Principales Culturas
COSTA NORTE
CHIMU
Complejos de Ofrendas Florales Chimú
En las últimas décadas diferentes investigaciones arqueológicas, particularmente las desarrolladas en la costa norte, han reportado una serie de contextos, entre los que destacan entierros Chimú pertenecientes mayormente a niños-adolescentes. Estos se encuentran por lo general, asociados a determinado ajuar funerario, entre los cuales destacan siempre los siguientes materiales: valvas de Spondylus y caracoles Conus (a veces enteros, otros trabajados), sartas de semillas denominados comúnmente como «ishpingo» (Nectandra sp.), «huayruro» entre las mas conocidas, ídolos de madera en diferentes actitudes (algunos con incrustaciones de nácar, o pintados), textiles decorados, plumas de colores, implementos de cobre, etc., es a éste conjunto de elementos asociados específicos que estamos denominando Complejo de Ofrendas Rituales.
Recientemente, con los trabajos de investigación arqueológica que viene ejecutando la Universidad Nacional de Trujillo en el centro ceremonial Huaca de la Luna, se ha recuperado también material asociado a entierros de la época Chimú (intrusivo al sitio, dado a que la construcción originalmente es Moche). La correlación de estos contextos con hallazgos similares para otros sitios arqueológicos, nos permitirá comprender algunas prácticas rituales llevadas a cabo durante dicha época.
Por las características evidenciadas en estas tumbas, planteamos la posibilidad de que durante esta época se llevaran a cabo complejos rituales, en los que el sacrificio humano formaría parte importante como ofrenda, conjuntamente con los otros elementos anteriormente mencionados del ajuar funerario, es decir el personaje enterrado no sería necesariamente un personaje de élite o alta jerarquía al que se ofrendan dichos elementos simbólicos, idea que generalmente ha sido aceptada para los entierros asociados a elementos suntuosos, sin considerar otras posibilidades de interpretación.
El presente estudio está aún en su fase inicial, si bien nos arriesgamos aquí a plantear algunas propuestas, solo podrán ser mejor definidas mediante la ejecución de un estudio de carácter interdisciplinario (Montoya, 1996a), debido a la naturaleza del mismo.
Antecedentes
La procedencia de este complejo específico de ofrendas, que han sido recurrentemente evidenciados para ocupaciones del Periodo Intermedio Tardío según valles y sitios arqueológicos son:
Valle de Moche:
Chanchan:
- Tschudi (Sector Wachaque-Plataforma):
Fue reportado en contextos Chimú el entierro secundario de un personaje (al parecer adolescente, por la no fusión de la cabeza de húmero y la epifisis de la tibia, características observadas a nivel fotográfico), asociado a una máscara de oro, textiles (cuyas decoraciones son similares a los que hemos reportado en similares contextos Chimú en Huaca de la Luna), Spondylus, etc., y semillas perforadas (evidentemente de Nectandra sp.) amontonadas a un costado del entierro, la fibra que traspasaba las semillas no se conservaba por la descomposición orgánica que había sufrido (excavaciones realizadas en 1987 por el IRC/LL, I. Pérez C., 1993, com. pers.). - Calvario de los Incas:
Hrdlicka (1911, cit. por Pozorski, 1979: 133) reportó entierros al parecer exclusivamente de niños. Una observación de este mismo sitio (1993) nos reportó en su superficie, y áreas huaqueadas, semillas de Nectandra sp., conjuntamente con valvas de Spondylus, Conus, huesos humanos y de camélidos. Bourget, también en 1995, reportó este mismo material para este sitio, observando incluso restos de pigmento rojizo en cráneos humanos, etc. (Bourget, 1997: 113).
Huaca de la Luna:
- En las temporadas de campo 1991-94 realizadas en este sitio por el Proyecto Arqueológico Huaca de la Luna, hemos reportado, si bien inicialmente en contextos de escombros, evidencias de abundantes restos óseos, textiles decorados (foto 5 y 6) asociados al estilo Chimú, además de cerámica Chimú, y especímenes arqueobotánicos (Nectandra sp., Ormosia coccinea y cálices de flores de Nectandra sp). Estos fueron reportados abundantemente hacia el Corredor Sur del sector Plataforma I (fig. 3 a-c) (Montoya, 1993, 1998).
