El grupo Uros, ubicado en la bahía de Puno desde tiempos inmemoriales, está integrado por pescadores, cazadores y recolectores que para abastecerse de alimentos y otros elementos creó una tecnología especial a fin de aprovechar de manera eficiente los espacios y los recursos naturales del lago Titicaca.
En este proceso desarrollaron conocimientos y prácticas de manejo de totora, confeccionando las llamadas “islas flotantes”, viviendas y naves del mismo material, que fueron transmitidos de generación en generación hasta la actualidad.
Una característica singular de este grupo es que habita en enormes balsas hechas de totora (del quechua tutura), planta perenne (Schoenoplectus tatora), común en esteros y pantanos de América, cuyo tallo erguido mide entre uno y tres metros, según las especies.
La totora constituye un recurso renovable que crece en forma natural en aguas poco profundas del Titicaca y en áreas húmedas aledañas a los principales ríos afluentes y lagunas, formando un ecosistema de vida silvestre de flora y fauna con el que las poblaciones originarias han interactuado.
En el caso de los Uros, la totora tiene dos usos principales: la construcción de grandes balsas habitables y la elaboración de embarcaciones para la pesca y para surcar el lago.
A la medida
Se distinguen dos tipos de “islas flotantes”: “A” y “B”. El primero es un conjunto de balsas de totora unidas con sogas de ichu y luego se cubren con una capa de totora cortada. Así se va aumentando una nueva capa de totora de acuerdo al deterioro y putrefacción de la capa superficial.
Una característica de este tipo de isla es que en ella vive en un inicio una o dos familias y, con el paso del tiempo y del crecimiento natural de la población, la superficie se amplía.
Las del tipo “B” son bloques de q’illi, nombre local que se da a un conjunto de tallos de totora entrelazados entre sí de modo natural, que a lo largo de decenas de años forman amontonamientos flotantes.
La superficie del q’illi tiene en promedio entre 300 y 400 metros cuadrados. Sobre los bloques de q’illi se colocan varias capas de totora fresca y para finalizar se pone totora seca.
El proceso de construcción lleva entre tres y seis meses, y los pobladores mencionan que este tipo de “isla flotante” puede durar de 40 a 50 años.
Para la construcción de las islas tipo “B se emplean herramientas de origen ancestral, como el kajllo, utilizado para el corte de totora en zonas poco profundas.