EL SEÑOR DE SIPÁN, El hallazgo que cambió la historia

sipan-representacion-museoWalter Alva encabezó el grupo de especialistas y trabajadores que trabajaron durante varios meses para rescatar la cámara funeraria.

Cinco lustros han pasado desde el descubrimiento de este personaje de la cultura Mochica y es un buen momento para hacer una relexión sobre la importancia que ha ejercido este acontecimiento en Perú, en su población, en su cultura.

VEINTICINCO años es una vida o apenas un recodo en la historia de un país, pero existen acontecimientos que marcan un antes y un después de una época, que dan inicio a un serie de sucesos que inluyen en los aspectos cultural, económico y social de una nación. Eso fue lo que ocurrió aquella mañana de julio de 1987 cuando un grupo de arqueólogos y trabajadores encabezados por Walter Alva hallaron la cámara funeraria intacta de un señor moche. Se encontraban ante uno de los descubrimientos más fascinantes e importantes de la arqueología mundial.

«Cumplir 25 años del descubrimiento del Señor de Sipán significa haber recorrido un largo camino que empezó en dramáticas circunstancias porque el monumento estaba siendo saqueado por los profanadores de tumbas y porque el hecho ocurrió en una época de crisis política, social y económica. De eso se aprovechaban los traficantes de piezas arqueológicas para promover el saqueo de nuestra riqueza cultural. Se profanaron tumbas y se desató una iebre en el pueblo de Sipán y nos vimos obligados a intervenir», recuerda Alva, actual director del Museo Tumbas Reales de Sipán.

Sostiene que su descubrimiento tuvo el mismo impacto que ocurrió cuando se halló la tumba de Tutankamón en Egipto, a comienzos del siglo XX. «Se generó una dinámica que se manifiesta en el mayor interés de estudiar la cultura mochica. Marca una mayor atención de parte de la clase política hacia esta tarea que apoyó más proyectos de investigación y también en la comunidad que se interesa por su patrimonio», apunta.

Luis Chero, director del Museo de Sitio Huaca Rajada-Sipán, fue otro de los protagonistas de aquella historia. Recuerda los momentos difíciles que vivieron cuando llegaron a la zona arqueológica. «La plataforma funeraria había sido tomada por los huaqueros y cuando ingresamos en el lugar recibimos muchas amenazas de muerte y se temía que el doctor Alva sufriera algún tipo de atentado. Contra todo eso se trabajó, y 25 años después el resultado es que ahora tenemos 16 contextos funerarios recuperados y restaurados».

Los huaqueros estaban en Sipán desde diciembre de 1986 y habían lotizado el lugar y excavaban todo el día. Incluso llegaron a profanar la tumba. A mediados de febrero la Policía intervino e hizo un operativo en las casas de los huaqueros e incautó una serie de piezas, entre ellas dos caras felínicas, caras antropomorfas y otros objetos de oro. En la madrugada llamaron a Walter Alva y le pidieron que vaya de inmediato; el arqueólogo jamás se imaginó lo que le esperaba. Fue grande su impresión al ver las piezas de oro. «Esa misma mañana fuimos a Huaca Rajada. Llegamos al sitio y vimos varias piezas fragmentadas que habían sacado los huaqueros. Estaba destruido. Comenzamos a ir interdiario y llegaron las amenazas; nadie quería trabajar con nosotros. Gracias al apoyo de la Policía pudimos trabajar permanentemente desde marzo y en julio se produjo el descubrimiento», precisa Chero.

El arqueólogo indica que existen dos etapas en el trabajo de investigación en la zona. La primera empezó en 1987 y concluyó en 2002 con la construcción del Museo Tumbas Reales de Sipán. En este período se descubrieron, además del Señor de Sipán, las tumbas del Viejo Señor, del Guerrero, del Sacerdote, del Jefe Guerrero y de nobles.

La segunda etapa empezó en 2007 y continúa hasta la fecha, con apoyo del Fondo Ítalo-Peruano y, luego, con la creación de la Unidad Ejecutora 111-Naylamp, entidades que financian los trabajos. En este

período se descubrieron los contextos funerarios del Sacerdote Guerrero, tumba 14; el Joven Guerrero, tumba 15, y Guerrero del Pututo, tumba 16.

INICIO DE UNA ETAPA

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El arqueólogo Walter Alva recuerda cómo catastróficas lluvias y sequías arrasaron con los moches y otras civilizaciones del norte peruano. Una reflexión para pensar la futura reconstrucción. (Foto: El Comercio/ Karen Zárate)

Walter Alva airma que se puede hablar de un antes y un después de Sipán, porque a partir de su descubrimiento cambió el concepto de arqueología en Perú, se le prestó más atención. «Antes solo se tenían estudios que realizaban investigadores extranjeros; eso ahora ha cambiado y se desarrollan proyectos que tengan un impacto social», reiere. Destaca también el surgimiento de una identidad, en especial en Lambayeque. «La población ha asumido con mucha fuerza que Sipán es un testimonio de la grandeza de su pasado. Ahora se siente orgullosa de saberse descendiente de una cultura que tuvo un alto nivel de desarrollo», agrega.

