Álbum: Huacos Eróticos de la cultura Moche

En el arte de la cerámica Mochica, el sexo se relacionaba con la fecundidad de la tierra. Quizá por ello, a pesar del detalle con el que los artesanos moche modelaron los genitales de sus esculturas, no pusieron mucho empeño en reflejar gestos de placer.  En cambio, abundan las escenas sexuales que nada tienen que ver con la fertilidad, como el sexo oral, la masturbación e incluso el coito con los muertos. He aquí una pequeña muestra de la extraordinaria expresión artística de los moche.

El explícito arte erótico de los moche, unos de los primeros pueblos de América

«Huacos» es el nombre que reciben las cerámicas precolombinas en Perú. Museo LARCO, Lima – Perú.

Sonrojada, una turista señala un enorme pene de cerámica y murmura algo a su esposo. Los dos ríen, aunque parecen más nerviosos que divertidos. La pareja ingresó a un ambiente del Museo Larco de Lima y, sin esperarlo, se vio rodeada de una apasionada orgía de arcilla que lleva celebrándose más de 1.300 años.

Cientos de vasijas de la civilización moche muestran sin pudor cuerpos entrelazados, aferrándose el uno al otro, exponiendo su intimidad y entregándose bajo la media luz de las vitrinas. Frente a todo este despliegue de sexualidad lo primero que uno supondría es que los antiguos habitantes de la región querían exhibir su envidiable intensidad amatoria. Sin embargo, estos «huacos», como se les llama a las cerámicas precolombinas en Perú, poco tendrían que ver con el amor ni con el placer.

Sexo en el desierto

Las referencias sexuales de las vasijas eran simbólicas. Museo LARCO, Lima – Perú.

Las escenas que inquietan a los visitantes pertenecen a la cultura moche, una civilización que floreció en lo que hoy es la costa norte peruana entre los siglos II y VIII después de Cristo. Aunque eso de florecer, es un decir. La tierra era avara y ruda.
«Los moche se desarrollan en uno de los climas más secos del planeta», explica el arqueólogo Walter Alva a BBC Mundo.
Alva lideró en 1987 el hallazgo de la tumba del señor de Sipán, un gobernante moche cuyo entierro es considerado uno de los descubrimientos arqueológicos más importantes del continente. «No es que en las vasijas ellos hayan representado su vida diaria. Lo que hicieron fue plasmar escenas rituales y lo erótico está enmarcado en el principio de la vida», apunta.

Las cerámicas muestran un frenesí de poses sexuales y, para esta antigua sociedad agrícola, el sexo se relacionaba con la fecundidad de la tierra. Quizá por ello, a pesar del detalle con el que los alfareros moche modelaron los genitales de sus esculturas, no pusieron mucho empeño en reflejar gestos de placer.  En cambio, abundan las escenas sexuales que nada tienen que ver con la fertilidad, como el sexo oral, la masturbación e incluso el coito con los muertos. Y como veremos, son justamente estas últimas vasijas las que dan algunas pistas sobre la desaparición de esta cultura.

Ofrendas

En la década de 1960, los menores de edad tenían prohibida la entrada a la sala de los huacos eróticos. Museo LARCO, Lima – Perú.

Cuando el museo Larco trasladó los vestigios moche a Lima en la década de 1960, los menores de edad tenían prohibido ingresar a la sala de los huacos eróticos. Hoy, los colegios organizan excursiones. Sin embargo, la gran mayoría de los casi 120.000 visitantes que recibe al año son turistas extranjeros.
Según la web de viajes Tripadvisor, recorrer este museo es la segunda actividad más popular en Perú, sólo después de la visita a Machu Picchu. «Tenemos unas 45 000 piezas y todas ellas, incluidas las vasijas con motivos sexuales, fueron encontradas en tumbas», indica Andrés Álvarez Calderón, director del museo.

