Introducción.
La arquitectura monumental del complejo de Pachacamac es un tema que ha sido tratado ampliamente. En este sentido, ha llamado la atención el desarrollo urbano y el carácter de asentamiento al interior de la primera y segunda muralla en la que confluyen grandes edificios desde periodos tempranos. Tal es el caso del Templo Viejo (Intermedio Temprano) abordado por Franco (1993a, 1993b), Franco y Paredes (2016); y el complejo de adobitos por Marcone (2001). El caso del Horizonte Medio es aún incierto a nivel de arquitectura que pueda marcar diferencias, debido a la falta de estudios concretos de edificios construidos propiamente para esta época, siendo solo abordado por Paredes (1985) y Franco y Paredes (2016) a través de fases superpuestas a los ya existentes Templo Viejo y Templo Pintado.
Caso contrario ocurre con los edificios denominados Pirámides con Rampa (Eeckhout 1995, 2000, 2003, 2010). Eeckhout basa sus estudios a partir de una caracterización de fundación y clausura de las Pirámides con Rampa, y sostenidas en base a fechados. Además, postula una propuesta teórica basada en la jerarquía entre los edificios y la sucesión de gobernantes principales que construyeron cada Pirámide-Palacio principal (concretamente PCR1, 2, 3, 7 y 12). Postula también que a la par de lo anteriormente descrito, se dio la presencia de ocupaciones transitorias de peregrinos, que ocuparon los espacios abiertos (patios) de estos edificios; remodelados en ciertos aspectos por una arquitectura en muros de quincha o muros ordinarios, dando paso a ocupaciones domésticas en los mismos (Eeckhout 2004; Eeckhout y Luján 2013a).
La arquitectura inca ha sido también un tema muy discutido para el complejo monumental de Pachacamac en estos últimos años. De acuerdo a las evidencias, se ha venido sosteniendo que muchos edificios fueron construidos en dicha época (Makowski 2015). Sin embargo, esto no parece ser del todo cierto, como bien pudimos argumentar en el ciclo de conferencia organizado por el Qapaq Ñan – Ministerio de Cultura y el simposio organizado por la FCS-EAPA de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (Eeckhout y Luján 2016a, 2016b). Los cambios de una arquitectura sobre otra se observan claramente al interior del complejo monumental, lo cual se hace evidente en el edificio B15, el cual fue remodelado tras ser ocupado por los incas. Por lo tanto, el carácter formal de continuidad en el sitio se basa en remodelaciones y renovaciones de edificios particulares; en principio como consecuencia de procesos de coyunturas de poder político, la cual pudo darse en las esferas de las élites en Pachacamac a la llegada de los incas. Una vez transcurrido este hecho, el Estado inca (en el Horizonte Tardío) habría fortalecido su poder político con la construcción de edificios como el Templo del Sol, el Acllahuasi, etc.; esto como una cuestión necesaria para afianzar su legitimidad en la costa central, basada en una estructura orgánica (piramidal) social, política, económica y religiosa.
Dada entonces la naturaleza del poder inca en la costa central, sus manifestaciones se fueron dando de formas diversas. Una de estas fue la arquitectura bajo el prolegómeno de remodelaciones de edificios que cumplieron roles fundamentales de manejo del poder. Este fue el caso del edificio B15, absorbido y asimilado por principios religiosos y políticos que permitieron continuidad (control, manejo y uso) para actividades de tipo ritual, las cuales parecen tener su precedente en periodos anteriores. Estas se realizaban con el fin de fortalecer vínculos entre la esfera política (inca) y el oráculo (dioses), teniendo como intermediadores a los sacerdotes (o chamanes).
Arquitectura Inca como expresión de poder: alcances,
perspectivas y fases constructivas del edificio
B15 (Complejo Monumental de Pachacamac)
Autores: Peter Eeckhout y Milton Luján
Antecedentes
Muchos han sido los estudios desarrollados en Pachacamac. El pionero Uhle (1903) fue el primero en proponer un plano para monumento. Un siglo después, el Proyecto Ychsma logra desarrollar, como parte de su proyecto de investigación, un levantamiento topográfico y sistemático del complejo monumental de Pachacamac (Eeckhout 2010). Esto ha permitido tener un mejor conocimiento de la arquitectura y su diversidad, hecho que ha llevado al desarrollo de una propuesta tipológica de los diferentes edificios (Eeckhout 2012a), con el fin de diferenciar el grado de función, pudiendo ser: sagrado-religioso, palaciego, político-administrativo, etc.
