Evidencias Moche V en tambos y caminos entre los valles de Santa y Chao, Perú

La ocupación Moche en el territorio comprendido entre los valles de Chicama y Nepeña alcanzó su mayor extensión durante las fases Moche III y Moche IV del periodo Intermedio Temprano, siendo en los valles de Chicama y Moche donde se centralizó el poder. La presencia de elementos Moche entre los valles de Virú y Nepeña, se debería a la acción expansiva del Estado Moche durante su apogeo, apareciendo nuevos centros con patrones Moche e introduciéndose cambios en los estilos de la cerámica local (Castillo y Donnan 1994).

Durante la fase Moche V, que corresponde al Horizonte Medio, el patrón de expansión revertió, contrayéndose el área de su influencia a los valles de Moche y Chicama. En la margen norte del valle de Moche y a unos veinte kilómetros tierra adentro desde el Océano Pacífico surgió Galindo, el asentamiento Moche V más extenso y de mayor importancia en el área (Bawden 1977, 1982). Los valles al sur de Moche, desde Nepeña hasta Virú, no reflejan una presencia significativa Moche V, hecho que se atribuye a una reorganización interna radical del Estado moche (Bawden 1982: 287).

Evidencias Moche V en tambos y caminos entre los valles de Santa y Chao, Perú
Víctor Pimentel y María Isabel Paredes

 

Moche: hacia el final del milenio. Actas del Segundo Coloquio sobre la Cultura Moche

(Trujillo, 1 al 7 de agosto de 1999), Santiago Uceda y Elías Mujica, editores, T. I, págs. 269-303.

Lima, Universidad Nacional de Trujillo y Pontificia Universidad Católica del Perú, 2003.

.

Fig. 9.1. Ubicación del área de estudio.

 

Los restos culturales de la fase Moche V en el territorio Mochica Sur, que se extiende entre los valles de Chicama y Nepeña (Castillo y Donnan 1994), se encuentran principalmente entre los valles de Chicama y Moche. Las evidencias atribuibles a la fase Moche V entre los valles de Virú y Huarmey, al sur del valle de Moche, son casi inexistentes (Bonavia 1992: 398399) y se limitan a fragmentos de cerámica y tejidos recolectados en la superficie, provenientes en su mayoría de contextos funerarios saqueados (Donnan 1973, Conklin 1978, Bonavia 1982, Wilson 1988). Se ha observado que con frecuencia las evidencias Moche no están aisladas, sino que están asociadas a restos de otros estilos del Horizonte Medio (Donnan 1973, Proulx 1973, Bonavia 1982, Pimentel et al. 1991, Pimentel 1994).

En el año 1991, en el marco del Proyecto de Rescate Arqueológico Chavimochic, se realizaron trabajos de campo en Pampa Colorada, ubicada en el desierto entre los valles de Chao y Santa. Estos trabajos tuvieron como principal objetivo el registro y documentación de los sitios de ocupación asociados a una compleja red de caminos prehispánicos que serían afectados por las obras de construcción del Canal Lateral Principal 1 – Sector Pampa Colorada y las áreas de lotización del proyecto de desarrollo rural integrado de las áreas del Proyecto de Irrigación Chavimochic (Uceda 1988, Pimentel 1991).

La recolección superficial y las excavaciones en la zona de Pampa Colorada revelaron la existencia de una significativa ocupación Moche V relacionada con los caminos e instalaciones conexas (Pimentel et al. 1991, Pimentel 1994). El propósito de esta contribución es presentar los datos de la ocupación Moche V y discutir brevemente sobre el posible significado de su presencia en esta zona así como en este tipo de sitios.

UBICACIÓN Y DESCRIPCIÓN DEL ÁREA

El área que ocupan los caminos y construcciones conexas se localiza en los sectores conocidos como Pampa Colorada y Pampa Pancitos, en la zona desértica del extremo suroccidental de la cuenca del río Chao, en el distrito de Virú, provincia de Trujillo. Se ubica entre los 8°36′ y 8°40′ de latitud sur y los 78°35′ y 78°38′ de longitud oeste, a una altitud promedio de 150 msnm. Su extensión es de aproximadamente 16 km² (Fig. 9.1).

Estas pampas tienen por límites naturales a los cerros Arenoso por el norte y este, cerro Coscomba y cerro Portachuelo por el sur y al cerro Los Pancitos por el oeste. Tienen su origen en las quebradas Portachuelo, Pampa Colorada y Coscomba.

El área se caracteriza por una secuencia de rocas volcánicas, con intercalaciones de sedimentos de la Formación Casma, del Jurásico Superior-Cretáceo y rocas ígneas del Batolito Andino del Cretáceo-Terciario (ONERN 1973). Estas formaciones encierran depósitos aluviales cuya fisiografía está caracterizada por la llanura de piedemonte, cauces de riachuelos y quebradas además del paisaje colinoso. Estos depósitos se encuentran parcialmente recubiertos por arena y limo. Al oeste de cerro del Chino, en el sector central del área, existe una colonia de dunas tipo barkanes, médanos y “lomos de ballena” originados por arena eólica procedente de la franja costera al norte del valle de Santa, transportada por fuertes vientos venidos del suroeste a través de la quebrada de Coscomba.

Estas formaciones arenosas cubren parcialmente gran número de edificaciones de piedra del sector central. Los suelos presentan además abundante material grueso, especialmente gravas, guijarros y piedras de forma subangular. Existen también ligeros contenidos limoarcillosos derivados de sedimentos coluvio-aluviales. El relieve es ligeramente ondulado, con una pendiente de 5% en promedio (INADE 1991).

El área de estudio corresponde a la zona de vida Desierto desecado subtropical (dd-s), con clima extremadamente árido y semicálido. La biotemperatura media anual es superior a los 18° C y la precipitación anual promedio inferior a los 10 mm. En estas condiciones la vegetación y la fauna son muy escasas.

ESTUDIOS PREVIOS

Existen informaciones indirectas de esta área desértica (Willey 1953, Kosok 1965, von Hagen 1976), pero no es sino hasta la década del los años setenta que se inician trabajos sistemáticos, referidos todos ellos a reconocimientos y recolección de material de superficie (Cárdenas 1976, Uceda 1988, Wilson 1988). Estos estudios pusieron en evidencia la existencia de una serie de caminos y asentamientos adyacentes, que reflejaban una ocupación relativamente densa en el desierto intervalle Santa – Chao.

La mayor parte de los restos arqueológicos que se encuentran en el área corresponden a ocupaciones del Horizonte Medio. Sin embargo, existen varios sitios adyacentes a los caminos en cuya superficie se halló cerámica diagnóstica de periodos anteriores (Uceda 1988, Pimentel et al. 1991, Pimentel 1994).

Wilson (1988) considera que la red de caminos intervalle se estableció a partir de la primera mitad del Horizonte Medio, luego que el Estado moche dejara de ejercer dominio en los valles sureños de la costa norte. Sostiene, además, que probablemente esta red de caminos y asentamientos formaba parte de un extenso sistema de comunicación multivalle del Estado Negro-Blanco-Rojo (Tricolor), cuyo centro de poder político habría estado en el sitio conocido como El Purgatorio en el valle de Casma (Wilson 1988: 334-335).

Nuestros trabajos inicialmente enfocaron el problema de la cronología de los caminos y los asentamientos adyacentes, así como sobre la categoría y función que estos sitios cumplieron. Los resultados obtenidos confirmaron los datos de Wilson (1988), pero también arrojaron evidencias de una ocupación anterior Moche V e inclusive de ocupaciones más antiguas, que se remontan a fines del Horizonte Temprano y al periodo Intermedio Temprano (Uceda 1988, Pimentel et al. 1991, Pimentel 1994).

DESCRIPCIÓN DE LOS SITIOS
Caminos

La red de caminos y asentamientos asociados que se ha registrado en el área de Pampa Colorada está compuesta de por lo menos once caminos y diecinueve asentamientos asociados (Fig. 9.2), varios de los cuales fueron registrados por Wilson (1988). La complejidad de esta red no sólo está expresada por su extensión y organización sino también por la variabilidad cronológica (Pimentel et al. 1991, Pimentel 1994, Uceda 1988). Los caminos comunican las partes medias y las partes bajas de los valles de Santa y Chao.

Los caminos presentan generalmente trazo en línea recta, atravesando la llanura desértica o al pie de las cadenas bajas de las montañas adyacentes. El ancho de los caminos puede variar entre 1 m y 30 m. Otras veces se reducen a simples senderos con menos de 50 cm de ancho. Casi siempre su ancho es uniforme. Algunas veces están delimitados por alineaciones de piedras que corren paralelas en casi todo su recorrido. Las piedras utilizadas en la construcción de estas alineaciones provienen de la limpieza al interior de los caminos. Otra característica común es la diferencia de color entre la superficie delimitada por el camino de la superficie al exterior (Pimentel et al. 1991, Pimentel 1994).

Los sitios asociados con evidencias de ocupación Moche V se encuentran a lo largo de los caminos C-1 y C-3. El sitio ISCH.206: 6 está localizado inmediatamente al sur del camino C-3 y los sitios ISCH.206: 3, ISCH.206: 8, ISCH.206: 8B y VCH.300: 42 están ubicados hacia ambos lados del camino C-3 (Fig. 9.2).

Camino C-1

El camino C-1 viene del sur por la quebrada Portachuelo y se dirige al norte hacia el valle de Chao. Su recorrido es en línea recta, cruzando Pampa Colorada, la quebrada del mismo nombre y en el sector correspondiente a Pampa Pancitos lo hace al pie de la cadena de los cerros Arenoso y al este del cerro isla que lleva el mismo nombre.

En el trayecto de este camino, correspondiente al área estudiada, se encuentran los sitios ISCH.206: 2, ISCH.206: 5, ISCH.206: 6, ISCH.206: 7, ISCH.206: 15, ISCH.206: 23 e ISCH.206: 24. Sin embargo, no todos los sitios se encuentran propiamente adyacentes, sino que algunos de ellos invaden o se superponen al área definida del camino. Tal es el caso de los sitios ISCH.206: 5, ISCH.206: 6 y al parecer el sitio ISCH.206: 15. Las estructuras que los conforman están invadiendo el camino o se encuentran edificadas sobre las alineaciones de piedras que lo delimitan. Estas evidencias sugieren una edad relativa menor respecto de la antigüedad del camino.

.

El camino tiene un ancho más o menos uniforme que varía entre los 15 y 17 m. Está definido por dos alineaciones de piedras que corren paralelas en casi todo su recorrido. La mayoría de estas piedras proviene de la limpieza al interior del área que definen. Consecuentemente, la superficie interna está prácticamente desprovista de piedras que interrumpan un tránsito fluido, contrastando con el paisaje pedregoso natural reinante en el área. Otra característica es el contraste de la coloración entre la superficie delimitada del camino y la circundante, testimoniando un uso notable. El tramo correspondiente a Pampa Colorada cruza un sector donde los depósitos de arena eólica son bastante acentuados, lo que hace difícil su seguimiento.

Es difícil establecer la relación camino-asentamiento en el caso de los sitios ISCH.208: 15 e ISCH.210: 23, puesto que dichos asentamientos habían sido ya destruidos antes de iniciarse el rescate arqueológico. En las aerofotografías de este sector se puede observar que algunas construcciones de estos sitios invadían el interior del camino C-1.

El sitio ISCH.206: 7 reviste especial importancia. Se trata de un conjunto de estructuras rectangulares y paravientos hacia ambos lados del camino. Algunas de ellas, especialmente dos construcciones cuadrangulares, se encuentran prácticamente cerrando el paso del camino, invadiéndolo en todo su ancho y restringiendo el paso a un angosto pasaje de apenas 1 m de ancho. A pocos metros de distancia hacia el este se encuentran recintos rectangulares alineados y 10 m más distante, en la misma dirección, existe una estructura de aproximadamente 30 m de largo, con muros de mampostería rústica, menos elaborados que los anteriores.

Por sus características, es posible que este sitio cumpliera las funciones de control, con instalaciones para almacenamiento de productos y corral para ganado. Si bien es cierto que existen en el área edificaciones similares a las descritas, su disposición y articulación no es la misma, ni conservan todas la misma orientación como en este caso. Existen instalaciones asociadas al camino C-3 y en las faldas de cerro del Chino que al parecer cumplieron funciones similares.

Para concluir con la descripción del camino C-1, hay que mencionar que el sitio ISCH.208: 15 –hoy destruido– se encontraba ubicado en el punto de convergencia con otro camino que viene de la quebrada Palo Redondo en el valle de Santa y baja por la quebrada Pampa Colorada, hacia el valle de Chao.

Camino C-3

Al igual que el camino C-1, esta vía marca una de las principales rutas intervalle. Este camino se extiende a lo largo del área estudiada, con orientación de sureste a noroeste. Se conoce su recorrido desde la quebrada Cenicero en el valle de Santa, a lo largo de la quebrada Portachuelo y a través de Pampa Colorada y Pampa Pancitos hasta llegar al valle de Chao. La construcción de este camino de 25 m de ancho promedio, significó la limpieza de la superficie interna con la finalidad de hacerlo menos pedregoso, alineando las piedras medianas y grandes hacia ambos lados. Existen numerosos rastros o huellas de senderos que corren paralelos en ambos lados. La diferencia del color de la pátina de la superficie interna y la del exterior, así como la gran cantidad de sitios asociados y los desechos en superficie, ponen de manifiesto un uso notable de este camino durante tiempos prehispánicos.

Los sitios comprendidos en el área de estudio y que están asociados a esta vía son, de sursureste a nor-noroeste, el ISCH.206: 3, ISCH.206: 8, ISCH.206: 8B, ISCH.210: 20, ISCH.210: 21, VCH.300: 42 y VCH.330: 42A. A partir del sitio de control ubicado en las faldas de cerro del Chino, se origina una bifurcación o camino lateral (C-5 y C-6). Es precisamente en este sector, al noreste del sitio de control aludido, donde se presenta una de las mayores acumulaciones de arena eólica en forma de dunas o barcanes y es también allí donde algunas de las construcciones de los sitios ISCH.210: 20 e ISCH.210: 21 parecen invadir la superficie interior del camino.

La relación camino-asentamiento es bastante clara entre C-3 y los sitios VCH.300: 42 y VCH.330: 42A. Por otro lado, los sitios ISCH.210: 20 e ISCH.210: 21 están vinculados no sólo al camino C-3 sino también al C-5, que se origina del punto de control al oeste de cerro del Chino. En este sector central del área es donde la red de caminos se hace compleja, formándose cruces, bifurcaciones y donde se encuentra la mayor densidad de construcciones y el mayor número de cercos de piedra.

Sobre el borde de la margen norte de la quebrada que separa los sitios ISCH.206: 8 e ISCH.206: 8A, a cada lado del camino y marcando su reinicio sobre la meseta, existen dos grandes amontonamientos de piedras, de unos 5 m de diámetro y cerca de 1,5 m de altura, pudiéndose tratar de apachetas.

Estructuras asociadas a los caminos

Existen tres tipos de construcciones habitacionales: el primer tipo corresponde a los recintos de tipo paraviento (Fig. 9.3), el segundo tipo agrupa estructuras de planta rectangular, con uno o dos ambientes (Fig. 9.4). El tercer grupo está constituido por edificaciones más grandes y complejas, de planta ortogonal, compuestas por varias habitaciones, patios y cuartos alineados, presumiblemente para almacenamiento (Figs. 9.5, 9.6, 9.9 y 9.10). Es precisamente en este último tipo de construcciones que se encuentran asociados fragmentos de vasijas grandes o tinajas, que podrían haber servido para conservar agua y alimentos.

Cercanas a las construcciones de planta ortogonal se encuentran grandes espacios cercados o corrales. Al interior de algunos de ellos se halló pequeñas cantidades de excremento de camélidos (Fig. 9.7).