El arqueólogo Walter Alva lideró el hallazgo de la tumba del señor de Sipán en 1987. Las figuras eróticas apenas representan el uno por ciento de la totalidad de los vestigios, pero su estudio revela un universo que va mucho más allá del sexo. «Estos huacos son ofrendas que reflejan el círculo de la vida. Los moche no utilizaban las cerámicas eróticas para el uso diario», aclara a BBC Mundo.
Pese a lo que imaginan algunos turistas, los antiguos habitantes del continente no se servían el desayuno en recipientes fálicos.
El sexo en las vasijas era una manera de atraer la lluvia sobre sus campos desérticos y colocarlas en los entierros quería propiciar la fecundidad del campo.
Pero, ¿podían reflejar también su vida sexual?

Dominio del cuerpo

Los moches representaban la eyaculación como una alegoría de las semillas fértiles. Museo LARCO, Lima – Perú.

Mil años antes de la conquista y la llegada del catolicismo, la relación entre los primeros habitantes del continente y sus cuerpos era muy distinta. «Creo que los moche eran mucho más abiertos a la sexualidad que nosotros», apunta Isabel Collazos, museóloga de la Universidad de Nueva York. «Estas piezas obviamente reflejan también su erotismo. Nos muestran no una sino muchas posiciones, un dominio del cuerpo y del acto de amar», detalla a BBC Mundo. Sin embargo, Collazos insiste en que las referencias sexuales de las vasijas eran simbólicas y no una foto de la vida cotidiana.

¿Cuál es el simbolismo entonces del sexo oral o el coito con los muertos?

La arqueología moderna aventura algunas explicaciones a las escenas eróticas no reproductivas. En algunos casos, los moches representaban la eyaculación como una alegoría de las semillas fértiles. En ese sentido, la masturbación de un esqueleto de arcilla, por ejemplo, podía ser una súplica para que éste, bajo tierra, propiciase el éxito de los cultivos. Sin embargo, hay otra teoría que resulta aún más dramática.

El fin de una era

Cientos de vasijas muestran sin pudor cuerpos entrelazados.Museo LARCO, Lima – Perú.

Si las escenas de sexo reproductivo invocan la lluvia sobre el desierto, las no reproductivas podrían haber rogado para que llegue la sequía. «Es muy probable que un fenómeno de El Niño devastador arrasase todo su sistema de riego y terminara con la cultura moche», señala Walter Alva. Así como sucedió en marzo de 2017 con El Niño Costero, el noroeste peruano resulta el área más vulnerable a las lluvias.

«Hay registro de varios fenómenos así en la zona y esto pudo destruir su agricultura y colapsar su estructura social», agrega el arqueólogo. El pueblo moche habría perdido la confianza en sus autoridades políticas y religiosas y, poco a poco, habría abrazado culturas más exitosas que se expandían desde el sur. Con el paso de los siglos, estos primeros hombres que poblaron el continente dejaron de ver en el sexo una forma de hablar con sus dioses.

 

 

 

Martin Riepl

Cultura Mochica: Magia sexual en el Perú antiguo

¿Qué intentaban decir los antiguos peruanos, especialmente los moches, a través de esa rica gama de huacos eróticos que fabricaron con celo descriptivo y que hoy, muchos siglos después, asombran por su variedad y desenfado? Se ha dicho que reflejan la intensa, casi envidiable sexualidad de los pretéritos pobladores de estos pagos. Se ha dicho, también, que su arte buscaba fines pedagógicos e incluso que sus desproporcionados órganos, así modelados en tiesa arcilla, indicaban el abuso de sustancias tóxicas derivadas de la hoja de coca.

Federico Kauffman Doig se burla de esas creencias y asegura que dichas vasijas e incluso algunos monumentos arquitectónicos de perfil fálico contienen un mensaje mágico y religioso, y evidencian un arraigado culto a la fertilidad que surgió en una tierra avara y ruda, a la que sus habitantes primigenios lograron arrancar frutos solo luego de muchos esfuerzos.

El doctor Kauffman Doig, uno de los arqueólogos más inquietos de la actualidad, empezó a familiarizarse con los testimonios del erotismo en el antiguo Perú hace 40 años, cuando –recién graduado- fue tomado como secretario en el Museo Nacional de Arqueología y Antropología del Perú. En esa época los huacos eróticos eran escondidos en cuartos bajo llave, ocultándolos de la mirada del público. Sólo tenían acceso a ellos los investigadores extranjeros recomendados por el ministro de Educación. Por lo común sus escenas nada veladas abochornaban o eran objetos de suspicacias y risitas mal reprimidas.

