, también hay que ver un poco más de cerca lo que pasaría en el valle de Huarpa mientras Cahuachi, el principal asentamiento de la época está en pleno apogeo en la cuenca del rio Grande en la costa. Debe existir algún tipo de asentamiento que este mostrando algún tipo de formación de tipo elite. Las causas de esta existencia de elite se explican sin ningún problema por la tradición local pero sobre todo por un aparente control importante de la zonas agrícolas y ganaderas más productivas pero, sobre todo, por una relación entre diferentes espacios ecológicos, uno de los más importante desde el punto de vista económico y político posiblemente el de Nazca. El sitio de Ñawimpukio ya planteado por Lumbreras en su momento sigue siendo ese candidato antecesor de lo Wari, aunque también siguiendo a Isbell no debemos de dejar de lado al mismo asentamiento de Huari previo al siglo VI durante su denominada fase Ocros (400- 600 d.C.).
Asimismo, no debemos dejar de lado el componente altiplánico que ha demostrado tener mucha importancia a nivel ideológico pero seguramente a nivel político. La sociedad Tiwanaku tiene una mayor profundidad histórica y su existencia también habría promovido relaciones con diferentes sociedades de los andes centro sur del Perú entre ellas la de Ayacucho. Sin llegar a tener que hablar de una relación directa vía colonización, si existiese alguna elite local o una comunidad fuerte abierta a la posibilidad de generar asimetrías socioeconómicas y sociopolíticas, el referente Tiwanaku no solo ideológico sino a nivel de colonizaciones como las de los valles occidentales, cuenca norte del Titicaca y yungas orientales serían
experiencias muy importantes e influenciarían de alguna manera a la formación del estado Wari. Asimismo, otras sociedades de diferentes niveles de organización económica y política, retomando el concepto de “desarrollo desigual”, serían muy importantes para entender las relaciones intersociales en la época previa al surgimiento de Wari. El establecimiento de la capital de este estado en ese proceso, bien podría estar relacionado con un modelo de articulación y apropiación de espacios económicos, políticos e ideológicos.
CAUSAS DE LA EXPANSIÓN WARI
A medida que el proceso de fundación y crecimiento de la ciudad de Huari como correlato del empoderamiento de la elite se iba haciendo más claro, la expansión fue una consecuencia de la necesidad de reproducir objetivamente al grupo en el poder político y económico. Y esto se da porque los recursos materiales deben de proceder en mayor cantidad y calidad de las zonas bajo control de la elite Wari. Aquí ya estamos en un proceso que los arqueólogos han fijado en el siglo VII d.C (McEwan 1996, Isbell 1991: 34, Williams 2001). Obviamente, este proceso de expansión basado, sobre todo, en cuestiones económicas no puede dejar de estar vinculado plenamente con la cuestión política, como decíamos, ambas cuestiones no pueden ser separadas y conviven en tanto prácticas sociales, en este caso del grupo dominante. Así, las causas fundamentadas en las necesidades cada vez mayores y diferenciadas de la elite y de los habitantes de la ciudad-capital misma y otros centros administrativos dentro del valle generarán campañas de control de nuevas zonas. Obviamente, muchas sociedades pueden haberse anexado a Wari por cuestiones políticas (alianzas) pero en el caso en que las sociedades no hayan aceptado o soportado ese control, necesariamente debió darse el conflicto. Muchas veces este conflicto puede dejar huellas en el registro arqueológico (saqueos, incendios, campos de batalla, armas, traumas, representaciones, etc.) pero también si consideramos, tal como hemos hecho arriba, la violencia institucionalizada y sus formas materiales en los andes, es posible que no encontremos muchas de estas huellas. Quizá, uno de los correlatos más potentes que tenemos son los encontrados por Tiffiny Tung (2012) en diversos contextos bioantropológicos en sitios Wari. Adicionalmente, es importante tener en cuenta la geopolítica durante la expansión Wari, pues sociedades vecinas pueden haber actuado como detonantes de la expansión, en el sentido que las elites comienzan a entender el papel de ellas en su desarrollo unilateral y también que dichas sociedades son competidores en potencia si es que ya no lo son. Asimismo, un estado en expansión necesitará los recursos humanos y naturales acumulados o por generar que se encuentran bajo posesión o control de otro grupo o, incluso, comenzarán a interesarse por lugares que contengan importancia ideológica. En ese contexto, no podemos dejar de lado que la expansión de Wari también podría relacionarse a una prolongada sequía (562- 594 d.C.) que obligó a las elites a buscar sus recursos en zonas alejadas de Ayacucho (Williams 2013).
