En reciente publicación en el diario peruano La República, el astrónomo cusqueño Edwin Salazar, propone la teoría de origen cósmico y posterior trabajo de los Incas en los andenes circulares de Moray en el Cusco. A continuación el articulo para su consideración:
El origen cósmico de los andenes circulares de Moray
Los ingenieros incas habrían aprovechado los cráteres que dejaron los impactos de un meteorito fragmentado para construir los célebres andenes circulares de Cusco.
Los andenes de Moray son visita obligada en los circuitos turísticos ubicados entre la ciudad de Cusco y el Valle Sagrado de los Incas.
Los turistas quedan sorprendidos al comprobar la monumentalidad de su construcción y la belleza de su diseño. Cuando descienden al primer vivel de los andenes circulares suelen mirar hacia el cielo como para hallar una respuesta cósmica al origen de ese inmenso remolino de granito enclavado en uno de los paisajes más sobrecogedores del Cusco.
Los guías de turismo suelen explicar que se trató de un enorme laboratorio agrario que supo aprovechar las diferentes alturas para experimentar diversos cultivos andinos.
Pero son pocos los que se atreven a responder el porqué los ingenieros incas eligieron esas hondonadas para construir los andenes circulares.
En los años 60 del siglo XX, varios arqueólogos y geólogos plantearon que se trató de un enorme crater provocado por el impacto de un meteorito. Pero esta teoría no prosperó hasta principios del siglo XXI, cuando el astrónomo cusqueño Edwin Salazar, la resucitó -previos análisis y evaluaciones científicas- en su célebre libro Astronomía Inka.
«Si observamos el lugar y comparamos con fotografías aéreas nos daremos cuenta que no solamente existen las cuatro formaciones circulares que fueron aprovechadas para construir andenes. Hay una mucho mayor, hacia el norte, y otras más pequeñas en la misma dirección», sostiene Salazar.
Esto se puede comprobar gracias a las imágenes satelitales de Google Earth. En total, son nueve los posibles crateres que dejaron los impactos.
«La mayoría de los meteoritos son del tipo condrita, y formados por elementos líticos que al ingresar a la atmósfera terrestre se subliman y si son masivos alcanzan la superficie terrestre de modo fragmentado. Estos impactos casi siempre se esparcen en áreas relativamente pequeñas como en Moray. La distancia entre el impacto mayor y la zona construida de andenes es de aproximadamente un kilómetro», agrega Salazar, miembro fundador y director científico del Planetarium Cusco.
Una prueba contundente es que el punto central de todos los “conos o embudos” de Moray son excéntricos y orientados según un eje que va de NE a SO, con un ángulo de caída de 48 grados, señal inequívoca de que todos los impactos fueron motivados por objetos que cayeron desde el espacio siguiendo la misma trayectoria.
Como se sabe, los meteoritos siempre han sido los objetos más buscados y preciados por los sacerdotes andinos. Hoy en día los altomisayoq, laiqas y paqos. pagan enormes sumas de dinero por uno de esos objetos. “Es previsible pensar que los restos cristalizados que hayan quedado desperdigados por el suelo fueron entusiastamente colectados por los habitantes de la zona y tenidos como objetos especiales de gran valor, especialmente para ser utilizados en sus rituales”, añade Salazar.
Según esta teoría, los antiguos pobladores del lugar aprovecharon de los cráteres para erigir andenerías y alguna construcción ceremonial (hoy inexistente) y de ese modo tal vez homenajear a sus dioses que enviaron aquél raro presente.
Salazar es claro al afirmar que “el supuesto origen meteórico de los conos o embudos de Moray en nada varía los estudios valiosos hechos en la zona por John Earls y otros investigadores al manifestar que Moray pudo haber sido un lugar de experimentación agrícola para domesticar especies vegetales y adecuarlos a otros pisos ecológicos. Los cráteres dejados por el impacto meteórico solo habría facilitado enormemente el trabajo de horadar el suelo para ese propósito”.
Fuente: La Republica