proyecto castillo huarmey
El Proyecto de Investigación Arqueológica Castillo de Huarmey (PIACH) es el primer programa de investigaciones multidisciplinarias con excavaciones arqueológicas en área en el sitio (fotografía Miłosz Giersz).

El complejo arqueológico Castillo de Huarmey se encuentra ubicado a 1 km al este de la ciudad de Huarmey, en el distrito y provincia de Huarmey, región Ancash. El monumento está situado en el extremo norte del valle ribereño, en la entrada de un pequeño barranco seco adyacente, a unos 4 km en dirección este desde el océano Pacífico. Castillo de Huarmey resulta ser el sitio más grande del Horizonte Medio en el sur de la costa norte del Perú. Su parte marcadamente monumental se localiza en la cima de un largo promontorio rocoso que se proyecta hacia el valle. Este promontorio rocoso está formado por sedimentos piroclásticos con rocas afanas en las que aparecen, entre otros tipos, pórfido con plagioclasas y cristales de olivina, y está rodeado por suelos antropogénicos y capas eólicas del desierto costero.

El sitio abarca cerca de 45 ha, mientras que su zona intangible está conformada por 17 ha de restos de arquitectura monumental rodeados por zonas funerarias y posibles sectores residenciales dispersos. Los complejos arquitectónicos son claramente multifuncionales e incorporan espacios para posibles actividades públicas, domésticas y rituales. La mayor parte de las construcciones son visibles en la superficie. Según el catastro publicado por Bonavia (1982: 439), la parte monumental del complejo, la que abarca el llamado «El Castillo» ha sido catalogada bajo el código PV35-79, mientras que los cementerios ubicados en las partes bajas del promontorio, que rodean al núcleo monumental, han sido agrupados por el autor citado (Bonavia 1982: 438-439) en diferentes sectores de sus cementerios PV35-77 y PV35-78. Con Resolución Directoral de la Nación No 854 del día 20 de diciembre del año 1999 se declaró Patrimonio Cultural de la Nación al Complejo Arqueológico Castillo de Huarmey, que comprende tanto el monumento «El Castillo», como la mayoría de cementerios prehispánicos adyacentes.

Las primeras referencias

La historia de las exploraciones del complejo Castillo de Huarmey va ligada a los relatos sobre trabajos pioneros del padre de la arqueología peruana, Julio C. Tello y sus primeras expediciones arqueológicas (Tello 1919). Según los relatos más conocidos, en junio de 1918, Julio C. Tello descubrió una serie de objetos finamente tallados de madera que estaban a la venta en Lima, objetos de una belleza y preservación fascinante y de clara procedencia prehispánica y que, según el vendedor, habían sido encontrados en el valle de Huarmey. Obsesionado con la peculiaridad de estos artefactos, Tello soñaba con organizar una expedición arqueológica con el fin de fundar un museo. El 8 de enero de 1919, el sueño del pionero de la arqueología peruana se hizo realidad (Dagget 2009). Su primera expedición partió de la capital hacia los valles de Huarmey y Culebras, donde hizo varios descubrimientos interesantes (Tello 1919), pero no logró encontrar el lugar de origen de los artefactos de madera que motivaron su excursión científica. Desafortunadamente su equipo tuvo que cambiar de planes y escapar a la sierra vecina debido a un virulento brote de peste bubónica (Dagget 2009: 20-21).

Tello, sin embargo, no olvidó el destino original de su primera expedición a pesar del refinamiento de su interés arqueológico por la cultura Chavín. Once años más tarde le encargó a Eugenio Yacovleff, su asistente, que continuara con la prospección inconclusa en el valle de Huarmey, recorriendo la zona en marzo de 1930, según los cuadernos inéditos depositados en el Archivo Tello (Yacovleff 1930). El mismo Tello visitaba este valle cuando viajaba entre Lima y Nepeña, mientras conducía sus investigaciones en Punkurí y Cerro Blanco. En uno de estos viajes –probablemente el viernes 27 de julio de 1934– el célebre arqueólogo peruano compró otro artefacto de gran rareza al administrador del Hotel Royal de Huarmey, en este caso un tambor de cuero curtido y pintado, procedente de uno de los cementerios prehispánicos del valle (Falcón Huayta y Martínez Navarro 2009). Este instrumento membranófono, decorado con la representación pintada de un personaje frontal que lleva dos varas o cetros en las manos y al que rodea un nimbo radiante, derivado del arte tiwanaku y wari, daba fe de la importancia que esta zona costera de Ancash tuvo durante el Horizonte Medio. Aunque en Huarmey durante las siguientes décadas no se ha efectuado trabajos arqueológicos concernientes al Horizonte Medio, su fama –impulsada por la aparición de vez en cuando de nuevos ejemplos de objetos de exquisito arte wari, provenientes del saqueo de sitios arqueológicos del valle– despertaba la imaginación de los estudiosos.

tambor de huarmey
Famoso tambor de Huarmey adquirido por Julio
C. Tello en 1934, proveniente probablemente de una de las tumbas saqueadas en Castillo de Huarmey. Constituye un raro ejemplo de instrumento membranófono del Horizonte
Medio (cortesía Museo Nacional de Arqueología, Antropología e Historia del Perú; fotografía Miłosz Giersz).

Casi 50 años más tarde de la primera visita de Julio C. Tello al valle de Huarmey, Dorothy Menzel (1968: 196) propuso la hipótesis que sostenía que en la Época 3 del Horizonte Medio (775 a 850 d.C. según los estimados iniciales de la autora citada) en esta parte de la costa ancashina surgió un nuevo centro de poder y prestigio, donde se producía una alfarería impresa de molde con diseños derivados del repertorio wari. Lastimosamente, por ausencia de investigaciones sistemáticas, la hipótesis de Menzel quedó sin respaldo por otras décadas más. Todo parecería indicar que en los tiempos de las antes mencionadas prospecciones arqueológicas pioneras de Julio C. Tello, Castillo de Huarmey yacía olvidado bajo el polvo desértico y fue un monumento intocado debido a que los campos adyacentes eran manejados directamente por sus propietarios, quienes no permitían ninguna depredación ni que se levantara una vivienda cerca que pudiera hacerle daño (Bueno Mendoza 1979).

Esta situación cambió drásticamente en la década de 1970. El terremoto del 31 de mayo de 1970 dañó la estructura del edificio monumental y probablemente –según sostienen los habitantes del lugar– expuso algunas tumbas intactas y su rico ajuar funerario, escondidas en el corazón de la plataforma de adobe y piedra. A partir de esta fecha el sitio fue saqueado por gavillas de buscadores de tesoros precolombinos a los que se conoce como huaqueros, e incluso por los pobladores del lugar, los cuales no solo depredaban las antiguas sepulturas sino que además extraían el material como si fuera una cantera, aprovechando los adobes, la tierra y las mismas vigas de madera. Las fotografías del complejo tomadas en 1979 por Frédéric André Engel (Prümers 1990, 2001) y Alberto Bueno Mendoza (1979) –cuyos originales deberían formar parte de la actual colección del Museo de Antropología y Agricultura Precolombina de la Universidad Nacional Agraria La Molina (antes llamado Centro de Investigación de Zonas Áridas, CIZA)– demuestran claramente que Castillo de Huarmey ya había sido dañado fuertemente por los excavadores clandestinos. Numerosos fragmentos de periódicos encontrados durante mis propias excavaciones sistemáticas realizadas en los escombros, confirman estas fechas tempranas de la depredación del sitio a gran escala.

Ernesto Tabío (1977) y Duccio Bonavia (1982) iniciaron sus investigaciones en la cuenca del valle de Huarmey y las zonas desérticas vecinas entre 1958 y 1960, casi tres décadas después de las prospecciones realizadas por Eugenio Yacovleff. Ambos visitaron el sitio. Parece que Bonavia lo hizo en diferentes ocasiones, siendo incluso testigo –en febrero de 1977– de la fuerte destrucción realizada por excavadores clandestinos (Bonavia 1982: 439). Las posteriores investigaciones llevadas a cabo por Donald Thompson (1966) y Hans Horkheimer (1965) en dicho valle no se centraron en los vestigios del Horizonte Medio y en «El Castillo» en particular. El sitio fue visitado y brevemente estudiado recién en 1979 por los ya mencionados Frédéric André Engel –quien preparó el primer croquis del sitio y lo documentó con fotografías (Prümers 2001: 291)– y Alberto Bueno Mendoza, quien publicó un artículo dedicado al problema de la «huaquería» ilícita (Bueno Mendoza 1979).

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Los textiles wari recogidos por Yoshitaro Amano, el famoso anticuario limeño y fundador del museo homónimo, son hasta la fecha los ejemplos más complejos y más finos provenientes de Castillo de Huarmey (cortesía Museo Amano; fotografía Miłosz Giersz).

Las primeras investigaciones en este lugar se limitaron a efectuar un reconocimiento de la superficie y a estudiar determinados artefactos arqueológicos conservados en colecciones de museos, cuya procedencia de Castillo de Huarmey había quedado comprobada. En 1963, el arqueólogo alemán Heinrich Ubbelohde- Doering realizó dos cortas visitas a este lugar animado por Yoshitaro Amano, fundador del museo limeño que lleva su nombre. Allí Ubbelohde-Doering logró reunir una amplia colección de tejidos, fragmentos de cerámica y artefactos de madera, depositados hoy en día en el Museum für Völkerkunde de Múnich. Estos materiales jamás fueron publicados ni tampoco existe un registro escrito o fotográfico en el mismo museo, excepción hecha por un catálogo de textiles recolectados en el valle de Huarmey y redactado por su esposa, Elsa Ubbelohde-Doering (Prümers 2001: 291).

