La arquitectura constituye una de las manifestaciones culturales que, por involucrar participación colectiva en considerables espacios de tiempo, refleja sensiblemente el carácter y los sutiles cambios de toda organización.
En Sipán, la excepcional circunstancia de los más importantes conjuntos funerarios de la élite Moche dispuestos en una estructura sacra, emplazada al lado de las grandes construcciones piramidales, nos brinda por primera vez la oportunidad de usar su contextualización arqueológica para establecer la secuencia cronológica de todos los testimonios materiales incursos en estas gravitantes manifestaciones de la sociedad Moche cuya comprensión se venía basando fundamentalmente en interpretaciones estilísticas, iconografías y observaciones arquitectónicas aisladas.
Como en ningún otro monumento, encontramos aquí una variada disposición de formatos funerarios contenidos también dentro de una compleja dinámica arquitectónica cuya interpretación está proporcionando la clave de su orden en el tiempo y espacio. Esto fue posible gracias a un exigente registro documental que demandó especial dedicación durante los primeros años de nuestra ininterrumpida campaña de campo, en la cual se fijaron las características formales y funcionales básicas de la edificación.
La recuperación de la tumba del Señor de Sipán nos puso ante la primera evidencia de una plataforma destinada a recepcionar tumbas de un rango nunca antes conocido. A diferencia de otros edificios funerarios del mundo antiguo, el bloque arquitectónico original había sido abierto, para habilitar una cámara funeraria, patrón que comparten también los demás entierros de diferente antigüedad y jerarquía. Evidencias de segundo orden indican otras funciones compatibles básicamente con el culto a los muertos.
Una cuidadosa evaluación de los componentes arquitectónicos alterados por el evento funerario y toda la información acopiada desde los levantamientos y prospecciones superficiales hasta la confrontación de planos de planta y perfiles de cada excavación y decapamiento arqueológico, así como del examen y perfiles de las grandes perforaciones clandestinas para restituir su efecto destructivo, permitió conocer que la plataforma había sido erigida íntegramente con el empleo de adobes dispuestos en «paños» o paneles modulares sucesivamente adicionados, técnica constructiva clásica de las edificaciones monumentales Mochicas. Sin embargo, en algunas secciones se habían empleado también rellenos arquitectónicos. De otro lado, la presencia de rasgos diagnósticos asociados como: pisos, posibles fachadas, sedimentos de origen pluvial y algunas capas de residuos orgánicos, planteaban la existencia de secuencias constructivas. Evidentemente el orden lógico de estos complejos elementos estaba alterado por la apertura y subsecuente relleno de las cámaras funerarias, alteración arqueológica de por sí difícil de discernir de los componentes anteriores y que se complicaba mucho más por el disturbio de antiguos hoyos de “huaquería” y grandes perforaciones clandestinas recientes.
Para llegar a comprender esta variada e interactuante gama de eventos arquitectónicos y funerarios, se desarrolló una lógica interpretativa basada en un delicado proceso de identificación que alcanzó el nivel de las mínimas y elementales unidades: componentes específicos de rellenos, pisos, sedimentos, adobes, enlucidos y su posterior organización en contextos relacionados entre sí que permitieron establecer cuatro categorías genéricas:
Arquitectura original.- Integrada por los diferentes paneles modulares de adobe, celdas y capas de relleno arquitectónico, pisos, enlucidos y cimentaciones.
Arquitectura de habilitación funeraria.- Compuesta por los diferentes materiales adicionados al espacio funerario previamente abierto para conformar paramentos, banquetas, hornacinas, enlucidos, soportes, techumbres y rellenos.
Arquitectura de restitución.- Implica las adiciones para recomponer las formas arquitectónicas modificadas tanto por los eventos funerarios como por agentes naturales.
Materiales de disgregación arquitectónica natural.- Comprenden sedimentos pluviales, eólicos y capas de percolación.
El manejo analítico de estas categorías facilitó reconocer inicialmente hasta seis fases arquitectónicas, ampliadas luego a ocho después de alcanzar los niveles más profundos. Cada una de las fases implica edificaciones concluidas y superpuestas en adiciones sucesivas con parecidas características.Hemos decidido llamar fase, y no etapa, a cada contexto terminado considerando que no existió la concepción inicial de un gran proyecto de construcción llevado a cabo como un plan fijo a través de varias generaciones hasta su conclusión. Las variantes en el uso, estructuración de materiales y repetición de patrones en fases sucesivas, afianza este razonamiento. Estas progresiones formales se deberían tanto a motivaciones culturales como a afectaciones naturales.