Chero resalta, por su parte, el creciente interés por estudiar la cultura Mochica y el desarrollo de proyectos de investigación en las huacas de La Luna, El Brujo, San José de Moro y otros. «Todos estos estudios en conjunto hacen que esta cultura sea mejor conocida».

Los trabajos en el área de Sipán y en Lambayeque han permitido demostrar una evolución en los enterramientos. Existe un mismo sistema, pero a medida que pasa el tiempo los personajes principales tienen más objetos de oro y de plata, se les da un rango de señores. Igual sucede con las tumbas de los sacerdotes, de los guerreros y de los personajes de la nobleza.

Alva rescata el aporte de los mochicas en el desarrollo de la ingeniería hidráulica. Precisa que fueron los que cambiaron el paisaje de la Costa peruana. «Fueron ellos los que desarrollaron la ingeniería hidráulica porque irrigaron el desierto e incorporaron extensos terrenos como áreas de cultivo. A partir de allí surgió la metalurgía».

IMPACTO
«Se ha generado un sentimiento de identidad. Para Lambayeque, es el ícono cultural, de su identidad y significa también la revaloración de la autoestima de nuestra población. Ahora ningún lambayecano deja de sentirse orgullo de ser descendiente de la raza de los señores de Sipan», recalca Alva.

Sostiene que el hallazgo del Señor de Sipán generó una diná-mica en la investigación arqueológica que impulsó y condujo a la construcción de un museo propio como es el Tumbas Reales, que recibe anualmente entre 140,000 y 160,000 visitantes. «Desde su inauguración hasta la fecha ha recibido cerca de un millón 700,000 turistas. En diez años es uno de los museos más visitados de Perú y creo que es una demostración de que ha sido un proyecto exitoso».

En el aspecto académico, destaca que la arqueología peruana ha entrado en una etapa de madurez y ahora tiene una presencia importante en el mundo académico cientíico; inluye el hecho de que esta ciencia pasó de ser teórica a una social, que trabaja en beneicio de la población y que el resultado de sus investigaciones impacta positivamente en la identidad de los peruanos.

En el aspecto económico, Alva airma que se ha generado una creciente actividad turística que no existió antes. Este movimiento implica, además, la construcción de nuevos hoteles, hostales y restaurantes, una mayor preocupación por mejorar la infraestructura y servicios. También ha inluido en la revaloración de la comida, de las costumbres.

Chero coincide con esto; sin embargo, sostiene que las comunidades adyacentes a Huaca Rajada Sipán necesitan de mayor inversión en infraestructura para rehabilitar sus pistas, veredas, construir un parque, mejorar el servicio de agua, la fachada de las viviendas, del colegio; ampliar la posta médica. «Podría dárseles el aspecto de un pueblo moche», sugiere.

Lo que se halló en Sipán

senor_sipan_ornamentosLos arqueólogos Walter Alva, Susana Meneses y Luis Chero integraron el equipo que descubrió la cámara funeraria de este importante personaje moche. Primero encontraron un cuarto sellado con objetos y ofrendas. En otro recinto de cinco metros por lado apareció el esqueleto de un hombre joven. Era un guardián al que le cortaron las extremidades inferiores para representar al guardián de una tumba. Medio metro más abajo aparecieron restos de vigas de algarrobo desintegradas. Más adelante descubrieron un ataúd intacto y sellado.

Cuando llegaron a este lugar hallaron un rostro de oro en miniatura. Era una orejera, luego encontraron una masa de objetos inidenti?cables de cobre oxidado. Todo el proceso de excavación demandó 8 meses. Finalmente, quedaron al descubierto estandartes, orejeras, ornamentos, emblemas, atuendos, tocados y otros objetos.

El Señor de Sipán, que era un esqueleto casi desintegrado, tenía el rostro protegido por un cubrementón o yelmo de oro, una simbólica nariz, una representación de la dentadura y una suerte de máscara funeraria en la que se simbolizaban los órganos de los sentidos; además, el cráneo reposaba en una patena de oro.

Se hallaron también fragmentos textiles que revelaron la existencia de una túnica decorada con placas metálicas, un cetro de oro y plata que terminaba en un ?lo ceremonial para sacrificios, un collar de frutos de maní, oro y plata, un collar de 10 cabezas humanas y collares de cuentas de turquesa y oro; una corona, sonajeros de oro y protectores coxales.

 

Fuente: El Peruano

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