Invitado por Mircea Eliade, Kauffman Doig participó en 1987 en su Encyclopedia of Religion con un capítulo sobre el Perú antiguo, una oportunidad valiosa que le permitió profundizar en la religión andina, la cual encontró estrechamente ligada a la magia sexual. De hecho, Kauffman Doig ya había sido autor de una pequeña obra acerca de la sexualidad moche.

Según señala con efusivos ademanes, la religiosidad andina ha sido totalmente distorsionada, inventada en buena cuenta en base a algunas leyendas tejidas por los misioneros para dirigir los pensamientos religiosos de acuerdo al cristianismo. De esta manera nació un dios postizo, Wiracocha, especie de Jehová peruano todopoderoso. «Encontré que en el fondo era uno de los tantos nombres que recibía el dios del agua. Era muy importante porque el hombre de la antigüedad estaba sometido a tiempos de sequía o de lluvias torrenciales relacionadas a El Niño. Luego de una investigación en Apurimac pude concluir que los dioses del pasado no eran nada asexuados», narra.

Un dios que da el agua necesita de una contraparte, la Pachamama. Según las creencias prehispánicas el agua fecundaba a la Tierra, una mujer que procreaba y surtía de alimentos. La vida espiritual del antiguo Perú estaba impregnada del tema sexual. Los recipientes eróticos no tenían una función pornográfica sino mágica. En algunos casos contenían esencias litúrgicas. Los grandes falos de sus vasijas no habrían tenido otro propósito que facilitar la bebida de dichos mejunjes. Sorbete o cañita, como le dicen. En todo caso, la feliz puesta en práctica de las artes amatorias podía considerarse, por mecanismo mágico, como un llamado a la abundancia de la Tierra y el exorcismo de la miseria.

Sin embargo, alejándonos de estas interpretaciones, hay detalles en la cerámica moche que muestran algunos usos particulares. La casi ausencia de besos durante la escena coital contrasta con el reiterativo manoseo mutuo, la mujer casi siempre estimula el miembro viril del varón mientras él roza el mentón de ella. El tema de la homosexualidad, masculina y femenina, también está presente en algunas vasijas.

«Es frecuente ver representaciones de coito per anum en el lecho mientras la mujer abraza un bebé. Esto refuerza la idea de que las madres de esa época no querían tener hijos mientras daban de lactar. He visto en las mujeres del campo, hoy, que evitan concebir luego del parto, por el hecho de que ven suspendida su producción de leche. En la época antigua no había manera de conseguirla de otra fuente. Curiosamente la leche de llama no era usada». La alta proporción de escenas de este tipo sugiere control de la natalidad.

Esto no quiere decir que los moches sólo recurrieran a esa práctica erótica con propósitos anticonceptivos. «Probablemente era realizada sin otro fin que el goce», agrega Kauffman Doig. «Después de todo, los moches eran personas como cualquier otra».

Sus representaciones sexuales significan sólo el dos por ciento de su obra cerámica, lo cual echa por tierra aquella supuesta fijación por el sexo. Esto era apenas una parte de todas las actividades que pudieron plasmar con su inconfundible estilo. Las abundantes representaciones de mujeres manteniendo relaciones con esqueletos sugiere la concepción de alianzas amorosas que iban más allá de la muerte, en algún Cielo o Purgatorio de cuyos patéticos detalles ya nos es imposible tener testimonio.

Fuente: Revista Rumbos de Sol y Piedra
Cultura Mochica: Magia sexual en el Perú antiguo

Magia Sexual en el Perú Antiguo

¿La sexualidad en el antiguo Perú estuvo fuertemente emparentada con la fecundidad de la tierra ?  El arte erótico mochica ha dejado un registro de la intensa actividad amorosa de los antiguos peruanos.

