Gran Pajatén: Federico Kauffmann se suma al equipo que pondrá en valor vestigios arqueológicos

El reconocido arqueólogo Federico Kauffmann Doig encabezará el proyecto de puesta en valor de los vestigios arqueológicos del Gran Pajatén y el Gran Saposoa, que impulsa el gobierno regional de San Martin, se informó.

En una reunión con el congresista Gilmer Trujillo Zegarra, Federico Kauffmann Doig, confirmó su inclusión al grupo de trabajo que investiga ambos vestigios, los cuales serán puestos en valor como un aporte a la historia precolombina y culturas establecidas en la región San Martín, que, además, motivará a otros investigadores y al turismo.

El citado parlamentario y otras autoridades, felicitaron y agradecieron al investigador Federico Kauffmann por hacer que la historia de estas construcciones sea conocida por el Perú. El reconocido investigador convocó a seguir trabajando para estudiar y conservar estos vestigios.

Fernando Noriega Campos, coordinador del proyecto, expuso sobre los avances logrados hasta el momento para la implementación de la Resolución 555-2016 del Gobierno Regional de San Martín que refiere la puesta en valor de los mencionados sitios arqueológicos de San Martín.

De igual manera, Trujillo Zegarra puso a disposición su despacho y equipo técnico para lograr el objetivo del gobierno regional, mostró su satisfacción por la incorporación de tres destacados investigadores en la arqueología del país, para el proyecto cultural.

En la reunión participaron también, los arqueólogos peruanos, Roger Ravines y Anselmo Lozano Calderón, así como Mónica Fernández Vásquez, especialista en Inversiones del Gobierno Regional de San Martín y Tirso Ruiz, consultor de la Fundación Amazonia Viva Fundavi.

El Gran Pajatén es un sitio arqueológico ubicado en los bosques nubosos en los Andes del Perú, en los límites de la región San Martín y la región La Libertad, entre los ríos Marañón y Huallaga. Se encuentra en el Parque Nacional del Río Abiseo.

El Gran Pajatén se encuentra sobre una colina, y consiste en una serie de al menos 26 estructuras circulares de piedra encima de numerosas terrazas y escaleras. Los vestigios arqueológicos ocupan un área de unos 20,000 metros cuadrados.

Los edificios principales están decorados con mosaicos de pizarra que muestran aves y motivos geométricos humanos. Análisis de muestras de cerámica y las fechas de radiocarbono indican que el área fue ocupada tan temprano como 200 a. C., pero la construcción visible se edificó durante la ocupación Inca.

(Andina)

Tecnología LIDAR en el estudio de Machu Picchu y el Gran Pajatén abre nueva era

Machu Picchu

El santuario histórico de Machu Picchu y el Gran Pajatén serán analizados con la tecnología de sensores remotos LIDAR, la misma que permitió el descubrimiento reciente de una ciudadela perdida en el sitio arqueológico de Angkor Wat (Camboya). Este proyecto será objeto de una producción de la cadena National Geographic.

Si antes los arqueólogos tardaban años en localizar una estructura prehispánica entre la maleza y otros más en su excavación, con nuevas herramientas tecnológicas tales como los sensores remotos LIDAR es posible conocer previamente, y en un margen muchísimo más reducido de tiempo, lo que se esconde bajo una espesa vegetación y dentro de un terreno abrupto donde el uso de la arqueología tradicional es prácticamente imposible.

Gracias a un proyecto en el que colaboran el Ministerio de Cultura, el Servicio Nacional de Áreas Naturales Protegidas y diversos actores privados, esta tecnología llegará ahora al Perú para revelarnos los secretos que aún se esconden en dos de los sitios arqueológicos más importantes de nuestro país y el mundo: Machu Picchu y el Gran Pajatén.

El proyecto será presentado al público en una conferencia que se llevará a cabo el día martes 19 de julio a las 5 p.m. en la Sala Robles Godoy de Ministerio de Cultura, en el marco de la Semana de la Cultura.

¿Qué es el LIDAR y cuál es su utilidad?