Por otro lado, las intervenciones de Tello, hoy conocidas a través de los Cuadernos del Archivo Tello (2007, 2009, 2012), nos han brindado una idea clara sobre los edificios tardíos, aspecto fundamental para entender el posicionamiento de los incas en el Oráculo de Pachacamac. Desde estas fuentes es posible hacer una lectura y entender el rol que desempeñó cada edificio, pudiendo distinguir su importancia en el último Horizonte. Los recientes trabajos en diferentes sectores y edificios en el sitio, desarrollados por el Museo de Sitio de Pachacamac (MSP), ayudan también a enriquecer nuestros conocimientos, especialmente los concernientes al área monumental (Bueno 1982; Franco 1993a, 1993b, 2016; Jiménez Borja 1985; Marcone 2001; Paredes 1988; Pozzi y Bernuy 2010).
Otro de los aspectos importantes para entender
Pachacamac, son los edificios, los cuales sintetizan particularidades funcionales para las épocas tardías. Los estudios abordados por el proyecto Ychsma (Eeckhout y Luján, 2013a, 2014) fundamentan de manera concreta, no solo procesos sociales sino, procesos de cambio en la arquitectura, tales como las remodelaciones o renovaciones. Por lo tanto, cada estudio, a partir de una visión no sesgada, ayuda a ampliar las bases fundamentales para una explicación de los procesos que pudieron desarrollarse al interior de los edificios.
Desde esta lectura un tanto generalizada, se puede explicar entonces los roles protagónicos desempeñados, de manera particular, en edificios como el B15 en época inca. Un claro ejemplo de esto nos lo brinda el caso del edificio 8, el cual por sus características, ayuda a entender y esclarecer aspecto de complementariedad económica en Pachacamac (Eeckhout, 2012b; Eeckhout y Luján 2013a, 2013b; Luján y Eeckhout, 2016).
Cuestiones como estas sustentan procesos de cambio a nivel de arquitectura, que se regulan y complementan a través de las evidencias de hallazgos in situ al interior de los edificios, y expresan así roles protagónicos al interior del complejo monumental. Esta visión se amplía y complementa con la presencia de representaciones iconográficas que forman parte de los murales hacia la etapa final de ocupación en Pachacamac. Un ejemplo de ello se evidencia en el edificio B15 (Eeckhout y Luján 2014) cuyas representaciones iconográficas indican tanto las relaciones o influencias de otras sociedades, así como la existencia de contenido simbólico sagrado. Estas representaciones también se encuentran plasmadas en el Templo Pintado (Muelle 1939).
Es así que la naturaleza de los murales merece nuestra atención y discusión. El caso del edificio B15 ha sido solo abordado dentro de procesos de renovación
de las pinturas murales en espacios específicos. Por otro lado, el tema de la iconografía puede ser vista de manera más amplia desde su aspecto formal, entendiendo los murales de los templos y su relación con la religión, la cual fue originada posiblemente desde periodos tempranos en el Templo Viejo. Este tema ha sido abordado superficialmente por Franco y Paredes (2016) en el Templo Viejo; y por Uhle (1903), Bonavía (1985) y Marcone (2003) en el Templo Pintado. Finalmente, no trataremos dicha cuestión en este ensayo, al margen que el templo del sol muestre únicamente pintura monocroma (lo cual es una característica de la época tardía).
Localización
El Complejo Monumental de Pachacamac está ubicado a la altura del km 30 de la Panamericana Sur, margen derecha del rio Lurín y próximo a su desembocadura en el océano Pacifico. El edificio (B15) se localiza al noreste del Templo Viejo, Templo Pintado y el Templo del Sol, encontrándose aislado de las pirámides, edificios, plazas y otros. En términos de localización espacial, el edificio se encuentra entre la primera y segunda muralla. Su ubicación entonces permite sugerir una relación directa con los templos y edificios de diferentes épocas (Figura 1), aun, cuando no se ha evidenciado pasajes o calles que permitan conectar a
estos espacios. Esto se deba posiblemente a la presencia del actual circuito turístico, el cual podría haber cortado las antiguas vías, tema que queda por resolver.
