En 2013, mientras trabajaba en la excavación de un pueblo antiguo en el norte de Perú, un grupo de arqueólogos hizo un descubrimiento sorprendente: una tumba con varias cámaras que contenían los restos de por lo menos cuatro músicos nobles y de tejedores pertenecientes a la cultura chimú.
Dos sacrificios humanos acompañaban a los distinguidos ocupantes de la tumba hacia la eternidad. El sitio de Samanco se extiende por unas 30 hectáreas en el valle del río Nepeña. La mayor parte de las ruinas pertenece a una pequeña comunidad comerciante que floreció entre los años 800 y 200 a.C. Sin embargo, entre las estructuras primitivas de roca, los arqueólogos descubrieron una tumba de adobe de tres metros de profundidad que data del siglo XV o XVI d.C. En aquel entonces, los chimú se encontraban entre los muchos pueblos conquistados que conformaban el vasto imperio inca.
«Esta es una de las pocas tumbas chimú-incas que se han descubierto- dice el arqueólogo en jefe, Matthew Helmer, becario de National Geographic Society-. Revela detalles interesantes sobre el mundo costero andino justo antes del contacto europeo».
La tumba fue saqueada durante la colonia española, pero permanecieron intactas dos cámaras laterales que contenían figurillas de madera, botellas silbato de doble cámara, cuchillos de cobre, collares, telas y recipientes de cerámica.
En la fotografía: Figurillas poco comunes, de madera de algarrobo, con los rostros pintados de cinabrio y cobre. Cada una de ellas sostiene una flauta. Fueron encontradas en la cámara principal y podrían representar a una deidad musical.
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Autor: Matthew Helmer Fecha: 2015-04-29
Fotografía: Matthew Helmer