- Similares contextos, fueron reportados (en menor cantidad) para el sector de la Plataforma Superior, durante la primera temporada de campo 1991, área donde un grupo de estudiantes de la UNT realizaban sus Prácticas Pre-profesionales, descombrando grandes perfiles arquitectónicos en uno de los forados Coloniales que más afectó al sitio, es aquí donde conjuntamente con los estudiantes reportamos la presencia de semillas perforadas, fragmentos óseos, plumas de colores, implementos de cobre, etc.
Sin embargo, la identificación realizada a los especímenes botánicos, publicada posteriormente por las entonces estudiantes Castillo y Chilca (1992) no sería correcta, ya que ellas reportan la identificación de estas semillas como Phaseolus lunatus, citando: «pallares perforados ensartados con hilos de junco» (ídem: 66). Al contrario, hemos identificado (Montoya, 1998) estos especímenes como pertenecientes a Nectandra sp. (con diferentes especies), además citan el hallazgo de otro tipo de «semillas» pequeñas y también ensartadas identificándolas como «chofe» (Melilotus indicus), sin embargo dicha identificación también es errada porque no son semillas, estos mismos especímenes los hemos reportado en las tumbas Chimú 6 y 7, y los hemos identificado arqueobotánicamente como cálices de flores pertenecientes a la familia Lauraceas, del género Nectandra, probablemente pertenecientes a la especie puchury-minor (Montoya, 1998). - Durante la temporada 95 del Proyecto Huaca de la Luna, se reportó en la Unidad 12 (Tello, 1997) del Sector Plataforma I, un contexto mejor conservado, en relación a los anteriormente descritos.
Estos estaban asociados evidentemente a dos entierros Chimú, los análisis de antropología física efectuados por Laurel Anderson (Programa de Doctorado, Universidad de Tulane) definieron que pertenecían a niños casi adolescentes (13-14 años), no encontrándose evidencias físicas de las causas de muerte de los mismos (com. pers., 1995), con abundantes ofrendas, entre los que se encontraba una maqueta e idolillos de madera en miniatura, representado un ritual de entierro en una plaza ceremonial similar a la existente en las ciudadelas de Chan Chan, además de otras escenas (Uceda, 1997), entre éstas ofrendas se reportaron abundantes semillas perforadas sueltas y ensartadas en hilos o en soguillas, también fueron reportadas decenas de piezas textiles, algunas decoradas en sus esquinas con el símbolo escalonado (elemento decorativo típico del estilo Chimú) o decoradas con cálices de Nectandra sp., varias de estas piezas envolvían a diferentes tipos de semillas, a manera de paquetes anudados (Montoya, 1995, 1998).En este mismo contexto han sido reportados fragmentos de cerámica pertenecientes a tinajas grandes, de paredes delgadas, algunos presentaban también una decoración aplicada de la representación de semillas de Nectandra sp., también fueron reportados restos óseos animales y malacológicos (Montoya, 1996b). - En la temporada 96 fueron reportadas otras dos maquetas en la proximidad de la Unidad 12 (Plataforma I), en contextos también parcialmente disturbados. El contexto de la maqueta Nº 3 se asociaba, entre otros elementos, también a semillas de Nectandra sp. sueltas pero perforadas, algunos de los cuales conservaban aun las sartas hechas de soguillas.
El contexto de la maqueta Nº 4, estuvo parcialmente disturbado, las excavaciones realizadas por una estudiante de la PUCP pudieron definir también la existencia de un entierro Chimú intrusivo, quien consideró que por el ajuar funerario reportado en esta tumba entonces debía pertenecer a un personaje de alta jerarquía (Habletter, 1997: 22), se encontraba asociado a grandes tinajas y el esqueleto pertenecía a un niño, entre los especímenes reportados habían además algunos idolillos de madera, caracoles Conus, y valvas enteras de Spondylus, así como también fragmentos trabajados de estas mismas especies, fragmentos textiles y algunas semillas de Nectandra sp. perforadas, etc. Los materiales estaban muy deteriorados por descomposición orgánica, también se reportó que las tinajas tenían decoración en relieve con diseños de semillas de Nectandra y serpientes (ídem: 21).
Cerro Blanco
- Este sitio fue inicialmente excavado en 1899 por Uhle, él reporta la existencia de una ocupación Chimú, entre los materiales describe figurinas de madera, Conus, Spondylus, plumas de colores, textiles, conjuntamente con sepulturas (cit. Bourget, 1997: 110).