Resultados preliminares a nivel la arquitectura del edifico B15
El edifico B15 corresponde al “Tipo 4” (Eeckhout 2012a) de nuestra clasificación arquitectónica, es decir, a una estructura cuadrada rodeada por cuatro muros bastante anchos de cerca 2 m, a la que se accede por un solo ingreso de 0.90 m de ancho ubicado en la esquina noreste. Sus paredes se encuentran pintadas de color rojo intenso, similar al templo del sol.
La estratigrafía del edificio B15, a nivel de las dos primeras capas superficiales, cubrió componentes arquitectónicos como el muro perimétrico, relacionado con el ingreso principal; y los muros de la parte central, relacionados a accesos, pasadizos y otros rasgos arquitectónicos (pozas, estructuras en desnivel, banquetas, hoyos, enlucidos y pisos) (Figura 2), que estuvieron relacionadas a ofrendas de “abandono”. Por otra parte, se presentó superposición de muros, donde los muros perimétricos corresponden a la última época (Horizonte Tardío), y el muro por debajo de la base del anterior, estaría relacionado a una de las últimas fases del Intermedio Tardío.
La asociación de este conjunto de evidencias, junto con el registro sistemático, teniendo en cuenta la superposición y recurrencia de los hallazgos (Lumbreras 2005), nos ayuda a proporcionar una interpretación del edificio, estableciendo dos aspectos fundamentales para nuestra investigación: fases relacionadas con los últimos periodos en el edificio (Intermedio Tardío – Horizonte Tardío) y su función.
La caracterización del edificio busca resolverse a través de excavaciones en área, lo cual permitirá claridad con los eventos temporales (cortos o procesos largos), generados a través de las remodelaciones de los espacios, ya sean en el exterior o al interior del conjunto arquitectónico; así como renovaciones de rasgos particulares.
La unidad 124, excavada en un área de 300 m2, evidenció un conjunto de contextos de ofrendas de abandono perfectamente depositadas sobre el último piso de los recintos, pasadizos, pozas y nichos. Si bien esos hallazgos no son materia de este ensayo, estos serán referenciados sucintamente. La unidad 126, excavada en un área de 27 m2, mostró correlación con la arquitectura central a través de cambios arquitectónicos por superposición de muros y recurrencia de pisos, asociados a contextos de ofrendas. La unidad 127, acceso principal, fue excavada en un área de 18 m2. Esta se planteó para explorar el ingreso al edificio, así como posibles fases de superposición arquitectónica relacionada a épocas tardías.
La estratigrafía en el acceso estuvo conformada por dos capas relacionadas con la última ocupación: una superficie de arena eólica y una siguiente formada por tierra suelta beige, creada a partir parte de restos de adobes (de los muros perimétricos), los cuales cubrieron tanto remanentes de enlucido simple como con segmentos de pintura y motivos figurativos. Estos motivos presentaron decoración en color amarillo, crema y verde, encontrándose en los mismos adobes. Desde el borde interno del muro perimétrico, la capa presentó un desnivel con eje norte-sur hasta alcanzar una superficie horizontal, que se encontró alterada con material removido y relacionado a entierros disturbados de épocas más tempranas.
Al interior del acceso principal, el piso estuvo alterado, presentando ofrendas de figurinas marinas en nácar (Figura 6), asociado a un poste ubicado en la parte central. También se encontraron restos óseos de cuyes por debajo del último piso (que cubre una sucesión de pisos por renovación), el cual se encontró relacionado con la ocupación inca y quizá con la última fase del periodo Intermedio Tardío. La base del muro perimétrico presentó superposición en relación a un muro anterior. De igual manera, el uso de técnicas constructivas diferenciadas, tecnologías constructivas diferenciadas, así como el uso de diferentes tipos de adobes, supondría la existencia de dos diferentes fases constructivas (Figura 7).