Texto :  Luis Miranda
Fotos : Museo Rafael Larco Hoyle
Fuente: Revista Rumbos de Sol y Piedra (www.rumbosdelperu.com)

¿Qué intentaban decir los antiguos peruanos, especialmente los moches, a través de esa rica gama de huacos eróticos que fabricaron con celo descriptivo y que hoy, muchos siglos después, asombran por su variedad y desenfado? Se ha dicho que reflejan la intensa, casi envidiable sexualidad de los pretéritos pobladores de estos pagos. Se ha dicho, también, que su arte buscaba fines pedagógicos e incluso que sus desproporcionados órganos, así modelados en tiesa arcilla, indicaban el abuso de sustancias tóxicas derivadas de la hoja de coca.

Federico Kauffman Doig se burla de esas creencias y asegura que dichas vasijas e incluso algunos monumentos arquitectónicos de perfil fálico contienen un mensaje mágico y religioso, y evidencian un arraigado culto a la fertilidad que surgió en una tierra avara y ruda, a la que sus habitantes primigenios lograron arrancar frutos sólo luego de muchos esfuerzos.

El doctor Kauffman Doig, uno de los arqueólogos más inquietos de la actualidad, empezó a familiarizarse con los testimonios del erotismo en el antiguo Perú hace 40 años, cuando –recién graduado- fue tomado como secretario en el Museo Nacional de Arqueología y Antropología del Perú. En esa época los huacos eróticos eran escondidos en cuartos bajo llave, ocultándolos de la mirada del público. Sólo tenían acceso a ellos los investigadores extranjeros recomendados por el ministro de Educación. Por lo común sus escenas nada veladas abochornaban o eran objetos de suspicacias y risitas mal reprimidas.

Invitado por Mircea Eliade, Kauffman Doig participó en 1987 en su Encyclopedia of Religion con un capítulo sobre el Perú antiguo, una oportunidad valiosa que le permitió profundizar en la religión andina, la cual encontró estrechamente ligada a la magia sexual. De hecho, Kauffman Doig ya había sido autor de una pequeña obra acerca de la sexualidad moche.

Según señala con efusivos ademanes, la religiosidad andina ha sido totalmente distorsionada, inventada en buena cuenta en base a algunas leyendas tejidas por los misioneros para dirigir los pensamientos religiosos de acuerdo al cristianismo. De esta manera nació un dios postizo, Wiracocha, especie de Jehová peruano todopoderoso. «Encontré que en el fondo era uno de los tantos nombres que recibía el dios del agua. Era muy importante porque el hombre de la antigüedad estaba sometido a tiempos de sequía o de lluvias torrenciales relacionadas a El Niño. Luego de una investigación en Apurimac pude concluir que los dioses del pasado no eran nada asexuados», nos dice.

Un dios que da el agua necesita de una contraparte, la Pachamama. Según las creencias prehispánicas el agua fecundaba a la Tierra, una mujer que procreaba y surtía de alimentos. La vida espiritual del antiguo Perú estaba impregnada del tema sexual. Los recipientes eróticos no tenían una función pornográfica sino mágica. En algunos casos contenían esencias litúrgicas. Los grandes falos de sus vasijas no habrían tenido otro propósito que facilitar la bebida de dichos mejunjes. Sorbete o cañita, como le dicen. En todo caso, la feliz puesta en práctica de las artes amatorias podía considerarse, por mecanismo mágico, como un llamado a la abundancia de la Tierra y el exorcismo de la miseria.

Sin embargo, alejándonos de estas interpretaciones, hay detalles en la cerámica moche que muestran algunos usos particulares. La casi ausencia de besos durante la escena coital contrasta con el reiterativo manoseo mutuo, la mujer casi siempre estimula el miembro viril del varón mientras él roza el mentón de ella. El tema de la homosexualidad, masculina y femenina, también está presente en algunas vasijas.

