“La historia del Imperio de los Incas es uno de los legados más extraordinarios que nos dejaron nuestros antepasados. Insoluble y fascinante misterio que ha intrigado nuestra imaginación por años; ahora, gracias a importantes hallazgos se ha podido desentrañar y entender. Espectaculares ciudadelas, hermosos objetos hechos en oro y plata, coloridos y delicados textiles, elaborados cerámicos, y lo más significativo de toda esta herencia: las momias incas”.
La National Geographic Society sorprendió al mundo con el anuncio del descubrimiento de más de 2.200 momias incas en la zona de Huaquerones-Puruchuco, zona arqueológica que constituye uno de los mayores cementerios prehispánicos y que gracias a sus importantes vestigios, darán un nuevo giro al estudio de los incas y la historia del Perú.
Las cálidas arenas del desierto costeño protegieron del paso del tiempo y del avance de la civilización moderna, una inmensa área que, durante el apogeo del imperio, fue centro de importante desarrollo inca. Gracias a la acertada labor del arqueólogo peruano Guillermo Cock y su equipo de arqueólogas peruanas, se pudieron rescatar un aproximado de 2.200 a 2.400 momias incas y otros importantes vestigios que se hallaban en peligro de destrucción, bajo el asentamiento humano Tupac Amaru, distrito de Ate-Vitarte, en la ciudad de Lima.
El maravilloso mundo de los incas, dice la leyenda, nace bajo el amparo del dios Sol, cuando emergieron sus hijos Manco Cápac y Mama Ocllo del sagrado lago Titicaca, para fundar el Imperio de los Incas o Imperio del Tawantinsuyo en la ciudad del Cusco. A partir de ese entonces empieza uno de los capítulos más grandiosos de la historia del Perú.
Los incas se caracterizaron por ser valientes guerreros y por alcanzar un admirable desarrollo en casi todos los campos: arquitectura, medicina, agricultura, orfebrería, textilería, administración, astronomía, entre otros. Poco a poco fueron extendiendo sus dominios, llegando a colonizar nuevas y lejanas civilizaciones, tomando lo mejor de cada una.
Los poderosos incas ensancharon los límites del imperio por el norte hasta Colombia, por el sur hasta Chile y Argentina, por el este hasta la Amazonía y por el oeste, el Océano Pacífico. Ellos creían que las dimensiones del mundo se limitaban a las fronteras del Tawantinsuyo, y que su centro era el Cusco, lugar donde residía el Inca y la élite local o Panacas.
Vasto territorio conectado por una asombrosa y extensa red de caminos que constituía la línea vital para le reino y abarcaba más de 20.000 km. Es así como el Inca llegaba a todos los rincones del imperio, pues estos caminos eran vigilados y controlados permanentemente y se llevaba registro de todo lo que transitaba por estos, mediante los Quipus.
Gracias a esta red de vías los poblados más lejanos se conectaban con la ciudad imperial; sitios tan remotos como Lima (ubicada en la costa central) y dentro de ella, Puruchuco.
Años antes del apogeo de los incas, existieron comunidades locales que se instalaron en la zona de Puruchuco (Intermedio Temprano – Horizonte Medio) y construyeron en el lugar terrazas, paredes y recintos. Años después llegaron los incas, ocuparon estas tierras, y utilizaron estas estructuras para fines distintos.
Puruchuco, que en lengua quechua quiere decir “Casco Emplumado”, es una inmensa zona que alberga entre sus límites un gran Palacio Inca ya conocido desde 1956, y el recientemente descubierto cementerio inca, gracias al hallazgo de las famosas momias incas.
El imponente Palacio Inca construido en base de adobe fue erigido en las faldas del Cerro León. Este laberíntico Palacio bien podría haber sido una casa señorial, un centro burocrático o la sede de un funcionario (o grupo de ellos) que se dedicó a administrar la Mita, es decir, el trabajo obligatorio en beneficio del imperio. Su gran patio habría servido como espacio para el intercambio, redistribución y control de los productos, así como para la difusión de noticias entre las comunidades aledañas a Puruchuco.
Pero la mayor importancia de Puruchuco reside en su carácter sagrado. En efecto, en un área del sitio (Quebrada de Huaquerones) hubo un gran cementerio inca, el segundo más grande del Perú, de más de ocho hectáreas de extensión. Aproximadamente, por el año de 1480, los incas reutilizaron las estructuras dejadas por sus antiguos residentes y seleccionaron esta zona como la privilegiada para despertar en la otra vida, ya que recibiría los restos de los artesanos textiles, el oficio de mayor estatus en el Tawantinsuyo.
Es por ello que los cuerpos eran enterrados con sus mejores prendas textiles, las más vistosas y elaboradas, además de todas sus herramientas de tejido y materia prima junto con una serie de ofrendas como cerámicas, animales, pieles y alimentos, es decir, todo aquello que necesitarían para continuar con su labor en la próxima vida.