La arquitectura interna nos muestra áreas de recepción, pasadizos laberinticos y recintos, a los cuales se ingresaron a través un vano. Este último estuvo asociado con la prolongación del muro que separa el pasadizo laberintico, del recinto 7; y un muro aún no definido, posiblemente asociado al muro perimétrico del lado norte. Este muro también restringió ingreso directo al recinto 7, el cual delimitó en el lado sur con otro muro (M19) en eje este a oeste (de 0.60 m de ancho por cerca de12.50 m de largo) (Eeckhout y Luján 2014).
La presencia de tierra, adobes y piedras asociados al muro (M19) que divide el lado norte del lado sur del edificio, cubre la estructura en desnivel 2 (banqueta), la cual presenta 0.50 m de ancho por 1.40 m de largo. Esta
banqueta, que también presenta en una sección enlucido (con diseños de peces y personajes) (Figura 8), similares a los encontrados en el templo pintado, representa por si misma un espacio privado de interacción entre personaje e individuos que probablemente transportaban recursos (como alimentos) y aquellos que desarrollaban labores específicas en el edificio (como lo sería la decoración con pintura en paredes). La evidencia de esta última actividad se encuentra también sustentada en el hallazgo de un primer pincel en un contexto de ofrenda cercano a la estructura en desnivel 2 (banqueta). Por lo anteriormente descrito, es muy probable que el uso de dicha banqueta estuviese destinado exclusivamente para el representante que controló el edificio.
La arquitectura de este espacio (recinto 7) se complementa con la presencia de banquetas en sus extremos (0.5 m de ancho por 2 m a 1.50 m), construida sobre una plataforma de 2.40 m de ancho por 8 m de largo. También se registró la presencia de una poza cuadrangular de 2 m de largo por 1 m de ancho, la cual contuvo en su interior una poza menor elaborada con lajas. Estas se encuentran localizadas al extremo oeste del espacio, asociadas a un, no menos importante, contexto de deposición de ofrendas (correspondientes a cerámica en miniatura con representación de pez, paleta trabajada en mullu, artefactos líticos, sandalia y otros). Además, se registró la existencia de un pequeño silo hacia el extremo noroeste del espacio, muy cerca a la plataforma elevada orientada de sur a norte, sobre cuya superficie (sobre el piso) se halló un muro de piedras que correspondería a etapa final de abandono. El muro de adobes, construido en varias hiladas, funcionó a manera de contención para la elevación del muro de piedras, lo que supone la remodelación de este espacio asociado a la época inca.
La arquitectura se hace más formal en la parte central del edificio debido a la presencia de los pasadizos laberinticos (3, 4 y 5) y un vestíbulo. Estos fueron rellenados intencionalmente por una gran cantidad de adobes (como se describió anteriormente), los cuales presentaban remanentes de enlucidos con diversos restos de pinturas murales polícromas y monocromas (roja o amarilla), una tras otra. Esto significaría la constante renovación de los enlucidos pintados y de las imágenes representadas, lo cual fundamenta temporalidades diversas, que, si bien son difícil de determinar con exactitud, nos ayuda a entender la existencia de fases cortas o largas durante la ocupación inca.
Debajo del relleno se encontraron contextos de ofrendas tales como: spondylus triturado, discos elaborados en mullu y nácar, copas, figurinas (con representaciones marinas), cuentas de spondylus, grapas para las copas de madera y láminas de metal, plumas, restos óseos de cuy, conopas, artefactos líticos y vasija fraccionadas intencionalmente. Estas ofrendas fueron distribuidas por los pasadizos en el momento de abandono del espacio.
Los pasadizos laberinticos (1 y 2) presentaron dos direcciones: la primera de sur-norte con un ligero desnivel asociado a un nicho localizado por debajo del piso del vestíbulo, y la segunda de norte-sur. Ambos pasadizos fueron de circulación restringida, con un ancho de 0.60 m y una altura de sus muros que no sobrepasó el 1 m de altura. Esto habría permitido únicamente el paso de un individuo. Otro elemento asociado, que llamó la atención, fue la presencia de una banqueta de descanso en la esquina noroeste del pasadizo sur-norte. Lo anteriormente dicho hace suponer la restricción a espacios interiores, como el caso del recinto 4 (patio) o el recinto 2.