Se ha postulado que las unidades arquitectónicas complejas de planta ortogonal de Pampa Colorada pudieron haber cumplido funciones de posada, similares a la de los tambos incaicos generando a su alrededor el crecimiento de pequeños centros poblados (Hyslop 1984, 1992; Pimentel 1994).

….

EXCAVACIONES

La cerámica de recolección superficial señalaba que los sitios ISCH.206: 3, ISCH.206: 6, ISCH.206: 8, ISCH.206: 8B y VCH.300: 42, que están asociados a los caminos C-1 y C-3, correspondían a una ocupación Moche V, hecho que fue confirmado con nuestras excavaciones. En estos cinco sitios se excavaron un total de 22 unidades arquitectónicas. Se hicieron trincheras e intervenciones en área.

En razón de la similitud que existe en la estratigrafía de las 22 estructuras excavadas, presentamos a continuación la descripción de las excavaciones realizadas en dos estructuras complejas representativas de dos sitios de filiación Moche V. El primer ejemplo presenta la estratigrafía más compleja documentada. El segundo caso es un ejemplo de estratigrafía típica, que puede fácilmente ser aplicada a cualquiera de las unidades excavadas.

La estructura E-1 del sitio ISCH.206: 3

En esta estructura se excavó inicialmente una trinchera de 7 m de largo por 1 m de ancho. Luego la excavación se amplió a un cuadro de 2 m de lado, adosado a la trinchera inicial por el lado oeste. La excavación cubrió la esquina noroeste y además del grueso muro perimétrico abarcó otros dos muros ordinarios que corren de sureste a noroeste; de estos dos muros, uno define a una habitación alargada que ocupa toda la esquina norte. El segundo muro es mas bien una alineación muy irregular de piedras que parece formar un pequeño cuarto adyacente a la habitación esquinera (Fig. 9.8).

 

Las excavaciones realizadas mostraron la siguiente estratigrafía:

Capa 1. Arena suelta de grano fino a mediano, de color amarillento grisáceo. Su espesor varía entre 8 y 12 cm, siendo este depósito más grueso cuando está más cerca de los muros. Esta capa contiene también piedras pequeñas y medianas concentradas a lo largo de los muros que cruzan la trinchera. En las depresiones de la superficie irregular del terreno se han formado lentes muy delgados de sedimento limo-arcilloso.

En el extremo noreste de la excavación, al exterior de la estructura, se encuentra una cantidad de grava mayor que al interior. En toda el área excavada se encuentran fragmentos de cerámica, restos malacológicos, huesos de peces y mamíferos, restos vegetales así como coprolitos. Estos desechos se encuentran en mayor cantidad en el ambiente central (A) de la estructura, fuera de la pequeña habitación esquinera al interior de la estructura.

Capa 2. Tierra sedimentada semicompacta, limo-arcillosa arenosa y poco gravosa, de color marrón grisáceo. Esta capa se encuentra por fragmentos al exterior del muro que delimita la habitación esquinera (ambiente B), especialmente bajo las piedras que conforman dicho muro. Esta capa se encuentra alrededor de algunas piedras medianas y grandes, un poco distanciadas, que parecen formar un pequeño cuarto adyacente a la habitación esquinera. Esta capa tiene 3 cm de espesor promedio.

.....

 

Capa 3. Esta capa de 8 cm de espesor está compuesta por tierra arenosa de color marrón claro a oscuro, grava menuda y gran cantidad de coprolitos, restos vegetales y malacológicos, además de fragmentos de cerámica.

Capa 4. Piso de ocupación, compuesto por tierra semicompacta limo-arcillosa y poco gravosa, de color marrón amarillento. La superficie es irregular y presenta grietas así como algunas piedras pequeñas dispersas. Al interior del ambiente que ocupa la esquina de la estructura existen por lo menos cuatro huellas de quema, en forma de manchas de tierra color rojo grisáceo. Algunos hoyos están alineados con el paramento interior del muro grueso. Estos hoyos, que posiblemente corresponden a improntas de postes, tienen de 14 a 18 cm de diámetro y hasta 15 cm de profundidad. El espesor de esta capa varía entre 4 y 10 cm.

El piso en el área correspondiente al ambiente central, fuera de la habitación esquinera, muestra también una superficie cuarteada y desniveles acentuados. Se encuentra una serie de hoyos alineados formando un semicírculo. Se trata posiblemente de improntas de postes que tienen 10 cm de diámetro promedio y 15 cm de profundidad. Al igual que los hoyos al interior del ambiente B, están cubiertos o rellenos con arena limpia y suelta.

Fig. 9.7. Estructura E-46 del sitio ISCH.206: 3.

Al oeste de la alineación irregular de piedras que parece formar el muro antes mencionado, se encuentra una concentración de piedras pequeñas, incrustadas y sobresalientes unos 10 cm de la superficie del piso, que junto con tierra arenosa suelta de color marrón oscuro, coprolitos y otros desechos, forman un lente de aproximadamente 50 cm de diámetro y 15 cm de profundidad.

Capa 5. Bajo el piso de ocupación aparece un depósito compacto formado por grava, tierra y arena de color marrón amarillento. Presenta algunas piedras pequeñas irregulares aisladas. Algunos de los hoyos de poste de la capa anterior cortan esta última capa.

Al exterior de la estructura, tanto del lado noreste como al noroeste, aparece primero una serie de sedimentos limo-arcillosos arenosos y gravosos, de textura fina y consistencia compacta, de color marrón amarillento a amarillo oscuro.

.

Fig. 9.8. Dibujo de planta de la estructura E-1 del sitio ISCH.206: 3.

 

Fig. 9.9. Estructura E-1 del sitio ISCH.206: 8B vista desde el noreste.

 

La estructura E-1 del sitio ISCH.206: 8B

Esta unidad está ubicada en el sector este del sitio ISCH.206: 8B, sobre una terraza poco elevada al interior de una quebrada ancha y relativamente profunda.

Comprende un recinto de planta cuadrangular con un solo acceso al lado sur. Existe un pequeño compartimiento adosado en el lado sureste, con planta de forma circular irregular, al que a su vez se adosa una suerte de plataforma baja conformada por una acumulación de piedras subangulares de distintos tamaños. Otros dos muros pequeños, distantes a poco más de un metro al suroeste del recinto, parecen estar formando otro compartimiento. Tres muros rodean finalmente el recinto central y construcciones aledañas. Dos de ellos son curvos, bastante grueso el que se encuentra al suroeste (tiene cerca de 1,5 m de ancho). El que delimita el conjunto por el lado este es de unos 20 m de largo y a el están adosados pequeños muros, que como brazos parecen definir ambientes internos y externos. El tercer muro que rodea el conjunto se encuentra en el extremo noroeste; tiene forma de “L” con 8 m de largo.

Una excavación se realizó en el recinto central, cubriendo aproximadamente una cuarta parte el lado suroeste, incluido el acceso; el área excavada fue de 5 m por 4 m. Se excavó un segundo cuadro de 2 m de lado, ubicado al exterior del muro perimétrico curvo del lado este. Esta última unidad de excavación no produjo materiales asociados (Figs. 9.9 y 9.10).

Las excavaciones realizadas mostraron la siguiente estratigrafía:

.

Fig. 9.10. Dibujo de planta de la estructura E-1 del sitio ISCH.206: 8B.

Capa 1. La superficie de esta capa está conformada por una muy delgada costra de gravilla menuda oxidada de color rojo que cubre un depósito de arena suelta de color amarillento grisáceo y lentes dispersos de sedimentos arcillosos e inclusiones de algunas piedras pequeñas. Mezcladas con la arena se encuentran también piedras medianas subangulares que provienen del muro que forma el recinto. Este muro tiene poco más de 1 m de ancho. Al limpiarse la cabecera se definió el doble paramento irregular y el relleno de piedras pequeñas y grava al centro (Fig. 9.11).

Esta capa ocupa de manera más o menos uniforme toda la superficie del recinto y su espesor varía entre 6 y 8 cm. Los materiales asociados son escasos fragmentos de cerámica y restos malacológicos.

Capa 2. Capa de 8 a 14 cm de espesor, compuesta por arena eólica suelta, de color marrón amarillento, lentes dispersos de sedimentos limo-arcillosos y gran cantidad de grava y pequeñas piedras dispersas. Los desechos culturales son abundantes, encontrándose fragmentos de cerámica, restos de malacofauna terrestre y marina, huesos fragmentados de animales, restos vegetales y coprolitos.

Fig. 9.11. Detalle de muro en la estructura E-1 del sitio ISCH.206: 8B.

Luego de excavado este depósito se definió el paramento interior del recinto, cuyo muro presenta esquina redondeada; de igual modo quedó definido el vano de acceso, que mide 1,60 m de ancho.

Capa 3. Piso de ocupación formado por tierra compacta limo-arcillosa de color marrón amarillento a grisáceo, gravoso, con inclusiones de pequeñas piedras subangulares. La superficie es relativamente regular, a excepción del sector correspondiente al acceso del recinto, donde se encuentra una concentración de grava y tierra apelmazada que está elevada unos 15 cm respecto del piso. Existen numerosos hoyos circulares de diferentes diámetros, pero aquellos que se asemejan a improntas de postes están alineados a 30 cm del muro y sus diámetros varían entre 18 y 20 cm. No hay huellas de quema o concentraciones importantes de carbón que indiquen actividades de cocina en el área excavada, aunque por la naturaleza de los hallazgos asociados a la capa superior, es de suponer que actividades de este tipo se desarrollaron al interior de esta estructura.

La estratigrafía de la unidad de excavación al exterior es muy similar a la del interior del recinto. La diferencia radica en la ausencia total de materiales culturales u otras evidencias que indiquen una actividad importante fuera de los límites de la construcción.

Fig. 9.12. Fragmentos de botella de asa estribo Moche V con decoración bicroma geométrica en la superficie del sitio ISCH.206:3.
LOS MATERIALES CULTURALES
La cerámica

Los materiales arqueológicos provenientes de la recolección de superficie son principalmente fragmentos de cerámica, algunos pocos implementos líticos y un solo objeto de cobre. Una cantidad significativa de la cerámica de superficie se halló en pequeñas concentraciones de fragmentos que pertenecen a vasijas completas rotas in situ (Figs. 9.12 y 9.13). Los hallazgos superficiales se encontraron tanto al lado como al interior de los caminos, así como alrededor y al interior de las construcciones asociadas. Las escasas piezas líticas, así como los restos malacológicos, óseos y vegetales provienen mayormente de contextos excavados (Pimentel et al. 1991; Vásquez y Rosales 1991a, 1991b). En este artículo ponemos énfasis en la cerámica proveniente de la superficie y de los contextos excavados que nos permiten fechar relativamente los caminos y los asentamientos asociados.

El material cerámico procede de las excavaciones y recolección superficial de los sitios ISCH.206: 3, ISCH.206: 6, ISCH.206: 8, ISCH.206: 8B y VCH.300: 42, en los que predominan estructuras de tipo paraviento, recintos de planta ortogonal irregular de uno o varios ambientes y grandes recintos rectangulares, así como muros de retención asociados a caminos.

Fig. 9.13. Fragmentos de botella de asa estribo Moche V con decoración bícroma en la superficie del sitio ISCH.206:3.

Gran cantidad del material recolectado de la superficie está erosionado o afectado por abrasión, producida por acarreo eólico arenoso; los cambios bruscos de temperatura entre el día y la noche pudieron haber provocado la fragmentación en piezas muy pequeñas, que también abundan en el sitio.

El material cerámico procedente de excavaciones se registró y recuperó en su totalidad (cerámica diagnóstica y no diagnóstica), mientras la recolección superficial en sitios no excavados sólo se centró en fragmentos diagnósticos ubicando el lugar de su procedencia.

Presentación de los datos

La muestra cerámica analizada procede de 14 de las 22 estructuras excavadas en 5 sitios. Está compuesta por 2014 fragmentos, de los que hemos usado básicamente la cerámica diagnóstica, compuesta de 649 fragmentos. Los datos de la cerámica de recolección superficial en estos sitios serán sólo usados de manera referencial.

.

...

Fig. 9.14. a) Botella con decoración geométrica proveniente de la superficie de la estructura E-16 del sitio ISCH.206:3. b) y c) Botellas halladas en la superficie del sitio ISCH.206:3.

 

SITIO Y

ESTRUCTURA

ÉPOCA/ESTILO TOTAL
HORIZONTE

TEMPRANO

GALLINAZ O RECUAY MOCHE V CHIMÚ

TEMPRANO

CASMA LAMBAYEQUE CHIMÚ MEDIO/TARDÍO

INDEFINIDO

. . . . . . . . . . .
ISCH.206:3 2 1 6 135 107 45 0 9 10 315
E-1 . . 6 45 58 . . . 6 115
E-3 . 1 . 19 37 8 . 9 3 77
E-16 . . . 41 3 . . . . 44
E-17 . . . 7 1 . . . 1 9
E-20 2 . . 23 8 37 . . . 70
. . . . . . . . . . .
ISCH.206:6 2 0 8 17 70 3 0 0 10 110
E-1 . . . 9 . . . . 1 10
E-2 . . 8 . 10 . . . . 18
E-3 . . . 4 1 1 . . . 6
E-4 2 . . 4 59 2 . . 9 76
. . . . . . . . . . .
ISCH.206:8 0 0 14 11 12 5 1 0 1 44
E-1 . . 10 4 9 5 1 . . 29
E-2 . . 4 7 3 . . . 1 15
. . . . . . . . . . .
ISCH.206:8B 0 0 0 12 7 0 0 2 2 23
E-1 . . . 5 3 . . 2 . 10
E-2 . . . 7 4 . . . 2 13
. . . . . . . . . . .
VCH.300:42 1 0 5 31 92 12 0 4 12 157
E-1 1 . 5 31 92 12 . 4 12 157
. . . . . . . . . . .
TOTAL 5 1 33 206 288 65 1 15 35 649

Cuadro 9.1. Cerámica diagnóstica procedente de excavaciones.

Los resultados del análisis de esta colección nos ha permitido distinguir material cerámico de filiación Moche V, con un total de 206 fragmentos. El sitio con mayor cantidad de fragmentos de estilo Moche V es el ISCH.206: 3, de donde provienen 135 fragmentos. La cerámica Moche V no está aislada, sino que, por el contrario, en la mayoría de los casos está asociado a cerámica de otros estilos del Horizonte Medio (Cuadro 9.1).

Entre las formas más frecuentes tenemos botellas de asa estribo con 81 fragmentos, seguidas por las jarras representadas con 39 fragmentos y las ollas con cuello con 36 fragmentos. También se han registrado fragmentos de tinajas, platos, cántaros, cuencos, ollas sin cuello, partes escultóricas y un fragmento de un instrumento musical, probablemente parte de una caracola o pututo (Cuadro 9.2).

Para la identificación del material Moche V usamos los mismos criterios a partir de los cuales Larco (1948) definió esta fase; cabe decir, básicamente los cambios en la forma, los diseños decorativos y las proporciones relativas de las asas, cuellos y cuerpos para el caso de las botellas de asa estribo. Para identificar las otras formas se consultaron los resultados de trabajos de investigación posteriores en los que están documentadas otras formas asociadas a las botellas de asa estribo (Proulx 1968, 1973; Donnan 1973; Shimada 1976, 1978, 1994; Bawden 1977, 1994; Wilson 1988).

ÉPOCA/ESTILO . TOTAL
Plato Cuenco Taza Olla sin cuello Olla con cuello Cántaro Jarra Botella Tinaja Asa Escultórica Instrumento Musical Indefinido
Horizonte Temprano . . . 1 1 . . 3 . . . . . 5
Gallinazo . . . . . . . . . . . . . 0
Recuay 6 9 . 1 14 . . . . . . 2 . 32
Moche V 5 3 . 3 36 39 5 81 26 1 6 1 . 206
Chimú Temprano 104 1 . 3 54 42 54 19 2 . 9 . . 288
Casma . . . . 64 . 1 . . . . . . 65
Lambayeque . . . . . . . 1 . . . . . 1
Chimú Medio/Tardío . . . . 5 . 2 8 . . . . . 15
Indefinido 4 2 . 7 16 2 . 3 . . . . 1 35
TOTAL 119 15 0 15 190 83 62 115 28 1 15 3 1 647

Cuadro 9.2. Estilos y principales formas de vasijas del sitio ISCH.206:3.