El LIDAR (Detección de Luz y Distancia) consiste en un escáner láser aerotransportado en un helicóptero o en un avión que volando con pautas predeterminadas, incluyendo altitud, trayectoria y velocidad, dispara millones de rayos láser cada 4 segundos, lo que le permite penetrar la cubierta forestal y registrar variaciones diminutas en la topografía de la superficie del suelo, con resultados sorprendentes. Los datos obtenidos de esta forma permiten generar un modelo tridimensional del terreno que determina con gran precisión la posición de las estructuras, objetos y elementos del paisaje que se encuentran en la zona.

Lo interesante de esta tecnología es que no solo permite realizar en unas horas –o días– lo que a los arqueólogos normalmente les toma décadas en investigación, sino también localizar restos arqueológicos sin necesidad de dañar el patrimonio cultural. Además, puede ser usada por compañías mineras para realizar mapeos que les permitan no tocar zonas protegidas y limitarse a explorar áreas donde no exista peligro de afectar patrimonios arqueológicos.

De Camboya a Perú

En el mundo hay varios ejemplos de proyectos arqueológicos que se han beneficiado con el uso del LIDAR. Uno de los más recientes y famosos es el sitio de Angkor Wat, en Camboya, donde un equipo internacional mapeó 370 km2 alrededor de este lugar de una manera muy detallada, una verdadera hazaña dada la densidad de la selva y la prevalencia de las minas terrestres producto de la Guerra Civil Camboyana (1967-1975). El estudio tomó menos de dos semanas y reveló trazos de templos desconocidos, así como una elaborada y completamente inesperada red de bulevares ceremoniales, diques y lagunas artificiales. Una ciudad perdida en la espesura de la selva.

El Profesor Roland Fletcher, reconocido arqueólogo de la Universidad de Sídney y actual Director del Proyecto Gran Angkor, será precisamente el encargado de liderar un estudio similar en el Perú. La tecnología de sensores remotos será usada sobre un área de aproximadamente 5000 hectáreas del Santuario Histórico de Machu Picchu gracias a un proyecto denominado “Machu Picchu Archaeology Lidar Consortium”, en el que colaboran el Ministerio de Cultura, el Servicio Nacional de Áreas Naturales Protegidas, la empresa Backus y la Cámara de Comercio Australia-Perú, y que recibió un importante aporte del Council on Australia and Latin America Relations (COALAR) para el financiamiento de la adquisición de la data. Este proyecto de gran envergadura ha atraído la atención internacional y sus descubrimientos serán el objeto de una futura producción de la cadena National Geographic.

Este estudio se dará en simultáneo con otro similar en el sitio arqueológico del Gran Pajatén, ubicado en el Parque Nacional Río Abiseo, el cual será financiado por la empresa minera Poderosa SA. Esta área natural protegida guarda una gran riqueza de huellas de ocupación precolombina y se espera que los enigmas que esconde sean develados muy pronto gracias a esta tecnología.

El Congreso peruano busca declarar de interés nacional al complejo arqueológico Gran Pajatén

En el Congreso de la República Peruana descansa desde hace varios meses un proyecto de ley para declarar de interés nacional la conservación y puesta en valor del Gran Pajatén, ubicado en la región San Martín.

El proyecto 1149/2011CR fue presentado el 18 de mayo de este año y revisado en la Comisión de Cultura y Patrimonio Cultural, la cual es presidida por el congresista por San Martín, Aldo Bardález (Fuerza 2001), quien también es autor de la iniciativa.

La comisión emitió dictamen y desde el pasado junio espera su turno para entrar a la agenda del pleno del Congreso peruano.

Luego del informe que publicara el domingo último el diario limeño El Comercio, en el que muestra que el extraordinario complejo arqueológico es devorado por la naturaleza y el olvido, el congresista Bardález se comprometió a impulsar la aprobación de este proyecto.

Bardález reconoció que las autoridades no han realizado ningún trabajo para poner en valor este complejo arqueológico, el cual fue declarado Patrimonio Cultural de la Humanidad por la Unesco en 1983.