William Conklin llevó a cabo un trabajo muy importante (Conklin 1979) cuando analizó la colección de textiles recogidos por Yoshitaro Amano, los cuales fueron depositados en el museo homónimo y que se asume provienen del Campanario y Castillo. A partir de la observación de las técnicas y de las representaciones iconográficas de los textiles, Conklin sostuvo que Castillo de Huarmey podría haber sido un importante centro sureño influido por los moche durante el Horizonte Medio, atribuyendo estos textiles –que indudablemente databan de la época wari– al estilo nativo mochica.

No obstante algunos fabulosos hallazgos fortuitos, Castillo de Huarmey jamás fue sometido a un estudio basado en la excavación sistemática de contextos arqueológicos primarios antes de que se organizara el Proyecto de Investigación Arqueológica Castillo de Huarmey, una iniciativa llevada a cabo por especialistas polacos y peruanos de la Universidad de Varsovia y de la Pontificia Universidad Católica del Perú, en el marco de un acuerdo bilateral entre ambas instituciones y dirigida por mi persona a partir de su primera temporada iniciada a comienzos del año 2010. Se sabe, sin embargo, de algunos intentos previos, aunque infructuosos, de iniciar este tipo de estudios. Los aportes más importantes fueron efectuados por Heiko Prümers (Prümers 1990, 2001), quien entre 1985 y 1986 llevó a cabo una prospección intensiva del valle bajo de Huarmey y preparó un estudio monográfico de Castillo de Huarmey. El arqueólogo alemán lastimosamente no consiguió el respaldo institucional necesario para un convenio, lo que se requería para poder trabajar en un sitio con arquitectura monumental. Tuvo así que limitarse a analizar la colección de textiles que él mismo y Heinrich Ubbelohde-Doering recuperaran en las tumbas saqueadas alrededor de «El Castillo». Prümers (1990: 259-758) recolectó también materiales de superficie saqueados del sitio y limpió cinco pozos de huaqueros, recuperando restos interesantes de supuestos ajuares funerarios y reunió una nueva colección consistente, entre otros especímenes, de unos 1600 fragmentos de cerámica, 366 textiles y aproximadamente 1300 fragmentos de madera y mates pirograbados (entre ellos también varios utensilios de tejer como husos, piruros, ovillos, peines y espadas).

El Proyecto de Investigación Arqueológica Castillo de Huarmey (2010-2016)

Desde el año 2010, el complejo arqueológico Castillo de Huarmey se encuentra en un constante proceso de investigación llevado a cabo por los especialistas de la Universidad de Varsovia y la Pontificia Universidad Católica del Perú, en virtud de un compromiso institucional entre ambas instituciones y con participación de diversos expertos y diferentes instituciones peruanas y extranjeras. El Proyecto de Investigación Arqueológica Castillo de Huarmey (PIACH) consiste en la ejecución de un complejo programa de investigaciones multidisciplinarias, incluyendo la aplicación de modernas técnicas no destructivas y la realización de las primeras excavaciones arqueológicas en área del sitio, complementadas por estudios de artefactos y restos óseos con la aplicación de diversas técnicas arqueométricas y biogeoquímicas. Estos trabajos de investigación han brindado aportes cruciales al conocimiento del carácter de la presencia Wari en la costa norte del Perú, dando las primeras pruebas empíricas que respaldan antiguas hipótesis de Julio C. Tello y Dorothy Menzel sobre la importancia de la zona costera de Ancash en el imperio Wari.

En enero de 2010 especialistas polacos de la Universidad de Varsovia llevaron a cabo una prospección arqueológica integral del sitio, dando así inicio al primer proyecto de largo plazo con excavaciones arqueológicas en Castillo de Huarmey. La prospección comparó distintos métodos no destructivos: mapeo con GPS Cinemático en Tiempo Real (RTK) y Estación Total Robotizada, fotogrametría aérea de alta resolución con cometa, gradiometría de saturación y magnetometría de cesio y análisis espacial de la distribución de artefactos en superficie. Los datos que ésta arrojó se combinaron usando una base de datos de sistemas de información geográfica para registrar la arquitectura monumental de adobe, piedra y madera, y la vasta necrópolis colindante, para reflejar así la superficie subyacente del sitio y preparar un plan de manejo para siguientes etapas de la investigación de este complejo arqueológico tan importante (Bogacki et al. 2010, 2012).

Entre Julio y Septiembre de 2010 se emprendieron las primeras excavaciones arqueológicas en áreas delimitadas en base a los resultados de la prospección geofísica, con el fin de tener un conocimiento de la estratigrafía, fases constructivas, y principales componentes culturales del sitio (Giersz y Pimentel Nita 2011). Se efectuaron siete unidades de excavación, ubicadas en diferentes partes del conjunto arqueológico y se intervino la fachada sur del conjunto «El Castillo» (sector C2) y la fachada norte del conjunto arquitectónico, de menor altura y con patio cuadrangular, reconocido tentativamente como la «Plataforma Sur» (sector D2), fijándose en la documentación de vestigios arquitectónicos, técnicas de construcción aplicadas y relaciones estratigráficas entre ambos conjuntos mencionados (Unidad 1; Giersz y Pimentel Nita 2011: 23-26).

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Los afamados textiles hallados en los escombros de Castillo de Huarmey por Yoshitaro Amano, demuestran que las tejedoras de las antiguas costas ancashinas dominaban un amplio repertorio de técnicas y motivos iconográficos (cortesía Museo Amano; fotografía Miłosz Giersz).

La continuación de las excavaciones en el conjunto arquitectónico de la «Plataforma Sur» expuso parte de una amplia galería –con vestigios de bases de columnas– y la envergadura de todo el conjunto erigido en diferentes fases constructivas, con presencia de ofrendas dedicatorias de camélidos y humanos (Unidad 5; Giersz y Pimentel Nita 2011: 30-33), comprobando la complejidad de este conjunto, cortado en su parte sur por el camino local y las nuevas casas de los vecinos del sitio que invaden la zona intangible. En la misma temporada se intervino también los primeros vestigios de arquitectura funeraria ubicados en la parte norte de la cima del complejo monumental «El Castillo» (sector C2), tanto en forma de mausoleos, con múltiples recintos y cámara funeraria subterránea (Unidad 2), como en la ladera oriental, dentro del área de la última ampliación del conjunto «El Castillo» (Unidad 6), registrando –en ambas unidades– los primeros contextos funerarios intactos con rico ajuar funerario, pertenecientes a élites del Horizonte Medio (Giersz y Pimentel Nita 2011: 26-28, 34-34). Otra meta importante para la primera temporada de campo del PIACH fue también determinar la naturaleza de las anomalías geofísicas en el subsuelo, reportadas por gradiometría de saturación y magnetometría de cesio en las partes del sitio ubicadas directamente al norte de «El Castillo» y actualmente cubiertas por completo por tierra eólica relacionada con el movimiento de las dunas de arena del desierto (sector B2).

Estas excavaciones revelaron la presencia de ocupaciones posteriores al Horizonte Medio dentro del complejo arqueológico Castillo de Huarmey. Se expusieron restos de un recinto habitacional con paredes de quincha, zonas de producción de alimentos y fogones, así como una gran cantidad de materia orgánica (residuos orgánicos de basura) pertenecientes a los Períodos Intermedio Tardío y Horizonte Tardío (Unidad 3; Giersz y Pimentel Nita 2011: 28-29). Se pudo preparar también la tipología de las anomalías, características en la lectura del magnetómetro, comprobando el tipo de anomalías que corresponden a las zonas estériles, sin huellas de capas culturales (Unidad 4; Giersz y Pimentel Nita 2011: 29-30).

La última intervención arqueológica en la temporada 2010 se fijó en la parte noreste del montículo rodeado por tierras agrícolas modernas (sector B1), donde en la superficie se observaban algunos adobes pequeños y piedras grandes, y donde la prospección geofísica llevada a cabo con la ayuda de gradiómetros de saturación y magnetómetros de cesio reveló la presencia de arquitectura de adobe de trazo ortogonal, con varios recintos rectangulares encerrados por muros perimétricos y dispuestos alrededor de un supuesto patio central. Las excavaciones arqueológicas efectuadas comprobaron la existencia de arquitectura del Horizonte Medio de probable función de zona de producción y residencial, que cubría totalmente estratos de periodos mucho más tempranos, en los cuales se registró parte de un importante cementerio del Horizonte Temprano, con cinco de los primeros contextos funerarios excavados, dándonos nueva información sobre la cronología y complejidad del sitio arqueológico Castillo de Huarmey (Unidad 7; Giersz y Pimentel Nita 2011: 34-36).

Las excavaciones arqueológicas llevadas a cabo en la segunda temporada de trabajos de campo del PIACH, realizada entre agosto de 2012 y septiembre de 2013 bajo mi dirección, culminó con el gran hallazgo de la cámara funeraria intacta más grande entre todas las que se registraron hasta la fecha en Castillo de Huarmey, y perteneciente a las altas élites del Horizonte Medio. Se trata de una cámara subterránea que formaba la primera etapa de una construcción de un gran mausoleo y lugar de culto a los ancestros Wari en la costa norte peruana, a la cual dedicaré un capítulo especial del presente libro.