Formas de vasijas
BOTELLAS DE ASA ESTRIBO

A partir del análisis de los 87 fragmentos de botellas, se ha podido distinguir que la mayoría corresponden a botellas con el asa estribo casi triangular, con pico tubular troncocónico, cuerpo semiglobular. En la mayoría de los casos la base es anular o con pedestal ligeramente insinuado y en otros casos la base es plana (Fig. 9.14 a-c).

La decoración pictórica al exterior de estas vasijas está hecha a base de diseños geométricos en línea fina de color rojo oscuro sobre engobe crema. Entre los motivos decorativos destacan triángulos escalonados contrapuestos y volutas en pequeña escala, repetidos en bandas horizontales sobre el cuerpo, combinados con bandas anchas, que también decoran el asa y pico, para el caso de las botellas con base anular (Fig. 9.14 a-b). También existen algunos fragmentos de cuerpo de botellas que muestran decoración con motivos pintados en línea fina que al parecer forman parte de escenas complejas (Fig. 9.15 c-g). Existen igualmente fragmentos que muestran decoración a base de una combinación de bandas anchas de color rojo oscuro pintadas sobre engobe color crema localizadas en la base del cuerpo, sobre el asa y sobre el pico (Figs. 9.14 c, 9.15 a-b). Se han registrado también fragmentos de bases planas con pintura exterior de color rojo.

JARRAS

Los 39 fragmentos de cuello correspondientes a esta forma de vasija se pueden dividir en tres grupos. Un primer grupo está compuesto por las “jarras de cuello efigie”, las cuales se caracterizan por llevar sobre el cuello un rostro humano moldeado a presión. La superficie exterior es alisada, de color rojo con zonas de color gris a negro por defectos de la cocción (Fig. 9.16 a-b). Nuestra colección incluye una vasija completa representativa de esta forma; tiene un cuello efigie con representación zoomorfa, probablemente de un murciélago (Fig. 9.16 c).

.

.......

Fig. 9.15. Fragmentos de asa estribo con bandas de color rojo sobre crema: a) ISCH.206:3, E-1; b) ISCH.206:8, E-1). Fragmentos de cuerpo con decoración de línea fina: c) a e) ISCH.206:3, E-1; f) y g) VCH.300:42, E-1.

Un segundo grupo está compuesto por vasijas con cuello alto, recto a ligeramente evertido y de paredes directas a ligeramente cóncavas. Por lo general la superficie exterior es alisada, de color rojo (Fig. 9.17 a-g). En nuestra colección sólo un fragmento de jarra con cuello alto y angosto presenta engobe de color rojo y la superficie pulida (Fig. 9.17 a).

El tercer grupo está constituido por vasijas con cuello más corto y evertido, de paredes directas a ligeramente cóncavas. La superficie es de color rojo y acabado alisado (Fig. 9.18 a-e).

.

...

Fig. 9.16. Fragmentos de asa estribo con bandas de color rojo sobre crema: a) ISCH.206:3, E-1; b) ISCH.206:8, E-1. Fragmentos de cuerpo con decoración de línea fina: c) a e) ISCH.206:3, E-1; f) y g) VCH.300:42, E-1.

.

.......

Fig. 9.17. Fragmentos de jarras con cuello alto: a) ISCH.2068B, E-1; b) ISCH.206:3, E-16; c) a g) VCH.300:42, E-1.

.

.....

Fig. 9.18. Fragmentos de jarras con cuello evertido. a) y b) ISCH.206:3, E-1; c) ISCH.206:3, E-17; d) ISCH.206:8, E-1; y e) ISCH.206:3, E-1.

 

Las jarras presentan bases con pedestal (Fig. 9.19 a-c) y bases planas (Fig. 9.19 d-e); estas últimas parecen corresponder mayormente a vasijas más pequeñas. Existen igualmente fragmentos de cuerpo y de base de jarras con baño blanco exterior, jarras con bandas blancas sobre fondo de color rojo natural de acabado alisado, así como base con engobe exterior de color rojo (Fig. 9.19 d).

OLLAS CON CUELLO

Los 36 fragmentos de ollas con cuello se pueden dividir en dos grupos: vasijas con cuello ancho recto (Fig. 9.20 e) y vasijas con cuello evertido (Fig. 9.20 a-c). Menos numerosos son los fragmentos de olla con cuello muy corto y evertido (Fig. 9.20 d). En todos los casos, la superficie exterior es de color rojo y el acabado es alisado.

.

..........

Fig. 9.19. Fragmentos de bases de jarras: a) Fig. 9.20. Fragmentos de ollas con cuello: a) ISCH.206:3, E-1; b y c) ISCH.206:8, E-2; d) ISCH.206:8B, E-2; b) a d) VCH.300:42, EISCH.206:3, E-20; e) ISCH.206:3, E-17. 1; e) ISCH.206:3, E-1.

DISTRIBUCIÓN DE LA CERÁMICA

Hay que mencionar, antes de proseguir, que los datos que se ofrecen a continuación se han obtenido en base de la suma de los materiales recuperados en los diferentes niveles de excavación (Cuadros 9.1 y 9.2). Hay que considerar que las estructuras excavadas no presentan pisos fabricados sino superficies apisonadas.

Sitio ISCH.206: 3

Este sitio tiene un total de 315 fragmentos diagnósticos distribuidos en las estructuras 1, 3, 16, 17 y 20. Del total de fragmentos los resultados arrojan una mayor cantidad de cerámica de estilo Moche V con 139 fragmentos, seguida por cerámica de estilo Chimú Temprano con 107 fragmentos, y cerámica de estilo Casma con 45 fragmentos (Fig. 9.22 cd).

Fig. 9.21. Vasijas de estilo Chimú Temprano: a-c) Platos con decoración moldeada a presión. ISCH.206: 3, E-1; d) Jarra color gris oscuro con decoración moldeada a presión. ISCH.206: 5.

....

 

Estructura E-1. De los 115 fragmentos recuperados de la excavación de esta estructura, 58 corresponden al estilo Chimú Temprano y 45 fragmentos son de estilo Moche V. La forma más frecuente para Chimú Temprano es el plato con 90 fragmentos (Fig. 9.21 a-c). Para el estilo Moche V tenemos 16 fragmentos de botellas, 9 fragmentos de ollas con cuello y 8 fragmentos de tinajas.

Estructura E-3. De los 77 fragmentos diagnósticos recuperados en la excavación de esta estructura, 37 fragmentos corresponden al estilo Chimú Temprano y 19 al estilo Moche V. La forma más frecuente para el estilo Chimú Temprano es el plato con 17 fragmentos, seguida por la olla con cuello (Fig. 9.22 a) y el cántaro, cada cual con 7 fragmentos.

Estructura E-16. Se hallaron 44 fragmentos en la excavación de esta estructura. Del total, 41 fragmentos corresponden al estilo Moche V y 3 son de estilo Chimú Temprano. La forma más frecuente para Moche V es la botella de asa estribo con 39 fragmentos. Dos fragmentos de jarra provienen de la capa superficial. Los tres fragmentos de cerámica de estilo Chimú Temprano corresponden a ollas con cuello, único material diagnóstico de la capa 1.

Fig. 9.22. Vasijas de estilos Chimú

....

Temprano: a) Olla con cuello y decoración moldeada a presión, ISCH.206: 3, E-3; b)

Olla con cuello y decoración moldeada a presión, ISCH.206: 8, E-1; Vasijas de estilo Casma: c) y d) Ollas con cuello y decoración con aplicaciones e incisiones, punteado y círculos con punto en relieve, sitios ISCH.206: 3, E-3 y VCH.300: 42, E1, respectivamente.

Estructura E-17. De los 11 fragmentos diagnósticos procedentes de esta estructura, 7 son de estilo Moche V, siendo la forma más frecuente la botella con 3 fragmentos y la olla con cuello con 2 fragmentos.

Estructura E-20. Hay un total de 68 fragmentos diagnósticos recuperados de las excavaciones, de los cuales 37 son de estilo Casma, 23 de estilo Moche V y 8 son Chimú Temprano. La forma más común para el estilo Casma es la olla con cuello con 37 fragmentos. Para Moche V existen 14 fragmentos de tinajas, 3 fragmentos de botellas y 3 piezas escultóricas.

Sitio ISCH.206: 6

Este sitio tiene un total de 110 fragmentos diagnósticos procedentes de las estructuras 1, 2, 3 y 4. La cerámica de estilo Chimú Temprano es la más numerosa, con 70 tiestos, mientras que existen 11 tiestos Moche V.

Estructura E-1. Con sólo 10 fragmentos procedentes de la excavación, de los cuales 9 son de estilo Moche V. De estos 9 fragmentos, 8 corresponden a jarras y un fragmento a una olla con cuello.

Estructura E-2. De esta estructura provienen 18 fragmentos diagnósticos, de los cuales 10 corresponden al estilo Chimú Temprano y 8 de estilo Recuay. La forma más común de la cerámica Chimú Temprano es la botella con 10 fragmentos y para el estilo Recuay la jarra con 8 fragmentos.

Estructura E-3. De los 6 fragmentos provenientes de la excavación de esta unidad, 4 corresponden al estilo Moche V y los dos restantes al estilo Casma y Chimú Temprano respectivamente. La forma más frecuente para el estilo Moche V es la olla con cuello (4 fragmentos).

Estructura E-4. De los 76 fragmentos recuperados de la excavación, 59 corresponden al estilo Chimú Temprano y 4 al estilo Moche V. Las formas más comunes de la cerámica Chimú Temprano son la jarra con 31 fragmentos, el cántaro con 8 fragmentos, así como el plato y la olla con cuello con 6 fragmentos cada una. En el caso de Moche V, hay dos fragmentos de olla con cuello, un fragmento de jarra y un fragmento de vasija escultórica.

Sitio ISCH.206: 8

Existe un total de 44 fragmentos diagnósticos procedentes de las excavaciones de las estructuras E-1 y E-2. De este total, 12 fragmentos corresponden al estilo Chimú Temprano, 11 al estilo Moche V y 14 fragmentos de estilo Recuay así como de otro componente serrano muy similar a cerámica de estilo Cajamarca (Terada y Matsumoto 1985).

Estructura E-1. De los 29 fragmentos recuperados de excavación, 10 son de estilo Recuay, 9 son de estilo Chimú Temprano, 5 son de estilo Casma (Fig. 9.22 b) y 4 fragmentos son Moche V. Las formas más comunes para Chimú Temprano son el cántaro con 4 fragmentos y el plato con 3 fragmentos. Los fragmentos Recuay corresponden a un cuenco y los 5 fragmentos Casma a ollas con cuello.

Estructura E-2. De los 15 fragmentos recuperados de excavación, 7 corresponden al estilo Moche V, 3 son Chimú Temprano y 4 son Recuay. Las formas más comunes para el estilo Moche V son la jarra con 3 fragmentos y la olla con cuello con 2 fragmentos. El Chimú Temprano está representado por 3 fragmentos de plato y Recuay con 2 fragmentos de cuenco y 2 de plato.

Sitio ISCH.206: 8B

Tiene un total de 23 fragmentos diagnósticos procedentes de las excavaciones en las estructuras E-1 y E-2. El mayor porcentaje de fragmentos corresponde al estilo Moche V con 12 tiestos, seguido por Chimú Temprano con 7 tiestos.

Estructura E-1. En esta excavación se recuperaron 10 fragmentos, de los cuales 5 fragmentos son de estilo Moche V y 3 fragmentos de estilo Chimú Temprano. La forma más común para Moche V es el cántaro con 4 fragmentos y para el Chimú Temprano la olla con cuello, botella y la jarra, cada cual representada por un fragmento.

Estructura E-2. De los 13 fragmentos recuperados de excavación, 7 fragmentos corresponden al estilo Moche V y 4 al estilo Chimú Temprano. Son formas más comunes la jarra con 4 fragmentos para Moche V y la olla con cuello con 4 fragmentos para el Chimú Temprano.

Sitio VCH.300: 42

Con 157 fragmentos diagnósticos procedentes de la excavación de una sola estructura trabajada para este sitio (la estructura E-1). De estos fragmentos 92 corresponden al estilo Chimú Temprano, 31 fragmentos son de estilo Moche V y 12 tiestos son de estilo Casma. La forma más común para Chimú Temprano es el cántaro con 35 fragmentos, seguida por la olla con cuello con 27 fragmentos y el plato con 17 fragmentos. Para Moche V las formas más comunes son la botella de asa estribo con 10 fragmentos y la olla con cuello con 8 fragmentos.

DISCUSIÓN
Cronología

Los trabajos realizados en los caminos C-1 y C-3 y en los asentamientos adyacentes en el desierto entre los valles de Santa y Chao aportan nuevos datos sobre la presencia Moche V en los territorios al sur del valle de Moche, considerado como límite o frontera meridional del área de influencia mochica durante el Horizonte Medio.

Las evidencias disponibles confirman su filiación Moche V. Cerámica de esta fase se encontró en 13 estructuras simples y complejas de las 22 excavadas, pertenecientes a 5 sitios, uno asociado al camino C-1 y cuatro asociados al camino C-3. Estos datos indicarían por lo tanto que los caminos C-1 y C-3, a los cuales se encuentran asociadas las estructuras excavadas, habrían sido utilizados durante esta época.

Sin embargo, los reconocimientos en el área desértica entre los valles de Chao y Santa han puesto en evidencia la existencia de caminos y otras instalaciones que podrían remontarse a épocas anteriores (Cárdenas 1976, Uceda 1988, Wilson 1988, Uceda et al. 1990). Es posible, entonces, que los caminos C-1 y C-3 hayan sido reutilizados o reacondicionados durante la época de ocupación Moche V y que las rutas sean más antiguas, tal como se desprende del hallazgo de cerámica de épocas más tempranas al interior de algunas construcciones asociadas a los caminos. Esto implica que no todas las edificaciones adyacentes a estos caminos son coetáneas (Pimentel 1994: 35).

Un hecho que llama nuestra atención es el hallazgo frecuente de cerámica comparable al denominado Chimú Temprano (Donnan y Mackey 1978) o Chimú 1 (Mackey 1986), así como cerámica de estilo Casma en asociación con cerámica Moche V. Cerámica de estos tres estilos del Horizonte Medio se encuentra tanto en la superficie como en las unidades excavadas. Por otro lado, la estratigrafía de las unidades excavadas refleja una sola ocupación. Esta asociación fortuita podría explicarse por el hecho que los caminos fueron utilizados en épocas posteriores a la ocupación Moche V (Wilson 1988, Pimentel 1994).

Los caminos estudiados conducen hacia el sur en dirección a la quebrada Cenicero en el valle de Santa, donde recientemente se ha documentado evidencias Moche IV y Moche V, así como también restos de otros estilos del Horizonte Medio (Jesús Briceño, comunicación personal 1999). Hacia el norte los caminos conducen a la parte media y baja del valle de Chao, donde se encuentran cerro Huasaquito y cerro Buena Vista, dos importantes sitios cuya ocupación se remontaría al Horizonte Medio (Wilson 1988: 248).

Tambos, planificación y control estatal

Hemos documentado por lo menos tres categorías de construcciones asociadas a los caminos; las dos primeras comprenden recintos de planta sencilla, de uno o dos ambientes. El tercer grupo está constituido por edificaciones complejas, de planta ortogonal, compuestas por varias habitaciones, patios y cuartos alineados, presumiblemente para almacenamiento.