El recinto 4 (patio principal) fue un espacio que pudo ser utilizado para reuniones de consenso entre el encargo del edificio y la élite religiosa. Este presentó un piso uniforme asociado a un artefacto lítico inusual incrustado sobre el piso, en la esquina noroeste del mismo. Este artefacto pareciera ser la representación simbólica de una wanka. Otro de los hallazgos asociados a este espacio fue una concentración Concholepas concholepas, ofrendadas encontrada en el ingreso del espacio. Respecto a la arquitectura, el recinto 4 se configuró además con la presencia de la estructura en desnivel 1 y otras dos banquetas. La primera se encontró adosada al muro perimétrico del patio, presentando una altura no mayor al 1 m de altura. La segunda se encontró adosada al muro sur del recinto. Estos rasgos corresponden a una fase posterior del muro perimetral del patio, debido a que sus enlucidos se registran desde la cabecera hasta la base de los muros.
Respecto a los murales ubicados cerca al ingreso del recinto 2, estos presentan escalonamiento en ambos extremos, mostrando en su interior diseños de grecas, las cuales recuerdan a los diseños norteños (específicamente chimú), aunque estos diseños también han sido registrados en piezas tardías de la costa sur (Figura 9). Un rasgo curioso es que en una de estas paredes (de los murales), se encuentra incrustada una pelvis humana cuya explicación podría responder a cuestiones culturales, vinculada temporalmente con la época inca. Otro aspecto importante de resaltar es el hallazgo de adobes con murales de diseños variados: peces, plantas y otros en colores variados (negro, blanco, verde, amarillo), todas ellas presentes también en el Templo Pintado (Marcone 2003). Debemos destacar en este sentido la renovación de enlucidos del pasadizo laberintico e ingreso, asociados a las fases finales del Horizonte Tardío.
El recinto 2 fue de forma alargada, presentado 3 m de largo por 2 m de ancho, y delimitándose por cuatro muros de 1.60 m de ancho aproximadamente. La anchura de los muros parece corresponder al adosamiento de muros de diferentes fases. Esto se evidencia en la parte central de uno de los muros, donde se observa una línea semi abierta que permite diferenciar entre cada una de las fases (Figura 3), Los extremos este, sur y oeste del muro corresponderían a la última fase de la ocupación inca, propuesta que será verificada en una posterior intervención.
Un componente a resaltar para este espacio fue la presencia de un nicho de 0.30 por 0.30 m en sus lados y 0.30 m de profundidad, así como un muro que forma una “L”, con una altura de 0.80 m, el cual termina restringiendo un espacio relativamente pequeño. En este se ha registrado ofrendas de spondylus, cuentas de spondylus y líquidos depositados en hoyos. También se han registrado placas de mullu (colocadas sobre el piso), y una sucesiva presencia de contextos de ofrendas depositadas en la vía de ingreso, tales como: mullu, artefactos líticos, ornamentos de textil con plumas, plumas depositadas individualmente, vasijas rotas, mullu triturado, etc. Estas últimas se encontraron en una poza pequeña, donde posiblemente vertían líquidos.
Por otro lado, también se han registrado la presencia de postes, rasgo que nos sugiere que el espacio posiblemente se encontró techado. También se registró un entierro disturbado de un personaje femenino (probablemente tratase de un “ancestro”), hallado sobre la base del piso, delimitado por un pequeño muro que parece corresponder a la etapa final de clausura del edificio.
Desde la esquina noreste del recinto 2, la presencia de una “poza de agua” da pie a proponer la existencia de un “canal”, de donde este partiría. El canal presenta las siguientes dimensiones: 0.50 m de ancho por 2.40 m de largo, direccionado hacia el recinto de la poza hundida. La base de los muros de este espacio presenta desgaste, ocasionado posiblemente por escorrentía. La conformación de este rasgo se configura además con la presencia de un dintel a 0.50 m de la superficie del piso del “canal” (Figura 10), rasgo que aparentemente remodeló un espacio más amplio, probablemente usado en un momento anterior. Esto se hace entrever a través del adosamiento de muros paralelos.
La esquina noroeste de la poza hundida, en el recinto 1, formó parte de la prolongación del “canal” hasta perderse por la presencia de un muro cortina, el cual hizo que se estreche entre 0.40 m a 0.50 m de ancho. El piso recorrió en desnivel en dirección oeste a este, y de norte a sur. La superficie del piso estuvo cubierta por enlucido muy compacto y fino, el cual cubrió las lajas. Un hallazgo interesante asociado a este canal, fue la de una cerámica (maqueta), la cual en su interior presentó la representación de un hoyo. Pensamos que esto podría asociarse al tema de culto al agua, a lo cual se suma la presencia de spondylus en variadas formas.