Orientándonos según nuestro primer esquema la fase 1 corresponde a una plataforma rectangular simple, de 6 m. de altura desde el terreno natural, conteniendo dos terraplenes delanteros escalonados hacia el Norte. Su regular conformación final se reconoce por un grueso piso arcilloso amarillento con hasta dos capas de mantenimiento.
La altura total del núcleo principal contenía dos fases anteriores, recientemente identificadas en los niveles inferiores de la unidad ID, que hemos denominado –1 y –2. La forma y la dimensión de estas construcciones subyacentes son aún desconocidas. En este extremo Sur la más antigua habría alcanzado 2.50 m. de altura. Sus componentes arquitectónicos son íntegramente adobes plano rectangulares medianos, confeccionados con diferentes tipos de materiales unidos con mortero arcilloso y dispuestos en paños cuadrangulares de aproximadamente 1.50 por lado, armados sobre una capa arenosa de cimentación directamente acondicionada sobre el suelo geológico estéril.
La fase -1, que duplica casi exactamente en altura a la anterior, fue erigida con el empleo de adobes de diverso tamaño y material, denotando heterogénea manufactura. Estos, integran paños modulares ligeramente más angostos. Aquí se han encontrado los adobes de mayor tamaño y espesor del Monumento. Los pisos de color gris, presentaban notorio desgaste en ambas estructuras.En esta nueva fisonomía, el bloque adicionado de la fase 1 alcanzaría sólo 1 m. de altura, caracterizándose por adobes regulares en paneles de excelente y homogénea trama. A la vigencia de esta construcción se asocia la tumba del “Viejo Señor de Sipán”, cuyo recinto fue abierto desde una primera superficie original, sellada luego por el piso amarillento mencionado, mediando una fina capa de desechos orgánicos donde se encontraban algunos fragmentos de huesos humanos ajenos al evento funerario. El entierro de los tres personajes en la Unidad ID, asociado a la cámara extrañamente vacía, pertenece a un momento posterior a esta fase.
La fase 2 corresponde a una edificación elevada aproximadamente 1 m. al Sur y 4 m. en el frente principal Norte donde existió una diagnóstica fachada escalonada, enlucida y pintada de amarillo, a un nivel más alto de la plataforma corrida -que a partir de aquí- antecede los frentes de las fases siguientes.
Contrastando con la arquitectura anterior su técnica constructiva resulta desorganizada, empleándose una combinación de escasos paños y pequeñas celdas de relleno donde se recurrió a la reutilización de adobes y escombros con inclusiones de basura acarreada. En el sector central se mantienen los paños por razones estructurales. El piso correspondiente sufrió deformaciones debido a la prolongada humedad de fuertes lluvias soportadas en los rellenos de las dos fases posteriores y su obvia inconsistencia. Sólo un entierro menor sin excavar se asocia a esta fase. Cabe mencionar que los contenidos de carbón y ceniza en contextos arquitectónicos son a menudo erróneamente interpretados como fogones de uso doméstico en periodos de «abandono temporal». Este hecho es poco probable en monumentos de tal magnitud arquitectónica y significado ritualista.
La fase 3 marca un nuevo crecimiento vertical, principalmente en la sección Sur y bloque central del edificio, quedando un bajo corredor con banquetas y un juego de postes para una larga techumbre. Probablemente, aquí comienza a desarrollarse un nivel platafórmico intermedio de excelente acabado y una pequeña estructura culminante que ocupa la sección más alta. Estos y el frente Norte estaban también pintados de amarillo. Toda la edificación debió soportar un evento lluvioso de considerable intensidad que lesionó ligeramente las fachadas sin afectar la estructura. El testimonio de esta lluvia quedó registrado sensiblemente en los perfiles del Norte y Sur.Los elementos estructurales de esta fase son adobes medianos y homogéneos organizados en pañosregulares. En la sección Sur, se emplearon también grandes áreas de un relleno regular y consistente, probablemente originado en el desmontaje de alguna construcción cercana. A esta edificación se vincula el entierro menor de un guerrero en ataúd de caña con ornamentos de cobre y una antara de cerámica (Tumba 5).
