Cusco: Ruta Milenaria

La sola idea de viajar al Cusco, reencontrarnos con la extraordinaria civilización inca, recorrer sus fortalezas, puentes y tambos, le da otra dimensión a nuestra travesía. Y es que la capital del Tahuantinsuyo, sin duda alguna, alberga una energía especial que se siente cuando uno transita sus calles, en el centro de la ciudad, o recorre sus impresionantes caminos de piedra, si sale de su perímetro urbano.

Pero, sea uno u otro el rumbo que emprenda el visitante, la magia está siempre presente, prendida a ese cielo diáfano, intensamente azul, que caracteriza al destino, uno de los más visitados. Los atractivos saltan a la vista: la arquitectura, la cultura, el folclor y esa idiosincrasia nueva que se va gestando a partir de la concentración de turistas nacionales y foráneos.

El Cusco alberga a ciudadanos de todas las razas y todas las sangres y, quizá, esa convivencia, con tantos matices y rasgos culturales, lo hacen un lugar único, que nadie debe perderse.

En el Cusco, las empresas de turismo han diseñado un mapa que comprende seis rutas. Igual número de tours se ofrecen entonces en una franca competencia para llevar a los cientos de turistas que visitan la ciudad y acercarlos, de algún modo, a esa cultura milenaria.

Uno de esos tours es el denominado Valle Sur, que incluye a Tipón, Pikillaqta y Andahuaylillas. No es una ruta más, es un recorrido fabuloso que nos lleva por impresionantes paisajes naturales, por la arquitectura inca de Tipón, la arquitectura preínca y wari de Pikillacta y por la presencia colonial, religiosa, de Andahuaylillas, donde su bello templo es conocido como la Capilla Sixtina de América.

En este recorrido, la experiencia se convierte en un acto vital. El contacto con las comunidades cusqueñas es permanente y nos permite rescatar, de primera mano, las costumbres, las vivencias y las leyendas que circulan desde siempre entre la población, vinculadas al campo, a las creencias y a las iestas, que son frecuentes y ruidosas.

Como parte de la parafernalia de las celebraciones, la cocina es la más celebrada y eso se puede comprobar en el distrito de Saylla o en Huasao –denominada Capital del Esoterismo Andino–, donde se come generosamente.

Las chicharronerías del lugar son, desde siempre, estancias obligadas de visita, aunque el comensal puede también optar por el siempre ponderado cuy al horno, la festiva trucha frita o el alimenticio tarpuy uchu, un plato tradicional que lleva cuy, quinua, tarwi y torrejitas de calabaza, entre otros productos de origen local.

En realidad, el Valle Sur no se encuentra en el Sur sino en el Este, en el llamado Coyasuyo, la larga ruta hacia el Altiplano y el lago Titicaca. En este valle, amplio y atravesado por el río Urubamba y las vías de tren que nos conducen a Puno, se ubican un conjunto de sitios y localidades de personalidad marcada y variopinta. Hay de todo: el pueblo del chicharrón, el de los brujos, el del pan, el del barroco andino… una serie interminable de temáticas para todos los gustos y para disfrutar de una experiencia diferente en el ombligo del mundo. La experiencia de descubrir sitios y lugares que muchas veces están fuera del circuito turístico convencional.

La salida del Cusco está marcada por dos importantes iglesias, San SebastiánSan Jerónimo, ubicadas en los barrios del mismo nombre. La primera, muy parecida a la Catedral cusqueña, fue fundada en 1560 como parroquia de indios y en su interior conserva hermosas pinturas de la escuela cusqueña. La segunda, también del siglo XVII, posee siete altares barrocos en su interior y se encuentra junto a una cruz con peana con varios petroglifos simbólicos y zoomórficos.

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Dejando San Jerónimo entramos en el valle propiamente dicho y, en concreto, en la localidad de Saylla, ubicada a 15 kilómetros del Cusco y conocida localmente como el pueblo del chicharrón. Todo huele a chancho porque en todos los rincones hay puestos donde comer tocto, ñutuchicharro o chicharrón porque, según los lugareños, la calidad del agua disponible hace que como el chancho de Saylla no haya ningún otro.

