Pese a la fragilidad cromática de los relieves y murales creados hace más de 1,000 años en las edificaciones de adobe de la huaca de la Luna, en Trujillo (La Libertad), estos mantienen intactos sus colores originales desde que fueron develados, según comprobaron los investigadores del lugar.
El director del proyecto Huaca de la Luna, Ricardo Morales Gamarra, explicó que ello responde a los trabajos de conservación y protección de las antiguas estructuras para impedir que la exposición solar, el viento y la humedad aceleren la pérdida de los pigmentos presentes en los cerca de 12,000 metros cuadrados de murales y relieves identificados hasta ahora.
“Hemos comprobado que no hay pérdida del color en el monumento midiendo su intensidad, a través de un aparato llamado colorímetro. Además, medimos la temperatura de la superficie con un termohidrómetro, y con un anemómetro analizamos la velocidad del viento y con ello los niveles de erosión eólica”, detalló.
Estos indicadores son comparados anualmente y desde hace siete años son realizados de forma metodológica para que la información obtenida permita a los conservadores adoptar las medidas necesarias para la mejor preservación, acotó.
Morales manifestó que la pérdida del color en los monumentos de tierra es uno de los principales problemas que afrontan los especialistas en la conservación siendo inevitable que los pigmentos desaparezcan en algún momento.
“Somos conscientes de que nuestro trabajo es para alargar la vida del color en relieves y murales porque los pigmentos con el tiempo tienden a perderse. Es por ello que la decisión siempre ha sido mostrar sólo parte de lo encontrado, el resto es recubierto para su mejor conservación”, remarcó.
Técnica mochica
El restaurador peruano indicó que la fragilidad de las pinturas de los antiguos moche se debe a la técnica que utilizaron para elaborarla. Ésta consistía en mezclar el mucílago -sustancia viscosa que era extraída del San Pedro, planta sagrada del mundo andino- con los diversos pigmentos que obtenían de la naturaleza.
“Así fabricaban su pintura, la cual -está comprobado- es muy sensible a la radiación solar”, aseguró.
Las investigaciones señalan que todos los muros, escalones y techos de la huaca de la Luna presentaban color; sin embargo, han desaparecido por el paso del tiempo, puntualizó.
La huaca de la Luna se localiza en el distrito trujillano de Moche, a 15 minutos del Centro Histórico de la ciudad. El templo, que tiene dos plataformas intercomunicadas mediante tres plazas, era un centro religioso en donde se realizaban sacrificios humanos para agradar a los dioses.
ANDINA