En la fase 4 vuelve a sobre-elevarse considerablemente toda la estructura. La plataforma Sur mantiene y eleva ligeramente el corredor a desnivel cubriendo sus banquetas laterales. El nivel platafórmico intermedio de este sector presenta dos escalones.
El frente Norte sufre también un importante cambio de fachada que corre aproximadamente 2.50 m. hacia adelante, elevándose considerablemente sobre una compacta cimentación arcillosa y terminando en un fino enlucido decorado con policromías, reducidas hoy a escasas manchas de color rojo, blanco, negro y amarillo. Sobre el nivel central culminante debió encontrarse la compleja y simbólica estructura sacra decorada con cabezas de arcilla cuyos restos se encontraban entre los rellenos de la plataforma inferior y su representación en el bastón de cobre.
Esta edificación constituye la más significativa y planificada remodelación de la plataforma, tanto por el volumen y técnica de construcción como por la calidad de materiales y acabados.
Se emplearon adobes medianos y estandarizados con «marcas de fabricante» más o menos recurrentes en los paneles modulares, cuidadosamente adicionados siguiendo una planificada organización. Los morteros arcillosos produjeron bloques estables separados por juntas de unión. En algunas secciones expuestas en planta se encontraron excepcionales espacios de relleno donde debió cerrarse la disposición concéntrica de los paños cuadrangulares.
Al término de la fase se asocia la apertura de la tumba saqueada. Esta construcción sufre los más devastadores efectos de un excepcional evento pluvial costeño generado por la Corriente del Niño, que lesionó severamente fachadas, coberturas de muros, paramentos y pisos produciendo derrumbes y sedimentos conservados por la cobertura de las fase siguiente. Las pinturas de paredes decoradas, arrastradas totalmente por la lluvia, se depositaron formando gruesas capas de sedimentos que alcanzan hasta 25 cm. de espesor con líneas pigmentadas de rojo, tonalidad que debió constituir el color básico de los murales, testimonio procedente de los frentes centrales Norte y Sur.
Señales de destrucción y derrumbe de banquetas son notorios en los perfiles de la unidad –IC, así como los claros indicios de un prolongado embalse en el corredor a desnivel que produjo la notoria deformación de la arquitectura subyacente (pisos y adobes).
La fase 5 correspondería a una obligada refacción general y ampliatoria del edificio deteriorado por el efecto de este catastrófico «Niño». La fachada Norte corre ligeramente adelante. Al Sur se superponen banquetas parecidas, antes de cuya confección se preparó un piso de nivelación con restos de una impresionante quema ofrendatoria asociada a típicas vasijas en miniatura. Los enlucidos vuelven a decorarse con nuevas policromías de colores semejantes.
En términos generales, las formas arquitectónicas del edificio se mantienen al igual que los materiales y técnicas de construcción. Sus acabados fueron también afectados por otro evento pluvial de cierta magnitud que origina otra diagnóstica secuencia de sedimentos y erosión de los muros decorados. La última fase (6), constituye la finalización de todo el proceso arquitectónico y la función sacra de la plataforma. El nivel del Sur fue sobre-elevado cubriéndose el corredor con un plano homogeneizante y dos nuevos escalones superpuestos. Sobre el normal cambio del nivel central la pequeña estructura culminante sufre la más significativa ampliación en altura y dimensiones. Pese a su considerable deterioro, pueden reconocerse dos niveles y los indicios de una posible rampa dirigida al Este, así como restos de techumbres en los niveles superiores.
La fachada Norte vuelve a correr en dos momentos consecutivos hacia delante por efecto de otra refacción originada por las lluvias. La ausencia de pigmentos indica que estos enlucidos carecían de decoración.
En esta última remodelación los materiales y técnicas de construcción pierden cierta calidad respecto a las fases anteriores, empleándose adobes de menor tamaño organizados en paneles altos de trama irregular.
Los niveles Sur y Norte son elevados mediante largos paramentos transversales paralelos y rellenos de material grumoso.