Además del sorprendente hallazgo de este fabuloso contexto funerario, compuesto por una cámara principal subterránea, una antecámara, relicarios y un complejo edificio dedicado al culto póstumo, en la misma unidad de excavación se hallaron otros restos de arquitectura funeraria como mausoleos en forma de torres-chullpas (Isbell 1997), de trazo regular y varios pisos, así como pasadizos que facilitaban el acceso a diferentes partes de este conjunto ceremonial (Unidad 8; Giersz y Pimentel Nita 2014: 53- 82). Durante la temporada 2012-2013, la intervención arqueológica permitió también esclarecer la envergadura del conjunto de la «Plataforma Sur» (sector D2), definiendo su límite sur (Unidad 9; Giersz y Pimentel Nita 2014: 83-90) y delimitando su esquina noreste, la que originalmente ha sido cerrada por un conjunto de inmensos muros de piedras con sistema de pasadizos y entradas restringidas (Unidad 11; Giersz y Pimentel Nita 2014: 114-122). En la misma temporada se continuó también con las excavaciones en el montículo rodeado por tierras agrícolas (sector B1), donde en la temporada anterior se hallaron contextos funerarios pertenecientes al Horizonte Temprano. Trece nuevos contextos funerarios registrados brindaron información valiosa sobre atípicos patrones funerarios relacionados a una variante local de la tradición Cupisnique (Unidad 10; Giersz y Pimentel Nita 2014: 91-113).

La temporada 2014-2015 se centró únicamente en la continuación de las excavaciones arqueológicas en las inmediaciones del gran mausoleo hallado en la temporada anterior en la parte monumental del conjunto «El Castillo» (sector C2). En 2014 el programa pionero de investigaciones no destructivas ejecutado en el marco del PIACH, ha sido complementado por un complejo registro de la arquitectura prehispánica, aplicando un equipo escáner 3D y la tecnología HDS, en virtud de un acuerdo institucional entre el Laboratorio de Escaneo y Modelado 3D de la Universidad Tecnológica de Breslavia, la empresa privada Leica Geosystems Poland y el PIACH. Gracias a la implementación de tecnología de punta se pudo exponer la presencia de las diferentes fases cronológicas de la arquitectura allí presente, también se logró entender el sistema de comunicación entre los diferentes conjuntos, registrar el sistema de acceso a la cima del espolón rocoso mediante las escalinatas monumentales, así como reconocer la presencia de sofisticados rituales de clausura de los espacios sagrados mediante el cierre ritual que incluía clausuras de escalinatas y pasillos, depósito y quema de ofrendas y el tapado de la arquitectura con gruesas capas de relleno y barro (Giersz 2016; Giersz y Pimentel Nita 2016).

Una parte importante de los estudios del PIACH son también los estudios bioarqueológicos y zooarqueológicos, que incluyen tanto los estudios convencionales de restos óseos (Więckowski 2014) como diferentes análisis especializados, entre ellos análisis de diferentes isótopos estables (δ13C, δ15N, δ18O, 87Sr/86Sr y 20nPb/ 204Pb) –tanto de los restos humanos (Knudson et al. 2017) como de camélidos (Tomczyk 2016; Tomczyk y Giersz 2016)–, análisis de micro-desgaste dental (Juszczyk 2017) y estudios paleogenéticos (Więckowski et al. 2016).

Sectorización del complejo arqueológico Castillo de Huarmey

Unos de los primeros retos para el Proyecto de Investigación Arqueológica Castillo de Huarmey en la primera temporada de trabajos de campo en el año 2010 fue la delimitación del área del complejo arqueológico Castillo de Huarmey, con la finalidad de elaborar el primer plano integrado por diferentes sectores bien definidos. La prospección de locación y altitud de elementos en la superficie fue llevada a cabo por Wiesław Małkowski, un experto de la Universidad de Varsovia en la prospección geodésica con la ayuda de dos receptores GPS Topcon HiPer PRO integrados de doble frecuencia (L1, L2). Localmente, la conexión de los sensores fue lograda mediante la banda de radio UHF. Las posiciones fueron registradas en el sistema de coordenadas Universal Transverse Mercator (UTM), zona 17L, de acuerdo al elipsoide referencial World Geodetic System 1984.

Lineas de Nazca, datos que debes conocer

En Perú existe uno de los lugares más misteriosos del planeta, ahí se encuentran unas enigmáticas figuras de gran dimensión dibujadas sobre la tierra que pueden ser vistas desde las alturas. Se les conoce como las líneas de Nazca. ¿Quién las hizo?, ¿cómo?, ¿cuándo?, ¿para qué? Encontrarás las respuestas a esas preguntas y a otras más a través de este artículo.

¿Cual es la ubicación de las Lineas de Nazca?

Se localizan en las pampas de Jumana, en el desierto de Nazca, entre las poblaciones de Nazca y Palpa, en el departamento de Ica (Perú).

¿Que son las Lineas de Nazca?

Son antiguos geoglifos, los cuales se definen como figuras construidas en laderas de cerros o en planicies. Para hacerlos se usa una técnica que rellena los trazos con piedras para crear un contraste de color que más tarde es cubierto por la arena, y así se obtiene un efecto duradero.

¿Quien hizo las Lineas de Nazca?

La teoría oficial afirma que la cultura nazca, la cual se desarrolló básicamente en los valles del actual departamento de Ica, alrededor del siglo I y entró en decadencia en el siglo VII. Fueron trazadas por la cultura nazca y están compuestas por varios cientos de figuras que abarcan desde diseños tan simples como líneas hasta complejas figuras zoomorfas, fitomorfas y geométricas que aparecen trazadas sobre la superficie terrestre. La cultura nazca, con semejantes coordenadas de desarrollo que la de Paracas que había florecido entre los años 700 a. C. y 200 d. C., abarca un marco temporal entre los años 100 d. C. y 600 d. C.

¿Cual es la extensión del área ocupada por las Lineas de Nazca?

En el Perú, a 450 kilómetros al sur de Lima y cerca del océano Pacífico, se encuentran las pampas de Ingenio, Nazca, Palpa y Socos. Entre Palpa y Nazca, en la pampa de Socos, se ubican estas líneas trazadas en el suelo, cuyo ancho oscila entre los 40 y los 210 centímetros. Es una tierra entre negruzca y rojiza que se torna violácea al anochecer. Un semicírculo de cerros en la lejanía conforman un gigantesco anfiteatro natural abierto hacia el poniente. En esta región miles de líneas se extienden por 520 km², y algunas incluso se prolongan hasta un área de 800 km². Las longitudes de las líneas son variables. Algunas pueden llegar a medir hasta 300 m de largo.

¿Cual fue el propósito de hacer las Lineas de Nazca?

Existen diversas teorías. Algunas aseguran que eran utilizadas por la cultura Nazca como referente astronómico. Otras fuentes afirman que eran una ofrenda para los dioses. Incluso, algunas personas creen que es una creación extraterrestre.

Las Figuras que conforman las Lineas de Nazca.

Son numerosas, pero las más representativas son de aves, un mono, una araña, un caracol, una ballena, un perro, un lagarto, una iguana, una lagartija y una serpiente.

La figura de ¿Astronauta? en las Lineas de Nazca.

Es, probablemente, la figura que causa mayor controversia. Los creyentes en historias alienígenas afirman que es un astronauta, pero en realidad se le llama Hombre-Búho. Mide 32 metros de longitud y fue descubierta en 1982.

La figura de Araña en las Lineas de Nazca.

Mide aproximadamente 46 metros de largo. Desde su descubrimiento fue relacionada con la constelación de Orión. Algunas teorías afirman que sus creadores la hicieron para evitar tiempos de sequías.

Las figuras de aves en las Lineas de Nazca.

Las aves más populares en las líneas de Nazca son llamadas el Pájaro Fragata, el Pájaro Gigante y el Colibrí, todas con distintos significados.

¿Que tamaño tienen las figuras de las Lineas de Nazca?

Se trata de figuras de gran dimensión. Las longitudes de las líneas son variables, pero algunas pueden llegar a medir hasta 300 metros de largo.

¿Como trazaron las Lineas de Nazca?

Técnicamente las líneas de Nazca tienen una desviación pequeña. Probablemente, los nazcas usaron cuerdas para no desviarse en el trazo de las cerca de 1.000 rectas (algunas de varios kilómetros de largo) y dibujaron las cerca de 800 figuras animales mediante la traslación de modelos realizados a escala a grandes cuadrículas hechas con estacas y cordeles. Luego, el excepcional clima de la región (donde prácticamente no llueve) premió el ingenio de aquellos humanos preservando su obra. La profundidad de las líneas nunca excede 30 cm y algunas son simples rasguños en la superficie, pero aun así pueden ser reconocidas cuando el sol está bajo y el relieve se acentúa.

¿Quien descubrió las Lineas de Nazca?

La primera referencia a estas figuras pertenece al conquistador Pedro Cieza de León en 1547. Varios años después, pilotos militares y civiles peruanos las redescubrieron.

En 1932 los arqueólogos Julio César Tello y Toribio Mejía Xesspe realizaron la primera investigación científica sobre las líneas. Tello conjeturaba que se trataba de simples caminos. En 1942 prosigue sus investigaciones el historiador estadounidense John Rowe, quien las considera “centros de adoración”. Este enigma le entusiasmará hasta su muerte en 1969. Su discípulo, el matemático Max Uhle, que dedicó 60 años al estudio de los geoglifos, aventuró la hipótesis de que dichos dibujos tenían un significado esencial, podía tratarse de un gigantesco calendario.

Paul Kosok, antropólogo norteamericano que investigó las líneas de Nazca desde la década de 1930 hasta fines de los 50, determinó mediante la técnica del Carbono-14 su antigüedad en 550 años d. C. y en 1941 propuso la hipótesis que las líneas eran signos calendáricos y astronómicos. Llamó a las líneas “El calendario de mayor escala en el mundo”. Después que regresó a su país en 1949, su compañera la alemana María Reiche siguió sus investigaciones sobre las líneas de Nazca, esta dedicó el resto de su vida al estudio, conservación y difusión de este legado de la cultura nazca. Kosok y Reiche adelantaron una de las primeras explicaciones dadas sobre las líneas de Nazca, que estas tuvieron como propósito apuntar al sol y a los cuerpos celestes en el lejano horizonte. Henri Stierlin en su libro Nazca. La solución de un enigma arqueológico (1983) plantea que las rectas funcionaban como telares y las figuras tenían un carácter protector. Aunque la hipótesis no ha sido demostrada, la obra es una aproximación sensata al enigma de nazca.