- En 1994, Bourget realizó excavaciones en este mismo sitio, el cual sin embargo ya estaba muy destruido por las actividades de huaquería que la afectaron, luego de las excavaciones de Uhle.
Fueron reportados en contextos de escombros, entierros de niños, adolescentes y mujeres, asociados a piezas textiles, plumas de colores, granos de nectandra (sic), Conus y Spondylus (naturales y piezas trabajadas), así también fue reportada una enorme cantidad de huesos de camélidos jóvenes (Bourget, 1997: 112, 113).
Huaca El Dragón
- En 1966, Schaedel publica los hallazgos realizados en este sitio, consistentes en una serie de objetos, asociados a entierros, y en áreas de depósitos, entre sus hallazgos reporta: ídolos de madera, valvas de Spondylus, semillas perforadas identificadas como Nectandra, etc. Para el caso de estas últimas él menciona: «.. cuentas de un collar de nectandra (sic), que aparentemente estuvo alrededor del cuello de un niño al momento del entierro» (Schaedel, 1966: 424).
Considera que la Nectandra conforma una cuarta clase principal de artefactos ceremoniales en este sitio, a saber:
– Idolos de madera,
– Spondylus,
– Strombus (Bourget, 1994, revisó estos últimos especímenes, determinando que se trata del género Conus), y
– Semillas de Nectandra,
No hemos podido determinar si en Huaca Arco Iris existieron paquetes de tela envolviendo las semillas, tal y como hemos reportado para Huaca de la Luna. Al respecto, el material arqueobotánico que hemos analizado de Huaca Arco Iris las hemos encontrado ya separadas de las piezas textiles, en donde era probable que hayan sido originalmente encontradas, al respecto Schaedel ya mencionaba el pobre estado de conservación de los textiles, pero menciona también el hallazgo de un paquete de tela con varios pequeños collares de semillas de Nectandra (ídem: 424), que bien podría haber sido similar a los reportados en Huaca de la Luna.
Huanchaco:
- Fue reportado el entierro de niños y camélidos jóvenes, así como ceramios pertenecientes a grandes jarras, asociadas al Periodo Intermedio Tardío (Donnan y Foote, 1978, cit. Bourget, 1997: 115).
Valle Jequetepeque:
- Pacatnamú:
- Huaca 16: Fueron reportadas semillas de Nectandra en contexto funerario, dentro de un fardo, conjuntamente con dos collares de chaquiras (Hecker, 1991: 399), además de un collar de semillas cerca a la cabeza de un niño (ídem: 489), para ocupaciones tardías del sitio, probablemente Lambayeque.
- El Proyecto Pacatnamú, reportó en Huaca 1 el hallazgo de entierros humanos de adolescentes y jóvenes, asociados a textiles, cobre, semillas de Nectandra, caracoles Conus, valvas de Spondylus (Donnan, 1986; cit. por Bourget, 1997: 115).
- Huaca Dos Cabezas :
1. En los trabajos de investigación que viene realizando el Dr. Donnan, se ha reportado (temporada de campo 1997) algunas semillas en áreas próximas a tumbas saqueadas, pero pertenecientes a la cultura Lambayeque, una sarta conteniendo 5 semillas nos fue proporcionada, las que hemos identificado como Nectandra sp..
Valle La Leche:
- Túcume:
Las investigaciones arqueobotánicas del material orgánico de Túcume, reportaron también el hallazgo de semillas del género Nectandra, para contextos asociados a cerámica Lambayeque (León del Val, F., 1991).
El contexto más relevante está referido a un fardo de la época Inca, hallado en Huaca Larga (Plataforma II) en 1991, en este fardo las semillas de «Amala» estaban ensartadas, y colocadas a ambos lados del fardo, éste al ser desenfardelado (en 1993) tenía un olor muy penetrante al parecer provocado por estas semillas (com. pers. Narváez, 1994). Algunas semillas nos fue proporcionada, las que identificamos como pertenecientes al género Nectandra sp..