Es así que, por más de 50 años, Puruchuco sería el cementerio especializado en recibir los restos de gente de diversos centros poblados prehispánicos, dedicados a la actividad textil; gente de distintos estratos económicos y sociales fueron enterrados de acuerdo al estatus y posición que ocupaban en sociedad.
Se trataba de una población normal, sana y bien nutrida, con evidencias de las comunes enfermedades endémicas (como parasitosis estomacal, producto quizá de la contaminación del agua), pero es a partir de 1530 que una rara enfermedad empezó a cobrar las vidas de muchas personas, incluyendo la del propio Inca Huayna Cápac; esto sería el inicio del fin del glorioso imperio del Tawantinsuyo.
Huayna Cápac, el gran conquistador de tierras, se encontraba en la ciudadela de Tumibamba, (al norte de Quito, Ecuador) cuando decide regresar a la ciudad imperial. Fatalmente, durante el trayecto, es atacado por una enfermedad desconocida hasta entonces: la viruela, y muere trágicamente antes de llegar a su destino. Para ese entonces, los temibles españoles ya se encontraban en Centroamérica esparciendo a su paso, todo tipo de pestes europeas.
Muerto el Inca, en el Cusco se desata una guerra civil entre los dos herederos del inca, sus hijos Huáscar y Atahualpa, reclamando el trono dejado por su padre que, luego de una cruenta lucha por el poder, Atahualpa vence victoriosamente. En ese entonces, un pequeño grupo de españoles se acercaba peligrosamente al centro del imperio, a través de los caminos del inca.
Para los pobladores del imperio, comunidad que se desarrolló aislada del resto del mundo, les resultó aterradora la imagen de Francisco Pizarro, líder de los conquistadores españoles, ataviado en un brillante traje de metal y montado sobre una extraña bestia cuyos cascos hacían eco al caminar.
No les tomó mucho esfuerzo reducir a gran parte de la población inca, incluso al propio Atahualpa. En un breve periodo de tiempo la historia de la más poderosa y próspera civilización prehispánica cambió dramáticamente: se explotaron indiscriminadamente los recursos naturales, se despojaron de sus bienes a los indígenas, se destruyeron sus construcciones, sus tierras; se impusieron ideologías y nuevas creencias religiosas, pero lo más grave fue la esclavización de su gente.
A partir de este episodio al que conocemos como La Conquista, siguieron hambruna, miseria y muerte. Hombres, mujeres y especialmente, niños, fueron víctimas no sólo de enfermedades sino de desnutrición, como le ocurrió a La Señorita.
En el cementerio de Puruchuco se encontró una momia a la que se ha denominado La Señorita, una mujer de aproximadamente 20 años, que se encontró acompañada de dos pequeños niños, que se presume podrían ser sus hijos. La Señorita habría muerto entre 1540 y 1550, luego de ocurrida la conquista española. Ella fue hallada en posición horizontal, distinta a la usual posición fetal con la que los incas solían enterrar a sus muertos, por lo que se cree que La Señorita fue bautizada y sepultada en un camposanto. Sin embargo, su familia robaría su cadáver y la enterraría secretamente junto con sus antepasados. Debido a la rigidez del cuerpo, les sería imposible colocarla en posición fetal.
Observada detenidamente, La Señorita presenta signos de enfermedad y uno de los niños encontrados junto a ella, muestra desnutrición aguda.
Se sabe que La Señorita perteneció a la nobleza inca, pues poseía elaborados tejidos que pertenecen a la clase social alta.
“Las momias son cápsulas de tiempo que brindan información a través de sus restos humanos”
(Johan Reinhard)
En 1999, el arqueólogo Guillermo Cock y su equipo realizaron los primeros trabajos de evaluación de la zona de Puruchuco, y en el 2000 se empezaron con las excavaciones que culminaron a fines del año pasado, con financiación de la National Geographic Society,. En total, se rescataron 1.286 fardos funerarios y entre 2.200 y 2.400 individuos y otros importantes objetos de este gran cementerio que constituye el de mayor enterramiento en un solo periodo (1480-1535).
Su trascendencia reside en el hecho que no existe una muestra tan grande y representativa de un mismo periodo de tiempo como la hallada en Puruchuco, pues se han encontrado individuos de todos los grupos sociales y edades, lo cual proporciona un importante panorama al pasado, de cómo pudo haber funcionado la sociedad inca.
La mayoría de herramientas, materia prima y otros vestigios rescatados, están relacionados a la actividad textil, por lo que se cree, según el Dr. Cock, que fue un cementerio exclusivamente para artesanos tejedores. Y es que el tejido cumplía una función ideológica dentro del proceso de reciprocidad asimétrica en el imperio, es decir, de superior a vasallo. El tejido era un elemento de mucho valor, mantenía la cohesión en la estructura social: el superior recompensaba al vasallo con un tejido. La actividad textil fue la mejor considerada, al punto de que se destinó un cementerio exclusivo para sus artesanos.