«Es frecuente ver representaciones de coito per anum en el lecho mientras la mujer abraza un bebé. Esto refuerza la idea de que las madres de esa época no querían tener hijos mientras daban de lactar. He visto en las mujeres del campo, hoy, que evitan concebir luego del parto, por el hecho de que ven suspendida su producción de leche. En la época antigua no había manera de conseguirla de otra fuente. Curiosamente la leche de llama no era usada». La alta proporción de escenas de este tipo sugiere control de la natalidad.

Esto no quiere decir que los moches sólo recurrieran a esa práctica erótica con propósitos anticonceptivos. «Probablemente era realizada sin otro fin que el goce», agrega Kauffman Doig. «Después de todo, los moches eran personas como cualquier otra».

Sus representaciones sexuales significan sólo el dos por ciento de su obra cerámica, lo cual echa por tierra aquella supuesta fijación por el sexo. Esto era apenas una parte de todas las actividades que pudieron plasmar con su inconfundible estilo. Las abundantes representaciones de mujeres manteniendo relaciones con esqueletos sugiere la concepción de alianzas amorosas que iban más allá de la muerte, en algún Cielo o Purgatorio de cuyos patéticos detalles ya nos es imposible tener testimonio.

 

El erotismo gráfico del antiguo Perú

En el Perú «hasta los dioses coitean» escribió una vez el polémico pero notable psiquiatra peruano Artidoro Cáceres Velásquez .

«Sus gestos y sus rostros demuestran placer y su comportamiento se engarza con lo natural y terrenal . Disfrute pleno de su sexualidad con técnicas y aditamentos que señalan la importancia de este comportamiento . No podría ser de otra manera en culturas que vivieron «naturalmente» y crearon tantas y tantas demostraciones de arte, tecnología y sistemas sociales de convivencia altamente humanas…»

Aquí recreamos la forma de vida y las costumbres de unos pueblos cuyos protagonistas en nada tuvieron que envidiar a otras civilizaciones de otras latitudes del mundo .

Autor: Carlos Gamero Esparza .

Artículo publicado también en la Revista Vivat Academia bajo el título «La sexualidad en el Perú pre-colombino. Kamasutra Indiano»

Introducción

1 .El «arte erótico» no era ajeno al Antiguo Perú
1 .1 .Una insólita iconografía «reproductiva»

2 .»…la primera representación erótica en el mundo…»
2 .1 . Antropomorfia de Eros al derecho y al revés
2 .2 . Los huacos retratos eran los libros del antiguo Perú ]
2 .3 . La «moda» mochica
2 .4 . Un Eros arácnido… y una teoría sobre el fin de los mochicas
3 . La historia «inexistente»
3 .1 . Enfoque moderno de un viejo asunto
3 .2 . Condenando el pasado
3 .3 . Al encuentro del origen «perdido»
3 .3 .1 .Consideraciones «non sanctas»
3 .3 .2 .Kinsey: una vista de médico a la arqueología peruana
3 .3 .3 .La humanidad de la arcilla I
3 .3 .4 .La humanidad de la arcilla II
4 .Templos de la fertilidad andina
4 .1 .»Inca Ullu»: los falos del Collao
4 .2 .Q’enqo, otro adoratorio de la fecundidad
5 . El servinacuy, matrimonio «de a mentiras»
6 .Pampayrunas: prostitutas del incario
6 .1 . Sodomía ritual
7 . ¿Quién les enseñó este arte a los aborígenes peruanos? (habla Kauffmann Doig)
8 . Epílogo
8 .1 . Extirpadores de idolatrías y otros diablos… vade retro
9 . ¿Sabía usted qué…
10 . Para saber más
11 . Notas
12 . Fuentes
13 . Origen de las imágenes
14 . Recortes
14 .1 . Museo en Perú es ejemplo de que los primeros pobladores de nuestro continente sí sabían de erotismo .

