A ciencia cierta se desconoce la cantidad de baños termales que existen en el Perú. Incluso si solo se toma en cuenta los que son utilizados públicamente, porque hay infinidad de acalorados manantiales a lo largo y ancho del país que se mantienen en el anonimato. Conservadoramente se puede calcular una cifra de más de 500 baños medicinales públicos en el país de los incas. Por lo pronto, el Instituto Geológico Minero Metalúrgico ha estudiado 228 fuentes de agua termal que pueden ser aprovechadas por la gente, empero todavía les falta investigar y recoger información en muchas zonas del Perú. Lo que si está claro es que Cajamarca (30), Cusco (26), Áncash (25), Lima (25) y Arequipa (20), son las regiones con mayor cantidad de establecimientos termales.
Pero, hay baños y baños. La existencia de un impresionante número de aguas termales en el Perú no significa, desgraciadamente, que éstas cuenten con una infraestructura adecuada, servicios personalizados, buena higiene, y respeto por el entorno. Sin embargo, muchos locales han mejorado ostensiblemente, y están preparados para recibir a viajeros exigentes como veremos a continuación.
1) Baños del Inca (Cajamarca)
A la cabeza de los baños termales más destacados del Perú se sitúan, sin duda, los Baños del Inca, a 6 kilómetros de la ciudad de Cajamarca, y a 2,667 m.s.n.m. Tanto por motivos históricos, de infraestructura y servicios, entorno paisajístico y, por supuesto, por las propiedades curativas de sus aguas. De hecho fue un sitio clave de la cultura Caxamarca, cuyos principales caciques residían en los alrededores de las fuentes de las aguas termales, a las que se les rendía culto además de usarlas como lugar de sanación. A la llegada de los Incas en 1462, sus soberanos escogieron estos baños como su lugar preferido de descanso, siendo Atahuallpa su más asiduo visitante. Posteriormente, estudiosos de la talla de Alexander Von Humboldt y Antonio Raimondi, acrecentaron la fama de estas históricas termas.
Si bien este lugar resulta especialmente atractivo por sus aguas termales, también ofrece hoteles de primera línea, incluso dos cinco estrellas; y restaurantes de calidad. Por si fuera poco, en los alrededores se estira una hermosa campiña con quebradas, bosques, pastizales y pueblecillos de casas de barro y tejas, cuyos habitantes usan sombrero y poncho. Este plus geográfico y cultural le da un valor agregado a este complejo de salud. No por gusto, los Baños del Inca reciben a 600 mil bañistas por año que disfrutan de sus cien pozas, numerosas saunas y piscinas.
Al parecer el efecto balsámico de sus aguas se debe a que provienen de antiguos volcanes desactivados, y cuyo humeante líquido es conducido a la superficie por dos manantiales: El Tragadero y Los Perolitos, con temperaturas entre los 70 y 75 grados centígrados. Los análisis han revelado que las aguas son ricas en sodio, potasio, litio, calcio, y estroncio, y en menor cantidad de hierro, magnesio y sílice. Sus cualidades terapéuticas están comprobadas para enfermedades reumáticas, bronquiales, tratamiento de la piel, y desórdenes nerviosos.
2) Aguas Calientes (Cusco)
El solo hecho de estar a los pies de Machu Picchu le agrega una buena dosis de fascinación, misterio, y renombre a Aguas Calientes. Es casi un ritual que los viajeros que llegan a Machu Picchu -después de caminar tres días por un fastuoso camino inca-, lo primero que hacen después de admirar esta maravilla mundial es ir sin escalas a engreír sus fatigadas humanidades en los nobles dominios de Aguas Calientes.
Sus aguas sulfurosas emergen del subsuelo rocoso y son conducidas a pozas y piscinas con una temperatura que va entre los 38ºC y 46ºC. Las instalaciones pueden visitarse entre las 5 de la mañana hasta las 8 de la noche. Los baños, que están ubicados al este del pueblo de Aguas Calientes, ocupan un espacio bastante reducido, pues se encuentran dentro de una estrecha quebrada, atrapados entre el río Alccamayo y las montañas circundantes. Lo cual no ha impedido que además de las pozas, piscinas y duchas, también se disponga de vestidores, servicios higiénicos y cafetería.
El tramo (de 800 metros) que une el pueblo de Aguas Calientes con sus baños se puede considerar surrealista: pues a la vez que se transita por un fantástico sendero que cruza rústicos puentes en medio de una exuberante vegetación y rodeado de verdes montañas pobladas de orquídeas; también, a lo largo del mismo camino, uno se topa con elementos visibles de la civilización, como pubs y restaurantes donde se descansa y se puede conocer a visitantes de todo el mundo.