Por otra parte, en la misma poza hundida (recinto 1), hacia el extremo sur, se registró un rasgo particular en un espacio estrecho de 0.40 m de ancho por 4 m de largo. Este consistió en una gran concentración de material vegetal, donde se encontró paquetes de barro, a manera de esferas con una caña la cual atraviesa desde la mitad de las mismas (Figura 11). La función de estas fue incierta.
La poza hundida presenta unas dimensiones de 1.40 m a 1.60 m de ancho, por 4 m de largo y una altura promedio de 1.50 m (desde el piso de la poza), que funcionalmente guarda cierta relación con la arquitectura relacionada con espacios dedicados al “culto al agua” (como lo hemos mencionado antes), arquitectura que se asemeja a la estructura B1 de Choquepukio (McEwan et al. 2005) no solo por la forma sino por los elementos asociados como son las ofrendas. Por otro lado, desde el nivel del pasadizo del recinto 1 (espacio probablemente relacionado con la época inca), los muros anteriormente referidos no sobrepasan el 1 m de altura.
Continuando, los muros laterales (este y oeste) de la poza hundida presentan un ancho de 0.40 m, mientras que los muros de los extremos norte y sur presentan un ancho de 0.60 m y 1 m respectivamente. Se debe señalar que al extremo sur del pozo hundido se registró un muro (en paralelo al muro sur), el cual presenta una ligera orientación o desviación, lo cual hace suponer una fase anterior (Figura 3). De igual manera, hacia el extremo norte de esta estructura, se ha registrado una considerable cantidad de dinteles junto con ofrendas de mullu y una vasija doméstica, los cuales se encontraron depositados en el piso de la poza (Figura 5). La presencia de los dinteles nos sugiere que este espacio fue transitable
La presencia de una hornacina de 0.40 por 0.40 m ubicada en la esquina SO, no encaja en la distribución homogénea de la arquitectura de la poza hundida, por lo tanto su ubicación, así como el hecho se haberse encontrado cubierta por relleno constructivo permite suponer que habría estado relacionada a una etapa anterior a la ocupación inca.
La base de la poza hundida presentó un piso uniforme con revoque asociado a la base de los muros. Ha de resaltarse que a diferencia de los muros norte, sur y este de la estructura, que fueron construidos íntegramente de adobes, el muro oeste presenta piedras en la base, sobre las cuales fueron colocados los adobes hasta alcanzar 1 m de altura.. Al sur de este espacio se ubica una pequeña poza elaborada con las lajas de piedra de 0.50 m por 0.70 m, en la cual se halló masa compacta de material orgánico posiblemente en descomposición. Nuevamente, la relación de estos elementos en el espacio, sugieren ritos de culto al agua.
Los espacios del extremo oeste del edificio parecen guardar una relación diferente a lo expuesto hasta este punto. La separación existente con el espacio de recepción se relaciona en principio a una plataforma cuadrada de 1.90 m por 2 m, asociado a los ambientes 1, 2 y el recinto 6 (donde se encuentran los nichos). En principio los ambientes parecen haber cumplido la función de espacios para el procesamiento de algunos especímenes (spondylus); que fueron encontrados en contextos de ofrendas de abandono sobre el último piso, en el que también se ha encontrado un mortero y un artefacto lítico a manera de cono. Estos últimos se encuentran además en un espacio separado por un murete bajo y poco ancho, con presencia de banquetas muy angostas En términos formales se registra renovación de pisos; así como la remodelación del área ocupada por estos ambientes y el recinto en la última etapa de ocupación inca.