Introducción

El título de este reportaje no es otra cosa que el nombre de una de las obras de este acucioso investigador del comportamiento humano que es Artidoro Cáceres Velásquez (1) (Nota 1) Para él, el antiguo Perú es una verdadera caja de sorpresas y las sociedades que fundaron las viejas culturas andinas crearon un mundo de relaciones humanas que difiere totalmente de los conceptos de sociedad que después fueron impuestos por los europeos llegados a estas tierras .
La sexualidad en el antiguo Perú fue una de las grandes manifestaciones culturales en sus viejos reinos y señoríos, donde cada cual tenía su manera particular de concebir la vida y sus creencias .
Por ello queda justificado aquello de «Kamasutra indiano» como subtítulo de este trabajo .
Descubramos, pues, lo desconocido e insólito de esta tierra maravillosa y única .
Dejemos que ellas, las culturas del Perú antiguo, nos hablen desde el fondo del tiempo .
Dejemos que ellos, los hombres y mujeres de ébano, hijos e hijas del Sol y del maíz, nos cuenten su historia de oro y terracota .

1 . El «arte erótico» no era ajeno al Antiguo Perú «

Agotados los conceptos de la Antropología, meditaciones de teólogos, argumentos e hipótesis de los psiquiatras, sociólogos y cuantos se han aventurado filosofar sobre sus funciones, el sexo, como la vida, continua siendo un misterio. Rafael Lacro Hoyle, en su libro CHECAN, revela este aspecto del Perú desconocido. Con un fondo eminentemente científico, presenta conclusiones resultantes de un estudio profundo de los ceramios eróticos .

» «Las representaciones eróticas en el antiguo Perú alcanzan su esplendor (…) con la cultura Mochica, no sólo por el volumen sino sobre todo por la habilidad artística expresada en cada una de ellas . Con un profundo conocimiento de anatomía, el artista Mochica esculpe fragmentariamente el cuerpo humano y acabadas representaciones de los genitales, el acto sexual y el parto . En todas las piezas se muestra a la perfección el detalle: elaboradas con maestría no se limitan simplemente a reproducir, son verdaderos retratos psicológicos .

1 .1 . Una insólita iconografía «reproductiva»

El antiguo peruano fue hombre eminentemente religioso, temeroso de las fuerzas de la naturaleza, adorador de los astros, supersticioso y fetichista, y además un gran creativo como pocos .
En pocos países del mundo se pueden encontrar unas manifestaciones culturales tan impregnadas de humanidad, con su cuota de mito, magia y rito, sin desprenderse de la tierra donde se nace, se vive y se muere, la vieja «Mamapacha» (Nota 2) que les prodigaba el alimento y el abrigo. Eran pueblos que prosperaban siempre alrededor de un valle o a orillas del mar, a veces ingeniándoselas de forma admirable para vencer la adversidad de un medio hostil; fueron personas que se instalaron en estas regiones atraídas por la necesidad de encontrar el sustento; fueron pueblos dedicados a la agricultura, la domesticación de animales y el comercio, incluso eran pescadores y navegantes, y lograron desarrollar sociedades urbanas y teocráticas muy complejas que, además, ejercían una influencia militar y política sobre sus vecinos más débiles, a quienes sojuzgaban y reducían a la servidumbre… hasta que el pueblo sometido se le rebelaba o eran conquistados por otro más poderoso .

Por este motivo en el Perú es frecuente escuchar a los historiadores y arqueólogos hablar de lapsos de tiempo o «periodos» para señalar las épocas en que surgieron estos pueblos, se desarrollaron, alcanzaron su apogeo, entraron en decadencia, y finalmente desaparecieron; así se dice, por ejemplo, que hubo un horizonte «Formativo» o «Temprano», que es el más antiguo, luego un periodo «Intermedio» y, finalmente, otro «Tardío» (Ver cuadro de la figura 1a más abajo) . De esta forma tenemos una cronología entendible para una historia supuestamente sin escritura (Nota 3) .

Figura 1a. Las Edades y los Horizontes del Antiguo Perú

La historia del antiguo Perú es como un enorme rompecabezas cuyas piezas son los hallazgos arqueológicos y el estudio e interpretación de los testimonios dejados por estos pueblos . Un trozo de tela, un hueso de animal convertido en instrumento musical, una piedra tallada o un dibujo rupestre pueden decirnos muchas cosas . Por fortuna las condiciones medioambientales –como la sequedad del clima en la zona andina o la aridez en los desiertos costeros— han permitido la preservación de muchos restos humanos sepultados en tumbas donde los yertos despojos realizan su viaje al mas allá rodeados de todo aquello que amaron en vida: el ajuar funerario donde, a la manera del antiguo Egipto, no podía faltar ni la chicha de jora –bebida fermentada hecha a base de maíz— ni sus prendas favoritas.