3) Chancos (Áncash)
Los baños termales de Chancos, a 31 kilómetros de Huaraz, son realmente sui generis. No hay otro así en el Perú. Y es que además del orden, la limpieza, y la correcta infraestructura, y de sus 15 pozas y 3 piscinas, posee 7 alucinantes cuevas de vapor: son grutas que se internan en la entraña de la montaña, y cuyo caliente vaho, mezclado con el aroma de los ramos de eucalipto, terminan por rendir a los visitantes a los desmayados territorios de la laxitud. Son baños turcos (más bien andinos), pero naturales y en un escenario insuperable. Las temperaturas de estas cuevas varían entre los 33 y 54 grados, tienen un efecto positivo en la piel y en las enfermedades respiratorias. Mientras que las pozas son muy requeridas para enfrentar todo tipo de dolores musculares. Además de los baños y masajes, se alquilan caballos para pasear por la campiña de Vicos -la comunidad campesina que administra Chancos- y poder así apreciar los campos de trigo y en lontananza los soberbios nevados de Copa y Hualcán. Inolvidable
4) Yura (Arequipa)
El pueblo de Yura, ubicado en las faldas del volcán Chachani, 30 kilómetros al norte de la ciudad de Arequipa, alberga al balneario termal de Yura, cuyas aguas minerales gozan de merecida fama porque son calentadas al interior del Chachani (6075 msnm).
Estas aguas termo medicinales fueron utilizadas por las culturas Tiahuanaco, Wari, y posteriormente por los Incas. A comienzos de 1780, el sacerdote José Zamácola, convencido de las propiedades curativas de estos baños, animó al sabio alemán Tadeo Haenke a realizar un estudio: seis años después Haenke publica “Descripción y análisis de las aguas termales de Yura”, primer documento científico que renovó el interés sobre este balneario. Como no podía ser de otra manera, fue un arequipeño de pura cepa, el doctor Edmundo Escomel, quien investigó las características químicas y biológicas de dichas aguas. En 1921 redacta sus conclusiones, atribuyéndole a Yura múltiples virtudes curativas, especialmente para el reumatismo, enfermedades estomacales y de la piel.
En la actualidad, el que fuera un apacible balneario, se ha transformado en un boom turístico. Los usuarios, según sus necesidades, acuden a uno de los tres pozos que alberga Yura. El más solicitado es el pozo Tigre, que cuenta con cinco pequeñas piscinas con aguas ricas en sulfuros. La temperatura promedio es de 32 grados, y es ideal para personas que padecen de reumatismo, artritis, enfermedades del tubo digestivo, del aparato respiratorio, y las vías urinarias.
Otro pozo es el de Zamácola, de coloración verdosa, que posee temperaturas entre los 22 y los 28 grados, y cuyas aguas contienen sales de hierro. Pacientes con diabetes, artritis anémica, problemas en el sistema nervioso, y en la circulación de la sangre, recurren con una fe inquebrantable en los poderes balsámicos de esta agua. Finalmente, en el lugar más alejado del complejo, se estiran dos piscinas del llamado pozo Fierro Viejo. Sus aguas también están compuestas de hierro, con temperaturas que oscilan entre los 20 y los 28 grados, de acuerdo a la estación del año.
El pueblo de Yura dispone de muchos alojamientos, de todo tipo y pelaje. Lo que si es igual para todos es el infaltable sol arequipeño y la belleza incomparable del gran Chachani.
5) Churín (Lima)
De Churín se regresa relajado, y tal vez es mucho pedir, pero es bueno ir relajado también. Son 210 kilómetros los que separan a Lima de este célebre balneario. Saliendo temprano de la capital se puede tomar un rico desayuno en Huacho, que es el punto donde hay que desviarse en dirección a la sierra. En el camino muchos se detienen en el tropical pueblo de Sayán para probar sus afamados dulces. A partir de allí la carretera se torna sinuosa y polvorienta mientras atraviesa una serie de túneles. Churín aparece casi de improviso, pues de lejos no se pueden ver esas casas, esos hoteles, aquellos complejos termales que han aprovechado cada metro de terreno y viven abrazados al cerro. Y es que esta parte del valle de Huaura es particularmente estrecha. Y siendo Churín un poblado relativamente joven, nadie planificó su actual expansión cuando llegó la carretera en 1935 a lo que entonces era una hacienda de melocotones. Dos décadas después se comenzaron a levantar los primeros albergues. Hoy es el complejo hotelero más importante de la sierra limeña.
Los baños termales más tradicionales se encuentran encima de lo que apropiadamente se llama La Meseta. Ahí llegan los devotos a la cura de procesos inflamatorios crónicos. Hasta los nombres de las pozas sugieren esa fidelidad espiritual: Santa Rosa, Don Bosco, y Señor de los Milagros. Pero es en Mamahuarmi, en la parte baja del pueblo donde uno puede bañarse en pozas al aire libre, sintiendo el sol en el cuerpo y teniendo a la vista los cerros, los árboles, y el cielo. A tiro de piedra de Churín se ubican los baños de Cabracancha (llamados también de Fierro), con temperaturas cercanas a los 50 grados. No es recomendable sumergirse por más de diez minutos. Está contraindicado para personas que sufren del corazón o presión alta. Sirve para apaciguar la artritis, el reuma y el dolor de huesos.