La excavación en las estructuras complejas de cada uno de estos sitios revela la presencia de formas de vasijas comunes a las de otras construcciones, pero es mayormente en las construcciones complejas que se hallaron vasijas grandes que podrían haber servido para almacenar o conservar agua y/o alimentos, indispensables para la atención a los viajantes en los tambos o posadas.

Las características de las construcciones complejas de planta ortogonal a la vera de los caminos, su asociación con grandes espacios cercados tipo corral, así como la distancia que existe entre estos sitios y los valles adyacentes, nos llevó a considerarlos como tambos, cuya existencia generó a su alrededor el crecimiento de pequeños centros poblados. Es posible que la construcción de estas instalaciones fue planificada. Se entiende por tambo aquella instalación que sirvió de posada o estación de descanso para los viajantes que circularon por estos caminos.

Fig. 9.23. Fragmentos de cuenco: a) VCH.300:42, E-

..

1; b) Fragmento de cuenco proveniente de Galindo (Cf. Bawden 1994: 217).

Tráfico de bienes

La presencia de objetos virtualmente idénticos en zonas alejadas sugiere que algunos productos eran movilizados a grandes distancias. La cerámica hallada en Pampa Colorada comparte rasgos propios del estilo Moche V en el territorio mochica del sur. La existencia de lotes de “vajilla fina” con formas y decoraciones tradicionales y atípicas similares a la cerámica que se encuentra en Galindo, confirma el desplazamiento de bienes a distancia (Fig. 9.23. a-b).

La cerámica fina en asociación a los caminos y estructuras asociadas en Pampa Colorada es similar a la que se encuentra en mayor proporción en la arquitectura más elaborada de Galindo, como son las cercaduras, conjuntos con plataformas y residencias complejas, por lo que se trataría de cerámica vinculada a actividades de la elite.

A excepción de los tambos, no existen construcciones elaboradas ni de carácter ceremonial Moche V en Pampa Colorada. Consecuentemente, es posible que la cerámica fina hallada en esta área haya sólo estado de tránsito y que ésta habría sido destinada a individuos de alto estatus residentes en los valles al sur de Moche. Sin embargo, no estamos en la capacidad de afirmar si la elite o las elites que requirieron de la cerámica vinculada al poder y la ideología Moche eran o no mochicas.

Otros tipos de bienes, como tejidos o metales también pudieron haber circulado por los caminos al sur del valle de Moche, pero a diferencia de la cerámica, no fueron abandonados como se hizo con la cerámica rota in situ.

Los bienes se estarían dirigiendo hacia el valle del Santa o posiblemente más al sur, para ser entregados o distribuidos a las elites locales. En el valle de Santa y en los valles más al sur la presencia de artefactos Moche V es muy débil. Pero nos preguntamos también si la muestra es deficiente. No se han realizado excavaciones intensivas ni extensivas en sitios Moche al sur del valle de Moche y la mayoría de los datos disponibles provienen mayormente de recolecciones superficiales o de contextos disturbados.

La cerámica

Basándonos en los datos del cuadro de cerámica por unidades de excavación (Cuadro 9.1), podemos notar claramente que las diferentes estructuras de los sitios en el área de estudio evidencian una ocupación importante durante el Horizonte Medio, predominando el denominado estilo Chimú Temprano (288 fragmentos), seguido por cerámica de estilo Moche V (206 fragmentos).

Por otro lado, hay cerámica en porcentajes no representativos que corresponde a otros estilos o épocas. Así, tenemos el caso de cerámica de estilo Recuay con 33 fragmentos, de estilo Casma con 65 fragmentos y Chimú Medio a Tardío con 15 fragmentos. El material del Horizonte Temprano está compuesto únicamente por 5 fragmentos y existe un solo fragmento Gallinazo del tipo Castillo Modelado Inciso del periodo Intermedio Temprano (Strong y Evans 1952, Willey 1953), y un fragmento posiblemente de estilo Lambayeque.

Debe mencionarse, igualmente, que se ha registrado 35 fragmentos considerados como indefinidos por estar muy erosionados, ser muy pequeños o por tratarse a veces de formas domésticas, categoría en la cual por el parecido de formas para diferentes épocas es difícil definir su filiación.

CONSIDERACIONES FINALES

Existen evidencias que indican el uso de los caminos y estructuras asociadas de Pampa Colorada desde por lo menos el periodo Intermedio Temprano, tal como se desprende del hallazgo de cerámica de este periodo y aún de épocas más tempranas al interior de algunas construcciones asociadas. A pesar que no todas las edificaciones adyacentes a los caminos son coetáneas, no cabe la menor duda que las ocupaciones más importantes se dieron durante el Horizonte Medio.

El sistema de caminos y tambos habría formado parte de una red con administración centralizada que regulaba la construcción de los tambos, así como el control del tráfico de bienes de un valle a otro. La red de caminos y tambos debió formar parte de una estrategia de control territorial, cuya planificación estuvo a cargo de las elites gobernantes en los valles adyacentes contemporáneas con Moche V.

Los datos de Pampa Colorada definitivamente no pueden modificar nuestra percepción actual según la cual no habría existido un control de los valles al sur del valle de Moche durante la fase Moche V. Sin embargo, poco sabemos acerca de los cambios ocurridos en el seno de las sociedades y de las entidades políticas emergentes inmediatamente después del supuesto fin del dominio mochica en el sur y menos qué tipo de relaciones se mantuvieron con las entidades políticas Moche V aún vigentes en el valle de Moche y más al norte. Sólo mediante investigaciones intensivas entre los valles de Santa y Huarmey se podrán resolver algunos de estos problemas.

Los artefactos y la densidad de restos orgánicos que se encuentran al interior de las estructuras complejas que definimos como tambos, reflejan una ocupación relativamente prolongada y no un uso ocasional. Durante el Horizonte Medio existían en el área de Pampa Colorada grupos humanos asentados en medio del desierto, en puntos ubicados a una jornada de travesía desde los valles adyacentes, con posadas donde los viajeros, tratantes y arrieros de animales de carga podían tomar descanso o pernoctar.

El establecimiento prolongado de estos grupos humanos en el área podría tener relación con obligaciones de tipo estatal, puesto que se trataría no sólo de mantener un grupo de personas dedicadas de atender a viajeros, oficiales o particulares, sino también de controlar el traslado de bienes y personas de un valle a otro.

BIBLIOGRAFÍA

BAWDEN, Garth

1977 Galindo and the Nature of the Middle Horizon in Northern Coastal Peru. Ph.D. Dissertation. Department of Anthropology, Harvard University. Cambridge, Massachusetts. 1982 “Galindo. A study in cultural transition during the Middle Horizon”. En: Chan Chan: Andean Desert City, M. E. Moseley y K. C. Day, editores, págs. 285-320. Albuquerque, University of New Mexico Press.

1994 “Nuevas formas de cerámica Moche V procedentes de Galindo, valle de Moche, Perú”. En: Moche: propuestas y perspectivas. Actas del Primer Coloquio sobre la Cultura Moche (Trujillo, 12 al 16 de abril de 1993), Santiago Uceda y Elías Mujica, editores. Travaux de l’Institute Français d’Etudes Andines 79: 207-221. Lima, Universidad de La Libertad Trujillo, Instituto Francés de Estudios Andinos y Asociación Peruana para el Fomento de las Ciencias Sociales.

BECK, Colleen Marguerite

1979 Ancient Roads on the North Coast of Peru. Ph.D. Dissertation. Department of Anthropology, University of California. Berkeley.

BONAVIA, Duccio

1982  Los Gavilanes. Mar, desierto y oasis en la historia del hombre. Lima, COFIDE – Instituto Arqueológico Alemán.

1992  Perú hombre e historia. De los orígenes al siglo XV. Tomo I: 398-399. Lima, Ediciones Edubanco.

CÁRDENAS, Mercedes

1976 Informe preliminar del trabajo de campo en el valle de Chao. Lima, Instituto Riva Agüero, Pontificia Universidad Católica del Perú.

CASTILLO, Luis Jaime y Christopher B. DONNAN

1994 “Los mochicas del norte y los mochicas del sur, una perspectiva desde el valle de Jequetepeque”. En: Vicús, Krzysztof Makowski y otros, págs. 143-181. Colección Arte y Tesoros del Perú. Lima, Banco de Crédito del Perú.

CONKLIN, William J.

1978 “Estructura de los tejidos Moche”. En: Tecnología Andina, Rogger Ravines, compilador, págs. 299-332. Lima, Instituto de Estudios Peruanos e Instituto de Investigación Tecnológica Industrial y de Normas Técnicas.

DONNAN, Christopher B.

1973  Moche Occupation in the Santa Valley, Perú. University of California Press Publications in Anthropology, Vol. 8. Berkeley y Los Angeles, University of California Press.

DONNAN, Christopher B. y Carol J. MACKEY

  1978  Ancient Burial Patterns of the Moche Valley, Perú. Austin, University of Texas Press.

HYSLOP, John

  1984  The Inca Road System. Orlando y New York, Academic Press.

1992 Qhapaqñan. El sistema vial incaico. Lima, Instituto Andino de Estudios Arqueológicos y Petróleos del Perú.

INADE (Instituto Nacional de Desarrollo)

1991 Estudio agrológico semidetallado del sector 1 (Margen izquierda del valle de Chao). Convenio PE-CHAVIMOCHIC – INADE. Lima, Instituto Nacional de Desarrollo.

KOSOK, Paul

  1965  Life, Land and Water in Ancient Peru. New York, Long Island University Press.

LARCO HOYLE, Rafael

1948  Cronología arqueológica de la costa norte del Perú. Primera edición. Biblioteca del Museo de Arqueología “Rafael Larco Herrera”, Hacienda Chiclín, Trujillo. Buenos Aires, Sociedad Geográfica Americana.

MACKEY, Carol J.

1986 “La cerámica Chimú a fines del Horizonte Medio”. Revista del Museo Nacional 47: 73-91. Lima, Perú 1983-1985.

ONERN (Oficina Nacional de Evaluación de Recursos Naturales)

1973 Inventario, evaluación y uso racional de los recursos naturales de la costa. Cuencas de los ríos Virú y Chao. 2 Vols. Lima, Oficina Nacional de Evaluación de Recursos Naturales. PIMENTEL, Víctor

1991 Informe de avance de obra (febrero-julio 1991). Proyecto de Rescate Arqueológico CHAVIMOCHIC. Trujillo, Instituto Nacional de Cultura/La Libertad.

1994 Caminos y asentamientos prehispánicos en Pampa Colorada, valle de Chao. Informe de Prácticas Pre-Profesionales. Trujillo, Universidad Nacional de Trujillo, Facultad de Ciencias Sociales, Escuela Académico Profesional de Arqueología.

PIMENTEL, Víctor, María Isabel PAREDES, Víctor VÁSQUEZ y Teresa ROSALES

1991 Pampa Colorada-valle de Chao. Informe final (diciembre 1991). Proyecto de Rescate Arqueológico CHAVIMOCHIC. Trujillo, Instituto Nacional de Cultura/La Libertad.

PROULX, Donald A.

1968  An Archaeological Survey of the Nepeña Valley. Department of Anthropology, Research Report 2. Amherst, University of Massachusetts.

1973  Archaeological Investigations in the Nepeña Valley, Peru, Department of Anthropology, Research Report 13. Amherst, University of Massachusetts.

SHIMADA, Izumi

1976 Socioeconomic Organization at Moche V Pampa Grande, Peru: Prelude to a Mayor Transformation to Come. Ph.D. Dissertation. Department of Anthropology, University of Arizona. Ann Arbor, Microfilms International.

1978 “Economy of a prehistoric urban context: Commodity and labor flow in Moche V Pampa Grande, Peru”. American Antiquity 43 (4): 569-592. Washington, D.C., Society for American Archaeology.

  1994  Pampa Grande and the Mochica Culture. Austin, University of Texas Press.

STRONG, William D. y Clifford EVANS Jr.

1952 Cultural Stratigraphy in the Virú Valley, Northern Perú. Columbia University Studies in Archaeology and Ethnology, Vol. 4. New York, Columbia University Press.

TERADA, Kasuo y Ryozo MATSUMOTO

1985 “Sobre la cronología de la tradición Cajamarca”. En: Historia de Cajamarca I. Arqueología. Silva, Espinoza y Ravines, editores, págs. 67-89. Cajamarca, Instituto Nacional de Cultura. UCEDA, Santiago

1988 Catastro de los sitios arqueológicos del área de influencia del canal de irrigación Chavomochic: valles de Santa y Chao. Serie Patrimonio Arqueológico Zona Norte/1. Trujillo, Instituto Departamental de Cultura-La Libertad.

UCEDA, Santiago, José CARCELÉN y Víctor PIMENTEL

1990 Catastro de los sitios arqueológicos del área de influencia del canal de irrigación Chavomochic: valles de Santa (Palo Redondo) y Virú. Serie Patrimonio Arqueológico Zona Norte/2. Trujillo, Instituto Departamental de Cultura-La Libertad y Proyecto Especial de Irrigación Chavimochic.

VÁSQUEZ SÁNCHEZ, Víctor F. y Teresa E. ROSALES THAM

1991a Análisis cualitativo del material orgánico de Pampa Colorada. Proyecto de Rescate Arqueológico CHAVIMOCHIC, octubre de 1991. Trujillo, Instituto Nacional de Cultura/ La Libertad.

1991b Análisis del material orgánico de Pampa Colorada-valle de Chao. Informe final (diciembre 1991). Proyecto de Rescate Arqueológico CHAVIMOCHIC. Trujillo, Instituto Nacional de Cultura/La Libertad.

VON HAGEN, Víctor

  1976  Highway of the Sun. New York, Duell, Sloan and Pearce, editores.

WILLEY, Gordon R.

1953 Prehistoric Settlement Patterns in the Virú Valley, Perú. Smithsonian Institution, Bureau of American Ethnology, Bulletin 155. Washington, D.C.

WILSON, David J.

1988 Prehispanic Settlement Patterns in the Lower Santa Valley, Peru. A Regional Perspective on the Origins and Development of Complex North Coast Society. Washington, D.C., Smithsonian Institution Press.