Por lo anterior, es necesario adicionar a las causas económico-políticas causas ideológicas, las cuales en sociedades como las andinas son muy importantes también para controlar a las poblaciones y las nuevas zonas de extracción de recursos naturales. Un ejemplo de esto, quizá sea, la ocupación Wari del sitio de Cerro Baúl en Moquegua.
LAS FORMAS DE EXPANSIÓN DE WARI
Como vimos arriba las formas de expansión, si se quiere tomando el modelo Inca (D´Altroy 1992), necesariamente son limitadas por las condiciones materiales andinas prehispánicas. Definitivamente, la forma más importante para expandirse fue la conquista por medio de la fuerza, la forma violenta, es la forma más extrema de control y dominación social de una sociedad sobre otra. Esta se dio en territorios principalmente de la sierra centro y centro sur con algunos enclaves en la sierra norte como puntos de avanzada en la conquista de nuevos territorios. Sin embargo, parece que esta expansión hacia la sierra norte no terminó de consolidarse. Como hemos visto, hay varios indicadores arqueológicos que plantean la existencia de una violencia coincidente con la expansión territorial de la sociedad Wari en el mundo andino. La segunda forma de expansión Wari debió haber sido una forma de alianza entre las elites Wari y las elites locales de otros territorios. Dichas elites no Wari devendrían en elites intermedias en un contexto mayor relacionado con Wari, y que administrarían en nombre de los ayacuchanos a las regiones asimiladas o anexadas al Imperio Wari. A un nivel de mayor compromiso con las elites Wari, las elites locales asumieron todas las características de la sociedad Wari. A un nivel de menor compromiso, las elites solamente consumieron artefactos de estilo Wari o simplemente los imitaron. Una tercera forma de expansión Wari seguramente fue la alcanzada a través de medios religiosos, forma que todavía se puede encontrar en poblaciones que reproducen ese control de tipo teocrático que se dio en las sociedades formativas precedentes (Tantaleán 2012). La inserción de diferentes grupos en movimientos religiosos y la vinculación de las poblaciones en peregrinajes multirregionales hacia centros políticos religiosos Wari funcionan como parte importante en la estrategia de control de las poblaciones durante el Imperio Wari. La cuarta y última forma de expansión de Wari sería una en que las mismas comunidades o sociedades se habrían vinculado directamente y libremente como poblaciones autónomas y asumirían el control de Wari a través de la capital misma o de los centros provinciales. Así, también vemos que no solamente el control se da de arriba hacia abajo sino que las mismas poblaciones pueden acceder a Wari por interés propio.