No deje de caminar por la campiña de Churín que mantiene intacta su alma de melocotones y otros frutales. Hay muchos restaurantes, y la carne y el queso siempre serán de primera. Pero recuerden, cualquier cosa, háganla relajados. Esa es la idea.
6) Lares (Cusco)
Para llegar a este destino, es necesario tomar la carretera que va del Cusco al Valle Sagrado, pasando por Písac y sus maravillosos andenes, para luego, a la altura de Calca, ingresar por una ruta afirmada que se dirige a los remotos pueblos de la selva de La Convención. Pero antes, muy cerca de Calca, asoman los baños termales de Machacancha y las ruinas de Arquasmarca, y más pronto de lo que uno cree ya se está con un pie y medio en la Plaza de Armas de Lares, a 3,250 metros de altura.
Lares es bastante pequeño: unas cuantas casitas arrimadas por el río, y una bonita iglesia. Si uno entra a una bodega se puede dar inmediatamente cuenta de cual es la demanda: artículos de pan llevar y licores, en igual proporción. Eso sí, los pocos restaurantes tienen una estupendo café pasado.
Nos dirigimos a los baños termales de Lares, ubicados a un kilómetro del pueblo. Sabíamos que sus aguas tenían una vasta composición química: calcio, magnesio, sodio, potasio, hierro, manganeso, zinc, boro, cobre, cloruros, sulfatos y bicarbonatos. “En dos semanas te curas de cualquier enfermedad”, suelen decir los lugareños. Lo sorprendente, teniendo en cuenta, la precariedad del pueblo, fue encontramos con uno de los mejores establecimientos termales del Perú. La mayoría de las pozas (con temperaturas entre 36ºC y 44ºC) de piedra pulida están al aire libre, y hay una ducha natural cuyo chorro de agua baja por una roca en forma de pared. La higiene es una agradable característica del lugar. Y, si deciden acampar, como lo hacen algunos viajeros, pueden disfrutar de un mágico baño nocturno.
7) Pincahuacho (Apurímac)
Dentro de este grupo selecto, se encuentra, irónicamente, como veremos después, Pincahuacho. Está ubicado en la provincia de Aymaraes, y sus modernas instalaciones ocupan un lugar privilegiado, pues se adecuan como un balconcito al borde de la montaña, a 3160 metros de altura, lo que permite que los visitantes puedan apreciar el magnífico panorama de la cuenca del río Chalhuanca. Chalhuanca es, a su vez, el poblado más importante de la zona, y está conectado por una carretera afirmada de 7 kilómetros a estas termas. Pincahuacho cuenta con una docena de pozas particulares, muy acogedoras y bien dispuestas, donde se pueden regular las cantidades de agua caliente y fría según el deseo del cliente. Son recomendables para combatir el reumatismo y los bronquios. Lo irónico del asunto, como decía, fue que en Pincahuacho, en 1824, el ejército criollo desgastado tras varias confrontaciones con los españoles, se estableció con la idea de retomar fuerzas, para luego –vigorizados por sus aguas- dirigirse a Ayacucho y librar la batalla que logró la definitiva Independencia del Perú. Que dos baños termales, uno en Cajamarca, y otro en Apurímac, hayan estado involucrados de una manera u otra en la Conquista y la Independencia del Perú, es un dato bastante curioso, por decir lo menos.
8) Chiuchín, Huancahuasi y Picoy (Lima)
En el kilómetro 100 del valle de Huaura, un puente se desvía del camino que va a Churín e ingresa a una zona que arde en su interior. En el trayecto uno se cruza con paisanas hilando para luego crear coloridos ponchos y con burros que se creen dueños de la vía. El primer pueblo en la ruta es Chiuchín, con sus baños algo descuidados, pero que tiene muchos seguidores que confían ciegamente en el poder desinflamante de sus aguas.
En cambio, Picoy, a 23 kilómetros del desvío, es un pueblo con una Plaza de Armas muy acogedora, en la cual destaca una iglesia con un altar que es toda una obra de arte. Dispone de un albergue muy acogedor y las instalaciones de los baños son pulcras y limpias. Muchos visitantes, en especial aquellos que sufren de mala circulación sanguínea, alternan el agua caliente de las termas con el frío torrente del cercano río Chegras. Una vez afuera del local, siempre son visibles un grupo de llamas, que distraen al visitante, ya sea pastando en la grama, o transitando orgullosas sobre las escalinatas de piedra.
A cinco kilómetros de Picoy, luego de atravesar un espectacular cañón con impresionantes cascadas, se arriba a la comunidad campesina de Huancahuasi. El complejo termal es parecido al de Picoy: estéticas construcciones de piedra donde el agua tibia discurre por la roca viva hacia las pozas, creando una atmósfera que va de la mano con la búsqueda del equilibrio espiritual. Los que deseen pasar la noche o una temporada en estos estupendos baños, pueden alquilar cabañas familiares con todas las comodidades del caso.
Fuente: Revista Rumbos de Sol y Piedra (rumbosdelperu.com)
Escribe: Álvaro Rocha
Titulo original: Los ocho mejores baños termales del Perú
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