El recinto 3 (también llamado recinto de las conopas) presenta un acceso trapezoidal de 0.40 m a 0.50 m de ancho. Las dimensiones del recinto son de 1.40 m de ancho por 3.40 m de largo. Los muros de este espacio parecen adosarse a muros de fases anteriores, similar a los recintos 1 y 2, correspondiendo de esta manera a dos momentos distintos. Este recinto presentó en el piso hoyos con ofrendas de conopas de diversos tamaños, ovillos de vegetal, cañas, spondylus triturado y fragmentado, artefactos de madera, plumas, copas de madera con incrustaciones de discos, láminas rectangulares de nacar y spondylus, chaquiras hechas de cuentas, textiles con ornamentos de pluma, unkus, fragmentos de cerámica, pinceles, etc. Estos también se encontraron regados en el piso contiguo, perteneciente al recintos 6 (Figura 12).
Tras el abandono y clausura del edificio, próximo a los ambientes 1 y 2 se encontraron dos muros en “diagonal”, los cuales rompen el patrón arquitectónico del edificio. Dichos muros fueron construidos con adobes desmontados de los muros de la arquitectura central. Presentan una dimensión de 9.50 m de largo por 0.50 m de ancho; y 3 m de largo por 0.40 m de ancho, respectivamente, con una altura promedio, en ambos casos, de 0.40 m Esta construcción estaría relacionada con la fase epi-
colonial. (Figura 3).
En términos generales, los muros de la arquitectura central variaron entre 1 m y 1.50 m de ancho. Por otra parte, es interesante notar como el muro central oeste que demarca un eje en el que se puede diferenciar espacios, tales como espacios pintados y no pintados, espacios de recepción y espacios para acuerdo, y espacios para rituales con espacios para actividades laborales. La presencia de hoyos de postes, podría sugerir que el espacio estuvo techado e su momento de uso.
La estratigrafía tardía del edificio B15
La naturaleza estratigráfica de la superficie del edificio muestra una elevación irregular a consecuencia de la arquitectura de la construcción. Los niveles de estratos en las tres unidades se conforman en principio por una capa superficial homogénea, arena eólica que cubre el edificio, mientras la capa 1 estuvo conformada por tierra suelta de coloración beige. Ha de resaltarse que esta última fue consecuencia del desgaste de los componentes de adobes que formaron parte de los muros, así como rellenos (principalmente de adobes y terrones) entremezclados con presencia de cultura material, las cuales entraron en contacto con la superficie del último piso presente en las unidades 124, 126 y 127. Las dos últimas presentaron áreas más disturbadas (Eeckhout y Luján 2014).
Si bien el edificio muestra áreas alteradas, el sector excavado evidencia un relleno de abandono intencional provocado por los propios habitantes al momento de sellar el edificio. La disposición de adobes registrados al interior del ingreso principal y pasadizo en el laberintico sugiere que fueron desmontados y posiblemente depositados intencionalmente hacia los espacios abiertos (tránsito y recintos) (Figura 4). En esta se registraron adobes con enlucidos, con decoración pictórica o sin ella, grandes lajas de piedra asociadas a ofrendas de mullu y una serie de artefactos (Figura. 5); más la acumulación ex-profesa de tierra y terrones que fueron colocados para cubrir los contextos de ofrendas de abandono. No es casual entonces esta deposición, lo cual lleva a suponer el carácter funcional, así como la importancia que tuvo el edifico durante la ocupación inca y el porqué de su abandono quizá tan intempestivo.
El conjunto de materiales cubiertos por esta capa de abandono brinda luces sobre la explicación ontológica de los materiales registrados en contextos de ofrenda. El conjunto general hallazgos encontrados se sintetiza de la siguiente manera: gran cantidad de material lítico, conopas de formas diversas, láminas de metal, spondylus en estado natural, triturado, placas, polvo o representando a especies marinas; discos y placas rectangulares para copas, plumas de aves de la Amazonía, vasijas y plaquetas de cerámica fracturadas intencionalmente, cuentas de Spondylus, ornamentos de textiles con plumas, uncus, brazaletes, pinceles, pigmentos para pintura, etc.
Todo estos conjuntos de contextos conformados por estás ofrendas asociados a los espacios del edificio induce a plantear la hipótesis en la cual el edificio B15 desempeñó una función particularmente (religiosa) en la época inca. Cada espacio del edificio cumplió un rol protagónico, desde actividades particulares hasta rituales, las cuales fueron generadas y auspiciadas por personajes religiosos como sacerdotes o chamanes. Creemos que dentro de estas actividades se involucró los diferentes especímenes que llegaron al edificio, para que luego de un proceso de limpieza litúrgica, se destinaran como ofrendas en ritos religiosos al oráculo, los ancestros o a los entierros específicos que se registraron en el cementerio de la parte posterior de la pirámide 13 (Eeckhout y Luján 2013a) y/o depósitos registrados en el edificio 8 (Eeckhout y Luján 2013b, Luján y Eeckhout 2016).