Por ello, el parlamentario de San Martín se comprometió a reunirse con la junta de portavoces del Congreso para pedir que se priorice el debate de la iniciativa en el pleno de este jueves.

Parque Nacional Río Abiseo

Fecha de inscripción: 1990

Descripción

El Parque Nacional del Río Abiseo (PNRA) es un Área Natural Protegida integrante del Sistema Nacional de Áreas Protegidas por el Estado (SINANPE), y administrado de manera conjunta entre el INC e INRENA.

El Parque se creó el año 1983, en territorios de la provincia Mariscal Cáceres, parte Nor-Oriental del la Región San Martín. Está situado en la ladera amazónica de la Cordillera Oriental de los Andes, al oeste de la localidad de Huicungo, en el departamento de San Martín.

Como Unidad de Conservación que es, su territorio comprende dos zonas diferenciadas: la Zona Restringida y la Zona de Amortiguamiento. La Zona Restringida consiste en el Parque en sí mismo, y tiene una superficie total de 274,520 hectáreas. La Zona de Amortiguamiento se ubica alrededor de la anterior, con una superficie total de 672,713 hectáreas.

Importancia

El Parque Nacional Río Abiseo es una de las áreas naturales protegidas de mayor riqueza biológica del Perú, constituye una muestra representativa de los bosques nublados de la ceja de selva y selva alta.

Hasta el momento se han registrado 1,134 especies de plantas en el PNRA, estimándose que en toda el área podrían encontrarse 5,000 especies vegetales, algunas nuevas para la ciencia. Así mismo, se conocen alrededor de 903 especies de fauna silvestre en el PNRA: 181 especies de mamíferos, 409 de aves, 17 de reptiles, 30 de anfibios, 14 de peces y 252 de invertebrados.

Por otra parte, el PNRA alberga sitios arqueológicos de gran valor científico y cultural, tales como Los Pinchudos y Gran Pajatén. La enorme biodiversidad y riqueza arqueológica del Parque Nacional Río Abiseo permitieron que sea inscrito en la Lista del Patrimonio Mundial Mixto (Natural y Cultural) por la UNESCO el año 1992.

Riesgos y amenazas

Agentes naturales

-El calentamiento global está produciendo que las nubes bajas que cubren gran parte del Parque, y que dan origen a su riqueza biológica, se retiren hacia zonas más altas. Esto originará la pérdida de gran parte de la riqueza biológica del Parque.

Agentes humanos y sociales

  1. Tala ilegal de madera.
  2. Caza ilegal de especies animales.
  3. Deforestación en la Zona de Amortiguamiento para incrementar la frontera agrícola.
  4. Incremento poblacional, que deriva en crecimiento urbano desorganizado.
  5. Turismo no regulado.
  6. Otorgamiento de concesiones mineras.
  7. Quema de pastos y pajonales para incrementar actividad ganadera.
  8. Contaminación del agua.
  9. Construcción de carreteras.

Criterios

El Parque Nacional Río Abiseo fue inscrito en la Lista del Patrimonio Mundial en 1990 bajo los Criterios N (ii) (iii) (iv) y C (iii) de la Convención:

(ii) Ser un ejemplo destacado que representa una significante proceso geológico en marcha, una evolución biológica y una interacción del hombre con su ambiente natural.

  1. Contiene excepcionales combinaciones de elementos naturales y culturales.
  2. Contiene el más importante y significativo habitat natural donde especies amenazadas de animales y plantas de valor universal excepcional desde el punto de vista de la ciencia o la conservación sobreviven todavía.

Zona histórico – cultural (HC) 25 999,63 ha

En el interior del PNRA se encuentran 36 sitios arqueológicos registrados, de incalculable valor científico y cultural y otros que falta investigar, catalogar y registrar.

Localización y características

Ocupa un 10% del área total del Parque. Podemos diferenciar tres áreas (polígonos) con valor histórico cultural:

HC – 1 (Alto Montecristo): 4 649,72 ha

Comprende sitios arqueológicos, caminos prehispánicos y abrigos rocosos conocidos en la cuenca del Alto Montecristo. La zona de vida predominante es el bosque pluvial Montano. Tropical (bp-MT). Esta zona se caracteriza por presentar inestabilidad física en laderas. Turísticamente, es la de mayor atractivo. Aquí se encuentran las ruinas de La Playa, El Encanto, Las Papayas, Cerro Central, Los Pinchudos y el Gran Pajatén.

