Calango, un lugar con historia

A dos horas al sur de Lima se encuentra este valle donde abundan los frutales, los camarones, el vino de casa. El sol es parte de Calango. En el recorrido se encontrará con petroglifos que aun hacen historia en Calango.

Aquicito nomás, en el ingreso a Mala, está el acceso directo para Calango, epicentro del festival dedicado a la manzana «Delicia». Pero la tentación de la manzana no es la única justificación para visitar Calango.

El poblado es pequeño y acogedor. Se llega en menos de una hora de camino desde Lima. Goza de buen clima durante todo el año y ha estrenado nuevos circuitos para caminatas, para probar la bicicleta de montaña y para lucir el kayak o el bote de goma.

Pocos saben, empero, que Calango tuvo su esplendor mucho antes del apogeo incaico.  Ubicado a orillas del río Mala –cuyo cauce mantiene un buen caudal los doce meses del año– los Calango se dieron el lujo de pararle el macho a las tropas enviadas por el propio Huayna Cápac. Tanto es así que el hijo del Sol convocó a todas las huacas de su imperio como aliados contra los rebeldes. Solo Pariacaca –apu nevado de Huarochirí– aceptó el reto del inca y mandó un cataclismo-huayco sobre Calango.

El mito se puede leer en el libro Dioses y Hombres de Huarochirí, y se justifica cuando comprobamos que Calango está ubicado en las faldas de una de las montañas más altas de la costa peruana. Y también cuando comprobamos que, en medio de la ciudad de Calango, emergen enormes piedras grabadas con enigmáticos petroglifos que hoy en día son el principal atractivo de la urbe.

En 1961, el antropólogo Américo Albarrán Melgarejo, logró calcar 96 grafías, pero sin determinar de qué se trataban. Una desventaja –según las crónicas– es que buena parte de los símbolos fueron borrados, algunos por los sacerdotes españoles y otros por los brujos del valle que recetaban el polvo de esta piedra en la cura de enfermedades. Lo poco que se sabe es que los símbolos son mensajes conocidas hoy como leyendas, culto al sol, la luna, las estrellas, las nubes, escenas de agricultura, pesca y caza.

A cinco minutos tierra adentro se encuentra el yacimiento arqueológico conocido como «La Vuelta» (por su cercanía a Calango) donde se pueden ver restos de la arquitectura y un enorme cementerio prehispánico que ha sido destruido y saqueado.

La ruta continúa hasta una ermita conocida como «La Capilla», porque está instalada en una enorme roca erosionada, donde se venera la sagrada imagen de la Virgen de la Candelaria, acompañada por San Martín de Porres y San Francisco.

Frente a «La Capilla» se encuentra el puente de fierro sobre el río Mala, y es precisamente aquí donde funciona el «balneario» de Calango, con buenas playitas en las orillas del río Mala y restaurantes campestres que se lucen con potajes basados en el célebre camarón de río de Calango.

 

 

Fuente: La Republica, Revista Rumbos de Sol y Piedra

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