304  V. Pimentel y M. I. Paredes

Estudio Zooarqueologico de un sitio domestico del Período Gallinazo Virú – Valle Medio

  • Generalidades
  • Medio Ambiente
  • Investigación Arqueológica
  • Metodología
  • Resultados
  • Discución e interpretaciones
  • Comentarios
  • Bibliografia
Lugar estudiado

I. GENERALIDADES

1.- Ubicación Geográfica

El valle de Virú está integrado a la franja costeña septentrional, perteneciendo a la vertiente occidental de la cordillera de los Andes, situándose entre los valles de Moche al Norte, y de Chao hacia el Sur, con 8°20’32» de latitud meridional. Forma parte de la cuenca del río Virú, el que presenta una distancia media de 25 Km. (ONERN 1973:44)

La zona de estudio se encuentra ubicada en el flanco Oeste del cerro Castillo, colindando con el sector denominado Pampa de Pur-Pur; aproximadamente a 1.5 Km al Noreste del conjunto monumental Castillo de Tomabal, área que corresponde al Distrito de Virú, Provincia de Virú, Departamento de la Libertad Lugar estudiado

2.- Medio AmbienteEl medio ambiente de la formación Desierto Pre-montano (d-PM), se caracteriza por presentar un clima extremadamente árido y semi-cálido, con ligeras precipitaciones, donde se registran unos 7 mm anuales hasta unos 40 a 50 mm en el nivel altitudinal superior; la temperatura promedio es de 20.3° C. El área observada (T-A2) corresponde a pampas y colinas per-áridas (0-900 m.s.n.m) con suelos litosólicos esqueléticos sin valor agrícola, su relieve es complejo, mayormente accidentado, el material madre está constituido por rocas volcánicas intercaladas con sedimentos, actualmente es zona desértica en vías de habilitación para el riego. Sus características biológicas arrojan ausencia o escasa vegetación con algunas cactáceas y capparidáceas en laderas de montañas aisladas. (ONERN 1973:43-46)

3.- Investigación Arqueológica

3.1. Antecedentes

El valle de Virú no solamente presenta una considerable densidad de sitios arqueológicos ubicados cronológicamente en diferentes periodos culturales, sino también es evidente.- a partir de los estudios desarrollados en esta región de la costa Norte de Perú.- que fue escenario del origen y desarrollo de una tradición ó manifestación cultural propia denominada «Gallinazo» por Bennett (1939), y «Virú» por Larco Hoyle (1948), quien en 1933, reporta en la Pampa Los Cocos cerca a las Huacas del Sol y La Luna (Valle de Moche), la primera tumba con cerámica que corresponde a este estilo cultural, caracterizada por su cerámica con decorado negativo, y sus grandes conjuntos monumentales, o «castillos fortificados»: Castillo de Tomaval, Castillo San Juan, Castillo de Saraque, y el Castillo Napo, que ocupan sectores estratégicos en la sección media del Valle de Virú (Willey 1953); constituyéndose en los principales núcleos arquitectónicos, compuestos además por un conjunto de estructuras accesorias, como son las grandes murallas perimetricas, plazas, plataformas, cementerios y sectores habitacionales, emplazados a su alrededor. Asimismo; los centros urbanos ceremoniales estudiados por Bennet (1950) donde destaca el Grupo Gallinazo caracterizan el patrón arquitectónico en esta sección del Valle Bajo, donde se registraron conjuntos habitacionales de planta ortogonal, utilizando el adobe y la tapia como principal elemento constructivo, los mismos que se asocian a montículos o pirámides de estructura compacta con una evidente tendencia a la orientación cardinal y el uso racional del espacio, teniendo en cuenta; que existe una superposición de estructuras, marcada por la sobreelevación de las mismas.

En el valle medio se registra una gran concentración de recintos aglutinados, elaborados en masposteria de piedra con doble paramento, estos se encuentran diseminados a lo largo del flanco occidental de la cordillera, sector donde se ubica nuestra área de investigación.

Estudios recientes realizados por el Proyecto CHAVIMOCHIC, en el cementerio VM-150, del Sector Cerro Oreja (Valle de Moche), han develado un conjunto de recintos funerarios elaborados en mamposteria de piedra canteada con doble paramento; compuestos por espacios necrológicos, donde se han definido, un aproximado de 320 entierros, asociados a elementos ceramográficos, metalúrgicos y arqueofaunísticos, dispuestos a manera de ofrendas. Asimismo; en el sitio se ha registrado una superposición de estructuras con fines de uso doméstico, reportándose una gran densidad de recintos habitacionales, las mismas que se asocian a estructuras públicas levantadas con adobe y piedra dispuestas en diferentes sectores del área investigada. A partir de la magnitud del sitio y los alcances del mencionado proyecto estaríamos frente a uno de los complejos de ocupación Gallinazo más importantes de esta región.

Las exploraciones y excavaciones desarrolladas por el Proyecto Sicán, plantean la probable área de in fluencia de esta cultura. «… Nuestro estudio muestra que durante los tres o cuatro siglos despues de Cristo, la Cultura Gallinazo tuvo una distribución en toda la costa Norte, cubriendo al menos desde Casma, al Sur, y La Leche (probablemente hasta Piura), por el Norte, esencialmente la misma extensión alcanzada algo más tarde por los Moche». (Shimada y Maguiña 1994:33).

Los futuros trabajos reafirmarán o descartarán dichas apreciaciones, lo cierto e incuestionable es que la cultura Gallinazo nunca perdió identidad étnica, constituyéndose en el principal antecedente de la cultura Moche.

3.2. Métodos de Excavación

El área se delimitó tomando como referencia los puntos de la poligonal existente en el terreno (PP-2/PP3), de cuyo eje se proyectaron tres unidades de excavación de 10 por 10 metros cada una, tomándose como punto de referencia el ángulo Noreste de cada unidad para el control altitudinal. Todo el proceso se efectuó utilizando instrumental adecuado a cada contexto que debió intervenirse, el control de los mismos se realizó por niveles naturales.

El sistema de registro fue tridimensional, subdividiéndose en cuadrículas de 1 m., utilizando cordeles horizontales y verticales, dibujando planos que reflejan las remodelaciones del sector; asignando a cada estructra, una categoría y número correlativo, describiendo en el cuaderno de campo y ficha respectiva cada nivel de excavación, detallando: textura, color, composición y las evidencias asociadas al contexto arqueológico; el registro gráfico se sustenta en una simbología objetiva para las diversas convenciones del terreno, culminando con el registro fotográfico.

3.3. Datación y Estratificación

La metodología empleada (excavación en área), nos permite tener una visión más completa en cuanto al sistema de distribución espacial, determinando las modificaciones o remodelaciones con dos fases arquitectónicas, prestándole singular atención a las técnicas constructivas que nos permita determinar su filiación cultural y cronología relativa. El patrón constructivo consiste, en habilitar el terreno a través de la acumulación de materiales transportados con textura semicompacta (tierra, grava, arena); logrando su aterrazamiento, para luego ser delimitados por muros de contención en doble paramento, sobre los cuales se levantan las estructuras; con una tendencia que se logró definir a partir de las remodelaciones, de ir reduciendo los espacios y sellando los accesos de los recintos y corredores, y la reutilización o sebreelevación de las estructuras existentes; denotando un patrón arquitectónico que es característico de la cultura Gallinazo (Lámina Nº 4).

El análisis ceramográfico nos permite reafirmarlo, a partir de diversos fragmentos de material cerámico y los recipientes completos (Recintos 14, 15, 22) que conservan la técnica del negativo y los denominados apéndices ornamentales con motivos zoomorfos (cabezas de ardilla, felinos, monos) que corresponden al periodo Gallinazo o Virú. Los estudios de Heydi Fogel (1987: Fig. 15-39) asocia este tipo de material cerámico a la Fase Media o Gallinazo Medio.

3.4. Métodos de Recuperación de la Muestra Faunística

Los materiales orgánicos provenientes del proceso de excavación fueron registrados de acuerdo a su emplazamiento original.

Para el caso de la concentración de restos óseos y malacológicos dispuestos sobre superficies de uso o pisos, se procedió a su registro descriptivo, tridimensional y fotográfico; (Ejem. Recintos 13 y 20), teniendo en cuenta su asociación y tratándose de elementos diagnósticos de primer orden que reflejan el uso o consumo de una especie de invertebrado en este caso Scutalus proteus, actividad que está asociada a un determinado nivel de ocupación.

Asimismo, la naturaleza de la ocupación y el patrón constructivo nos ha permitido reportar como contenido de los rellenos arquitectónicos, una considerable cantidad de muestras arqueofaunísticas al interior de los mismos. El mecanismo utilizado para trasladar los materiales procedentes de las superficies de ocupación -a parte de su recolección- fue a través de cubos de 10 litros y tamizados en mallas de 1/4″ y 1/8″, para luego ser clasificados arbitrariamente como restos orgánicos: óseos, moluscos, malacológicos, etc., depositándolos en bolsas plásticas debidamente rotuladas para su posterior identificación taxonómica.

3.5. Procesos Tafonómicos Observados en el Campo

El sector T-A2 se encuentra ubicada en un área con marcado desnivel, el reconocimiento previo permite identificar las características más notables de su topografía, reportando un terreno con gran acumulación de material pétreo mezclado con restos culturales en la superficie, producido como efecto de un intenso proceso de escombraje; generando la destrucción y sellado parcial o total de las evidencias arquitectónicas desde el momento de su abandono. La Unidad 1, por su emplazamiento (ubicada en la parte más elevada), presenta mejor conservación en relación a la Unidad 3, que se constituye en la sección más afectada (parte más baja).

A todo ello debemos agregar otros procesos pertotáxicos a partir de la meteorización originados por condiciones de humedad ambiental y cambios drásticos de temperatura, producto de ligeras lluvias en la temporada de avenidas de agua, como la experimentada durante el proceso de excavación en los meses de Noviembre y Diciembre (sin tener en cuenta los fenómenos ENSO ocurridos en las últimas centurias); resulta obvio sostener que los fenómenos antes mencionados afectaron con mayor intensidad el nivel superficial del área intervenida.

Es importante señalar que la mayoría de los materiales provenientes de la excavación (Unidades 1, 2 y 3) se encuentran en buen estado de conservación, sólo en algunos casos, como se ha observado en las vértebras cervicales, toráxicas y lumbares, presentan ausencia de las apófisis espinosas.

También se han registrado en los especímenes y elementos que componen la muestra arqueofaunística, presencia de colonias de hongos e impregnación de sales; evidenciando un tiempo considerable de exposición al aire libre, factor que es detallado en capítulo aparte.

4.- El Estudio Zooarqueológico

El estudio zooarqueológico a desarrollar con los materiales provenientes del sector doméstico denominado T-A2, a través de las diversas evidencias arqueofaunísticas, nos permiten plantear a manera de sugerencias tentativas, propuestas relacionadas a aspectos paleoecológicos y patrones de subsistencia vinculados al periodo Gallinazo; reportando elementos para proponer y correlacionar con materiales de otros sitios cronológicamente similares.


II. METODOLOGIA

1.- Procedimiento Inicial y Preparación de la Muestra

Los materiales en el campo fueron embalados con sumo cuidado, utilizando: papel, algodón industrial, bolsas, cajas apropiadas, para luego ser trasladados a gabinete.

Luego se realizó la limpieza, lavado y refacción de los especímenes o elementos en mal estado de conservación para su posterior identificación taxonómica.

2.- Métodos de Identificación

La metodología aplicada en el estudio de los restos arqueofaunísticos se fundamenta en el método comparativo, que para el caso de restos óseos de mamíferos, peces y aves, se utilizaron muestras comparativas y bibliografía especializada que a continuación detallamos.

En el caso del taxón CAMELIDAE se consultó con la Guía Osteológica de Camélidos Sudamericanos – Serie Investigaciones Nº 4 (Pacheco, Altamirano y Porras 1979), la muestra moderna de ARQUEOBIOS, y la asistencia permanente del Dr. J. Kent. Sólo fue posible registrar osteométricamente tres muestras basadas en el texto «Osteometría de los Camélidos Sudamericanos» (Kent 1996).

Si bien es cierto que la muestra es mínima, los resultados del análisis discriminadamente indican que la especie con más alto índice de consumo es la Llama (Cuadro Nº 12).

A partir de la morfología de dos fragmentos de mandíbula se ha logrado identificar un individuo sub-adulto y un adulto, tomando como referencia el tiempo de erupción y grado de desgaste de las cuatro cúspides y exposición de la dentina en cada uno de los dientes: PM y M, presentes en las muestras observadas y comparadas con la figura 4 y 7 del artículo «Aging Llamas and Alpacas by their Teeth» (Wheeler, 1982).

La identificación de taxón CERVIDAE fue posible en base a la «Guía osteológica de cérvidos andinos» (Altamirano, 1983), la muestra compuesta por dos astas y un astrágalo pertenecen a la especie Odocoileus virginianus.

El taxón MURIDAE se identificó por la morfología morfología y fórmula dentaria: 1:0:1:2 ——- 1:0:1:2

de la muestra del maxilar inferior comparada con la Fig. A del texto «Living Mammals» (Lawlor, 1 979). La presencia de un húmero con foramen supratroclear en la sección distal, y la tuberosidad lateral extendida sobre el nivel de la cabeza de la sección proximal, permiten identificar el taxón CAVIIDAE perteneciendo a la especie Cavia sp. (Miller, 1973).

El resto óseo trabajado de un mamífero marino pertenece al taxón BALANEIDAE, según la referencia del Biol. William Zelada del Departamento de Zoología de Vertebrados de la Universidad Nacional de Trujillo, quien también logró identificar los restos óseos del taxón CANIDAE.

Motivo de singular interés, en la muestra ósea, son los restos del taxón HOMINIDAE que corresponden a un individuo bastante joven por los dientes deciduos identificados.

El taxón PELECANIFORMES se determinó por la morfología de los huesos largos que corresponden a la especie Phalacrocorax sp., basado en el texto «Avian Osteology» (Gilbert, Martin y Savage; 1 985).

Asimismo, los restos óseos del taxón OSTEICHTYES fueron identificados a nivel de especies: Mustelus sp., Paralonchorus peruanus y Paralichtys sp., utilizando la muestra comparativa de ARQUEOBIOS, del Dpto. de Zoología de Vertebrados y el texto «Clave para identificar los peces marinos del Perú» (Chirichigno, 1980).

Para el Phylum: Mollusca y Arthropoda se logró identificar tres clases: Gasterópodas, Pelecypoda y Crustácea, con un total de 14 especies; basados en la muestra comparativa de ARQUEOBIOS, Museo de Zoología, el texto «Sea s hells of tropical West America» (Keen, 1971), y «Crustáceos comerciales u otras especies comunes en el litoral peruano» (Méndez, 1982). Es importante señalar que toda esta información en detalle fue sistematizada, para lo cual se elaboró fichas de identificación de fauna y registro osteológico y una ficha para invertebrados, en las cuales se precisan: procedencia, especimen o elemento identificado, ubicación, sexo, edad, condiciones, NISP, MNI, % (FR) y observaciones (Cuadros Nº 1 y Nº 2).

Procedimientos para Cuantificar la Muestra

Los materiales o contenido de la muestra arqueofaunística analizada, proviene de un contexto eminentemente doméstico, caracterizado por la presencia de recintos, utilizando sus espacios disponibles como vivienda, depósitos o sede de su labor cotidiana. Los materiales procedentes de superficies de uso o pisos constituyen la base del presente estudio, haciéndolo prevalecer como criterio discriminante en relación al material procedente de los rellenos arquitectónicos.

Teniendo en cuenta la naturaleza de la muestra, para el caso de los vertebrados, se procedió a su cuantificación, estableciéndose en primer término su procedencia según la Unidad, Nivel o Recinto al que corresponde; previa identificación taxonómica de los especímenes recuperados, la sumatoria de los mismos arroja como resultado el NISP, el buen estado de conservación en la mayoría de la muestra facilitó dicho procedimiento.

El segundo grupo, representado por gasterópodos, donde un individuo está considerado un especimen completo o en caso de estar fragmentado, se toma en cuenta una espira (incluyendo el apex) o el peristoma completo.

Con los bivalvos se procedió a contar las valvas izquierdas y derechas, tomando como referencia la charnela y en su ausencia la orientación del borde anterior, la suma de ambos lados constituye el NISP y la cantidad máxima del lado identificado permite establecer el MNI, aplicando el mismo sistema a las quelas de los crustáceos (Cuadro Nº 1).

Sitios Sacros
CONJUNTO ARQUEOLOGICO HUASOCHUGO – JULCAN

El conjunto arqueológico Huasochugo se extiende a lo largo de 5 Km. sobre la cresta de tres salientes y planicies del cerro del mismo nombre, ubicándose en la margen izquierda del río La Vega, perteneciendo a la actual Provincia de Julcán (creada mediante Ley Nº 25261 del 19 junio de 1990), distrito de Huaso. Limitando por el Oeste con la parte superior del río Virú, por el Este con Unigambal, por el Norte con Julcán y por el Sur Oyón. Tiene una altitud de 3,739 m.s.n.m. entre los 78º 27´38‘’ de Longitud Oeste y 8º 15´ 12´´ de Latitud Sur. Detalle de arquitectura en Huasochugo

El asentamiento ocupacional Huasochugo, presenta una variedad impresionante de grandes construcciones en buen estado, las mismas que están circunscritas y unidas a través de corredores y accesos. El tamaño de las edificaciones es variado, presentando muros elevados donde es posible ver características que incluyen una modalidad constructiva de aglutinamiento y planificación de una arquitectura multisectorial, en donde hay existencia de patios y pasadizos angostos, que permiten a grosso modo tener la idea de una arquitectura probablemente de aspecto residencial, de élite o tal vez enmarcado a lo administrativo, sin descartarse la posibilidad de funciones ceremoniales en el lugar.