HC – 2 (Alto Túmac): 5 876,25 ha

Esta zona involucra las ruinas del Apisuncho. Se necesita una mayor investigación arqueológica. Predominan los pajonales en la zona de vida: páramo pluvial Subalpino Tropical (pp-SaT)

HC – 3 (Alto Abiseo – Achiras): 15 473,66 ha

El área de esta zona incluye el camino hispánico, construcciones de piedras, restos de edificaciones de la época hispánica, mirador, las ruinas de Alto Redondo y de Achiras. Se necesita una mayor investigación. Según ha reportado, hay un deterioro de los ecosistemas, por lo que se necesita un trabajo de restauración ecológica (cerros de Jucusbamba). Cuenta con 5 zonas de vida: bosque muy húmedo Premontano Tropical (bmh-PT), bosque pluvial Montano Bajo Tropical (bp-MBT), bosque pluvial Montano Tropical (bp-MT), bosque pluvial Premontano Tropical (bp-PT) y páramo pluvial Subalpino Tropical (pp-SaT).

Atractivos culturales – Río Abiseo

Distrito de Cóndormarca:

  • Ruinas del cerro Cativén
  • Camino Inca
  • Pueblo Viejo
  • Pampa de Tiripas
  • Peña El Sol
  • Puente de piedra
  • El alumbrado
  • Peña del Recuerdo
  • Camino Inca

Distrito de Patáz:

  • Piedra del sol y de la luna
  • El Colpar
  • La Serpiente de Oro
  • Pampas del venado
  • Canales y represas incaicos

Distrito de Piás:

  • Cerro Tamburco
  • Caminos del Inca
  • Ichipampa Museo Arqueológico
  • Ruinas de Yaracyacu
  • Chagpachuccho
  • Cunduringa
  • San Miguel
  • Canales subterráneos
  • Pingollo
  • El Higuerón
  • Pamparacra
  • Canal de los Incas
  • Alpachaque
  • Tamburco

Distrito de Parcoy:

  • Pozo El Totoral
  • Los Chiquiros
  • Pampa los Gentiles
  • Cuysan

Distrito de Buldibuyo:

  • El sol, la luna y corralitos
  • Las piedras
  • Las Taullijas
  • Ruinas de Alto
  • Maquimaque
  • La Peña de Antoirca
  • Ruinas de Pilcopushuay

Distrito de Huaycungo:

  • Ruinas de Ochanache
  • Las pircas de Pueblo Viejo

Internado en la ceja de selva, oculto durante siglos, el centro arqueológico del Gran Pajatén se ha mostrado al mundo moderno como la manifestación más señera de la destreza de la Cultura Chachapoyas y como testimonio de su avanzada organización política, sólo opacada por el poderío del reino de los Incas.

Llegar al Gran Pajatén no es una empresa sencilla.

La ciudad perdida está rodeada de exuberante vegetación, lo que anuncia la proximidad de ingentes áreas vírgenes.

Cada tanto aparecen en el paisaje barrancos eriazos, manifestación de que el hombre ha querido ampliar su frontera agrícola desde siempre.

Una vez llegado al recinto nadie deja de sorprenderse.

Éste, maltratado por el clima y el paso del tiempo, sorprende por sus dimensiones y su estructura, formada por un conjunto de torres circulares y techos cónicos en cuyas paredes, a través de símbolos, se muestra lo universal de la condición humana.

Impresiona también lo agreste del área, pues la edificación se levanta sobre una angosta y elevada meseta, centro de un triángulo de cauces que confluyen en el río Montecristo.

De orígenes lejanos, la historia inicial de las restos parece perderse en el tiempo.

Pero sucede lo contrario con la Cultura Chachapoyas, la diligente civilización que en medio de una aventura migratoria hizo realidad el Gran Pajatén.