Panza llena, corazón contento. Si en Saylla saciamos nuestra hambre física, enHuasao, dos kilómetros después, nuestros apetitos espirituales. Huasao es el pueblo de los brujos, el lugar donde mayor números de curanderos, chamanes ypacos se concentran de todo el departamento. Sus callejuelas están llenas de avisos de lecturas de la hoja de coca, de pagos a la pachamama, de baños de florecimiento y de limpiezas espirituales. A veces los precios están fijados y otras veces, dependiendo del visitante, el curandero y el servicio requerido, se negocian in situ. Hay gente seria y hay mucho floro. Hay especialistas únicos en poder espiritual y hay otros que recién se inician en estas artes. Algunos anuncian, como una especie de postgrado curricular, sus experiencias y aprendizajes en una de las mecas del curanderismo peruano: Lambayeque.

valle sur 122.jpgPoco después, a 19 kilómetros del Cusco, se encuentra el desvío hacia el sitio arqueológico deTipón, el gran centro inca de culto al agua, ubicado a los pies del Pachatusan, el apu tutelar de la ciudad cusqueña. Tipón, desde donde tenemos alucinantes vistas del valle que venimos recorriendo, es una de las mejores muestras de la gran ingeniería hidráulica que practicaron los incas. La peculiaridad de este lugar, de enormes terrazas y donde también se encuentran petroglifos, es que siempre sale el mismo caudal de agua de cualquiera de sus fuentes.

Antes de llegar a Tipón hay una pequeña joya que rara vez se visita: el Palacio del Conde Valle Umbroso, sede del Proyecto Qapaq Ñan y del Ministerio de Cultura para la restauración de las obras de arte de las más de 700 iglesias que hay en el departamento del Cusco. El Palacio data del siglo XVII, está construido en piedra y era el lugar de descanso del Conde y de los señores que llegaban de Sicuani y de Lampa. En él funcionaba un obraje donde se elaboran finísimos textiles. Ahora, en cambio, solicitando la autorización del caso, es posible ver enormes salas repletas de cuadros coloniales y esculturas, creando atmósferas surrealistas donde las imágenes de santos y vírgenes parecieran estar bailando.

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Volvemos a la comida. Esta vez nos encontramos en el mayor centro productor de pan de todo el Ande: Oropesa. Si en Saylla todo olía a chancho, en este lugar, ubicado a 23 kilómetros del Cusco y fundado por el virrey Francisco de Toledo, todo huele a pan. En principio no hay visitas organizadas sino que, lo bueno, es tomar la iniciativa, ir a alguno de los cientos de hornos que existen, conversar con la familia respectiva e introducirse y probar alguna de las ricas variedades de pan que preparan. La fiesta del pan, el Tanta Raymi, se celebra el segundo domingo de octubre. Al final de la degustación podemos visitar la iglesia de la Plaza de Armas con su púlpito barroco y sus pinturas murales, o disfrutar de la escultura que se encuentra en dicha Plaza: un homenaje de un señor alcalde a la mujer campesina… una mujer que agarra la mano de un niño. El homenaje es completo porque el niño es el alcalde cuando era pequeño y la señora campesina su propia madre.

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Después de recorrer una larga recta llegamos a un punto de intersección que nos sigue mostrando la variedad que posee este Valle Sur. Por un lado nos conectamos con la carretera que va al valle Sagrado y que sale a la altura de Pisaq, atravesando localidades como Huambutío y San Salvador, donde se encuentra el Santuario del Señor de Huanca. Por otro lado hay un desvío que nos lleva a Lucre, pasando junto a la hermosa laguna de Huacarpay, paraíso de aves y campo. Y finalmente, también cruzamos el inicio de un gigantesco parque arqueológico, Piquillaqta.

En Lucre, a 26 kilómetros del Cusco, quizá se encuentren los mejores dulces, postres y derivados lácteos del departamento. El sitio en cuestión se llama Dulce Nevada. Es un pequeño ambiente cuyas paredes están repletas de vaquitas de todos los tamaños y colores que, según la dueña, provienen de todas partes del mundo, ‘de los que países que, mi esposo y yo, hemos visitado’. Detrás de este ambiente, se abre un espacio al aire libre donde las vacas verdaderas se encuentran pastando en sus establos. Lucre tiene otras suculencias.

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En este pequeño pueblito, ubicado en un estrecho valle, se encuentra una de las fábricas de tejidos más importantes que ha funcionado en el Cusco. Todo se mantiene igual a 1861, el año en que se construyó, después de cargar cada una de las piezas y materiales que formaban la fábrica, a hombros de varios miles de mulas, desde la costa arequipeña hasta el Cusco. En principio no hay visitas a la fábrica, es cuestión de presentarse, pedir permiso y entrar a este lugar fantasmal donde permanecen igual, que hace 250 años, hasta sus hilos colgando de las máquinas de coser. El sitio es realmente único y merecería desarrollarlo para ofrecer una especie de experiencia de ‘turismo industrial’ que en Perú tendría mucho por recoger.

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Piquillaqta, a su vez, es el templo wari más importante del Cusco. Este gran complejo arqueológico incluye más de 800 construcciones entre habitaciones, plazas, depósitos, terrazas o canales, hechos con piedra y barro. Se accede a la altura del kilómetro 1002 hacia Puno, aproximadamente a 30 kilómetros de la capital cusqueña. Poco después de Piquillaqta, en la parte más alta de este recorrido, podemos observar una especie de enorme portón de piedra pulida, ya arquitectura inca, llamado Rumicolca. Desde este sitio comenzamos un suave descenso que nos lleva a las otras singularidades del Valle Sur.