Entre los aspectos llamativos del sitio arqueológico encontramos la edificación en la cima norte, la cual solo tiene una sola entrada de acceso a la planicie, la misma que permitía ingresar a este conjunto de edificaciones arquitectónicas, que por sus cumbreras aún presentes fueron cubiertas con techos a dos aguas. Todo la cima fue encerrada con un muro perimetral a base de piedra canteada y argamasa de barro, contando con un solo ingreso el cual restringe su acceso a una modalidad de fortificación, en su interior presenta una armazón aglutinada de estructuras rectangulares y cuadrangulares, existiendo presencia en sus muros de puertas, ventanas y hornacinas, todos estos ambientes estaban asociados con amplios espacios abiertos conducidos por angostos pasadizos.

En cuanto a la modalidad constructiva se ha observado que los sitios actualmente presentan diferencias en el tipo de arquitectura; lo que hace pensar en aspectos funcionales para fines administrativos, como también de probables viviendas de elites, se observo en la superficie algunos fragmentos de piedra trabajados “Muiscas” (morteros rústicos), así como chungos y batanes.

Cerro Huasochugo

La relación existente del valle con la cima del extremo norte de cerro Huasochugo, es una diferencia aproximadamente de 1,300 m. de altura, siendo visible tanto por el Norte como por el Oeste, un profundo abismo que hace imposible el ascenso o descenso por estos lados. Es mas factible hacer la travesía para llegar a esta parte del sitio arqueológico, siguiendo la ruta que viene en dirección sureste, a través de un camino prehispánico adyacente al pequeño caserío de Canras o “Yunyun”. Por su amplitud es probable que se trate de una vía pública de acceso al lugar el cual comunica con otros sitios arqueológicos, también se dirige a los valles costeños que Chao y Virú. Respecto a los caminos prehispánicos, se nota en parte conservados alcanzando más de dos metros de ancho, pasando por terrazas exprofesamente construídas e incluso dentro de campos agrícolas, siendo notorio en la perifería occidental de Huasochugo, diversas secciones del camino principal el cual se conectaba a una red de caminos entre los cuales uno de ellos llega a Oyón, otros se extienden hacia la parte baja en dirección a la costa, uniéndose a “Huacapongo” y “Pueblo Indio” (parte alta de Virú).

Los estudios realizados en la zona norte de Perú en la década del 40 a través del Proyecto Virú, dirigido por Willey (1953), se centraron en la parte media alta y baja de este valle específicamente en la franja costera, entre sus objetivos estuvo la identificación de patrones de asentamiento; pero no hubo una prospección y reconocimiento de los sitios en la parte alta de la cuenca, para así tener una mejor comprensión del desarrollo social y cultural en esta parte limítrofe y natural con la sierra.

Inicialmente las investigaciones en la Sierra norte de Perú son muy escasas y fragmentarias, pero aún así se cuenta con aportes hechos por los esposos Topic (1978, 1979, 1980), quienes en un estudio basado en fortificaciones prehispánicas en la Sierra, abarcaron los valles Virú, Moche y Chicama. Entre sus objetivos fue identificar las fronteras limítrofes de los poderes del norte, así como localizar cambios ocurridos en el tiempo, además versan sobre ocupaciones estratégicas y fronterizas con la costa, sumándose las rutas de mayor intercambio.

Entre los antecedentes del sitio arqueológico Huasochugo se tiene las notas de reconocimiento preliminares que hiciera (Savoy 1970; Zaki 1982), quienes describen la arquitectura de pueblos grandes en la cuenca alta del Virú y Chao, Jaeckel (1983), en base a la identificación de fotografías aéreas le fué posible reconocer una compleja red de antiguos caminos, que se unían en Huasochugo, elaborando un levantamiento planimétrico del conjunto arqueológico; describe cinco principales sectores interconectados que le permitieron identificar características propias para cada lugar, a estas unidades las denominó arquitectura de Elite, clase popular, de función especial, defensiva y de entierro o cementerio (Jaeckel 1983:33)

En la exploración que hizo Jaeckel (1983) observó que en ciertas unidades de los Cerros Chico y Grande, tenían variación en lo que respecta a la cerámica de superficie, presuponía un origen más temprano en el sitio, identificó como Gallinazo a los fragmentos blanco/anaranjado, los fragmentos rojo/blanco considerando como parte de floreros para la fase Moche IV y V, y en cuanto a los componentes de caolín los consideró para las culturas provenientes del Callejón Huaylas, presuponiendo que era la ocupación más larga, por lo menos en algunas partes del sitio. Asumiendo la contemporaneidad y fecha de Huasochugo, considero que podría empezar a acercarse a la configuración general del lugar, con una tentativa referente al aspecto funcional, sus objetivos iniciales dentro del reconocimiento fue evaluar las características básicas de acceso del sitio, reflejado principalmente en caminos, accesos y arquitectura asociada, así como la fortificación del sitio (Ídem 1983:12).

Arquitectura en Huasochugo

La descripción sobre Huasochugo que Pérez (1994) hace en el inventario de sitios arqueológicos de Santiago de Chuco, reconsidera lo que Jaeckel venía sosteniendo sobre restos de alfarería correspondientes a distintos estilos, destacando fragmentos Virú, Moche IV, Cajamarca I y II, Recuay, Huamachuco, Chimú medio y numerosos tiestos erosionados de uso cotidiano. Con respecto al patrón arquitectónico, observó que estos difieren con los de Marcahuamachuco, principalmente en la forma de construcción de sus galerías y distribución de los recintos con patios selectivos, reconociendo que en el aparejo de los muros existe cierta semejanza. Llega a formular que los restos de cerro Huasochugo se relaciona con la arquitectura de los cerros Chamana, Urumalca, Quinya y Sulcha en Otuzco, Acque y los poblados menores de Larcalle, Calvarío Horcón y Calamarca en Santiago de Chuco, lo cual le permitió plantear la hipótesis de un nuevo desarrollo regional Temprano en la sierra Norte” (Pérez 1994: 242).

La consulta hecha al Dr. Topic (2003) según referencía verbal, manifiesta que el sitio tiene una ocupación en el Período Intermedío Temprano y Período Intermedío Tardío, siendo la mayor parte de la arquitectura probablemente al Período Intermedio Tardío.

De nuestra visita y recorrido en el lugar se ha observado la presencia de fragmentos de bordes y labios que manifiestan cierta homogeneidad con otros lugares de la sierra así como en la costa, donde hay la existencia de ollas sin cuello, otras de cuello corto y expandido, variando de acuerdo a su tamaño.

Lo escasamente reportado hasta la actualidad, mayormente esta centrado en base a la observación del lugar, no existiendo aún excavaciones arqueológicas que permitan aseverar las hipótesis planteadas, a fin de obtener mayor información del lugar. Se requiere de futuros proyectos de investigación enfocando el extenso asentamiento de Huasochugo, bajo una perpectiva y búsqueda de respuestas a las interrogantes sobre su interrelación entre la costa y la sierra, identificar sus diversos períodos, entender los propósitos funcionales de la infraestructura asi como las unidades de soporte poblacional, a fin de considerar la idea del dominio territorial y su amplio radio de patrón regional, buscar las relaciones a tráves de los análisis de diversos recursos disponibles y las evidencias materiales.

Considerando que la mayoría de los estudios se han centrado en la franja costera, (en la década del 40 con el proyecto Virú), dirigido por Willey (1953) tuvo como objetivo identificar patrones de asentamiento, basados en la prospección y reconocimiento de los sitios básicamente en la parte baja y parcialmente en la media alta del valle Virú. En la parte alta no se realizaron ningún estudio a fin de tener una mejor comprensión del desarrollo social y cultural en esta parte limítrofe y natural con la sierra.

Los estudios dentro de la sierra liberteña, proceden principalmente de las provincias de Huamachuco, incluyendo Otuzco, datos que provienen de una sección transversal que se extiende desde la costa hasta el “divortium aquarum”, como resultados de dos provectos iniciales, el primero realizado entre 1977-1980. fué básicamente un reconocimiento de los sitios fortificados, mientras que el segundo, entre 1981 y 1984, se concentró en el área de Huamachuco. Los esposos Topic, basados en el reconocimiento de sitios fortificados en el valle de la costa, revelan puntualmente que ningún sitio fortificado existió antes del período Puerto Moorín (Formativo Tardío). Así mismo el estudio de las fortificaciones prehistóricas en la sierra norte de Perú desarrollada en 1977, tuvo como objetivo la identificación de fronteras y los poderes del Norte, así como localización en los cambios ocurridos cronológicamente, sumándose a ello las rutas de mayor intercambio (Lange Topic y Topic 1981), (Lange Topic et.al 1881); (Topic y Lange Topic 1983, y Topic 1987).

Las investigaciones realizadas al Sur del valle Chao, por Wilson (1987), establece cierta similitud de desarrollo para el Intermedio Temprano, existiendo comunicación con la sierra a través de rutas de interacción entre los sitios habitacionales de trazos rectangulares o polígonos irregulares mucha veces aglutinados, con presencia también de estructuras defensivas siendo el caso de Pampa Las Salinas, Quebrada de Palo Redondo donde evidencia un alto nucleamiento densa población y una vía de comunicación hacia las partes altas (Wilson 1987: 140).

El sitio arqueológico Huasochugo, es uno de los asentamientos ocupacionales de suma importancia, presenta una construcción de características estratégicas, siendo un gran asentamiento segmentado a lo largo de 5 Km. que se ubican en la cresta y planicies de los cerros del mismo nombre. Parte de su geomorfología tiene una relevancia obvia debido la comprensión de su valle interandino con los ríos colectores al río Virú, trayecto en que se ubicaba una serie de pasos naturales o abras que permiten cruzar la cordillera facilitando la comunicación por diversas rutas que lo hacen accesibles con relación a los valles costeños

Unico ingreso a Huasochugo

Las quebradas y colectores que confluyen en el río Virú, permiten tener acceso de ser un camino natural, sumándose los elaborados por la intervención de la mano del hombre, los cuales interrelacionan con otros lugares arqueológicos y estos a la vez con la costa, entre ellos tenemos, por el Sur el camino que conduce a Oyón, siguiendo el trayecto a Chorobal y de allí al valle Chao. Entre la red de vías se suman otros al norte, que bajan al Moche y el camino directo que baja a Virú; pasando por sitios arqueológicos de Huacapongo, y desde este punto a otro asentamiento de importancia en la localidad de Codornada, conocida como “pueblo indio”.

Considerando lo mencionado por Willey (1953), que en el valle Virú existía una concentración de sitios exprofesamente asentados cerca de Huacapongo, valle estrecho con una población de muy alta densidad en una área relativamente pequeña, no descartó una considerable población en la parte baja del valle, las cuales se encontraban esparcidas en una zona mucho mayor. En cuanto a la categoría de sitios que presentaban características defensivas, sostuvo que eran para repeler posibles ataques de las poblaciones de la sierra (Willey 1953: 92-100).

Se ha mostrado que en la costa norte, existió una tradición continua de cerámica, identificado desde el Período Intermedio Temprano hasta el Horizonte Medio (Mackey 1982). La asociación de cerámica con Moche, Cajamarca, Chimú y otras mencionadas por Jaeckel (1983) y retomadas por Pérez (1994), serian un indicador sostenible de las relaciones dinámicas de intercambio e interacción entre la costa y sierra, que se habrían dado una relación muy fluida en los Períodos Intermedio Temprano e Intermedio Tardío (200 años a.C. hasta los 1470 d.C.).

En lo que respecta a la arquitectura en Huasochugo, Jaeckel (1983) sostiene que las muestras del aparejo de piedra bien elaborada y que caracterizan al sitio estaban asociadas con cerámica Moche IV y cerámica doméstica Cajamarca. Es muy relevante la adaptación de la arquitectura a la cima y pendiente del cerro, con el espacio urbano extendido hacia la ladera y cuyo entorno físico adyacente estaría separando una arquitectura de élite de las viviendas comunes. La arquitectura de élite está formada por pequeñas unidades residenciales, compuestas por recintos cuadrangulares conectados entre sí, los cuales tienen pasajes angostos y vanos, banquetas, nichos de cuerpo entero y hornacinas. Algunas de las unidades residenciales presentan batanes y piedras de moler con restos de comida, habiéndose observado huesos de cérvidos (Jaeckel 1983:14).

Se tiene identificado el Período Intermedio Temprano por la asociación observada de fragmentos en superficie, con aspectos arquitectónicos que van desde los muros perimétricos hasta edificios grandes en altura, teniendo varios pisos y recintos agrupados en sub-unidades habitacionales con sus patios y corredores, así como angostos pasadizos, graderías que conducen a diferentes niveles de espacios abiertos, algunos de estos con banquetas. En lo que respecta al Período Intermedio Tardío, se les identifica a recintos agrupados en sub-unidades habitacionales amplias, también con sus patios y corredores angostos en forma rectangular.

Pérez (1994) sostiene que Cerro Huasochugo contiene restos de alfarería correspondientes a distintos estilos, destacando fragmentos Virú, Moche IV, Cajamarca I y II, Recuay, Huamachuco, Chimú medio y numerosos tiestos erosionados de uso cotidiano. Con respecto al patrón arquitectónico, manifiesta que difiere con Marcahuamachuco, principalmente en la forma de construcción de sus galerías y distribución de los recintos con patios selectivos, reconociendo que en el aparejo de los muros existe cierta semejanza. Llega a formular que los restos de cerro Huasochugo se relaciona con la arquitectura de los cerros Chamana, Urumalca, Quinya y Sulcha en Otuzco, Acque y los poblados menores de Larcalle, Calvario Horcón y Calamarca en Santiago de Chuco, lo cual le permite plantear: si ¿ Huasochugo sería parte de un nuevo Desarrollo Regional Temprano en la Sierra Norte?.

El sitio arqueológico Huasochugo destaca geográficamente tanto por su extensión, su arquitectura y planificación, esto hace un asentamiento único de importancia con estas características, dentro de los limites fronterizos entre la Costa y la Sierra, siendo necesario relacionar corredores, depósitos, accesos estrechos y entorno natural. Su ubicación estratégica, sus elementos arquitectónicos así como su protección defensiva señalarían que allí se habría estado controlando la recepción, administración, extracción y producción de bienes procedentes de su medio natural y otros procedentes de intercambios, etc. Los caminos estarían cumpliendo una función de continuo transito al lugar, pues su ubicación fronteriza con la costa permitió que ejerciera desde allí una influencia, interrelacionando con otros poblados y los que se ubican en las partes bajas del Virú como Huacapongo, pueblo indio,por el Sur con la zona de Oyón siguiendo el trayecto por el camino a Chorobal y de allí al valle de Chao. A través de las propuestas hechas por Jaeckel (1983) y Pérez (1994) proporcionan datos sobre Huasochugo el cual se extiende a lo largo de antiguas rutas de tránsito que conectan directamente a la costa, y que el intercambio de productos fue constante a través de estos caminos.

El reporte de Willey (1953) al explorar algunos asentamientos en el valle de Virú, señala un precedente en que la población se concentraba en pequeñas áreas de poblaciones aglutinadas de más de 100 personas, localizadas en muchos sitios dentro de la zona perteneciente a Huacapongo, poniendo de manifiesto que se construyeron plataformas en los cerros, los cuales debieron servir para “protegerse de las probables incursiones de la sierra” (Topic 1982: 258), así como también lugares de amplio control, como miradores que se ubica en la parte más estrecha del valle Huacapongo, siendo hasta la actualidad una ruta de transporte, comercial y agrícola.