El primer estudio de campo sistemático sobre estos dibujos se debe, tras cinco temporadas de trabajo de campo, al equipo arqueológico de la Fundación Suiza Liechtenstein para las Investigaciones Arqueológicas en el Exterior, encabezado por los arqueólogos Markus Reindel y Johny Isla Cuadrado desde 1996. Han documentado y excavado más de 650 yacimientos y han conseguido trazar la historia de la cultura que generó estos dibujos, además de darles un sentido científico.

El misterio de las Lineas de Nazca.

Lo sorprendente de estos geoglifos radica en lo complejo que pudo significar hacerse desde el suelo, porque son figuras estilizadas y realizadas a un solo trazo. Casi todos los dibujos fueron hechos en la superficie llana; solo hay unos pocos en las laderas de las colinas. Casi todas las figuras que se sitúan en las laderas representan hombres. Algunos están coronados por tres o cuatro líneas verticales que quizás representen las plumas de un tocado ceremonial (algunas momias peruanas llevaban tocados de oro y plumas).

Lineas de Nazca, Patrimonio de la Humanidad.

Estas misteriosas líneas de arte geoglifo sobre el desierto son Patrimonio de la Humanidad, sin embargo en los últimos años han sufrido graves daños.

Daños a las Lineas de Nazca en tiempos recientes.

La minería informal y los saqueos han ido deteriorando estas invaluables figuras. Los últimos daños son:

En 1928, se inició la construcción de una pista de aterrizaje de lo que sería el primer caso de daño documentado.
En 1938, debido a la construcción de la carretera Panamericana Sur la figura cola del Lagarto es dividida en dos partes.
En febrero de 2009, un corrimiento de tierra dañó la figura de la mano, ala delta, el árbol y las aves marinas.9
En el 2010, se inició la posesión de invasores sobre las figuras de un trapecio y tres líneas paralelas.​
En el 2013, durante la realización del Rally Dakar de 2013, los asistentes causaron daños.
El 8 de diciembre de 2014, durante la celebración de la XX Conferencia sobre Cambio Climático, la organización ambientalista Greenpeace intervino con la colocación de grandes pancartas con la frase «Time for Change! The future is renewable, Greenpeace»(¡Tiempo de cambio! El futuro es renovable, Greenpeace) alrededor de la figura denominada colibrí.​ La intervención produjo daños en la figura indicada, específicamente, las huellas de su paso y la aparición de una «línea» alrededor de la figura declarada zona restringida,16​ por lo que, el 9 de diciembre, el ministerio de cultura denunció a la organización ante la fiscalía.
En septiembre de 2015 un individuo ingresó y escribió su nombre en uno de los geoglifos. El hombre fue detenido y puesto a disposición de la fiscalía.
El 27 de enero de 2018 a las 18:00 (hora local), un camión, luego de desviarse de la carretera Panamericana con la supuesta intención de evitar el pago de un peaje (según el camionero, se desvió como medida de emergencia luego de una falla mecánica), ingresó a la zona de las líneas de Nazca, dañando una superficie de 100 metros de largo por 50 metros y «parte de tres geoglifos de líneas rectas».​ La fiscalía de Perú lo acusó del delito de atentado contra el patrimonio cultural, pidiendo nueve meses de prisión para él.

La ayuda del clima caliente en la preservación de las Lineas de Nazca.

El excepcional clima de la región, muy cálido y seco, favorece a las líneas se mantengan, debido a que el aire caliente obliga al viento a cambiar de dirección. Las pampas de Jumana están situadas a una altura de 330 msnm y mantienen una temperatura media anual de 25 grados centígrados en una de las zonas más secas del planeta, lo que ayuda a conservar los dibujos. El aire caliente actúa como un «colchón» que impide que las líneas se borren porque obliga al viento a cambiar su dirección.

La Teoria Extraterreste de las Lineas de Nazca.

La llamada arqueología fantástica o Pseudoarqueología afirma que este misterioso lugar está vinculado con seres de otros planetas.

Las diversas figuras de las Lineas de Nazca.

Muchos de estos antiguos geoglifos, ubicados dentro del desierto de Nazca, se encuentran mezclados con líneas y espirales.

Figuras similares a las Lineas de Nazca en otros lugares del Perú.

Nazca no es el único lugar donde se pueden observar estas colosales figuras. Palpa, una provincia del departamento de Ica, a 50 kilómetros aproximadamente de Nazca, conserva cerca de mil símbolos.

Julio C. Tello y las Lineas de Nazca.

Julio César Tello, arqueólogo peruano, describió este enigma como “carreteras sagradas” en 1929.

¿Solo es apreciable desde el aire las Lineas de Nazca?

Contrariamente a la creencia popular, las líneas de Nazca no son apreciables solo desde el aire, sino que pueden ser fácilmente vistas desde las colinas circundantes. De hecho fueron redescubiertas por el arqueólogo peruano Toribio Mejía Xesspe, que las divisó mientras hacía senderismo en la zona en 1927

Fuente: MSN, Wikipedia
Fotos: Getty

Los colosales monumentos de Marcahuamachuco

También conocida como la maravilla de la sierra norte, Marcahuamachuco es un sorprendente y enigmático recinto arqueológico con todas las condiciones para convertirse en el epicentro turístico complementario al Circuito Moche. Sus colosales construcciones de piedra se alzan sobre la cima de una montaña sobre los 3.600 metros snm rodeadas por abismos, extensas murallas y un panorama de gran impacto paisajístico.

Está ubicado a diez kilómetros de Huamachuco, una ciudad que cuenta con los servicios básicos y cierta prosperidad por los cercanos yacimientos mineros. Y se llega luego de un viaje de cuatro horas desde Trujillo.

Su historia alimenta el enigma. Desde comienzos del siglo pasado, Marcahuamachuco fue investigado por Max Ulhe y Julio C. Tello, ambos considerados los padres de la arqueología peruana. A mediados del siglo XX se realizaron investigaciones arqueológicas a cargo de Theodoro McCown y en los años 80 por los esposos Theresa y John Topic.

No obstante, sus orígenes siguen siendo un misterio y todo un atractivo para los arqueólogos. En su vecindad existen restos con influencia Chavín, pero los investigadores coinciden en la clara influencia Caxamarca, Recuay y Wari que dejan entrever sus construcciones.

Lo cierto es que cuando los incas llegaron a la zona, Marcahuamachuco ya era una reliquia, así como su vecino monumento Cerro Miraflores, mientras que Wiracochapampa fue un modelo de urbe prehispánico que nunca se llegó a poblar. Poco después llegaron los conquistadores españoles y casi no tocaron el recinto. Pero en las últimas décadas sus espacios fueron trastocados por agricultores y pastores.

Las cosas cambiaron con el nuevo siglo: desde el 2010 la Unidad Ejecutora 007 del Ministerio de Cultura viene realizando importantes obras de conservación y puesta en valor en Marcahuamachuco. Más recientemente las labores se aplicaron en los espacios conocidos como las Torres Rectangulares y Las Monjas, esta última llamada así porque existía el criterio popular de que se trataba de un acllahuasi o palacio dedicado a las elegidas del Inca.

“Por ahora las labores están referidas a recuperar estos sitios arqueológicos. Si bien se realizan campañas locales que buscan la identificación de los pobladores con los sitios arqueológicos, también se busca considerar el turismo como una posibilidad de desarrollo económico alterno a labores extractivas que son tan comunes en esta parte de la región”, nos dice el arqueólogo Marco López Cervantes, quien forma parte de los “agentes 007” encargados de las labores científicas en Marcahuamachuco.

Los vecinos se enorgullecen cuando presentan a Marcahuamachuco como la Machupicchu de la sierra norte del Perú, nadie se pone de acuerdo a la hora de explicar el por qué este enigmático y monumental recinto arqueológico no se ha convertido en el epicentro turístico del norte peruano.

Marcahuamachuco reúne todas las condiciones para convertirse en un gran atractivo turístico: sus colosales construcciones de piedra se alzan sobre la cima de una montaña sobre los 3.600 metros sobre el nivel del mar rodeadas por abismos naturales, extensas murallas y un panorama de gran impacto paisajístico.

Está ubicado a sólo tres kilómetros de Huamachuco, una ciudad que cuenta con los servicios básicos y cierta prosperidad por los cercanos yacimientos mineros. Y se llega luego de un viaje de cuatro horas desde Trujillo.

Sin embargo, Marcahuamachuco sólo recibió 13 mil visitantes durante el año pasado, de los cuales apenas el 1 por ciento eran extranjeros.

Su historia alimenta el enigma. Desde comienzos del siglo pasado, Marcahuamachuco fue investigado por Max Ulhe y Julio C. Tello -ambos considerados los padres de la arqueología peruana. A mediados del siglo XX se realizaron investigaciones arqueológicas a cargo de Theodoro McCown y en los años 80 por los esposos Theresa y John Topic.

No obstante, sus orígenes siendo siendo un misterio y todo un atractivo para los arqueólogos. En su vecindad existen restos con clara influencia Chavín, pero los investigadores coinciden en la clara influencia Caxamarca, Recuay y Wari que dejan entrever sus construcciones.