Piñipampa, cuyo significado en castellano viene a ser la ‘pampa de las pulgas’, es una localidad, levantada en una gran hondonada junto al río Urubamba, ubicada a unos 34 kilómetros del Cusco. Piñipampa es el gran centro productor de tejas de todo el sur andino, que se distribuyen en el departamento cusqueño, Arequipa, Puno y Apurímac. Como en algunos destinos anteriores, en Piñipampa no hay nada organizado en torno al turismo, pero podemos caminar entre sus calles e introducirnos en el mundo de las arcillas y arenas de la mano de una familia local.

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Donde sí está organizada una buena experiencia turística es en la llamada Ruta del Barroco Andino, una de las mejores expresiones de arte barroco en el Perú y que incluye a las iglesias de Andahuaylillas, Huaro y Caninunca, ubicadas en un tramo de unos tres kilómetros, a unos 40 de la ciudad imperial. Las impresionantes pinturas de estos templos muestran el mestizaje de las cultura europea y mestiza en los procesos de evangelización del siglo XVI, además, en su interior, podemos contemplar órganos, cuadros de la escuela cusqueña, hermosos altares con pan de oro y, en el caso de Andahuaylillas, un baptisterio donde se repite la fórmula bautismal en quechua, aymara, puquina, latín y griego. En esta iglesia, también, se compuso la primera música polifónica barroca de todo América, el Hanaq Pacha Kusikuyin. La Ruta del Barroco Andino no tiene pérdida, en la contemplación de este temprano arte podemos observar la tremenda ironía con que los artistas plasmaban la nueva religión que llegó a este continente: entre símbolos católicos se recogen milenarios símbolos andinos, y los primeros que caen a los fuegos eternos son los obispos y explotadores de los pobres.

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Además, en la plaza principal de Andahuaylillas, junto a la iglesia, se encuentra un pequeño ambiente con varios puestos artesanos y un taller de joyería donde se pueden comprar trabajos muy interesantes. También hay un local perteneciente a la fundación Q’ewar en el que se ofrecen buenos tejidos y muñecas de trapo elaborados por las comunidades a las que apoya. A su vez, en Huaro se encuentra el museo Waka, un centro donde se recoge una gran colección de trabajos líticos, petroglifos, pequeñas esculturas, pinturas rupestres e instrumentos. Conversar con su director es toda una experiencia, para él, la ciudad del Cusco, la más antigua del planeta con 15 años, fue fundada por los Atlantes.

Desde el templo de Caninunca se observa la laguna de Urcos. En ella podemos ver pequeñas barcas con, normalmente, parejas remando en torno a un chorro enorme que sale del centro del espejo de agua. La laguna nos introduce en Urcos, el gran centro comercial de las comunidades ubicadas en la parte alta y del valle de Ocongate. En sus mercados podemos encontrar de todo un poco, podemos comer también ricos quesos, chicharrón, cancacho y panes. En sus paredes y afiches veremos algo que nos remite a toda esta zona: los Pabluchos, los personajes emblemáticos de la gran peregrinación del Qoyllorrity. Un poco más delante de Urcos, en Muñapata, se encuentra el desvío hacia los tramos 2 y 3 de la Interoceánica Sur que nos lleva a Puerto Maldonado y a Brasil. Un mundo apasionante del que escribiremos largo.

Por hoy lo dejamos aquí, sabiendo que quedan en el tintero muchos otros lugares en esta ruta por la que hemos viajado: Checacupe, Chuquinahuana, Tinta, Raqchi, Sicuani, La Raya… que veremos en otras oportunidades. Que este escrito sirva como una pequeña guía práctica para todos aquellos que viajan al Cusco y quieren descubrir cosas nuevas… y no tan nuevas.

Buen viaje para todos.

Más información

Tipón
• Entrada: 20 soles. Se incluye en el Boleto Turístico.
• Horario: de lunes a domingo de 7 am a 6 pm.

Palacio del Conde de Valle Umbroso
• Permisos: Sede del Ministerio de Cultura. Calle San Bernardo s/n. Cusco.
• Horario: de lunes a viernes de 8 am a 4 pm.

Lucre
• Dulce Nevada: calle 27 de Noviembre, frente a la Plaza de Armas.

Ruta del Barroco Andino
• Entrada: 6 soles Andahuayillas, 4 soles Huaro y 2 soles Canincunca. Toda la ruta cuesta 10 soles.
• Horario: 7:30 – 12:00 y 1:00 – 5 pm.

Alojamiento
• San Jerónimo: Poqen Kanchay
• Saylla: Villa Pachatusan
• Huasao: Niños Hotel Hacienda
• Andahuaylillas: La Casa del Sol

 

Fuente: El Comercio

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