Con respecto a los datos de la sierra de la Libertad Topic, inicialmente sostiene que el intercambio de productos entre diferentes zonas ecológicas, fué básicamente un asunto de interacciones en pequeña escala. La expansión política de los Estados fué típicamente un fenómeno de mediana escala en el Período intermedio Temprano, reafirmando que en Cajamarca,en la costa y en el Callejón de Huaylas se encuentran, también. evidencias de interacción entre grupos situados a mayor distancia, esta interacción ha sido interpretada como un intercambio de bienes selectos entre partes iguales. A medida que el estado crecía no sólo tenía acceso a un mayor número de bienes selectos sino, también, más oportunidades para influir sobre las pequeñas unidades políticas fuera de sus fronteras. Los dirigentes de estas pequeñas unidades tenían pleno acceso a los bienes de prestigio sólo a través de los principales Estados que los rodeaban. Al lograr acceso a dichos bienes los dirigentes estaban en condiciones de demostrar ante su pueblo lo elevado de su rango. Sin embargo, al aceptar bienes de Estados mayores los dirigentes se tornaban dependientes. Ocasionalmente esta dependencia era preludio de la absorción del pequeño Estado, aunque en otras ocasiones el Estado importante se contentaba con controlar a «distancia» al pequeño, mediante el manejo de los bienes selectos.

Topic (1985) formula que existió una mayor penetración de la influencia Huamachuco en el área occidental fronteriza con la costa. Donde aprecia en una serie de sitios como; Ochoconday, Cerro Campana Chica, en la cuenca alta del río Moche, además de dos sitios en Cerro Quinga, ubicados en la cuenca alta del Virú, cierto paralelismo constructivo en los de la cuenca del Moche, siendo difíciles de fecharlos los del Virú. Diferencialmente en Cerro Quinga No 2, se evidencia un sitio fortificado en la parte superior de una pequeña meseta, existiendo gran semejanza con Marcahuamachuco. En ambos comparativamente se encuentran galerías curvas a los lados del barranco y galerías rectangulares dispuestas alrededor de patios. Dentro del incremento en la construcción monumental en la fase Huamachuco Temprano va acompañado por una mayor evidencia de la interacción a larga distancia. En la cuenca alta de los ríos Virú y Chao, hay numerosos sitios con arquitectura de varios pisos, que con mayor o menor grado se asemejan a la arquitectura del estilo Huamachuco. Algunos son pueblos grandes como Acque, Huasochugo y Cerro Sulcha (Savoy 1970; Zaki 1982; Haley 1979); otros son fortalezas tales como Mollepuquio y Cerro Churre (Haley 1979). Muchos están asociados con restos de caminos y a veces tienen grandes corrales cercados. Actualmente es difícil relacionar la mayoría de estos sitios con la secuencia Huamachuco. Lo que sí es evidente es que la influencia Huamachuco es menor en la fase Purpucala y creciente a lo largo de las fases Huamachuco Temprano, Amaru y Huamachuco Tardío(Topic 1985:20).

Por su función, Huasochugo debió contar con elementos arquitectónicos en los Períodos Intermedio Temprano y con mayor incidencia en el Intermedio Tardío (200 años a.C. hasta los 1470 d.C.) donde se depositaba los bienes productos del intercambio, así como ambientes amplios para albergar su ganado. De las observaciones hechas por Jaeckel, define algunas de las unidades en residenciales y otras que presentaban batanes y piedras de moler con restos de comida, habiéndose observado considerable cantidad de huesos, probablemente cérvidos, deja entrever la probabilidad de que también estos amplios ambientes hallan albergado camélidos tanto por su lana como la producción textil en su interior, ¿Serian estos ambientes donde se guardaban y conservaban los bienes colectados para su predistribución ? Jaeckel (1983) sostiene que es muy relevante la adaptación de la arquitectura a la cima y la pendiente del cerro, donde el espacio urbano se encuentra extendido hacia la ladera, cuyo entorno natural estaría separando una arquitectura de élite con relación a las viviendas comunes. La arquitectura de élite formada por pequeñas unidades residenciales compuestas por recintos cuadrangulares conectados entre sí, los cuales tienen pasajes angostos y vanos, banquetas, y hornacinas. Algunas de las unidades presentaban batanes y piedras de moler con restos de comida (Jaeckel 1983:14).

Otra consideración es «El clima y la altura fueron también los factores naturales aprovechados en beneficio de la economía local» (Matos 1994: 255), entendiéndose que dentro de los factores de productividad e intercambio, el procesamiento de productos para clasificación, seleccionados, secados y para facilitar la conservación dentro de las labores de distribución de bienes, se tenia en cuenta el contraste entre el frió nocturno y la radiación solar diurna, permitiendo trasformar los productos frescos en alimentos deshidratados, posibles de ser conservados por uno o mas años (Ibíd; 255). Dentro de este mecanismo de producción e intercambio es factible la probabilidad de que las áreas amplias hayan sido aprovechadas en una de estas modalidades. Otro elemento arquitectónico presente en Huasochugo son algunas banquetas, que fueran descritas a grosso modo por Jaeckel (1983) y Pérez (1994), las cuales son construcciones exprofesamente construidas a otro nivel con relación al piso, teniendo una conformación elevada, ¿Habrían estado estas ocupadas por representantes de la elite que controlaban la recepción y distribución de los bienes? Brennan (1978) reporta en su sitio de estudio en la costa que el uso de banquetas se halló tanto para contextos domésticos como no domésticos, en este último caso tuvieron un buen enlucido y conformaban complejos de diferentes elevaciones. Ante la presencia de banquetas las opciones se proponen: que fueron usadas para dormir (Topic 1977); que allí se ubicaron los administradores (Shimada 1994, Bawden 1994) o ambas funciones, sin embargo en el contexto arquitectónico de Huasochugo puede plantearse que las banquetas estaban asociadas a estructuras de elites y fueron ocupadas por administradores que supervisaban la movilización de los bienes.

De los resultados de estudios realizados en la primera temporada de Santa Rita (valle de Chao) el sitio está estratégicamente localizado en la parte en que se va estrechando el valle hasta el punto de convergencia de los drenajes. Kent (1998), llegó a identificar en base al estudio de la cerámica una secuencia cronológica y cultural que involucra las épocas Salinar, Gallinazo, Moche, Recuay, Horizonte Medio, Lambayeque, Chimú y Chimú-Inca. Consideramos que Santa Rita, fue un sitio que tuvo mucho que ver con Huasochugo en diversos momentos cronológicos.

Con una adecuada investigación en el sitio se podrá ampliar el conocimiento científico de la sociedad asentada en Huasochugo asi como develar los diversas etapas cronológicas, analizando su arquitectura, cerámica permitiran comparar el patrón de asentamiento con los valles de Virú, Chao y Moche.
DCB

Principales Culturas
Costa Norte
CULTURA VIRU

Son muy diversos los trabajos de investigación arqueológica realizados en el valle Chicama, relativamente escasos los referentes a definir las modalidad de las practicas mortuorias relacionado a la Cultura Virú. Quien inicio la investigación sobre este tema en el valle, básicamente fue realizada por Rafael Larco, y la denomino como cultura “Cultura Virú” a partir de los hallazgos que ejecuto en el Chicama y otros valles como el Santa, Chao, Virú y Moche (Larco 1944, 1945, 1948:22-27).

Aunque unos años antes Kroeber (1925: 65) retomando lo señalado por Bennett en 1939, difunde el topónimo “Gallinazo” con el argumento de que esta es una manifestación muy particular dentro de las ocupaciones prehispánicas del valle de Virú y la denominación “Cultura Virú” bien podría resultar confusa. Por ello kroeber al referirse a “Gallinazo” dijo “Cuando el registro comparativo sea más adecuado no dudaría en usar un nombre propio” (citado por Barr 2000: 12).

Las primeras referencias efectuadas por Larco, en 1933, quien descubrió en la Pampa de “Los Cocos”, cercana a las huacas del Sol y de la Luna, la primera tumba conteniendo vasos cuya característica principal era la pintura negativa. Precedentemente había sido clasificada como correspondiente a la cultura del Callejón de Huaylas. Consecutivamente con los hallazgos en cementerios del valle de Virú, se determinó dar nombre a la cultura por lo abundantes evidencias que cobijaban en este valle, por lo cual Larco, consideró que se encontraba el centro principal y más importante de cerámica negativa descubierta hasta hoy en el Perú.

Larco, definió que estas tenían características propias que le daban unidad, permitiendo al arqueólogo diferenciarlos de las otras culturas. Se sumo a ello las particularidades observadas en la indumentaria, armas, arte orfebre y culto a los muertos, concluía de que se trataba de un agregado cultural. Reconocía que la cerámica era aparentemente distintas a la del valle Virú, esta última presentaba ornamentación negativa. También se ha extraído en otros lugares del país, encontrándose en tumbas de otras culturas, asociada a la cerámica propia de cada lugar. De ahí que considero que se trataba de una modalidad artística que se propago, y cuyo centro bien pudo ser este sector del norte del Perú. A ello Larco, agregó que era indudable que existía relación muy estrecha entre la cultura del Callejón de Huaylas y la cultura de Virú (Larco 1945:1).

Larco, sostenía que la cultura Virú el cual fue llamado “Gallinazo” por Bennett (1939), es coetánea con Salinar y contribuye con elementos nuevos para el desarrollo de la cultura Mochica en la “época auge” (Larco 1948:22). Su cercanía espacial es reconocida por otros investigadores siendo bastante sugerente cronológicamente (Kaulicke 1992:878).

En lo que respecta a la secuencia planteada por Bennett (1939), esta fue cuestionada por Fogel (1993) y Billman (1996), afirmando que no existe sustento estratigráfico dentro de la evolución arquitectónica sostenida por Bennett, quedando abierta la probabilidad de confusión en la lectura y control durante las excavaciones. Sustentan que la secuencia estilística del Proyecto Valle Virú, refleja valores de frecuencia de tipos, sin el debido sustento estratigráfico, por ello no existe seguridad respecto a la posición de tipos como elementos diagnósticos en la secuencia del estilo. Sin embargo varios autores han reconocido para este momento cronológico, como una etapa cultural que se extiende desde el valle de Rímac hasta Piura, mostrando una distribución bastante amplia y globalizante (Kaulicke, 1991; Makowsky, 1994; Shimada y Maguiña, 1994). Pasaremos analizar las investigaciones en cada valle:

VALLE DE VIRÚ
Los estudios arqueológicos en el valle de Virú, inicialmente permitieron conocer evidencias de cementerios en la parte baja y media del valle y en ambas márgenes del río Virú. Entre los sitios de la derecha se tiene a: Huancaquito, Huancaco, Cerro de Pina, Castillo de Huancaco, Huaca Larga, Saraque, Huacapongo; y para la margen izquierda, aguas arriba: Castillo de Tomabal, El Cerrito, San Idelfonso, Pampa de Pur Pur, Guañape y Huaca del Gallinazo (Larco 1945:3).

Larco, en la necrópolis de Tomabal, encontró dos cráneos que mostraban sobre los arcos superciliares, motivos geométricos incisos enmarcados por dos líneas paralelas dobles. Respecto a la cerámica estableció que se distinguen por la superficie brillante, bruñida y de textura uniforme y estaban bien cocidos en hornos abiertos. Por lo general de color rojo, con cierta tendencia al rosado, contrastó un reducido porcentaje de ceramios negros, pardos, plomos y cremas (Larco 1945: 15).

Con respecto a los sitios de enterramiento pertenecientes a este período cronológico en Virú, son aislados como intrusivos. Los aislados y en menor proporción se hallaron en depósitos aluviales; según Willey reporta los sitio V-131 y V-109; tumbas aparentemente fosas simples (Willey 1953: 114,176) elaboradas como recintos funerarios de piedra o sarcófagos de planta rectangular, algunos con recinto anexo para la colocación de ofrendas, mientras otros tienen cubiertas de lajas de piedra o petates de junco, que Larco encuentra asociados a entierros extendidos y ofrendas correspondientes a cerámicas Virú y Moche (Larco 1945).

En lo que respecta a este tipo de modalidades mortuorias también podría considerarse los montículos funerarios o Burláis Mounds (Bennett 1939), los cuales han sido descritos como acumulaciones irregulares de diversa altura, cuya composición básica es barro compacto (Bennett 1939:56), y tierra de deshechos alcalinizados proveniente de los alrededores de los campos de cultivo (Collier 1955: 90).

La investigación de Bennett (1939: 58), admite que la ubicación de los montículos con respecto a las estructuras arquitectónicas, se encuentran un poco distantes y contienen entierros de diversas Períodos Culturales los cuales cronológicamente van desde Puerto Moorín (Salinar), Gallinazo (Virú) y Huancaco (Moche), aunque sostiene que la mayor cantidad de inhumaciones correspondían a estilo “Gallinazo”, aclarando que estos aparecen como entierros directos, sin aparente preparación de tumbas, es decir en fosas simples de planta circular o alargada, los cuales contenían individuos que se encontraban en posición extendida o raramente flexionados.

Sin embargo Bennett, no documenta estructuras en la mayoría de estos sitios. Por los hallazgos de carbón y algunos tiestos concluyó que se trataba de algún tipo de actividad doméstica en el lugar. Sin embargo la ambigüedad que presentaban la distribución de los entierros adyacentes a los montículo, lo llevaron a desconocer el significado de tal asociación entre los entierros y montículos, concluyendo que durante “Gallinazo” no existió arquitectura funeraria (Bennett, 1950: 108); opinión que trascendió a Strong y Evans, cuando ellos excavan posteriormente otras áreas y revisan el material de Bennett (Strong y Evans 1952:86).

Las excavaciones del sitio denominado como “Grupo Gallinazo”, identificado como el V 163, se encontraba ubicado en dirección Sur, del eje mayor dicho sitio presentando dos de montículos, excavados por Bennett (1936), posteriormente por Strong y Evans (1952), exhumándose 42 entierros en fosas denominadas “simples”. La mayoría de individuos allí enterrados tuvieron una posición extendida, las variantes fueron dos entierros en posición flexionada. Cada uno de ellos mostraba ex profeso haber sido colocado para el viaje póstumo, a modo de ofrenda una placa o disco circular de cobre en la boca, se obtuvieron además 91 vasijas. Con respecto a la arquitectura, se reporta paredes elaboradas con adobes modelados esféricos aunque no observaron estructuras definidas (Bennett 1939:58-59, 1950:57). Otra excavación correlativa ejecutada en el sitio denominado como el V-164, fue un montículo en la que se reportó el hallazgo de 27 entierros, siendo el único lugar del cual Bennett, presenta dibujos de planta y perfil (Bennett 1950: 58).

Los entierros excavados por Bennett, en los sitios V-252 y V-265-A del “Grupo Gallinazo” (Bennett 1950:60-21) y (Collier 1955:59-60), documentan 20 entierros, la mayoría de individuos estuvieron extendidos con la cabeza al Sur, contenían ofrendas, mientras que los pocos entierros flexionados carecían de vasijas obteniéndose algunos fragmentos de textiles. En el V-265, hallaron dos entierros, se trataba de un infante con ofrendas de cobre, fragmentos de cristal y cuentas; y un adulto flexionado sentado, tenia deformación occipital, asociado a una pieza de cobre en la boca y un cuenco. El sitio (V-152 B), Bennett, muy cerca de la superficie encontró entierros saqueados, asociados a restos de textiles, aparentemente estuvieron contenidos en adobes alineados (Bennett 1950:42).

VALLE DE MOCHE
Las iniciales referencias efectuadas por Larco, se remontan a 1933, vinculado a Pampa de “Los Cocos”, cercana a las huacas del Sol y de la Luna, donde se desentierra la primera tumba conteniendo vasos cuya característica principal era la pintura negativa; así como también en Santo Dominguito (Larco 1945:3).