Lo cierto es que cuando los incas llegaron a la zona, Marcahuamachuco ya era una reliquia, así como su vecino monumentos Cerro Miraflores, mientras que Wiracochapampa fue un modelo de urbe prehispánico que nunca se llegó a poblar. Poco después llegaron los conquistadores españoles y casi no tocaron el recinto. Pero en las últimas décadas sus espacios fueron trastocados por agricultores y pastores.

Los agentes 007

Las cosas cambiaron con el nuevo siglo: desde el 2005 la Unidad Ejecutora 007 del Ministerio de Cultura viene realizando importantes obras de conservación y puesta en valor en Marcahuamachuco, Cerro Miraflotres y Wiracochapamapa. Más recientemente las labores se aplicaron en los espacios conocidos como las Torres Rectangulares y Las Monjas, ésta última llamada así porque existía el criterio popular de que se trataba de un acllahuasi o palacio dedicada a las elegidas del Inca.

“Por ahora las labores están referidas a recuperar estos sitios arqueológicos. Si bien se realizan campañas locales que buscan la identificación de los pobladores con los sitios arqueológicos, también se buscan considerar el turismo como una posibilidad de desarrollo económico alterno a labores extractivas que son tan comunes en esta parte de la región”, nos dice el arqueólogo Marco López Cervantes, quien forma parte de los “agentes 007” encargados de las labores científicas en Marcahuamachuco.

Añade que las labores de puesta en uso social continúan previo diseño de expedientes técnicos, labor que recae en la Oficina de Gestión de Proyectos y la Oficina de Planeamiento y Presupuesto. “La primera diseña todos los aspectos técnicos del expediente técnico referidos al sector a intervenir, por ejemplo, las unidades de excavación, las propuestas en intervención de conservación en los muros, la planimetría, incluso el circuito de visitas, mientras la otra oficina hace los cálculos y estimaciones de los gastos que se realizarán”.

Lo cierto es que en paralelo a las tareas de conservación y puesta en valor del monumentos, Marcahuamachuco merecería la instalación de un teleférico siguiendo la exitosa experiencia de las telecabinas en Kuélap. Los turistas compartirían el asombro por el paisaje y por un monumento que se proyecta como el epicentro turístico de la sierra norte del Perú.

 

 

Fuente: Diario La República

Julio C. Tello, Politics, and Peruvian Archaeology 1930–1936

En esta monografía, Richard E. Daggett elucida la vida y la obra del arqueólogo peruano Julio C. Tello. Enfatiza la influencia que la política nacional y profesional tuvo sobre Tello, a menudo estableciendo obstáculos que tenían que ser superados. Daggett se basa en gran parte en las publicaciones de periódicos contemporáneos.

In this monograph, Richard E. Daggett elucidates the life and work of pioneering Peruvian archaeologist Julio C. Tello. He emphases the influence that national and professional politics had upon Tello, often setting up obstacles that had to be overcome. Daggett bases himself largely on contemporary newspaper accounts.

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Teorías Autoctonistas: de Origen Costeño

Orígenes de la Civilización Peruana
Teorías Autoctonistas
De Origen Costeño
Sustentado por Rafael Larco Hoyle (1901 – 1966). Sustenta que el origen de la civilización peruana está en la costa, en Cupisnique (La Libertad), desde allí se habría difundido a la región andina. Se apoyó en la mayor antigüedad de Cupisnique sobre Chavín, contradiciendo las tesis de Julio C. Tello.

Rafael Larco Hoyle
Rafael Carlos Víctor Constante Larco Hoyle (Hacienda Chiclín, Trujillo, 18 de mayo de 1901 – Lima, 23 de octubre de 1966) fue un arqueólogo,investigador, escritor, ingeniero agrícola e historiador peruano. Hizo contribuciones fundamentales para el conocimiento de diversas culturas preincaicas del norte del Perú. Fundó el Museo Arqueológico Rafael Larco Herrera en 1926.

Larco Hoyle se dedicó a explorar los diversos parajes del Valle de Virú y Quebrada de Cupisnique, labor en la que sería acompañado por sus hermanos Constante y Javier Larco Hoyle, por su esposa, su hija y por su amigo Enrique Jacobs. De esas investigaciones se registró información sobre la asociación de áreas de sepulcros. Fue en el Valle de Virú donde en1933 descubrió la primera tumba conteniendo vasos cuya característica principal era la pintura negativa, identificándola como la Cultura Virú. En el mismo valle de Virú descubrió la Cultura Cupisnique en 1940.

Asimismo, estudió la Cultura Mochica localizada en el Valle Moche, que había sido descubierta por Max Uhle en 1909 (bajo la denominación de pre-Chimú), convirtiéndose entonces en uno de sus principales intereses. Para 1948, ya había estudiado a profundidad la cerámica de Mochica clasificándola en cinco fases, tomando como base ciertos criterios de forma y dimensiones de los picos, asas estribo y cuerpo, así como las decoraciones.

En 1941, en Pampas Jaguey identificó la Cultura Salinar, en la parte alta del valle de Chicama. A partir del estudio de los conjuntos funerarios postuló que Salinar marcaba la transición entre Cupisnique y el advenimiento de la Cultura Moche.

En 1953, debido a las exigencias del negocio azucarero, tuvo que instalarse en Lima, donde se asoció a otras especulaciones (Banco Comercial, Rayón Peruana S. A., Filamentos Sintéticos S. A., etc.). Trasladó entonces, con mucho cuidado, el museo Larco Herrera a dicha ciudad, para lo cual acondicionó una casona en el distrito de Pueblo Libre. Este Museo constituye una de las más valiosas riquezas culturales del Perú.

En el campo de la investigación arqueológica, la obra de Rafael Larco Hoyle ha sido de fundamental importancia, equiparable a la de otro gran arqueólogo peruano, Julio César Tello. De hecho, ambos deberían compartir el título de fundadores de la arqueología peruana.

  • Descubrió y estudió varios yacimientos arqueológicos, como Cupisnique, Queneto, Salinar, Virú, Pacopampa y Barbacoa, estudios que fueron de fundamental importancia para fijar la secuencia cronológica de las culturas peruanas
  • Demostró que la construcción del santuario de Chavín de Huántar, considerado como la cuna de la civilización andina por Tello, fue posterior a otros restos arquitectónicos de la costa, como el de Punkurí, y a la cultura Cupisnique. Llegó incluso a sostener que la alta cultura peruana se había originado en la costa norte y que de allí se había irradiado a la sierra, lo que contrariaba los postulados de Tello, considerado entonces la autoridad máxima en la materia.
  • Ahondó la investigación hacia períodos anteriores a la utilización de la cerámica (precerámico), hurgando las huellas de los recolectores y cazadores paleolíticos. Fue el primero en estudiar las puntas líticas de Paiján, encontradas profusamente en los alrededores de la localidad de dicho nombre.
  • Prestó preferente atención a la evolución de las culturas del norte peruano, especialmente la Mochica, identificando sus diversos períodos de manera científica, a base de los estilos y la técnica estudiados en la cerámica. Su estudio abarca desde el Precerámico hasta la irrupción incaica, pasando por las culturas Cupisnique, Salinar, Mochica y Chimú, entre otras.
  • Expuso la posibilidad de que existiera entre los mochicas un sistema primitivo de escritura sobre pallares.
Teorias Autoctonistas: de Origen Andino-Oriental

Orígenes de la Civilización Peruana
Teorías Autoctonistas
De origen Andino – Oriental

Fue sustentado por Julio César Tello Rojas (1880 – 1947).
Tello es llamado el “Padre de la arqueología peruana.”
Refutó las teorías inmigracionistas con gran lucidez.
Superó la posición de Uhle al demostrar que la cultura Chavín había florecido mil años antes de la Mochica.
Sustentó que Chavín representaba “la cultura matriz” de la civilización peruana, desde donde se irradió a otras partes.
Chavín tuvo influencia de la selva amazónica (arawacs).
Se basó en la presencia de animales amazónicos en el arte de Chavín de Huántar.

Julio C. Tello
Julio César Tello Rojas (n. Huarochirí, Perú, 11 de abril de 1880 – m. Lima, 3 de junio de 1947), fue un destacado médico y antropólogo peruano. Es considerado el padre de la arqueología peruana. Descubrió las culturas Chavín y Paracas e impulsó y creó el Museo de Arqueología Peruana.
Tello hizo su aparición en el panorama científico del Perú defendiendo la tesis del autoctonismo de la cultura peruana precolombina y refutando la teoría de la procedencia mesoamericana (de México y Centroamérica) sostenida por el arqueólogo alemán Max Uhle.

Por autoctonismo cultural se entiende cuando una cultura es originaria del mismo territorio en el que se ha desarrollado. Tello sostuvo que la cultura más antigua del Perú fue la cultura Chavín, surgida hace 3.000 años en la sierra oriental del departamento de Áncash, y que de allí se había irradiado hacia la costa y a otras regiones del área andina. Contradecía así a la teoría inmigracionista de Max Uhle, que sostenía que los elementos culturales arribaron a la costa peruana procedentes de Mesoamérica, para irradiarse luego a la sierra. Tello sostuvo también que los iniciadores de cultura Chavín fueron gente procedentes de la selva amazónica, portadores de una cultura rudimentaria, pero que con el tiempo forjaron una alta cultura, sin recibir ninguna influencia foránea. Para respaldar esta tesis del origen amazónico, señaló la aparente representación de animales amazónicos en el arte chavín, principalmente el caimán y el otorongo.