Las momias rescatadas tenían entre sus posesiones tejidos, cerámicos y vasijas, que presentan una serie de símbolos y diseños propios de los incas, que se repiten en la gran mayoría de objetos encontrados en Puruchuco, y también en otros centros urbanos prehispánicos de la costa peruana.
El Dr. Cock explica que esto indicaría que los incas iniciaron exitosamente un proceso de aculturación masiva, logrando en la población un alto grado de aceptación de las ideologías y cosmovisión inca, que se refleja en la difusión de los estilos artísticos.
Esta hipótesis, de ser cierta, cambiaría radicalmente la creencia de que los incas imponían su cultura a otras comunidades locales, y que fue esta la razón para su aceptación y cohesión. Pero estos nuevos descubrimientos cambiarían esta perspectiva y nos ponen ante otra posible realidad: un fenómeno de integración se habría estado forjando en toda la costa: el sentido de nación. Los incas desarrollaron el principio de identidad, reconociéndose primero como miembros de una familia, luego como parte de un grupo étnico y finalmente, como parte integrante de una nación, la nación de los incas.
Entre los fardos encontrados, destacan dos por ser únicos en su tipo. “El Rey del Algodón” fue un noble inca de jerarquía importante, pues estaba acompañado de hermosos textiles, tocado de plumas y conchas spondylus, que evidenciaban su estatus en la sociedad inca. Lo más impresionante de este noble inca es que estaba recubierto por varias capas de algodón sin procesar, aproximadamente 300 libras. También se encontraron junto con él, los restos de un niño y 70 de sus pertenencias, que incluye comida, cerámicas, pieles de animales y maíz.
Los fardos con “Falsas Cabezas” son enormes fardos en cuya parte superior se ha colocado un bulto relleno de algodón simulando una cabeza humana, y en su interior contiene varios individuos colocados en posición fetal. Los fardos con Falsas Cabezas están acompañados por los más finos objetos, tanto dentro como fuera de él. Existen cinco tipos de fardos con Falsas Cabezas y todos fueron sepultados con otros fardos de diferentes tamaños, en áreas especialmente seleccionadas y preparadas para ceremonias rituales de entierro.
Las Falsas Cabezas fue una tradición antigua practicada en la costa peruana, que data del Horizonte Medio (650-1100 d.C.); costumbre dejada de lado de manera abrupta. Más adelante, en 1956 se encontró una Falsa Cabeza durante las excavaciones hechas en el Palacio Puruchuco. En la actualidad, se han rescatado 52 Falsas Cabezas, que se espera nos revelen cómo fue que volvió a usarse esta costumbre de entierro, durante el imperio.
Guillermo Cock, la ardua labor con el estudio e investigación de las momias y objetos rescatados, con la finalidad de obtener respuestas a importantes interrogantes: entender cómo funcionó el imperio de los incas, cómo se desarrolló la expansión de esta cultura, y entender el proceso de la conquista española.
Luego de la excavación y tarea de salvataje, se procedió a organizar la colección; entre 10.000 y 10.500 paquetes que corresponden a 60.000 ó 70.000 objetos que fueron trasladados al laboratorio del Dr. Cock. Esta paciente tarea se culminó entre agosto y noviembre del año pasado, y se tiene ya un inventario de todo lo rescatado.
En seguida, Guillermo Cock y su equipo arqueóologos peruanos y de cinco antropólogos físicos procedieron a abrir tres de los fardos, utilizando para ello los fondos otorgados por la National Geographic Society. Estos científicos están estudiando diferentes áreas de biología esquelética, buscando determinar quiénes eran, su edad, sexo, crecimiento y desarrollo, su nutrición, enfermedades, causas de muerte, relación genética entre los individuos, y hasta el tipo de trabajo que realizaban. Esta información se obtendrá de las marcas que dejan los músculos en los huesos.
A partir de estos datos, se podrán formular hipótesis sobre las condiciones sociales, políticas, económicas y hasta religiosas. En pocas palabras, es como armar un gran rompecabezas, cuyo resultado final o primeras conclusiones se podrán vislumbrar luego de cinco u ocho años de paciente labor investigativa.
Mas aún, esta situación se agrava debido a que no existen los suficientes recursos económicos para el estudio de tanto material, puesto que abrir un solo fardo cuesta mucho dinero.
El plan de trabajo del Dr. Cock y su equipo para este año incluye el mejoramiento del inventario; la conservación de los objetos y algunos análisis preliminares. Más adelante, se prevé construir en el Museo de Sitio de Puruchuco, ubicado cerca del Palacio Puruchuco, un área especial que tenga la capacidad de alojar la gran cantidad de material rescatado en forma adecuada para poder ser exhibido.
Texto: Viviana Villavicencio
peruhotel.com
Fotos: National Geographic