Por más de 1500 años antes de la llegada de los españoles, el santuario de Pachacamac fue influencia primordial en el desarrollo de una cosmovisión andina multicultural, pero también el espacio desde donde se tomó gran parte de las decisiones políticas y económicas de la época. Ubicado en la margen derecha del río Lurín, en el kilómetro 31 de la Panamericana Sur, en Lima, su proceso de construcción y organización, que se cree tomó siglo y medio, nos indica que fue el eje de una religiosidad andina sólida y extensa. Sus primeras edificaciones datan del año 200 a.C., con el nacimiento de la cultura Lima, convirtiéndose desde sus inicios en un centro ceremonial de gran importancia. Los habitantes lima construyeron templos majestuosos, como el Templo Viejo, el Templo Pintado, el Templo de Urpiwachaq, todos realizados con adobitos y piedra.
En el Horizonte Medio, con la culminación de la cultura Lima y la llegada wari, Pachacamac asume una importancia ya no sólo local sino regional. En este proceso hay una coexistencia entre el Intermedio Temprano y formas culturales del Horizonte Medio, lo que determina la relación entre el santuario y las poblaciones más alejadas, tanto de la costa como de la sierra, desde donde se hacían peregrinaciones a la zona. Posteriormente, ya entre 1200 y 1400 d.C. se desarrolla la cultura Ychma, con quienes empieza a resaltar el esplendor del centro ceremonial, con un toque urbano aunado a sus características religiosas previas: se fortalece así el Templo Pintado y se construye los quince templos o pirámides con rampa que servirían como depósitos de bienes a ser utilizados como ofrenda o alimento de quienes llegaban durante las festividades.
En 1450, con el asentamiento de los incas, se establecen nuevos centros administrativos y se adecúan construcciones ya existentes a las nuevas necesidades. También se construyen monumentos religiosos, como el Templo del Sol, el Acllawasi, el Palacio de Taurichumbi, entre otros. Pachacamac se convierte de este modo en centro de reunión de peregrinos y representantes de poblaciones, quienes, desde aquí, bajo un estricto protocolo ceremonial, tomaban decisiones en cuanto a cuestiones económicas, sociales, alianzas, redistribución, etcétera. “Pachacamac fue el centro religioso y administrativo más importante, transformándose físicamente durante 1.500 años. No es raro que el valle de Lurín sea el mejor registrado, a nivel de geografía sagrada andina, por los extirpadores de idolatrías. Para María Rostworowski, Pachacamac no sólo es el principal ícono religioso de la costa central y posiblemente de toda la civilización andina, sino que su culto se ha identificado, con el tiempo, nada menos que con el Señor de los Temblores”, nos dice Marcelo Saco, subdirector del museo de sitio.
Saco define el actual Pachacamac como un centro de investigación continua, puesto que es la llave para entender la civilización andina. “La cosmovisión del hombre andino está explicada en el santuario, donde el visitante puede obtener diferentes experiencias, no sólo desde un punto de vista histórico y religioso, sino experimentando in situ los diferentes tipos de espacios, a escala humana. Por otro lado, este es un sitio que ha recibido muchas reconstrucciones, bajo criterios que vienen de los años 20: tenemos aquí toda la historia de la conservación en el país. Por su amplitud y la información que encierra, Pachacamac debe ser visto como uno de los sitios de mayor importancia del Perú”, enfatiza.
Proyectos a la vista
La dirección del santuario viene trabajando en un plan de manejo para el sitio, vale decir, un documento basado en estudios técnicos multidisciplinarios que describen las necesidades de Pachacamac. “Por la cantidad de visitantes que recibe diariamente, y por su importancia histórica, tenemos la visión de convertir a Pachacamac en una vitrina de gestión que atraiga al investigador y al estudiante. El manejo del sitio se debe dar en forma paralela a su estabilización, preservación y desarrollo, todo de manera sostenida y sustentable, lo cual le permitirá ser declarada patrimonio de la humanidad y gozar de los beneficios de ese nombramiento”, finaliza Saco