Valle de Lurín:
- Pachacamac:
Baessler (1902-1903) reporta el hallazgo en Pachacamac, de un fardo funerario Inca, pero conteniendo el cuerpo de un puma, éste se asocia a implementos de plumas de aves selváticas, objetos de metal (oro, plata), tejidos, valvas de Spondylus, y collares de semillas que dicho autor identifica como perteneciente a la familia Sapotaceae. Sin embargo en la foto de este fardo publicado por Longhena (1990: fig. 265) podemos apreciar que estas semillas pertenecerían mas bien a Nectandra sp.(foto 9).
Islas Guaneras:
- Guañape y Macabí :
G. Kubler (1948) reporta en las islas guaneras de Guañape y Macabí, sartas de semillas, conjuntamente con otros artefactos como: ídolos de madera, textiles, representaciones de peces en plata laminada, conchas Spondylus. Las semillas las reportó con el nombre de «cacao seeds» y «oval brown berries», no mencionando la identificación taxonómica de las mismas. Sin embargo, por las características morfológicas que el autor menciona, además de los dibujos que él publica, consideramos que podrían pertenecer a semillas de Nectandra sp.
No se define bien el contexto de los hallazgos ni el período cultural al que estarían asociados ya que el material al parecer estaría disturbado. Sin embargo, en estos sitios se ha reportado una secuencia ocupacional amplia, que va desde el período Moche a Inca, e incluso colonial.
Por las características reportadas estos sitios tuvieron una connotación ritual en la que básicamente se depositaban ofrendas, al parecer relacionadas también a actividades de sacrificios humanos, tal es el hallazgo en estas islas de ídolos de madera representando a prisioneros desnudos (Kubler, 1948).
Los Restos Arqueobotánicos en los Complejos de Ofrendas Rituales: La Nectandra sp.
Los análisis que hemos realizado del material botánico (específicamente semillas y cálices de flores,asociados a determinados complejos de ofrendas procedentes del valle de Moche (Huaca de la Luna, Cerro Blanco y Huaca El Dragón) nos ha permitido definir que el uso de diferentes especies del género Nectandra sp. (Montoya, 1998), fue común para estos tres sitios.
Por las características de disposición y ordenamiento de los cotiledones de Nectandra sp. en las sartas (soguillas), la gente que las elaboraba debió tener determinados parámetros de elaboración, dado a que los tres sitios reportan características comunes, como: el tipo de semillas usadas en las sartas, la disposición de las diferentes especies al momento de ser ensartadas, el uso predominante de la cabuya (con respecto al algodón e inea), así como el tipo de torsión final en Z, que es predominante en los tres sitios.
El único contexto donde se han podido observar sartas completas (y no fragmentos, como hasta ahora habían sido reportadas en los diferentes sitios) son las que han estado contenidas dentro de paquetes de tela anudados, reportados en la Tumba 7 – Chimú de Huaca de la Luna, es posible que los reportados en otros sitios hallan sido depositadas originalmente de esa misma forma, o asimiladas a otros tipos de contextos con características ofrendatorias, ya que sabemos de otros contextos arqueológicos asociados también a semillas de Nectandra sp., tales como: semillas ensartadas encontradas tanto dentro de bivalvas de Spondylus, como rodeándolas, o también dispersas y sueltas, no sabiéndose generalmente la forma original cómo fueron ensartadas y depositadas.
Los Textiles del Complejo de Ofrendas Rituales en Huaca de La Luna
El material textil recuperado de los contextos disturbados en el Corredor Sur de Huaca de la Luna, fue asumido como perteneciente a la época Chimú, por sus características de diseño y elaboración, así como por su aproximación a fragmentos de cerámica del estilo Chimú. Entre los fragmentos mas diagnósticos, pertenecientes a textiles decorados, se han registrado: bandas con diseños policromos ictiomorfos en tapiz ranurado, paños con decoración escalonada y diseños geométricos policromos en brocado, además de piezas consistentes en borlas y medallones bordados con diseños policromos de volutas, etc. (Montoya, 1993: 22-23).
Entre las características peculiares que reportó este material era que en los fragmentos pertenecientes a bandas, no observábamos evidencias de haber estado cosidas a otro textil, por lo que no pudimos determinar en ese entonces a qué tipo de pieza pertenecían. Sin embargo, por la calidad de los tejidos, policromía y diseños ya habíamos considerado que estos textiles, antes que parte de la vestimenta, conformarían parte de las ofrendas de los personajes depositados en Huaca de la Luna.