Según la teoría de Tello, la cultura peruana habría seguido más o menos el siguiente proceso:

a) En épocas prehistóricas, grupos de hombres primitivos procedentes del norte llegaron a la selva amazónica. Esta gente vivía de la caza, pesca y recolección.

b) En busca de un medio más acogedor, estos grupos fueron ascendiendo por el flanco oriental de los Andes y se establecieron en la ceja de selva o selva alta, zona que es muy favorable para la vida. Allí descubrieron la agricultura y aprendieron a cultivar maíz, yuca, camote, frijoles, maní y árboles frutales (papaya, chirimoya, palta, piña, guanábana, lúcuma, pacae, granadilla). Con la agricultura surgió la vida sedentaria, la construcción de viviendas, la fabricación de utensilios, tejidos, cestos, etc. nació propiamente la cultura.

c) Prosiguiendo su ascensión llegaron dichos hombres a la sierra interandina, donde perfeccionaron la agricultura. Domesticaron la papa, la cañigua, la quinua, la oca, el olluco y animales como la llama y la alpaca. Desarrollaron enormemente la textilería, la cerámica, la arquitectura de piedra, etc.

d) Posteriormente los hombres de las altas culturas serranas bajaron a la costa y formaron las culturas costeñas.

Por cerca de 30 años Tello recorrió en todas direcciones el territorio peruano, haciendo notables excavaciones y estudios, siendo los principales los realizados en la cuenca de los ríos Huallaga y Marañón, en Chavín de Huantar, en el río Grande de Nazca, en la Península de Paracas, en Pachacámac, Casma y Nepeña, en Moche, Puno, Cuzco y otros lugares.

Como resultado de sus investigaciones, Tello señaló a la cultura Chavín (cuyo centro es el santuario de Chavín de Huántar, situado en la sierra de Ancash) como la cultura madre o matriz de la civilización peruana, es decir de la que se originaron el resto de las culturas. Tello calculó su antigüedad en 1000 a 1500 años antes de Cristo.

Las teorías de Tello dominaron la arqueología peruana durante décadas, pero investigaciones posteriores han demostrado una evolución cultural en territorio peruano muy anterior al santuario de Chavín de Huántar. Se ha probado que algunos monumentos de la costa son más antiguos, como es el caso de Cupisnique y Sechín. El arqueólogo Rafael Larco Hoylesostuvo incluso que la alta cultura peruana se había originado en la costa norte y que de allí se había irradiado a la sierra. Sin embargo, es evidente la existencia de afinidades entre Chavín de Huántar y las diversas expresiones culturales, tanto costeñas como cordilleranas, anteriores, contemporáneas y posteriores a ese monumento, por lo que es muy fundado sostener la existencia de un horizonte cultural, que ha tomado precisamente el nombre de Chavín.

De los planteamientos de Tello ha sobrevivido la tesis del carácter autóctono de las culturas prehispánicas en suelo peruano, a pesar de los intentos de arqueólogos como Federico Kauffman Doig de insistir en el origen foráneo de la alta cultura peruana (teoría aloctonista).

Ciudadela de Huari, Ayacucho

Entre montículos de roca, donde proliferan los tunales, corre el camino que lleva a la grandiosa ciudad de las turquesas: Wari. Desde Huamanga solo hay veinticinco kilómetros de distancia que se cubren en un santiamén, mientras para conocer la urbe haría falta varios días. Tan extensa es como importante fue hace 800 y 900 años. A simple vista apenas se perciben los muros que formaron parte de templos, palacios, casasy graneros, así como los espacios abiertos que debieron ser las plazas. Hace más de medio siglo el sabio Julio C. Tello encontró todavía en pie rastros de las majestuosas columnascon incrustaciones de lapislázuli que tuvo el palacio de su rey. Aún ahora al labrar la tierra de sus cercanías,los agricultores encuentran pequeñas turquesas. Su clima es tibio y se cultiva maíz, trigo, cebada, arvejasy papas. Wari fue realmente enorme, albergando miles de habitantes en su perímetro de cinco kilómetrosde largo por tres de ancho. Según una leyenda recogida por Néstor Cabrera, fue fundada por los atlantes,antiguos señores de un continente que se hundió entre las aguas de un mar remoto y desconocido.Populosa, centro de un tráfico intenso que abarcó en su radio de acción hasta el callejón de Huaylas,Moche, Cajamarca y Lambayeque por el norte; Nasca y Chancay en la costa central, y Sicuani en el sur, tuvo su época de apogeo y su decadencia antes de que llegaran los Inkas. El ejército quechwa que venció a los pokras solo encontró una ciudad fantasma que comenzaba a ser cubierta por la maleza.

La ciudadela Wari fue la capital del estado del mismo nombre, y para algunos arqueólogos fue el primer gran imperio andino (antes de los Incas). Fue un gran núcleo urbano cuya área de ocupación llegaría a las 2.000 hectáreas en su momento de mayor esplendor. Los investigadores han dividido la zona central del asentamiento (que abarca 18 kilómetros cuadrados) en 13 diferentes sectores, a saber:

1.- Cheqo Wasi. Lugar caracterizado por la presencia de múltiples cámaras de piedra finamente labradas de forma rectangular y tamaño variado. Probablemente fueron cámaras funerarias.

2.- Monqachayoc. En este sector se encuentran galerías subterráneas con techos formados por grandes bloques de piedra de una sola pieza y paredes recubiertas con lajas alargadas a manera de enchape, además de unos tubos labrados en piedras que se sospecha fueron usados para el transporte de agua a la ciudad.

3.- Capilla Pata. Sector formado por grandes muros dobles de entre 8 y 12 metros de altura. En la base tiene un ancho de 3 metros y en la cima entre 0,80 y 1,20 m, alcanzando 400 m de largo. Estos muros forman grandes cercados o ‘canchones’.

4.- Turquesayoc. Llamado así por la presencia de restos de turquesa, sea en cuentas de collar o pequeñas esculturas. Debido a la alta concentración de este material se cree que en este sector estuvieron los talleres dedicados al trabajo de este material.

5.-Yanapunta. Por toda el área se encuentran desperdigados abundantes restos de artefactos líticos, como puntas de proyectil, punzones y pedernales. La principal materia prima fue la obsidiana y el pedernal.

6.- Canterón. Llamado así porque se presume que este sector fue usado como cantera.

7.- Ushpa Qoto. Edificios diversos cercanos a una plaza. Tres murallas grandes corren de forma paralela, estructuras semicirculares y ambientes subterráneos.

8.- Robles Moqo. Esta área presenta una fuerte presencia de tiestos de cerámica y artefactos líticos fragmentados. Se supone que fue el barrio de los artesanos. Un estilo de cerámica característico de Wari toma el nombre de Robles Moqo, ya que fue aislado tomando en cuenta los fragmentos hallados en este sector por un guía local de apellido Robles.

9.- Campanayoq. Recintos circulares y trapezoidales. Están en mal estado de conservación, totalmente derruidos, solo se pueden identificar los cimientos.

10.-Trankaqasa. 16 petroglifos grabados en piedra. Se labraron surcos sobre superficies planas que luego fueron ligeramente pulimentadas. Se representan líneas concéntricas, volutas, serpientes, círculos y figuras geométricas.

11.- Ushpa. En el que se han encontrado figuras humanas moldeadas que delatarían áreas específicas de servicios, talleres y almacenes.

12.- Gálvezchayoq. Cavidad circular de 11 metros de diámetro y 10 de profundidad excavada intencionalmente. En el interior dos túneles cuidadosamente excavados tienen orientación norte y sur respectivamente.

13.- Churucana. Muros similares a los de Capillapata forman recintos trapezoidales y rectangulares.

El conjunto de construcciones Wari permanece en su mayoría enterrado. Los trabajos de excavación realizados en el sitio son mínimos en relación con los múltiples conjuntos arquitectónicos existentes. A medida que fue creciendo su población, también creció en importancia como ciudad sede del poder político. Inicialmente la ciudad debió reducirse a un centro administrativo con funciones políticas y religiosas. Según la evidencia arqueológica, Wari declinó en importancia hacia el 1000 dc, desconociéndose a ciencia cierta cómo y por qué fue finalmente abandonada.

Ante la baja productividad de la tierra se realizaron importantes obras de canalización y drenaje y sobre todo se crearon terrazas agrícolas que ampliaron notablemente la superficie cultivable. Estos andenes, construidos en las laderas de los cerros, suelen ubicarse cerca de los complejos urbanos, principales y secundarios, ya que satisfacían las necesidades de consumo de estos.

¿QUÉ ES?

Es la ciudad Wari más importante del Horizonte Medio. Se localiza en el distrito de Pacaycasa, provinciade Huamanga, región Ayacucho.Presenta un trazo urbano irregular y dividido en barrios o sectores, cada uno de los cuales se encuentraseparado por murallas. La ciudad ha sido edificadaen barro y piedra, presenta edificios enlucidos y pintados de colores, con pisos compactados de tierra caliza. Resaltan los barrios Vegachayoq Muqu, Monqachayoq, Capillapata, Muraduchayoq, Cheqo Wasi e Infiernillo, definidos por conjuntos arquitectónicosde planta rectangular.

¿POR QUÉ ES IMPORTANTE?

Es considerada la capital del los wari y su arquitectura evidencia una clara planificación en las áreas deproducción y dominio del espacio, que se repitenindistintamente como modelo en los lugares dondedicha cultura hizo sentir su presencia. Los wari mantuvieron la ideología más influyente en los Andescentrales durante el Horizonte Medio y constituyeron, después de Chavín para su época, el segundocentro de irradiación cultural del área andina.

¿QUÉ RIESGOS CORRE?