Conclusiones preliminares
El edificio B15 del tipo “4” cumplió una función trascendental y de continuidad en las que se desarrollaron actividades relacionadas con aspectos rituales hasta el Horizonte Tardío. El carácter formal de la arquitectura y los rasgos presentes invita a proponer que al interior del edificio se desarrollaron actividades particulares en beneficio de los templos, edificios, y ancestros, bajo el encargo de un personaje que mantendría relaciones directas con la élite y/o sacerdotes. Esta hipótesis se sustenta a través de los rasgos formales de la arquitectura del edifico, expresada por pinturas murales y pinturas monocromas en espacios específicos, que difieren dependiendo del uso y distribución de los espacios; así como de la distribución de la cultura material y ofrendas sobre la superficie del piso.
De manera preliminar sostenemos la propuesta de una superposición de arquitectura que nos lleva a sugerir que el espacio fue remodelado horizontalmente, basado en el ancho de los muros de los recintos 1, 2 y 3 que marcaron diferencias en el espacio de los mismos. Además estos presentan ciertos rasgos, como en el caso del pozo hundido (que presenta un nicho) el cual induce a sostener distintos momentos o fases arquitectónicas. La intrusión en el muro que modifica el pasadizo o canal entre los recintos 1 y 2, también es un buen ejemplo para el caso.
Otro elemento que sustenta que el edificio fue construido en fases distintas, son los muros perimetrales del edificio. Estos muros se encuentran asentados sobre un muro bajo elaborado con una técnica constructiva distinta. Estos muros también se diferencian en el tamaño, tal como ocurre con el muro registrado por debajo del muro perimetral sur del recinto 1, el cual no guarda simetría de continuidad vertical o simetría con la técnica constructiva. De igual manera el ambiente 1 y 2 parecen modificar en algún momento el espacio de conexión (pasadizo) con el recinto 3.
Las renovaciones están claramente identificadas en los enlucidos presentes de los pasadizos, vestíbulo y el recinto 6, ya que se han registrado entre 3 y 4 capas de enlucidos con murales de diseños diversos, los cuales expresan la importancia de estos espacios. De igual manera, esta práctica se evidenció una superposición de enlucido monocromo rojo-amarillo y en el adosamiento de banquetas sobre paredes con pintura, que corren de la cabecera del muro al piso, registrado en el recinto 4. Finalmente creemos que la renovación de pisos ocurrido al interior del ambiente 2, debe correlacionarse con el ambiente 1 por presentar las mismas características.
De esta manera, podemos decir que la construcción de algunos espacios se habría dado en momentos próximos al “abandono” del edificio, tal como lo expresa el muro en “L” y el muro que diferenció la zona de contextos de entierros funerarios. Esta información se complementa con la presencia de contextos de ofrenda de “abandono” y el cubrimiento de las áreas por relleno intencional (de los propios adobes que formaron parte de los muros de la arquitectura central e ingreso principal). Finalmente, estos cambios también se evidenciaron en la construcción de dos muros con direcciones distintas en la etapa epicolonial, los cuales rompieron con el esquema del edificio del Horizonte Tardío.
Agradecimientos
Al Ministerio de Cultura por autorizar las excavaciones. También queremos agradecer el apoyo financiero de la Universidad Libre de Bruselas, del FNRS. El apoyo logístico de la Embajada de Bélgica en el Perú y del MSP. Muchas gracias a todos los miembros del equipo Ychsma 2014.
Referencias
Bonavía, D.
(1985) Mural paintings in Ancient Peru. Bloomington. Indiana University Press.
Bueno, A.
(1982) El antiguo valle de Pachacamac: Espacio, tiempo y cultura.
Editorial los Pinos, Lima.
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(1993b) Los dos templos principales de Pachacamac, breve síntesis, en Revista del Museo de Arqueología N° 4, pp. 55-77.
Franco, R. y P. Paredes.
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