El puente colgante Q’eswachaca, ubicado en la provincia de Canas, en Cuzco, Perú, se encuentra a 13.000 pies de altura sobre las aguas del río Apurimac y fue alguna vez parte de la red de puentes tejidos en la época del Imperio Inca.
Cada segunda semana del mes de junio es tejido y tendido nuevamente, proceso en el que intervienen cuatro comunidades del distrito de Quehue.
El Instituto Nacional de Cultural (INC) de Perú lo declaró Patrimonio Cultural de la Nación el 5 de agosto de 2009, y el 4 de diciembre del 2013 la UNESCO la inscribio como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.
Aunque el puente no es necesario como vía de comunicación, ya que existe un puente moderno cercano para cruzar el río Apurimac, se trata de una costumbre ancestral.
El trabajo de renovación anual es un medio de comunicación y cohesión social entre las comunidades y además constituye una parte fundamental en la conformación de la identidad cultural de las comunidades peruanas.
Materiales únicosEl Q’eswachaka es el único puente realizado exclusivamente con fibras vegetales existentes en los Andes.
Sus sogas, al estar hechas de fibras de hierbas, se deterioran rápidamente y es por ésta razón que alrededor de mil personas de comunidades locales lo reconstruyen.
Se basa en conocimientos tecnológicos prehispánicos y es parte fundamental en la conformación de la identidad cultural y organización de las comunidades andinas.
Tradición ancestral
El Q’eswachaca es un puente colgante elaborado con ichú.
El puente se ha mantenido desde hace 600 años, la época incaica, gracias a la reconstrucción anual que llevan a cabo las comunidades locales: Chaupibanda, Choccayhua, Ccollana y Winch’iri, a través de un sistema de origen prehispánico que permite la construcción de obras a nivel intercomunal.
El proceso de reconstrucción del puente – de 28 metros de largo y 1.20 metros de ancho – se inicia una semana antes, primero con la recolección del ichú y luego con la elaboración de las sogas de distinto grosor y resistencia.
Durante los días de elaboración mujeres, hombres, y niños de 800 familias participan a tiempo completo para acabar éste trabajo.
Cada familia debe preparar 40 brazadas de soga de golla ichú para obtener la cantidad necesaria para tejer el puente.
Legado inca
Este puente forma parte de la red de caminos incaicos, hoy denominada Qhapaq Ñan, que unía todo el Tahuantinsuyo.
Los conocimientos ligados a la renovación del puente Q’eswachaka se han transmitido y se transmiten de forma oral, de generación en generación.
La actividad se realiza siguiendo un sistema de trabajo denominado minka, de origen precolombino. Con ésta técnica los andinos, además de reconstruir el puente, realizan grandes trabajos comunales como la cosecha de ciertos productos, el mantenimiento de andenes o la renovación de canales de irrigación.
Este increíble puente honra y sigue manteniendo con vida el legado que la civilización Inca le dejó a la colectividad.
Proceso de tejido
Todo comienza semanas antes del armado del puente, cuando se recoge de las alturas un tipo de paja llamado q’oya que sirve para formar la base y las barandas de la estructura. Hombres, mujeres y niños se sientan en las acequias para chancarlas con piedra, mojarlas en el agua y empezar a tejer.
Un día después, los jefes de familia entregan a los tejedores las sogas o Q’eswas de hasta 70 metros de largo.
Los tejedores o ‘chakaruwaq’ se balancean por los aires, a 50 metros de altura, sin ninguna seguridad mientras enlazan las soguillas que proporcionan las comunidades.
Según el antropólogo Miguel Hernández, encargado de elaborar el informe del Q’eswachaka ante la Unesco, dijo que nunca ha habido un accidente en la elaboración de este puente inca.
Para los campesinos de las cuatro comunidades, el Q’eswachaka tiene un carácter sagrado. El día de la renovación, 7 de junio, se realiza una ceremonia de pago a los apus (divinidades) y a la pachamama (madre tierra). Un sacerdote andino reza en quechua y ofrece hojas de coca, un feto de llama, maíces de colores, algodón, azúcar, vino, cigarros y campanas.
Otro elemento que acentúa el riesgo de esta labor es que en junio el caudal del río baja usualmente, por lo que hay una gran cantidad de piedras en el fondo del cañón. Sin embargo, esto no parece importarles a los tejedores.
Se sabe que el Q’eswachaka, ubicado en el distrito cusqueño de Quehue, es capaz de resistir el peso de un poblador y quince llamas.
La directora de Patrimonio Inmaterial del Ministerio de Cultura, Soledad Mujica, señalo que hasta inicios del siglo XX muchos puentes similares al Q’eswachaka seguían en uso, pero después se dejaron de renovar por la construcción de otros con materiales actuales.
El puente Q’eswachaka forma parte de un tramo del sistema vial andino Qhapaq Ñan y en el tiempo de los incas unía los actuales territorios de las provincias de Canas y Chumbivilcas. «No hubiéramos podido tener la red de caminos incas (Qhapaq Ñan) ni la articulación social, cultural y económica que tuvo el incanato si no hubiéramos tenido una red de caminos como este», indicó.
Fuente: BBC Mundo, La República, National Geographic