En las investigaciones realizadas en el valle de Moche, se documentaron hallazgos en la Huaca del Sol y La Luna, exprofesamente en la explanada, John Topic (1977), en su tesis doctoral, demuestra un entierro extendido asociado a una vasija de la fase “Gallinazo”, al que correspondería a una ocupación temprana, poco densa y previa a la construcciones monumentales. La posición predominante de los entierros, es extendido, decúbito dorsal, aunque también se reportan algunos entierros flexionados para el valle. Los entierros “Gallinazo” que publican Donnan y Mackey en 1978, proceden de Huanchaco y de Cerro Blanco y corresponden a personajes femeninos extendidos (Donnan y Mackey 1978). En las investigaciones del Proyecto Valle Moche, se realizaron hallazgos en cerro Arena, en un cementerio “Gallinazo” cuyos cadáveres indicaban la presencia de metal en la boca, Michael Moseley (1993) los define como pertenecientes a áreas pequeñas de enterramiento conteniendo de 15 a 25 individuos depositados en fosas simples, que por su forma, asume que los individuos estuvieron en posición extendida. Parte del material óseo disperso en estas áreas presentan manchas verdosas en mandíbulas y extremidades superiores e inferiores, permite suponer que estuvieron en contacto con metal, posiblemente cobre (Moseley et.al. en: Fogel 1993: 205, 231).

En su tesis Brian. Billman, documenta 11 cementerios; cuatro en el valle medio y siete en el valle bajo, reportando entierros tanto en sitios aislados o distantes como intrusivos. Los aislados perteneciendo a agrupaciones de entierros en fosas simples de matriz arenosa (Billman 1996:247).

Según Billman (1996:245), establece que durante esta fase, largas áreas del valle de Moche fueron abandonadas por los grupos costeños, la población agrupada del valle medio inferior y la construcción de fuertes y fortificaciones se incrementaron. Muy pocas estructuras ceremoniales fueron construidas en la fase “Gallinazo”, solo dos centros ceremoniales han sido identificados: Huaca Estrella (MV-515) y Cerro Pesqueda (MV-558) Huaca Estrella está ubicada en el campo arado en el lado sur de el valle interior.

El otro centro ceremonial pequeño (MV-558) ubicado en la cima del Cerro Pesqueda, tiene una plataforma de 50 por 5 por 4 m, construida por adobes marcados con caña, típicos a la fase “Gallinazo”. No ha sido identificado ocupación domestica de la fase Gallinazo en este sitio, como previamente expuesto, los montículos de adobes están presentes en Cerro Oreja y Pampa La Cruz (Billman 1996:246).

Los reportes en Pampa La Cruz o «La Poza» (Barr 2000), Huanchaco donde el uso del sitio como lugar de enterramiento, parece corresponder a intrusiones en un área habitacional con abundantes restos domésticos, evidenciados durante las excavaciones. Allí, la población “Gallinazo” habría coexistido con la Salinar o fue una reocupación inmediata. Representada por entierros que datan para las fases tempranas de la época “Gallinazo”. En los hallazgos se reporta una tumba que contenía dos individuos, uno de sexo masculino y otro de sexo femenino, ambos en posición extendida. La posición de las cabezas orientadas hacia el Sur y ofrendas de vasijas de cerámica que fueron depositadas rotas. Se suma en el área la localización de 7 entierros asociados a fosas simples (Sánchez y Tinta, 1990).

Los datos de estratificación social en la fase “Gallinazo” es limitada. El ejemplo de entierros Fase Gallinazo reportados en el valle de Moche es deficiente para evaluar las diferencias de estatus (Donnan y Mackey 1978).

VALLE SANTA
Los hallazgos de Larco en el valle del Santa, corresponden únicamente, a la margen Izquierda, aguas arriba, y cuyos cementerios han sido identificados en la hacienda Tanguche, huaca Corral, huaca Gallinazo de la hacienda Santa Clara, y Cerro Ramiro (Larco 1945: 3).

En David Wilson (1988), encuentra que los primeros cementerios de la secuencia cultural del valle aparecen con la fases Temprana y Tardía de Gallinazo, definidas como Early y Late Suchimancillo. Los enterramientos se ubican en el valle alto y en la parte alta del valle medio. Determina la presencia de áreas de inhumación aisladas e intrusivas. Los cementerios aislados, son predominantes y están alejados de áreas de habitación o defensivos, emplazados sobre terrazas en la entrada de quebradas o, en extensas llanuras en el borde de los conos de deyección; mientras que, los intrusivos los encuentra en sitios con funciones primarias de habitación y defensa.

Las tumbas documentadas en el valle son en fosas simples (en las que no menciona la posición de los individuos) y en cistas, pequeñas construcciones de piedra de planta pentagonal o hexagonal, de aproximadamente 0.50 m. de diámetro y de 0.50 a 0.70 m. de profundidad, que debieron contener entierros secundarios o cuerpos muy flexionados y atados. Son consideradas como influencia del área serrana adyacente el Callejón de Huaylas, durante Early y Late Suchimancillo (Wilson 1988: 162-170).

Los reportes del Catastro Chavimochic realizados durante 1987 en el valle, señalan la presencia de dos tipos de cistas. La primera, denominada mausoleo, consta de una urna de piedra de forma cuadrangular, de aproximadamente 0.40 a 0.50 m de lado y profundidad variable, delimitada por un muro cuadrangular de unos 4 m de lado, ocupando la parte central y sellada por una laja de piedra. El otro tipo es una urna sobre un espacio plano (Uceda 1988:28). Debe indicarse, sin embargo, que la fragmentería predominante asociada a la superficie, corresponde al estilo Recuay y en menor proporción a Virú y Salinar (Marín 2000: 26).

VALLE DE JEQUETEPEQUE
Las excavaciones de Ubbelohde-Doering (1967 y 1983) en Pacatnamú, permiten identificar cerámica Gallinazo o Virú asociada a Moche III, este fenómeno lo explica como una intrusión Mochica a la población Gallinazo durante los años 450 d.C. sumándose a esto, evidencias de fragmentería de cerámica Gallinazo y construcciones en la región de Tecapa y Jatanca.

Las investigaciones en Huaca Dos Cabezas por Castillo y Donnan (1994), reportan fragmentos de cerámica Gallinazo la cual sugiere que la ocupación incluye tanto el estilo Virú o Gallinazo que normalmente precede al estilo Mochica Temprano.

De los estudios de Verano (1994,1997), en Pacatnamú se documento 84 entierros cuyas posiciones estaban extendidas y orientados con la cabeza en dirección Sur y depositados en fosas simples o comunes los cuales tenían una conformación rectangulares y ovaladas, entre los que destacaban los entierros 35, 37 y 48, los cuales presentaban en su contexto una asociación de materiales Gallinazo y Moche (Donnan 1997:37).

Otro aspecto relevante (Alfredo Narváez 1994), lo da a conocer en Cerro La Mina, margen Sur del Río Jequetepeque, en donde se ubicó un entierro el cual estaba parcialmente saqueado. Se trataba de un personaje de significativa importancia social el cual estaba asociado a finas vasijas del estilo Moche I, al interior de una cámara funeraria que había sido elaborada con adobes paralelepípedos los cuales presentaban marcas de caña, que tienen recurrencia con la tradición Gallinazo (Lámina Nº 6).

VALLE DE LAMBAYEQUE
Shimada y Maguiña (1994:40), reportan en Huaca Soledad un entierro intrusivo en posición extendida asociado a un cántaro Gallinazo. Esta área domestica se reporta como parte de una extensiva ocupación Gallinazo, asociada a montículos monumentales de plataformas el que fue documentado en el valle medio particularmente a lo largo de la margen Sur en los Cerros: Sajino, Huaringa, La Calera, Vichayal, Paredones y Huaca Letrada.

VALLE DE PIURA
En la sierra de Piura, Provincia de Ayabaca, Distrito de Lagunas, Mario Polia en 1997, excavó diversos sitios con recintos funerarios. En Hualcuy, las estructuras mostraban planta ovoidal, mientras en Loma La Huaca y El Tuno, las estructuras tenían planta circular y ovoidal. Una tercera forma se localizó en El Chirimoyo, con planta en doble cámara y acceso localizado en la parte central, semejando una doble bota. Los entierros no tenían la posición flexionada y vasijas de gran parecido al estilo Gallinazo de Virú (Sachún, com. per. 1999 citado en Marín 2000:38).

Los entierros del Intermedio Temprano manifiesta Makowsky (1994), que rara vez se asocian con arquitectura. Los cementerios se distribuyen sobre lomas arenosas estabilizadas y profusamente saqueadas. En la superficie se documenta material cerámico Gallinazo, Moche I y Vicus (Makowsky 1994:111), aunque se considera que la cerámica Gallinazo está mal representada en los cementerios, tiene una notable presencia en áreas ceremoniales y residencias de élite (Op. Cit. p. 236). Aunque se considera que no se conoce mucho de los contextos, formas y cantidad de entierros en dichas áreas, existe la posibilidad de que se trate de cámaras y tumbas de tiro que contienen entierros extendidos (Kaulicke 1991:882).

Durante su exposición en el XIII Congreso Nacional de Estudiantes de Arqueología “Rafael Larco Hoyle”, Makowski (2004), sostuvo que en Piura (100 d.C. – 400 d.C.), el estilo “Gallinazo”, remplaza a la cerámica utilitaria Sechura. Respecto a los entierros (tradición Mochica fase I) identificados en Loma Negra, establece que son comparables con La Mina y Sipán, y los talleres especializados Mochica (Fase I, II, III), los cuales demuestran una posición política dominante; sin embargo reafirma que los talleres Vicús seguían produciendo cerámica ceremonial fina e introdujeron varios elementos iconográficos formales e inspirados en los estilos Virú-Gallinazo y Mochica. Con respecto a la arquitectura tapial y luego de adobe rectangular Gallinazo-Mochica llego a remplazar a la arquitectura de barro embutido de Vicus (Makowski 2004).

VALLE CHICAMA
Larco (1938-1963), realiza excavaciones en la parte media y alta del valle Chicama, describe los hallazgos referente a un cementerio Virú, en las cercanías de Salinar, Barbacoa y Pampas de Jagüey; estableciendo una propuesta cronológica en 1948. Entre sus anotaciones describe entierros de la época Cupisnique, Salinar, Virú de Chicama (Larco 1948: 26). En el valle de Chicama Larco (1945) reporta la frecuencia de sarcófagos rectangulares de piedra, con recinto o sin él, separado para la colocación de la cerámica (con recinto, reporta cuatro en el valle de Virú). Algunas de las tumbas rectangulares estaban cubiertas por lajas de piedra. Respecto a la forma más común establece que es irregular, alargado y de acuerdo con el tamaño del cadáver.

También encuentra Larco (1945), entierros Virú revestidos con cañas de un metro de largo más o menos, semejantes a los ataúdes Mochicas. Aún cuando la confección es burda, dentro de estos sarcófagos encontró pequeños y finísimos vasijas con pintura negativa del Período Auge. Manifiesta que sólo vio un sarcófago de adobes paralelepípedos con vasos de esta cultura, el cual era de forma rectangular, con paredes enlucidas y tenia una cobertura de lajas de piedra. Establece que no obstante haber encontrado fragmentos de tela carbonizada en los recintos funerarios, no podemos asegurar que los cadáveres estaban envueltos en tela; pero sí, muchos aparecen cubiertos con petates de junco (Larco 1945:26)

Con respecto a las construcciones funerarias excavadas, Larco identificó para esta etapa tanto en el valle de Virú y el Chicama, adscritos a las fases “Virú Auge” y “Virú de Chicama”, aparentemente asociados a material Moche (Larco 1945 : 28).

En el Valle Chicama, las ofrendas mortuorias son mencionadas en términos generales por Larco como: “entierros en recintos contienen individuos extendidos y tienen vasijas. Algunos objetos de cobre dorado y restos de maní, maíz, pallares, un tipo de fríjol rojizo de gran tamaño, lagenaria y una semilla negra no identificada y común en las tumbas del Período Decadente, además del ashango, fruto silvestre utilizado hasta hoy por los curanderos» (Larco 1945:4).

En lo que respecta a la Periodificación Larco, sostiene que la cultura Virú o también (llamado “Gallinazo” por Bennett 1939), es coetánea con Salinar y contribuye con elementos nuevos para el desarrollo de la cultura Mochica en la “época auge” (Larco 1948:22).

En lo que respecta a la secuencia planteada por Bennett (1939), esta ha sido cuestionada por Fogel (1993) y Billman (1996), ellos afirman que no existe sustento estratigráfico dentro de la evolución arquitectónica sostenida por Bennett, quedando abierta la probabilidad de confusión en la lectura y control estatrigráfico durante las excavaciones. Sustentan que la secuencia estilística del Proyecto Valle Virú, refleja valores de frecuencia de tipos, sin el debido sustento estratigráfico, por ello no existe seguridad respecto a la posición de tipos como elementos diagnósticos en la secuencia del estilo. Sin embargo varios autores han reconocido este momento cronológicos, como una etapa cultural que se extiende desde el valle de Rímac hasta Piura, mostrando una distribución bastante amplia y globalizante (Kaulicke, 1991; Makowsky, 1994; Shimada y Maguiña, 1994).

Teniendo en cuenta las consideraciones anteriores, se ha creído conveniente seguir con la denominación de cultura Virú como lo estableciera Larco (1948) y no como el aspecto despectivo “Gallinazo” que lo denomina Bennett (1939).

Según Donnan (referencia verbal), «Gallinazo” como denominación no existe… es mas bien una etapa o proceso de definición que estaba atravesando Moche. Reconoce que la cerámica es bastante homogénea y que la denominación de “estilo Gallinazo” no existe, sino mas bien es un proceso cuya connotación temporal, interpreta como una etapa de convivencia y búsqueda de estabilización, producto de las relaciones Virú del Chicama con el estilo Moche.

Arquitectura
Existió desde el año 100 aC. abarcandó los valles de Lambayeque, Jequetepeque, Chicama, Moche , Virú, Nepeña y Casma; siendo los valles con mayor evidencias el de Virú y el de Moche. La población que se desarrollo en estos lugares, vivió en un inicio, en la parte baja del valle; luego tienden a desplazarse y ocupar la parte media de los valles.

La arquitectura ha permitido definir cuatro tipos de construcciones identificados a esta cultura:

  1. Los centros urbanos ceremoniales: eran construcciones donde se hicieron pirámides de grandes dimensiones que se relacionaban con el desarrollo de actividades ceremoniales y de culto.
  2. Los castillos fortificados:eran grandes edificaciones ubicadas lugares estratégicos de la parte alta, donde se angosta el valle medio; su función era vigilar, defender y controlar el valle.
  3. Las grandes casas semiasiladas:presentan habitaciones y techo a dos aguas generalmente estaban alejadas y solitarias, en estas debieron de vivir personajes principales o funcionarios que supervisaban las actividades productivas.
  4. Las aldeas eran aglutinadas, allí vivía el pueblo; en sus construcciones utilizaron materiales perecedores como el carrizo la caña y el algarrobo.

La cultura Virú presentó una especialización guerrera, inferida a partir de las construcciones monumentales y estrategicas llamadas o conocidas actualmente como castillos los cuales presentan una arquitectura fortificada estos habrían servido exclusivamente en forma defensiva.

La autoridad política se centralizó en la capital en el valle de Virú; en los otros valles existieron ciudades menores.

Los ceramios Virú se caracterizaron tambien por su aporte estilistico de decoración negativa, cuya presentación nos muestra que tiene como fondo el color natural del cerámio, cercando diseños geométricos, además trabajaron el cobre martillado, el oro y la plata.

babu88 babu88 jeetwin abbabet nagad88 marvelbet melbet mostbet six6s crickex mcw casino baji999 betvisa krikya mostplay crazy time jeetbuzz 79king1 good88 11bet xoso66 nohu78 xin88 nohu90 v9bet fastwin betvisa
jeetbuzz
babu88
babu888
jeetwin
nagad88
jaya9
khela88
mostplay
baji999
abbabet