EL MANTENIMIENTO Y REPRODUCCIÓN DEL IMPERIO WARI
Un aspecto muy importante es que, visto como un proceso en flujo constante con altas y bajas, el mantenimiento del Imperio Wari fue una cuestión que consumió muchos recursos humanos y naturales. De esta manera, la misma expansión del imperio supuso una necesidad de recursos cada vez mayor y diversificada, sobre todo. Así, esta inversión en la infraestructura y en el sustento de los funcionarios del estado es una parte muy importante a tomar en cuenta para la existencia del Imperio Wari. Asimismo, este mantenimiento que, obviamente se hizo con mano de obra, necesitaría de una justificación para tal esfuerzo. Como ya varios autores han señalado (por ejemplo, Nash 2012, Rosenfeld 2012), muchos de los sitios administrativos Wari y la misma ciudad-capital eran espacios en los cuales se instalaban lugares específicos para la celebración de grandes festejos en los cuales se hacían intercambios de objetos y comidas y, por supuesto, de información orientada hacia objetivos concretos. En ese sentido, la reproducción del estado Wari, se habría servido de tales fiestas para mantener el control y justificar el estatus quo de su elite. Asimismo, habría sido necesario algún tipo de trabajo forzado como la mit´a en el imperio Inca. Este necesariamente es un trabajo no voluntario sino que a manera de tributo o simplemente enajenación de la fuerza de trabajo se habría dado para mantener dicho estado y su materialización en infraestructura y producción consumida por las elites locales y ayacuchanas. Necesariamente este trabajo no voluntario debería haberse conseguido a través de la fuerza o la amenaza de ejercerla por parte de la elite Wari o las elites intermedias. En algunos casos, este mantenimiento de los centros provinciales Wari fue exitoso pero también en algunas situaciones tuvieron que ser abandonados14.
¿QUÉ TIPO DE ESTADO FUE WARI?
Así, después de todo lo anterior vertido, sería necesario establecer qué tipo de estado habría sido Wari. Pero antes, me gustaría decir que no sería Wari. Obviamente, Wari no es una sociedad de tipo comunitario ni una “jefatura compleja”, “cacicazgo”, “curacazgo”, señorío o “sociedad intermedia”. Su expansión por más reducida que se pueda creer siempre alcanzó una extensión física suficiente bajo cualquier propuesta teórica para confirmarse como un estado. Incluso, reconociendo que este haya sido una “ciudad-estado” o restringido a la zona del valle de Ayacucho la jerarquización de los asentamientos y el mismo entramado de la ciudad nos refiere a la existencia de una serie de grupos sociales diferenciados y excluyentes entre sí. Asimismo, no creemos que Wari haya sido solo un movimiento religioso en el cual muchas elites y/o comunidades se hayan entrelazado entre sí alrededor de la ciudad de Huari por una cuestión eminentemente ritual, cultista o de peregrinación. Creemos que una religión de tal magnitud y espectro no podría haber generado tal cantidad de infraestructura y, sobre todo, de cánones estilísticos tan estandarizados en su producción en una zona tan amplia e incrustarse de tal manera en las áreas fuera de Ayacucho e, incluso, en áreas que ya tenían una tradición religiosa muy importante previamente.
Asimismo, tampoco creemos que Wari haya sido un estado laxo que haya establecido relaciones débiles con otros estados (v.gr. “estado segmentario” sensu Southall 1956). Su intromisión en áreas nuevas y alejadas de su lugar de origen así lo certifica. Su existencia y presencia claramente modificó las prácticas sociales y espacios sociales de una manera tan dramática para que solo haya sido un estado más en el universo andino de los siglos VI al XI. Nosotros creemos que Wari, efectiva y objetivamente, fue un Imperio en el sentido como se entiende, por ejemplo, al Imperio romano de su época expansiva, salvando las distancias. Obviamente, el mundo andino le confirió una serie de características a este Imperio en tanto formación histórica original y local. Por eso, a un nivel más profundo, tendríamos que aceptar que las formas económico-políticas variaron en algo con respecto a otros ejemplos imperiales. Por ejemplo, la no existencia de dinero o moneda es un elemento que no permitió la acumulación de riqueza, especialmente de la elite, de la manera en que se dio en otros imperios conocidos. Asimismo, esa inexistencia de dinero condicionó las formas de intercambio entre seres humanos, lo cual se puede reconocer en lo que pudo haber sido un trueque realizado en los espacios controlados por el Imperio Wari y que necesitó, para su aprovechamiento por parte del estado, ser gestionado en esos espacios del estado Wari para poder ser canalizados hacia sus intereses propios. Obviamente, la inexistencia de moneda hizo que las relaciones sociales fuesen mucho más “intimas” en el sentido en que no existió un medio de cambio entre personas, lo cual explicaría que las relaciones sociales fuesen mucho mas importantes a la hora del intercambio de productos. Asimismo, esto imposibilitaría el pago de impuestos en moneda al estado, lo cual devendría que se siguiese utilizando el pago de estos mediante el trabajo humano o de productos.