Algunas interrogantes surgieron de las características de estos materiales textiles, ya que como mencionamos, éstas no tenían evidencias de haber estado cosidas, a manera de decoración a una pieza determinada, lo cual nos planteó la posibilidad de que dichas piezas no fueron terminadas en su elaboración, pero que sin embargo fueron incluidas como parte de las ofrendas en el ritual de entierro, pudiendo ser que ¿fueran elaboradas especialmente para el entierro de determinados personajes Chimú?, ¿formarían parte de la vestimenta de los personajes enterrados?, o ¿cumplierían una función de ofrendas a los mismos?.
Es recién en 1995, que tuvimos la oportunidad de evidenciar material textil en contextos relativamente mas seguros y asociados a tumbas Chimú (Tello, 1997), las piezas textiles eran evidentemente del mismo tipo que los fragmentos que habíamos reportado en 1991 en escombros de la época colonial en Huaca de la Luna. Este hallazgo nos ayudó a definir que las bandas fueron depositadas de dos maneras diferentes en estas tumbas, algunas estaban cosidas a los bordes de paños cuadrangulares (fotos 11, 12, 13), y otras eran bandas completas solas, es decir que aún no estaban cosidas alrededor del manto.
Así también, se reportaron mantos elaborados con fibra de algodón, conformados por dos paños cosidos en sus orillos de urdimbre, estos tenían hacia sus esquinas una decoración en base a tramas suplementarias de fibras de camélido teñidas, formando un diseño escalonado en colores amarillo, rojo, verde o azul (foto 14). Se observó sin embargo que las decoraciones de cada paño en un mismo manto no coincidían ni en diseño ni en dimensiones, esto también nos hace suponer que los paños fueron cosidos indistintamente, sin tomar en consideración la similitud ni simetría de los diseños, en un mismo manto (Montoya, 1995). Al parecer, se debería a una manera particular de elaboración, debido posiblemente a diferentes factores, entre los cuales podríamos suponer que ¿no contaban con las piezas completas ni terminadas?, o que ¿fueron elaboradas apresuradamente?.
Esto respaldaba en parte el planteamiento inicial de que las piezas fueron especialmente hechas para cumplir un rol de ofrendas en un ritual específico, más que como parte de la vestimenta del personaje enterrado.
Las características de elaboración, forma y diseño de los textiles Chimú recuperados en Huaca de la Luna son similares a los reportados en el entierro de un niño en Tschudi (1987), en Huaca Arco Iris (material depositado en el Museo de Arqueología de la UNT), ésto estaría respaldando nuestra hipótesis de la existencia de patrones de elaboración para piezas textiles destinadas especialmente para determinados eventos rituales.
Estos contextos recurrentes, donde estos elementos (Nectandra sp., textiles, etc.) forman parte de todo un corpus de ofrendas específicas, nos estaría indicando un determinado tipo de ritual en sitios ceremoniales durante la época Chimú.
Al respecto un dato interesante, que respalda en cierto modo que estos materiales conforman parte de ofrendas especialmente elaboradas para estos rituales y no son elementos aislados, nos la da Anne P. Rowe, quien analizó el material textil registrado por Pozorski para el sitio de Las Avispas, quien menciona: «…Muchos de los textiles fueron hallados doblados o envueltos, como si ellos hubieran servido como ofrendas independientes mas bien que como prendas de vestir o envolturas de fardos» (1984: 23). Traducción libre.
Al respecto, es necesario realizar una revisión de los contextos arqueológicos reportados para dilucidar la ocurrencia de este tipo de elaboración en las piezas textiles.
Entierros Chimú: ¿Ofrendas Humanas?
Los análisis de antropología física de las tumbas 6 y 7 (Chimú) de Huaca de la Luna, evidenciaron que pertenecían a niños-adolescentes de 13-14 años (dato no publicado), no observándose en los mismos las causas específicas de muerte, así también la tumba 9 (Chimú) reportó ser de un niño.
Hallazgos similares han sido reportados en Huaca Arco Iris, Chan Chan, Cerro Blanco, etc., asociados a objetos ofrendados también similares. Estos rasgos nos ha permitido plantear a manera de hipótesis que estos entierros no pertenecen a dignatarios o personajes de estatus en la jerarquía gubernamental Chimú, o de élite, como se ha planteado generalmente. La recurrencia de características en cuanto a edad y material de ofrendas depositadas, harían pensar mas bien en una selección específica de personas para formar parte de estos rituales conjuntamente con un rico ajuar, posiblemente solo en determinados sitios, y para servir como ofrendas especialmente preparadas para determinados eventos.