En el núcleo de esta última forma arquitectónica fue abierto el recinto funerario de 5 x 5 metros para disponer la tumba del Señor de Sipán y al Este del nivel Sur la Tumba del Sacerdote, indicando su diferenciada jerarquía. A esta fase arquitectónica se asocia también la alterada “Cámara vacía” de la Unidad ID y muchas de las ofrendas y entierros superficiales de menor jerarquía.
No existen evidencias que esta última forma arquitectónica se hubiera intentado cubrir o proteger. Tampoco tenemos indicios de las causas que motivaron su pérdida de vigencia funeraria y sacra, fenómeno que no parece haber sido esencialmente drástico considerando las ofrendas superficiales en varios sectores de la plataforma y alguna fragmentería Moche más tardía. Cabe la posibilidad de que por razones de orden dinástico la función funeraria de tan alto “status” hubiera podido desplazarse a otro sector del mismo santuario o a otro monumento de mayor prestigio en el mismo valle.
Dado el extraordinario contenido y la parecida reformulación del diseño arquitectónico estimamos que estas fases de construcción fueron impulsadas tanto por las necesidades de espacios funerarios altamente valorados, como por las funciones sacras correspondientes y, evidentemente, también por los deterioros de los excepcionales eventos del “Niño”.
Tratándose de progresiones formales en una edificación menor de especializada función y componente de un complejo de estructuras mayores convenimos que podría considerarse como una muestra propia y sesgada. Sin embargo, transformando el conjunto de características en indicadores, estos cambios se reducirían de ocho fases constructivas a tres grandes proyectos arquitectónicos, que reflejarían también similares momentos en la Sociedad Moche del Valle. El primero involucraría las fases -2, -1 y 1, con la planificación y emplazamiento de los iniciales proyectos arquitectónicos del centro ceremonial que incluiría también una primera versión de la pirámide adyacente. La buena calidad de la construcción en unidades modulares sólidas refleja un grupo local emergente en posesión de óptimos recursos materiales y tecnológicamente experimentado en base a una organización jerárquica que marcó el inicio de la dinastía. Su exponente asociado es el contexto del “Viejo Señor”.
En un segundo momento (fases 2 y 3) la estructura crece escasamente y con pobre calidad arquitectónica, probable reflejo de cierta crisis material y momentáneo decaimiento de la capacidad organizativa causada quizás por un prolongado tiempo de sequía. Los entierros asociados reflejan también esta vicisitud.
El tercer momento de explosivo y culminante desarrollo arquitectónico se inicia con indicios de un mediano evento de la Corriente del Niño que debió reactivar la economía y fortalecer la estructura sociopolítica. Existe un esmero por las buenas edificaciones y acabados, iniciándose la tradición de policromías diferente a la de los templos amarillos del momento anterior.
Los materiales de construcción son de buena calidad con adobes recurrentemente marcados y asociados a unidades modulares firmes, reflejo de una estable organización laboral. La peor catástrofe de esta época, ocasionada por la Corriente del Niño a lo largo del siglo II, fue superada con una reestructuración y crecimiento inmediato (Fase 5).
Los complejos y elaborados patrones funerarios de la Tumba Saqueada, Sacerdote y Señor de Sipán se asocian a este momento culminante.
Las grandes estructuras, componentes monumentales de Sipán presentan dos modelos básicos que llamaremos “piramidal trunca” y “plataforma masiva”, modelos representados también en otros monumentos contemporáneos. El primero de ellos, con sus frecuentes remodelaciones, es el más antiguo. Evidentemente, las edificaciones no se ajustan a proyectos concebidos para ejecutarse por varias generaciones. Las importantes remodelaciones obedecen a necesidades o cambios en el ceremonialismo que podrían representar grandes ciclos ceremoniales de la época. Tal sería el caso cercano del sitio Pampagrande, tomado como tardío por sus componentes superficiales.
Está breve exposición del tema es la versión preliminar del estudio en ejecución que compromete la arquitectura de Sipán, sus contextos locales y regionales. La amplia documentación será presentada en una específica monografía.
Autores:
Susana Meneses (†2002)
Investigadora adscrita al Proyecto Arqueológico Huaca Rajada-Sipán
Luis Chero
Director del Museo de Sitio Huaca Rajada-Sipán
Fuente: Proyecto Arqueológico Huaca Rajada-Sipán