Asimismo, la forma de control social no solamente fue a través de la fuerza sino también a través de la religión una forma que estaba muy relacionada con tradiciones más tempranas existentes en el mundo andino. Finalmente, la forma de agregación social difirió, como lo han señalado otros autores (Makowski 2012) de las formas imperiales en otras áreas. En este caso, salvo algunas grandes concentraciones humanas como Huari o Conchopata, en general, estamos ante un patrón de poblamiento disperso (lo cual también estaría relacionado con que la forma de reproducción social era mayoritariamente a través de la producción en unidades domesticas cercanas a los campos de cultivo o pastoreo). Sin embargo, lo que sí se puede ver es que esta tendencia hacia la concentración de poblaciones se dio en el Horizonte Medio donde por ejemplo se funda una gran cantidad de asentamientos Wari o relacionados con Wari. Asimismo, la agregación social sin necesidad de ser permanente, no excluyó la concentración temporal de poblaciones para la realización de actividades oficiales y su consecuente aprovechamiento para tareas estatales. Por todo ello, para nosotros Wari es un Imperio de tipo militarista con particularidades andinas, en el sentido en que hemos planteado líneas arriba. Obviamente, se necesita mayor trabajo de campo para afinar nuestros planteamientos pero creemos que podemos avanzar más seguros con indicadores contrastables empíricamente y, sobre todo, otorgándole a las formaciones históricas andinas la posibilidades de ser originales con relación a otras sociedades del mundo, sin dejar de comprender que, al final, más allá de esas particularidades, imperios como el Wari, forman parte de la compleja historia de la humanidad que muchas veces, y sorprendentemente, se asemejan a otras realidades sociales del mundo.
OTROS ESTADOS MILITARISTAS ANDINOS
Aparte del caso del Imperio Inca que ya ha sido definido por otros investigadores y que siguiendo los indicadores aquí planteados encaja claramente dentro de un estado militarista andino, otros casos pueden ser planteados aquí. Sobre todo estos casos se pueden tomar en cuenta a partir de la desaparición de Chavín de Huántar como estado teocrático andino y sus similares (Tantaleán 2012: 63). El caso más relevante aquí es el Estado Chimú (1100-1470 d.C.) de la costa norte peruana el cual, además, fue un importante rival del mismo estado Inca.
Otros posibles candidatos serian estados que no llegaron a consolidarse como Imperios pero que se encontraban en una situación de expansión. El caso del estado Moche (350-900 d.C.) parecería ser uno de ellos, aunque posiblemente no llegó a consolidar ni unificar su poder económico y político tal como lo plantean recientemente sus principales investigadores. Más allá de estos dos ejemplos, queda claro que existieron sociedades andinas prehispánicas que no tuvieron la capacidad real para poder invadir otras sociedades y, posiblemente no tuvieron dicha intención. Así, en el futuro será necesario seguir investigando otras formas políticas existentes aun en el espacio andino. Lo más importante aquí es reconocer que existieron formas socioeconómicas y sociopolíticas con peculiaridades andinas que fueron similares a otras en el mundo en base a sus elementos fundamentales y esenciales. Así pues, el desarrollo de una teoría arqueológica sobre el estado andino prehispánico necesariamente tendrá que abocarse al estudio de estos casos y, en última instancia, encontrar la negación dialéctica de los mismos estados: las sociedades no estatales andinas.