Esto nos planteó que debíamos indagar en las causas de muerte, de allí surgió la interrogante: ¿cabría la posibilidad de sacrificios humanos, quizás por envenenamiento?.
La muerte por envenenamiento -por lo rápido de la reacción en el cuerpo humano- no deja huellas en el sistema óseo. Sin embargo, cabe la posibilidad de indagar sobre el consumo de alucinógenos en base al análisis de metabolitos del cabello humano, que aún conservan estos personajes. Así también, un estudio de los componentes fitoquímicos de las semillas reportadas en asociación a este tipo de tumbas Chimú, planteó aspectos interesantes sobre su función en estos contextos (Montoya, 1998).
Algunas referencias etnohistóricas también nos dieron pautas para la realización de estos análisis. Es así que hemos iniciado el estudio fitoquímico de las semillas de Nectandra sp. reportadas en las tumbas 6 y 7 de Huaca de la Luna, así como también una serie de bioensayos. Los resultados obtenidos en la fase inicial, si bien son solo indicativos de las propiedades que estas semillas tienen, han reflejado que entre sus componentes existen determinados tipos de alcaloides, que bien pueden provocar las alteraciones reportadas por los cronistas y según las dosis podrían haber actuado como causantes de muerte. Como mencionamos, nuestro objetivo principal era contrastar la diferente información obtenida de diferentes disciplinas para tener una idea mas clara sobre las posibilidad de uso de estos especímenes botánicos dentro del complejo de ofrendas asociados a entierros de niños, ésto en la medida de que no había una causa específica de muerte, por lo que la posibilidad de que hubieran sido sacrificados, debía ser dilucidado en el estudio fitoquímico mediante análisis específicos.
Los bioensayos realizados (con Rattus rattus var. albinus) nos dieron indicios de que el extracto de las semillas de Nectandra sp. puede llegar a producir un efecto neuroestimulante corto, seguido por un efecto depresivo, pero si la dosis es alta, bien podría llegar a producirse la muerte.
Este bioensayo brindó la posibilidad de realizar un experimento comparativo entre el cabello humano de la tumba 7 de Huaca de la Luna y el pelo de la rata, el cual debía responder positivamente a la reacción de alcaloides, en la medida que los metabolitos se quedan impregnados en el pelo.
Los resultados dieron positivo (reacción de Mayer, y Mandelin) y por las características de la reacción el tipo de alcaloide podría ser del tipo Estricnina o Solanina, pero que no pertenecían al tipo Aminos.
Estos resultados son aún indicativos, nos falta realizar más bioensayos con grupos de ratas para poder ofrecer un dato de mayor confiabilidad.
Si los resultados llegan a ser positivos podemos considerar que la actividad analgésica se estaría relacionando a lo reportado por Cobo (cit. Rostworowski, 1989: 249), que mencionaba en relación al espinco o espingo (ishpingo):
«Los polvos desta yerba con polvos de incienso y dados en vino, hacen no sentir los tormentos, por rigurosos que sean».
El cronista Arriaga menciona en relación a la bebida de chicha mezclada con polvo de Espingo
«… beven la demas los Hechiceros, y les buelve como locos» (cit. Wassén, 1973: 44), lo cual estaría relacionado a la actividad de los alcaloides en el sistema nervioso.
El consumo de bebidas conteniendo porcentajes de alcohol, de por sí produce un efecto neuroestimulante, si consideramos el agregado a la chicha de especímenes que contienen alcaloides, como es el caso de la Nectandra sp. o «polvos de Espingo» citado por los cronistas, el efecto es mucho mayor, por lo que proponemos el uso de este espécimen como un aditivo que pudo haber provocado una muerte sin dolor, es decir la víctima pudo haber sido narcotizada, en ceremonias donde la ofrenda humana formaba parte del ritual a ejecutarse, ésta propuesta no debe descartarse de plano y mas bien valdría incidir sobre este aspecto en futuras investigaciones interdisciplinarias.
Según los contextos de aparición, al parecer la Nectandra era un elemento aprovechable por la élite para determinados fines socio-políticos, enmarcados sutilmente en contextos ceremoniales.
