Walter Alva Alva / Arqueólogo, descubridor del Señor de Sipán
Los mochicas fueron una cultura preinca que se desarrolló en la costa norte de Perú entre los siglos I al VI. Los restos de colosales templos piramidales, palacios y obras de irrigación, así como maravillosas obras artísticas constituyen testimonios de su esplendor. En la cerámica, su más conocido y singular legado cultural, plasmaron imágenes de divinidades, hombres, animales, plantas y complejas escenas que muestran una extraordinaria perfección, calidad expresiva y valor documental. Este arte constituye un lenguaje gráfico que perennizó su organizada sociedad, compleja ideología y conocimiento del entorno natural.
En cuanto a las aves, lo mochicas domesticaron para su alimentación el pato joque o criollo (Cairina moschata); heredado hasta hoy. A su vez, esta etnia sustentó su civilización en una admirable tecnología agraria que le permitió vencer al desierto con ayuda de la variada cantidad de aves marinas, como pelícanos, guanayes, gaviotas y piqueros que producían un soberbio fertilizante, conocido en la actualidad como “guano de las islas”. Algunas aves como guacamayos y loros fueron capturadas para mascotas. Excepcionalmente existen algunas representaciones de pesca con cormoranes. El plumaje de algunas aves multicolores fue utilizado para confeccionar suntuosos tocados, coronas y mantos que identificaban la jerarquía de los hombres.
La Sacerdotisa Lechuza
En su compleja y maravillosa religión, los mochicas incorporaron imágenes de aves que tuvieron un rol simbólico en condición de emblemas o antepasados míticos de sus gobernantes; así, las águilas y los búhos aparecen asociados a las funciones de jefes supremos y sacerdotes, como seres que dominan las esferas del día y de la noche. Otras especies como el pato “pico de cuchara” fueron vinculadas a los rituales de fertilidad y los ciclos de renovación del tiempo por sus costumbres migratorias.
Los buitres y cóndores eran venerados por representar el tránsito hacia el mundo de los muertos. En otros casos, halcones, cernícalos y colibríes complementan dinámicas escenas de combates y carreras rituales para expresar valor y agilidad.
Los ornamentos de oro o atuendos rituales descubiertos en las suntuosas tumbas de sus dignatarios muestran estas simbólicas representaciones.
El más sorprendente aspecto de la religión se advierte en la actuación de seres míticos o aves antropomorfizadas que cumplieron el rol de divinidades supremas y secundarias, como el Guerrero águila y el Guerrero búho, las Mujeres buitres, la Sacerdotisa lechuza, el Hombre pato, Hombre colibrí y Hombre halcón.
Los hombres-aves volaban conectando la tierra y el cielo, imponiendo el orden y marcando el ritmo de los astros, guiaron las embarcaciones y ayudaron a la pesca, desarrollando combates y carreras; de esta manera estaban siempre presentes en el mundo de los hombres.
Como en todas las grandes civilizaciones del mundo antiguo, las aves sirvieron y convivieron con los mochicas inspirando los principios supremos de su cosmovisión.
Fuente: Diario La República