Una ruta en los Andes peruanos tiene como objetivo mostrar los efectos que está causando el cambio climático en el medio natural.
En la Cordillera Blanca de los Andes peruanos, el glaciar Pastoruri es uno de los destinos menos conocidos de Perú. Concretamente, este glaciar forma parte del Parque Nacional Huascarán, y se ubica a 5.000 metros sobre en el nivel de mar, lo que podría llegar a la conclusión de que se encuentra en buen estado de conservación. Muy al contrario, el cambio climático ha hecho que este glaciar retroceda considerablemente en los últimos años, perdiendo gran parte del casquete de hielo además de la cueva de hielo de 40 metros que aquí se ubicaba y que hoy es una pequeña laguna.
Los efectos del cambio climático en los glaciares
Es en este contexto en el que se creó hace ya cinco años la Ruta del Cambio Climático, que tiene como objetivo concienciar a los visitantes de que este fenómeno es muy real. Además, con esta ruta se quiere mostrar los estragos que está creando el aumento de la temperatura terrestre en algunas zonas naturales del mundo, como el glaciar Pastoruri que se cree que desaparecerá antes de una década como consecuencia del cambio climático.
A través de esta ruta se muestra a los visitantes donde se encontraba el glaciar hace varios años y la ubicación de la que fuera una cueva de hielo, así como los estados del agua en el mismo: el casquete de hielo, la Laguna de Patococha, donde se pueden ver los picos de las montañas nevados al fondo, y los manantiales que emanan de las profundidades en forma de gas. Además se pueden ver los esfuerzos que se están realizando para mantener el hielo del glaciar. En este sentido, el glaciólogo Benjamín Morales Arnao ha ensayado un método para evitar el deshielo que consiste en cubrir el hielo con una capa de serrín de 15 cm de espesor con lo que consiguió mantener 4 metros de hielo, pues el serrín funciona como aislante.
Pero no todo es cambio climático, esta ruta también se muestra la flora y fauna autóctonas así como los restos arqueológicos históricos que en el camino se encuentran como algunos fósiles que evidencian la presencia de dinosaurios y restos arqueológicos en forma de dibujos y escrituras rupestres en la zona de Pumapama.
Texto: National Geographic España
Fotos: Promperu
(https://goo.g l/M3AwCv)
(Publicado: 19/12/2018)
Crónica sobre Pastoruri, el simbólico nevado de Áncash
Lo Nuestro, El Peruano
(Publicado: 8/6/2016)
El viaje desde Lima rozaba las ocho horas cuando la cordillera se asomó, inmensa, por la ventana del bus. Llegamos a Huaraz a las 6:00 de la mañana, cuando el frío es nítido como un golpe y nos exige comprar abrigo, para la ruta que vendrá después. José Anaya, ‘Lalo’, el anfitrión, me contiene: “También puedes alquilar allá y así ayudas a la gente de Cátac”.
Había conocido Pastoruri reportando para El Peruano en la Semana del Andinismo 1991, cuando el nevado vivía su apogeo como referente del Callejón de Huaylas. Cada año, alrededor de 100,000 visitantes de todo el mundo se encaramaban en su dócil lomo para coronar sus 5,240 metros sin experiencia previa en alta montaña. Los más osados hacían demostraciones de esquí acrobático, mientras la mayoría improvisaba trineos con plásticos para deslizarse cuesta abajo tumbando muñecos de nieve. En mi recuerdo, Ana María juntaba nieve de la cumbre. Un brillo infantil resplandecía en su mirada.
Ya por aquel entonces era un hecho preocupante que el glaciar retrocediera a razón de 10 metros por año.
En 2007, el calentamiento global partió al glaciar en tres fragmentos gigantes y se cerró todo acceso al turismo. Pueblos y comunidades como Cátac, Ticapampa y Recuay, como parte del espectro tutelar del nevado, se vieron tan afectados que sus pobladores abandonaron sus casas en busca de trabajo en las ciudades. Todo el turismo de la región acusó el golpe.
Hemos dejado Huaraz, el bus nos lleva al sur hacia el inicio de esta nueva propuesta de aventura. El mirador ‘Cordillera Blanca’ se ubica sobre la carretera que viene desde Lima y es un punto privilegiado de visión.
Desde ahí se hace evidente la pugna de las terribles fuerzas que elevaron los suelos hasta modelar nuestra afamada cadena. En adelante el guía hace gala de chamanismo y lo que antes eran nieves perpetuas, hoy son reservas de vida. El bellísimo paisaje se abre a los ojos, atesoraba en sí el hecho mágico de nuestra existencia.
Una serie de miradores/observatorios, paneles de información, senderos y un Centro de Interpretación conforman la Ruta del Cambio Climático y se complementan entre sí para permitirnos comprender el frágil equilibro que existe en todo lo que nos rodea. Nos demuestra que todo cambia y cumple su ciclo de vida.
La realidad
Bajamos para visitar la ‘laguna anciana’ Patococha. Aunque conserva aún su espléndido espejo de nevados, va camino a convertirse en un pajonal donde cerrará su ciclo. En sus inicios anidó peces, en su final, proveerá alimento a más de 20 especies de aves y a los camélidos salvajes de las punas.
Siguiendo a pie el sendero, las gloriosas puyas Raimondi albergan nidos de pájaros carpintero, mientras se recortan emblemáticas en el horizonte de Pumapampa, durante la floración que ocurre cada 10 años, y son fuente de alimento de colibríes.
El viento, el sol, la inmensidad. Hilos de agua de deshielo suman riachuelos puros que corren y se encuentran con los ojos de agua multicolor de la Pampa de los Pumas.
Un último tramo y llegamos al Puesto de Control del Parque Nacional Huascarán. Al inicio de la vereda de concreto que conduce al glaciar, mujeres de la comunidad de Cátac ofrecen todo tipo de prendas abrigadoras en venta y en alquiler. Arrendé una casaca térmica por 6 soles y una mula, para la subida, por 7 soles.
Es impresionante. A pesar de que el glaciar ha perdido el 70% de su masa, acercarnos a su mole yacente empequeñece nuestra humanidad con su lánguida y extrema belleza. Sus paredes muestran en sus pliegues retorcidos en capas, como los anillos de la corteza de un árbol, los estratos que contienen la historia climática del mundo.
La repercusión del consumo desmedido de combustibles fósiles, la importancia de hacer acto de conciencia frente a la fragilidad del equilibrio de las cosas, surgen como interrogantes en ese instante. Aparecen también las certezas: las lagunas nuevas que se han originado por el deshielo, que nuestro planeta sigue siendo portador de vida y que de nosotros dependerá nuestra propia continuidad. La amenaza está latente en la zona, pero también la convicción de salvar al mundo. La ruta, conforme uno avanza, aclara las interrogantes de los turistas que la transitan. El paisaje es imponente y describe información constante: los bloques de hielo al borde de la laguna circundan un torrente que nace en la laguna y va hacia la quebrada. Es la velocidad con que se produce el deshielo.