Es en este contexto que los restos materiales de las viejas culturas son prácticamente la única forma de saber cómo eran los antiguos creadores de estas civilizaciones andinas peruanas, y entre estos, las manifestaciones artísticas plasmadas en la piedra, la arcilla y cualquier materia prima susceptible de ser tallada, moldeada, esculpida, forjada, o bien teñida, pintada o dibujada. Y la cerámica fue, entonces, una de las modalidades de expresión artística más recurridas, y con ella nos dejaron una historia viva .

Figura 1b. Distribución geográfica de las culturas precolombinas en el Perú. Ilustración del portal «Culturas del Perú Precolombino».

En el «Museo Brüning» (2) de Lambayeque (ciudad de la región Lambayeque, muy cerca de Chiclayo, en el norte del Perú) se conserva una curiosa estatuilla de oro atribuida a la cultura Vicús (3) con indudables rasgos femeninos: la «Venus de Frías» . Esta figura, como otras, es hueca, lo que ha hecho suponer a los arqueólogos que debió tratarse de objetos de culto . En el caso de la famosa «Venus», se piensa que pudo estar dedicada a un culto a la fertilidad o feminidad, algo que parece repetirse en diversas manifestaciones culturales a lo largo de la geografía peruana precolombina.

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Una «Venus» peruana Llamada también la Venus de Frías, representa a una mujer desnuda trabajada en oro repujado, martillado y soldado por mitades . Se advierte cierto movimiento para la cabeza y para las manos . Parece que las manos descansaban en algún objeto en cuyo caso la estatuilla formaba parte de un conjunto . Los rasgos de la estatuilla son notoriamente femeninos a pesar de sus anchos hombros y angostas caderas . Dos argollas penden de las orejas y los ojos son enormes .

Figura 2. La figura de Frías

La figura de Frías Estatuillas parecidas se han encontrado en Quimbaya (Colombia),lo cual viene a confirmar una influencia cultural llegada del norte, que también se hace presente en la forma de las tumbas . Para el arqueólogo Lumbreras, la estatuilla de Frías es importada . En el «Arte y la Vida Vicús» dice: «sin lugar a duda fue hecha en Esmeraldas (Ecuador) o en Tumaco (Colombia) pues pertenece al estilo Tolita precisamente de la época de los Desarrollos Regionales» . El arqueólogo Kauffmann Doig, la da como «perteneciente al círculo Vicús», y sólo semejante a las de Colombia . (El Perú Antiguo) .

Pese a estos criterios de que la estatuilla es importada y no una manifestación del arte piurano antiguo, se la ha declarado Patrimonio Prehispánico Cultural del Departamento de Piura con la Resolución Directoral 005-82DRP del Instituto Nacional de Cultura, Filial Piura . La figurilla ha estado durante mucho tiempo en el «Museo Brünning» de Lambayeque . El 20 de Noviembre de 1956, el conservador del Museo, don Oscar Fernández de Córdova, la decomisó de unos huaqueros que la ofrecían en venta y la llevó al Museo . La estatuilla que es toda de oro, pesa 60 gramos y mide 153 mm de alto . Se construyó con oro laminado de 22 quilates .

El Director del Museo Walter Alva -descubridor de la tumba del Señor de Sipán– la consideraba perteneciente al estilo de Frías El antropólogo Luis Chaparro Frías, Director del Patrimonio Cultural de Piura, con admirable constancia, por muchos años estuvo reclamando para Piura, la estatuilla .