Debido a su ubicación geográfica, el sitio está ex-puesto a la desestabilización de sus estructuras por elcrecimiento de vegetación arbustiva y la presenciade microorganismos. Además, constituyen un serioriesgo de destrucción las plantaciones de tunales enmedio de las estructuras arqueológicas y la presenciade ocupaciones ilegales en las áreas perimétricas dela zona arqueológica intangible, que afectan inevita-blemente su condición patrimonial.

Los Incas establecieron un fuerte control sobre el santuario de Pachacamac, el cual no se restringió al aspecto religioso y administrativo sino también al tema político. Los habitantes de Pachacamac, accedieron a la cerámica Inca Imperial, Inca Local, Chimú Inca e Ica Chincha.

Parte de la modificación del santuario incluyó el uso extensivo de la pirámide con rampa Nº 1 (PCR 1), cuyos patios fueron utilizados constantemente, acumulándose una densa capa de deshechos.

Contrariamente a la costumbre costeña de limpiar los recintos públicos antes de abandonarlos, los patios de la PCR 1 presentan una abundante cantidad de deshechos del uso, lo cual significa que los Incas ya no realizaban el mantenimiento de los patios, sino que acumularon sus deshechos sobre el piso, por ende las pirámides habrían perdido su carácter sacro y se convirtieron en lugares públicos, tal vez para recibir a los peregrinos.

Durante el periodo Inca, Pachacamac incrementó sus relaciones con diversas partes del imperio.

Las poblaciones asentadas en el lugar recibieron cerámica de la capital del imperio Inca en Cusco, cerámica de estilos altiplánicos tal como ocurría con las elites cusqueñas en otras partes del imperio, así como cerámica con estilos de la costa norte, costa sur y costa central.

Estos estilos cusqueños y provinciales no son exclusivos de la PCR 1 pues han sido igualmente hallados por Max Uhle (1903), Julio C.Tello, William Strong (1943), Peter Eeckhout (2004), Régulo Franco (2004) e Izumi Shimada (2004) en las excavaciones realizadas en diferentes partes del santuario.

Una descripción detallada de la cerámica tardía de Pachacamac procedente de la PCR 3, fue realizada por Jane Felthan.

Formas típicas de cerámica inca, como el aríbalo, el plato y la taza, son utilizadas, siendo escasas en otras partes del valle, a excepción de la residencia de algún señor local que tiene este tipo de vasijas en número reducido.

Esto indicaría que el tipo de deshechos presentes en la PCR 1 corresponde a basura selecta, no precisamente de campesinos que hayan usado de mala forma este espacio, sino que representarían contextos de ceremonias y de banquetes muy importantes que se llevaban a cabo en Pachacamac durante el periodo Inca.

El dato arqueológico indicaría que la ocupación Inca no solo modificó el uso del santuario de Pachacamac, sino que incrementó las relaciones con otras zonas y creó una sociedad cusqueña en la costa con todos los elementos de la capital imperial y con cerámica muy fina y estandarizada en formas y decoración.

La Pirámide con Rampa Nº 1.

La PCR 1 es la de mayores dimensiones de todo el santuario. Es una estructura masiva de adobes, piedras y tapiales, ubicada a la vera de la calle Norte-Sur. Fue excavada y restaurada por Arturo Jiménez Borja.

Fue excavada entre 1958 y 1963, lográndose la restauración del edificio principal. Los trabajos de restauración iniciados por Jiménez Borja se realizaron en la calle norte sur, la plaza frontal o patio 1, las rampas, la plataforma superior, el patio posterior y cuatro depósitos sumamente grandes, los cuales fueron hallados vacíos.

Posteriormente, Jesús Ramos Giraldo (1999) realizó labores de conservación, principalmente en la pirámide anexa colindante a la calle norte-sur. Hay sectores de la pirámide que aún no han sido excavados.

Los datos relevantes sobre las excavaciones en PCR 1 han sido publicados por Jiménez Borja, quien plantea que ésta era la típica construcción cívica administrativa del periodo Intermedio Tardío del valle de Lurín, que cumplía las funciones de embajada de los curacas locales.

Esta propuesta estuvo basada en la crónica del padre Calancha, quien refiere que en Pachacamac vivían embajadores de los valles supeditados al santuario.

La colección.

La colección de cerámica recuperada por Jiménez Borja obra en el Museo de Sitio de Pachacamac. Algunas piezas enteras han formado parte de las exposiciones permanentes del museo.

Regulo Franco sin embargo, enuncia muchos postulados acerca de la función de las pirámides, partiendo del comentario de los materiales recuperados por Jiménez Borja.

Otra colección importante proviene del patio posterior. En ambos lugares han quedado depósitos de basura estratificada a manera de testigos; éstos oscilan entre 100 cm. en el patio delantero y 120 cm. en el patio posterior, e incluyen estratos superpuestos con capas de 30 a 40 cm. de espesor, conteniendo abundante material orgánico, cerámica, huesos de animales, moluscos, vegetales y textiles llanos.

Si asumimos que la PCR 1 es del periodo Intermedio Tardío, los basurales corresponden a su uso y abandono. No existen evidencias de pisos superpuestos que indiquen mantenimiento o remodelaciones de las PCR.

La cerámica incluye fragmentos (bordes, bases, decorados y asas) casi en su totalidad del periodo Inca. Los depósitos de la parte posterior fueron hallados vacíos.

La cerámica asociada.

La mayor parte de la cerámica fragmentada corresponde al periodo Inca y, a diferencia de otros sitios de la costa, la densidad de vajilla Inca Imperial y provincial es alta. Aparece también cerámica del estilo Ychma tardío, así como de otros estilos contemporáneos.

De acuerdo al registro del museo, ocho vasijas enteras proceden de la PCR 1, entre ellos se incluyen aríbalos, botellas de doble cuerpo estilo Chimú Inca, un cántaro globular de superficie alisada color marrón que representa un personaje con grandes orejeras, con los brazos y las piernas flexionadas, además de platos Inca, entre otros.

Dentro de la fragmentería y siguiendo la descripción de la cerámica Inca realizada por John Rowe (1944), así como de otros estilos contemporáneos, podemos distinguir los estilos Inca Imperial A y B, Cusco Llano, Cusco Bícromo, Cusco Polícromo Figurativo, Estilo Watanay Polícromo, Urcosuyo Polícromo, Inca provincial, Cerámica Inca del altiplano, Inca Local, Chimú Inca, Ica Chincha, Ichma Tardío, y estilo Puerto Viejo.

Las formas más frecuentes de cerámica Inca incluyen: aríbalos con diseños geométricos y de helechos; tazas de labio biselado, decoración externa con banda de color crema delineada en negro que se ubica a partir del labio. Además, cuerpo de fondo naranja y decoración de una banda a la altura del asa cintada horizontal.

La mayor variedad decorativa se encuentra en los platos, donde destacan platos con mango escultórico en forma de cabezas de pato, patas de camélido o asas cintadas.

La decoración interna, en muchos casos en fondo crema o naranja con diseños de bandas, incluye diseños geométricos.

A nivel de pastas, algunas vasijas habrían sido importadas del Cusco mientras que otras corresponden a imitaciones locales o regionales.

Dentro de la cerámica con formas Inca, existe una baja proporción de las llamadas ollas cáliz. Los fragmentos de aríbalos corresponden a diversos tamaños desde aquellos que superan el metro de altura hasta aquellos de pequeñas proporciones, algunos de los cuales presentan cara gollete.

El número de fragmentos es escaso, y corresponden a botellas negras pulidas con gollete tubular con apéndice, propios del estilo Chimú tardío.

Los ejemplares completos de este tipo corresponden a botellas de doble cuerpo con vaso comunicante y asa cintada, en cuyo remate del pico se desarrollan diseños escultóricos de felinos, personajes antropomorfos o escenas.

Si bien estas piezas tienen un acabado muy fino y han sido definidas como de estilo Chimú Inca, cabe precisar que no han sido reportadas en la costa norte, siendo más comunes en la costa central y la costa sur, y aparecen durante la expansión Inca.

Asimismo, se registran cántaros y botellas con decoración tricolor estilo Chincha, fragmentos de cántaros cara gollete, estilo Puerto Viejo, y escudillas negro sobre crema y Cerámica Ichma, la cual corresponde al estilo Ichma tardío e incluye cántaros llanos que con diseños escultóricos de manos sosteniendo conchas (spondylus); en otros casos sostienen perros sin pelo o monos; hay cántaros pequeños de cuello recto y base cónica.

Aparecen figurinas y esculturas de sapos o de personajes ricamente ataviados que deben pertenecer a cántaros, además de varios fragmentos de cántaros cara gollete representando algunas veces animales.

Estas formas son bastante escasas en otras colecciones. Además hay fragmentos de tazas de color negro con decoración incisa y pintura roja.

También se da cuenta sobre el hallazgo de un taller de alfarería evidenciado por el descubrimiento de moldes de cerámica pertenecientes a figurinas y pulidores de piedra entre otros asociados al patio principal.

Si bien la cerámica local Ychma no es muy variada en su decoración y morfología, la llegada de vasijas importadas incrementó el prestigio del santuario, especialmente de las élites Incas que gobernaban política e ideológicamente desde el santuario. Aríbalos, tazas, ollas y platos Inca aparecen en ínfima cantidad en los palacios Inca del valle de Lurín (Panquilma y Pueblo Nuevo) y del valle del Rímac.

Rommel Ángeles Falcón

Sitios Sacros
Cajabamba Prehispánico
ADORATORIO DE MARCAMACHAY

Son númerosas las evidencias hasta ahora desconocidas por la falta de exploración y estudio.

Así lo reconocía por aquel entonces el arqueólogo Dr. Theodore McCown, y al respecto manifestó: «Es la localidad de Marcamachay, este distrito que repetidas veces describó, tiene abundantes restos y sobre el cerro Wakra y Yanaorco en las inmediaciones al norte del pueblo de Sitacocha, por lo que tuve el deseo de investigar dicha región«.