HOMBRES EN LA SELVA

Alrededor del siglo VII de nuestra era, un grupo de organizados hombres procedentes de dominios Tiwanaku Wari – entonces un Estado constituido- decidió cruzar la cordillera e instalarse en la ceja de selva.

Motivados por desequilibrios ambientales y excesos demográficos, los futuros amazonas habrían resuelto buscar nuevas tierras en las que pudieran abastecerse del alimento sin sobresaltos y, de modo planificado, ampliar sus terrenos cultivables.

Encontraron, en este proceso inicial de serranización de la selva, una biodiversidad prodigiosa, sobre la que pronto aplicaron un manejo de pisos ecológicos ya implementado por sus antepasados.

El conjunto de valles que tomaron los Chachapoyas era propicio para este tipo de estrategias.

Tierra muy áspera y de gran humedad -todo el año no hace sino llover, dijeron los cronistas españoles-, el lugar donde se instalaron los nuevos residentes descansa en el flanco oriental de la Cordillera de Andes, lo que habría generado macro regiones entre la selva alta, la montaña y la alta amazonía, cuyas zonas ocupadas fluctúan entre los 2.000 y 3.000 metros de altura.

Los hombres chachapoyas llegaron a controlar aproximadamente 300 kilómetros cuadrados.

Las fronteras naturales de este territorio fueron el río Marañón por el lado oeste y el flanco de los Andes amazónicos por el este.

Pero es en el intermedio tardío, a inicios del primer milenio de nuestros días, cuando la Cultura Chachapoyas alcanzó su auge.

Como los Incas, que se habrían instalado en el lugar hacia 1470, los habitantes de estas tierras tropicales y fecundas pudieron ejercer vigilancia sobre las subculturas –a menudo hostiles entre ellas– de forma vertical, de modo que la distribución recíproca de bienes no tuviera contratiempos.

No abunda información sobre la situación sociopolítica de entonces, pero ya el cronista Pedro Cieza de León menciona en sus textos que el conquistador ibérico recibió resistencia y tuvo que asediar la circunscripción en dos oportunidades, lo que probaría cierto orden social relativamente consolidado en el momento de la conquista.

Poco antes de este evento, cuando los Incas cercaron la ciudad de Pajatén, se encontraron con la misma cohesión poblacional, pero a diferencia de las huestes españolas, respetaron el orden esencial de sus dominados, lo que no detuvo su evolución cultural.

No está demás agregar que los cerca de 300.000 habitantes chachapoyas que presenciaron la llegada de los españoles habitaron lo que hoy es Bagua, en Amazonas, las latitudes occidentales de San Martín y una parte de la región La Libertad.

LA CIUDAD ETERNA

El Gran Pajatén es parte de la arquitectura pública de la Cultura Chachapoyas y, como el resto de construcciones cercanas, hace las veces de un poblado conformado por llactas: estancias circulares de piedra con armazones de madera usadas para albergar a quienes administraban la comarca, depositar alimentos y realizar el culto a favor del sustento y el monitoreo eficiente de la comunidad.

Lo recogido por estudiosos en los restos arquitectónicos del Gran Pajatén -así como en el recinto de Kuélap y otros monumentos cercanos- indica que en las grandes unidades urbanas chachapoyas puede percibirse claramente una disposición espacial dividida en torno a organizadores y obreros.

También aparecen sepulturas suntuosas en forma de mausoleo, de modalidad Tshuilpa (chulpa), donde descansarían los cuerpos de los gobernantes, quienes, a diferencia del resto de lugareños, no eran enterrados en fosas.

En cuanto a la unidad de la región, refrenda lo señalado la similitud de los motivos que aparecen en las paredes de algunos de sus recintos circulares y la amplia difusión de los patrones funerarios ya mencionados.

El imponente conglomerado de torres se ubica a 2.580 metros de altura, en la provincia Mariscal Cáceres, región San Martín, sector occidental del Parque Nacional del Río Abiseo.

Emplazado en medio de un bosque húmedo y montano, llama la atención el tamaño de sus torreones –cuyo máximo diámetro alcanza 15 metros– y las plazoletas embaldosadas provistas de escalinatas que conducen al segundo piso.