Planteamos, como una tentativa para comprender los rituales Chimú, una clasificación inicial de los contextos arqueológicos reportados recurrentemente, tomando en cuenta principalmente la particularidad de los mismos, y las recurrencias constantes de ofrendas similares.
La particularidad de algunos de estos tipos de ofrendas como parte de complejas actividades rituales, ha llevado a plantearnos que éstos podrían estar correlacionándose con eventos específicos en las sociedades prehispánicas, un estudio etnohistórico queda pendiente para realizar, lo cual deberá ayudar en el estudio arqueológico para aclarar o descartar este planteamiento.
Bourget plantea: «… estos rituales prescritos formaron una parte importante del aparato religioso del inicio de la cultura Chimú y que ellos se realizaron a lo largo de la costa peruana durante un período de tiempo largo» (1997: 115).
Estamos de acuerdo con lo planteado por dicho investigador, en el sentido de que los niños y jóvenes evidenciados en estos sitios se constituyen como parte de la ofrenda misma en estos rituales (ídem: 115), y no que constituyen entierros de personajes de alta jerarquía a quienes se les ofrenda. Consideramos que no es casual la presencia de una determinada edad en estos entierros humanos, y que bien podría deberse a causas específicas de muerte exprofesa (Montoya, 1998).
En el estudio que planteamos realizar debemos necesariamente indagar en las causas de muerte de los adolescentes, reportados en contextos similares en diferentes sitios Chimú. T. Pozorski menciona, para el caso de los entierros reportados en Las Avispas (excavada en 1970): «Las muertes naturales y aún por epidemias o catástrofes, ocurren en variedad predecible de individuos de diferentes edades y sexos, salvo que el patrón de la muerte fuera altamente selectivo» (Traducción Libre) (1979: 133). Uceda (1997) considera para la tumba 7 de Huaca de la Luna la posibilidad de que el esqueleto pertenezca al personaje principal o a algún acompañante (ídem: 152), además, según el fechado radiocarbónico (obtenido a partir del cabello del personaje) que data entre 1440 a 1665 d.C. esta tumba pertenecería a la fase Chimú Tardío, según ésto él propone:
«Es conocido que desde la ocupación Inca, Chan Chan empezó a ser saqueado, lo que llevaría a algunos dignatarios o descendientes de ellos a buscar lugares seguros para enterrar a sus difuntos» (ídem: 152-153).
Dicha propuesta es lógica considerando los hechos históricos sucedidos en la costa norte, sin embargo, consideramos que faltan realizar estudios puntuales al respecto, ya que como hemos propuesto es sintomática la presencia recurrente de entierros Chimú de personajes adolescentes asociados al parecer a contextos rituales específicos y no necesariamente que pertenezcan a contextos de tumbas de personajes de jerarquía con un rico ajuar como ofrendas.
Si bien no existen reportes etnohistóricos con respecto a los casos de sacrificios de niños para la época Chimú, existe información de los cronistas Martín de Murúa (1964) y Calancha (1976) sobre sacrificios específicos de niños para la época Inca, por lo que valdría considerar la existencia de estos sacrificios específicos para épocas anteriores.
Es posible que nos encontremos ante cementerios especializados, es decir si tomamos como ejemplo el caso recurrente de los entierros de adolescentes en Huaca de la Luna, éstos tendrían un lugar especifico donde debían ser enterrados, y depositada la gran cantidad de ofrendas, tal es el caso de la tumba 7 en que se encontraron 45 valvas de Spondylus, 287 caracoles Conus, además de 700 fragmentos de Conus y Spondylus trabajados, e idolillos de madera (Tello, 1997; Uceda, 1997) que representaban una serie de escenas ceremoniales tales como el entierro de un personaje en una litera, un personaje desnudo al parecer destinado a ser sacrificado, además de personajes que portaban en las manos cabezas trofeo, etc. el ajuar de esta tumba nos da nuevos indicios de los rituales que se llevaban a cabo en la época Chimú.
Queda también, aclarar la implicancia de estas características rituales en diferentes momentos del desarrollo de la sociedad Chimú, por lo que la correlación de fechados seguros para los diferentes sitios con estos contextos será importante.
Revista Sian Nº 4
Por: María del R. Montoya Vera, Proyecto Arqueológico Huaca de la Luna
En: Revista Sian Nº 5 pp. 9 – 1998