En 1999, aprovechando que el Ministerio de Educación era ocupado por el sullanero Felipe García Escudero, redobló las gestiones y al fin obtuvo que el 30 de Septiembre de ese año, la valiosa obra retornase a Piura con otras 61 piezas arqueológicas .
Como era de suponer, el arribo de la figurilla, dio origen a un acto de gran solemnidad en él que estuvo presente el Ministro de Educación .
Nota: El texto de este recuadro y la ilustración han sido extraídos del sitio Web del investigador peruano Reynaldo Moya (4) .
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Más abajo de Lambayeque, a unos 200 kilómetros al sur de la ciudad de Lima, se encuentra la península de Paracas (Ica) (5) .
Aquí, entre las arenas del desierto, en los años 20, el arqueólogo Julio C . Tello, considerado el padre de la arqueología peruana (6), hizo un sensacional descubrimiento: miles y miles de fardos funerarios sepultados en verdaderas ciudades de los muertos, a las que bautizó como «Paracas Necrópolis» y «Paracas Cavernas» (5) . En una de estas tumbas colectivas, que el Carbono 14 fechó en 300 a .
de C . , es decir, casi contemporáneos a los mochica y antecesores de los nasca, Tello encontró una momia que estaba envuelta por un curioso manto policromo que ha sido identificado por Artidoro Cáceres como una muestra de arte erótico en esta árida región .

«. . existe una simbología sumamente importante –explica Cáceres— representando la maternidad, la herencia, la concepción; según creen algunos investigadores peruanos . En la parte inferior (del manto policromo) una cabeza de niño, encima una de adulto . A un lado y hacia arriba, una serie de cabezas menores que van completándose y perfeccionándose hacia abajo y que proceden desde arriba, de otra cabeza adulta y celeste . Al lado y paralelamente, otra hilera que comienza en otra cabeza de tinte rojo y que se continúa hacia abajo con cuatro figuras redondeadas . Éstos podrían ser óvulos, los anteriores espermatozoides . Más hacía afuera, otra figura que representa a un animal (¿filogenia?) y, a la periferia, 3 elementos en forma de pera o coniformes (¿espermatozoides?) ¿Qué representa realmente esta figura? -se pregunta este autor— En la probabilidad interpretativa hay lugar a la fantasía . » (1)

Figura 3. Un manto de Paracas similar a éste llamó la atención del doctor Artidoro Cáceres. La figura, de vivísimos colores, tejida con una técnica depurada, se ha mantenido inalterable al paso del tiempo. El «desfile de cabezas» y el personaje que adornan esta imagen resultan por cierto evocadores. Espécimen 382-10 (detalle), «Museo Nacional de Arqueología, Antropología e Historia del Perú» de Pueblo Libre (Lima). Foto de Anne Paul.

Regresando de nuevo al norte peruano, pero esta vez a la zona andina central, entre el Callejón de Huaylas y la provincia de Huari (Ancash), nos topamos con los vestigios de un pueblo que, alrededor del segundo milenio A .C ., extendió sus dominios desde el Pacífico a la región amazónica, ocupando buena parte del actual territorio peruano . Aquí es frecuente encontrar esculturas monolíticas pétreas de la civilización de Chavín (7), considerada una de las más viejas de América . Se trata de estatuas de rasgos masculinos . Hay estudiosos que ven en ellas falos (Nota 4) que apuntan al cielo (casualmente el mismo tipo de esculturas fálicas que también se encuentran esparcidos por la región del lago Titicaca, en Puno, cerca la frontera con Bolivia, atribuidas a la cultura Tiahuanaco . (8) (Ver en el capítulo: 4 .Templos de la fertilidad andina, el subcapítulo 4 .1 .»Inca Ullu»: los falos del Collao .)

También hay figuras líticas talladas de Chavín y de Recuay –cultura que siguió a Chavín— que muestran órganos femeninos. . ¿otra vez un culto a la fertilidad… o a la feminidad? El hecho de que esta iconografía «reproductiva», como las ya vistas, de índole masculina, se repita trascendiendo el tiempo y el espacio en todo el antiguo Perú hace presumir al doctor Cáceres que tales esculturas pudieron haber tenido alguna finalidad ritual relacionada con la fertilidad, dado que siempre se las ubica en lugares prominentes, como en la cima de un cerro, por ejemplo . (Nota 4)

Sigue…

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