En medio de los vestigios, al observar el orden de las estructuras arquitectónicas, el curioso o el erudito pueden imaginar cómo el hombre tuvo, desde siempre, un espíritu aglutinador que superó las rencillas comunales en aras de organizaciones sociales más complejas y vastas, característica de casi todas las grandes culturas preíncas.

Sin embargo, las figuras que adornan las murallas y el interior de las construcciones sugieren cierto ánimo bastante particular en los Chachapoyas, vigente hasta hoy en la mitología del lugar.

Así, mientras en la parte superior de los muros un conjunto de figuras geométricas y biomorfas con cabezas clavas representan la contemplación o el descanso, en la de abajo una variedad de cuerpos antropomorfos y zoomorfos hacen pensar en motivos religiosos: fisonomías femeninas con atributos sobrenaturales que llevan alas con manos tridáctiles y pies bidáctiles, así como aves en vuelo o ríos de curvaturas que recuerdan serpientes.

VERDADES Y MENTIRAS

Es ineludible resaltar que gran parte de las aseveraciones en torno al origen de los Chachapoyas proviene de la observación de sus códigos urbanísticos, puesto que las referencias de otras fuentes son escasas.

El patrón Tshuilpa de sus fortines, por citar el caso emblemático, es un elemento cultural andino y no amazónico, lo que prueba la procedencia serrana del grupo cultural.

Sin embargo, hay indicios -restos de arte rupestre sobre imágenes de recolección- de que la dispersión en la zona data de 10.

000 años atrás, lo que modificaría las hipótesis hasta hoy sostenidas.

Otras de las discusiones que convoca el Gran Pajatén está relacionada con su descubrimiento a mediados de los años sesenta.

Con visos legendarios, la historia cuenta que el poblador Tomás Torrealva penetró por primera vez el espacio mientras formaba parte de una expedición.

Pero otras voces canónicas aseguran que la ciudadela fue visitada, en 1553, por quien fuera el arzobispo de Lima, Toribio Alfonso de Mogrovejo, y siglos después, en 1920, por el botánico alemán August Weberbauer.

Sin embargo, estas dos últimas versiones han quedado desvirtuadas sobre la base de documentos escritos por los propios protagonistas.

Se ha resuelto que todos ellos habrían pisado otros vestigios.

Lo demás son especulaciones.

Lo concreto –en medio de las interrogantes– es que la integración del antiguo peruano con la naturaleza y la destreza de su arquitectura están demostradas, a través de una lección asombrosa, en el Gran Pajatén.

Los Chachapoyas, cuyos misterios están guardados en la espesura del bosque, son los mayores gestores de esa fantástica armonía.

EL CIRCUITO

Durante años, y por el tipo de suelo que lo acoge, la riqueza de este emporio cultural pasó desapercibida para el mundo.

Hoy las cosas han cambiado.

Con el fin de fortalecer el eje histórico del norte peruano se ha elaborado el Plan Maestro de Conservación del Complejo Arqueológico de Kuélap y su Entorno, que implica básicamente las manifestaciones de la cultura Chachapoyas.

El trabajo multidisciplinario ha sido financiado por el Mincetur, Proinversión y el Instituto Nacional de Cultura y propone actuar desde las potencialidades de las zonas cercanas a los sitios arqueológicos de modo que se alcance el soporte necesario para establecer una actividad turística sostenible.

Con el fin de recoger información y dar base palmaria al proyecto, el equipo de trabajo ha realizado un conjunto de talleres a través de los cuales los pobladores han podido expresar sus necesidades.

Hecho el diagnóstico, se ha diseñado un esquema de acciones paralelas dirigidas a fomentar la protección, la conservación y el uso social del patrimonio cultural.

La licenciada Ana María Hoyle, asesora del proyecto y Directora General de Patrimonio Arqueológico del Instituto Nacional de Cultura, sostiene que «el proyecto recién está en sus inicios.

Se trata de un trabajo de 10 años y parece que será continuo, salvo que haya algún cambio a medio camino, lo que parece improbable».