En su libro «Pre-Incaic-Huamachuco Survey and excavations in the Región of Huamachuco and Cajabamba», publicado en 1942, queda plasmado que existía la necesidad de hacer mayores estudios al interior de Cajabamba y poder entender mejor que es lo que acontecía con las sociedades Pre incas.

La presunción del arqueólogo McCown, sobre la zona se debía a la referencias y a las manifestaciones escuchadas de los antiguos propietarios de las ex haciendas: Marcamachay, Jocos, Sitacocha, Wakra, Pana, Cujibamba, Chuquitén, Yanás y diversos lugares sobre el Marañón, donde el campesino se ostentaba de los grandes hacinamientos y concentraciones de restos arqueológicos, fortalezas, andenes, acueductos, necrópolis y osarios.

Algunas de las mencionadas evidencias en «Llautorco» de lugares inaccesibles, tampoco se escaparon a la irremediable furia del saqueo y la falta de preservación; el campesino destruyó, en su afán de curiosear, el tiempo también fue y sigue destruyendo, siendo cada vez lejano el alcance para el estudio científico e interpretativo de lo acontecido en estos diversos lugares.

Es muy común observar que en las cumbres más elevadas, el hombre ha dejado huellas de haber modificado estas elevaciones, cuyas cimas mantienen restos de sus muros, pircas.

En 1939 pasó en Misión de Estudio el Dr. Julio C. Tello con dirección a Chilia (Provincia de Pataz), poniéndose en contacto con el profesor Máximo Barrueto, quien años más tarde ocuparía el cargo Ad-Honoren de Inspector de Monumentos Arqueológicos de Cajabamba. Proporcionó 21 cráneos, los cuales mantenía en la escuela como parte de la colección de un museo escolar.

Posteriormente, el Dr. Theodore McCown tuvo al señor Barrueto, por recomendación de Tello, como uno de los mejores guías conduciéndolo a: «Laymina», Ayangay, Otuto, Pampa de los Quinuales, Cueva del León, Cerro Callanas, Quebrada de Ayanday y la Peña Negra, de allí que su recorrido esté; basado sólo en los alrededores de Cajabamba.

Los acontecimientos de la segunda guerra mundial, lo obligó; a ser breve a McCown en su estudio y retornar a su país natal.

Pero su aporte es trascendental en la Arqueología Peruana dejando estudios como el lugar que visitara en los sepulcros de Ayangay, en las cuales podía observarse tapas funerarias cubiertas con losas de piedra talladas de 4 a 6 metros, superpuestas.

Del Museo Escolar de aquel entonces que acumulara bienes arqueológicos, se conoce la existencia referencial que algunos de los diversos cráneos acumulados, algunos presentaban deformación dolicocéfala fronto occipital, braquicéfalos y otras con persistencia de la sutura medio frontal o metópica.

Los trabajos realizados por el arquitecto José Pineda Quevedo, en su libro «Patrones de Asentamiento Pre hispanicos del Valle del Condebamba» 1989. Nos ayuda a visualizar genéricamente los diversos procesos sociales y su nivel alcanzado en el desarrollo evolutivo, de la misma manera, las filiaciones culturales que predominaron en el valle del Condebamba.

Los estudios de Pineda manifiestan un claro y notable cambio en la población de esta área, la cual comenzó a ocupar poblados en las partes altas de los cerros, sobre los 3,00 m.m.s.n.m., lo que anteriormente no sucedía para el valle del Condebamba, estos poblados dependían de Marcahuamachuco en aquel entonces.

En la mayoría de las partes altas, ocupada por el hombre pre hispánico, al igual que otras partes del Perú ; en la que fue difícil destruir las grandes salientes naturales; optaron por aprovechar con habilidad estos lares, de tal manera que fueron haciendo terraplenes.

Sólo las curvas de nivel nos indican con nitidez de estas variadas terrazas que van escalonando en forma circular y notoria cima, hoy cubierta por vegetación , bajo estos pequeños montes, al ascender, se va asimilando que ésta, cada vez, va ampliándose en las partes que más baja ajustándose al medio natural de la estructura rocosa y que no sólo cumplió una función netamente defensiva y de subsistencia, sino que también, en ellos hay restos de patios rectangulares, tal es el caso de «Llautorco»; estos terrenos ampliados artificialmente en su superficie albergan fragmentos de cerámica de diversas etapas.

Las huellas del hombre en estos lares convergen de un lugar a otro con la manifestación local: puede observarse sitios con una acentuada influencia wari. Cajabamba tiene una marcada influencia Cajamarquina y la relación con Huamachuco identificadas para el período Intermedio tardío (700-800) d.C. siendo ésta la que cubrió toda el área, teniendo también peculiaridad de diversas influencias que estaban presentes, sin obviarse la influencia costeña y las culturas del Marañón debido al intenso intercambio.

Dentro de la toponimia quechua tenemos algunos términos que llamaron nuestra atención, como el lugar denominado «Marcamachay» en la cual sus componentes derivan de las palabras «Marca» que significa región, aldea, pueblo y parte alta. El término «Machay», según Flores Galindo, identificaba en otros partes de Perú como «antiguos cementerios, cuevas, grutas, cavernas», de acuerdo a las investigaciones arqueológicas se reafirma a dichos términos, estas cavernas que servían de habitación, también se le denominaba a algunos adoratorios o sepulturas. «Machay» era lugar sagrada.

Tal es así, que en la colonia aun persistía la costumbre de trasladar a los muertos del templo católico al «Machay» era un acto que consagraba el reencuentro de los hombres andinos con otra tradicción. Los remitió a sus propios linajes y a través de ellos al mundo de sus divinidades. En el interior del distrito de Sitacocha, se ubica «Marcamachay» y entre el poblado se encuentra un singular promontorio rocoso, el fue labrado en su parte esté teniendo una sobresaliente rectangular en la parte alta, todo hace indicar que allí se realizaban ciertos rituales con orientación al ocultamiento al sol.

Es sumamente lamentable que varios de estos lugares distantes hayan sido saqueados, pues la pérdida de la información arqueólogica es irreparable, tal es así que ver los trozos de piedra disturbados de lo que fuera un recinto mortuorio, están común, pues lo poco que nos informan es que, estas habían sido construidos en forma arrinconada o pegada a la roca, en las fallas geológicas tal es así que en algunos de estos lugares afloran restos de osamentas humanas esparcidas.

Las estructuras fueron elaboradas con piedras planas unidas con barro, era observable cierta piedra blanca que por referencia de los lugareños sabemos que la ponen al fuego para posteriormente «Chacchar» la coca, está piedra de origen calcario es escasa por estos lugares.

Algunas de las pequeñas estructuras caídas no queda ni la reducida entrada en algunos en otras es apreciable el dintel de palos de que la sostenía. El recinto funerarío al igual que otros lugares del Perú y América fué , al parecer, una práctica generalizada en algunos pueblos dentro de su desarrollo autóctono. En 1950 Reichlen prueba la existencia de estos en el valle del Utcubamba, Amazonas, siete años después Horkheimer detalla algunos para Junín en la zona de Pachayo. En 1959 Espejo, reporta para Cajamarca en la playa del Coco tambíen Matos 1960. Estrada en 1981 describe para algunos con esta similitud para Huancavelica. Si bien es cierto que son diversos los lugares con estas peculiaridades; estas difieren los unos de los otros en sus elementos arquitectónicos. Los de Yanas son de simple arquitectura, no presentan hornacinas ni enlucidos, tampoco pinturas, aunque sólo responden a la misma modalidad funcional de ser recamaras funerarias.

Sitios Sacros
COMPLEJO HIDRAULICO CEREMONIAL DE CUMBEMAYO

Ubicado al sudoeste, en las faldas del cerro Cumbe, a cinco horas aproximadamente de la ciudad de Cajamarca, se encuentra el denominado complejo hidráulico ceremonial de Cumbemayo, teniendo una altura de 3510 metros sobre nivel de mar.

Esta admirable obra de ingeniería hidráulica es un loable testimonio de destreza singular que desplegó el antiguo hombre Cajamarquino; este canal abierto fue labrado sobre la roca viva y finamente decorado con enigmáticos petroglifos. Este complejo hidráulico tiene una secuencia cultural que abarca períodos que anteceden a la difusión Chavín y llegan hasta la conquista Inka.

En 1937 cuando el Dr. Julio C. Tello limpió y estudió dichas evidencias; le invadió la emoción e importancia de aquel momento, a medida que iba despejando las malezas que cubrían dichos restos arqueológicos, fue captando con mucha atención los esquemas gráficos que por primera vez iban ha ser conocidos al mundo científico; indudablemente, ante sus ojos tenía los testimonios de una de las múltiples obras perennizadas del antiguo culto a dicha naturaleza. En esta parte, el canal cuya longitud tiene unos 850 metros aproximadamente, fue diseñado un acueducto con una profundidad que llega hasta a los 50 cm y un ancho de 30 cm en la que actualmente discurre el agua.

petroglifos Cumbemayo

El elemento integrador sería el mismo canal, teniendo en cuenta que éste, no sólo es una excelente obra de ingeniería, sino también un bello ejemplo de cantería, de tallado sobre la roca viva, de iconografías cinceladas en piedra y, en realidad, de fino manejo ritual del agua. Las obras de toma, la ruta del canal y sus características, han sido descritas posteriormente por Peterson (1969).

Las excavaciones realizadas por Terada y su grupo en el sitio de Layzón han encontrado litografías de estilo similar a las de Cumbe.

Textos : DCB 1978